Vínculos, adolescencias y afectividad en el contexto del aislamiento social, preventivo y obligatorio. Aportes desde la Educación sexual integral
“Tal vez, se trate de sostenerla dando próximamente una segunda entrega considerando la relevancia del tema en este contexto “apuesta” de que tenemos algo para dar y, de ese modo, mantener nuestro lugar de mediadores con la sociedad y con la cultura, habilitando espacio de protección que conviertan a niños y jóvenes en sujetos de la palabra. Tal vez, esto requiera que encontremos cómo y dónde sostenernos nosotros, entre adultos, en una suerte de “dependencia recíproca” que nos ampare frente a la inestabilidad del presente.”
“No se trata de asumir toda la responsabilidad social, se trata de encontrarnos los adultos en una misma apuesta, la de encarnar para nuestros alumnos a otro disponible, que pueda ejercer funciones subjetivantes.”
Perla Zelmanovich, (2003) Contra el desamparo.
En tiempos de quedarnos en casa, el docente abre un diálogo pedagógico cuyo criterio se apoya en una significatividad y pertinencia al contexto de emergencia sanitaria, las edades de los sujetos y sus contextos. En este Post se propone priorizar los contenidos de la ESI en cada nivel desde una perspectiva transversal a fines de garantizar que el tratamiento, de los mismos, se realice de manera continua, sistemática e interdisciplinaria y así evitar que se diluyan los propósitos formativos. Asistimos de esta manera a una primera entrega del material de reflexión que propone el Equipo ESI provincial.
La Ley de Educación Sexual Integral se aprueba en nuestro país en el año 2006, convirtiéndose en una herramienta que ha tendido a acelerar tanto el debate en torno a la educación sexual como su implementación en las escuelas argentinas.
La propuesta de la ESI está anclada en una concepción integral de la sexualidad, es decir, atravesada por aspectos biológicos, psicológicos, sociales, históricos, culturales, jurídicos y ético-políticos. De este modo, pone el acento en considerar al cuerpo inmerso en una red de relaciones sociales, formando parte de un momento histórico, político y económico determinado.
La ESI implica un espacio de enseñanza y aprendizaje sistemático, con contenidos adecuados a la edad de los alumnos y alumnas, su situación y su contexto sociocultural, que comprende saberes y hanbilidades para la toma de decisiones conscientes y críticas sobre los ejes: el ejercicio de los derechos, el reconocimiento de la perspectiva de género, el respeto de la diversidad, la valoración de la afectividad y el cuidado del cuerpo.
Eje Valorar la afectividad
La ESI considera a la afectividad como un eje que debe ser tenido en cuenta, valorado, reconocido, en la interacción cotidiana y también en sus propuestas pedagógicas. En la escuela nos estamos refiriendo a la posibilidad de darle un espacio a la expresión y análisis de las emociones y sentimientos de todas las personas involucradas en el hecho educativo.
Se trata de valorar la afectividad como una dimensión emocional de las experiencias que vivimos. También abarca el respeto a la intimidad propia y ajena y el rechazo a toda manifestación coercitiva del afecto, ya sea en forma de abuso, de violencia de género y/o sexual. Esto no significa anular el conflicto, sino generar las condiciones para que todos y todas puedan expresar sus puntos de vistas respetando las diferencias que en toda dinámica grupal y en toda vida institucional se hacen presentes Encontrar modos de expresar los sentimientos y emociones, hacerse entender y poder también leer en el otro sus expresiones de afectividad, reflexionar junto con otros sobre los vínculos humanos y su repercusión en la vida socioemocional de cada ser humano, son aprendizajes que nos llevan toda la vida, pero que es preciso acompañar desde la escuela de diferentes maneras.
Por ello, es necesario que la escuela tome esta dimensión y le otorgue el valor profundamente humano que tiene, ligado a un gran abanico de derechos individuales y sociales conquistados por la sociedad en su conjunto. Además, no se puede pensar el acto pedagógico por fuera del encuentro entre personas. tanto en la vida como en la escuela, la afectividad despliega todo su potencial partiendo de esa experiencia con un otro. La afectividad es tanto contexto como condición de los aprendizajes.
El acto educativo nunca es un acto aislado, se aprende con y de otros; hay una potencia que construye más y mejores aprendizajes si estos se realizan trabajando con otros. Pero el trabajo con otros requiere ser aprendido, aunque sea habitual desarrollar tareas grupales en la escuela. En este sentido, es importante resaltar que hay que enseñar a trabajar con otros, es decir:
La relevancia de la palabra de todos, la escucha atenta y respetuosa de todas las opiniones y saberes, la valoración de las diferentes propuestas y modos de resolver una tarea, la comprensión de que el error es parte del proceso de construcción de conocimiento, poder poner en evidencia los propios límites, compartir producciones, resolver un problema en conjunto. Todas estas facetas del aprendizaje junto con otros, ponen en juego la sensibilidad, el afecto, la necesidad de apertura y sobre todo, la necesidad de dejarnos transformar a nosotros mismos en este proceso.
La escuela es un espacio vital en el que se aprende a ser ciudadanos en un mundo complejo, culturalmente diverso y desigual, un mundo que es una encrucijada en la que aquellos que aprenden y quienes ayudan a aprender conviven, piensan y aprenden a ser personas en su contexto actual, en su cultura, en su presente.
Adolescencias en plural
Las imágenes y concepciones que circulan en torno a adolescentes y jóvenes oscilan entre ideas de cambio y permanencia que suelen cristalizarse en dichos que retoman características singulares y las universalizan. Expresiones como jóvenes comprometidos eran los de antes o ahora la juventud está perdida son ejemplos de estas representaciones que aparecen naturalizadas en el imaginario social. Asimismo, cada generación puede ser asociada con distintas características, que dependiendo de sus enunciantes, tienen diversas cargas valorativas. En determinados momentos de nuestra historia nacional la juventud fue asociada a la militancia, la revolución y el compromiso; como en otros, a la indiferencia, la acriticidad, las drogas, la vagancia, el consumo. Frases como “sexo, droga y rock and roll”, “pizza, birra y faso”, “sexo, piercing y reggaetton” reflejan estereotipos juveniles que con mayor o menor intensidad pueden operar en el presente.
Reflexionar sobre la propia idea de adolescencia y juventud como construcciones históricas y sociales, es una herramienta en este sentido. Desde esta perspectiva, el concepto de “juventud” tal como lo conocemos hoy en día es una “invención” de la posguerra, momento en el que la sociedad comienza a reivindicar la existencia de los niños y jóvenes, como sujetos de derechos y especialmente, en el caso de los jóvenes, como sujetos de consumo (Reguillo, 2000). En este contexto la juventud se tornó visible en la última mitad del siglo XX a través de procesos tales como la reorganización económica por la vía del aceleramiento industrial, científico y técnico; la oferta y el consumo cultural y el discurso jurídico. Estas nuevas experiencias lograron interpelar las subjetividades en cuanto a lo que se debía decir, hacer, usar y hasta la forma de rebelarse. Los medios de comunicación y las redes sociales profundizaron este proceso, reforzando estereotipos, cambiando a la vez percepciones acerca de la privacidad, la intimidad, lo público y lo privado. “La adolescencia, al igual que la juventud, son construcciones que se basan en condiciones sociales e históricas de emergencia. En otras palabras, son ‘clases de edad’ que, si bien tienen una base biológica, sobre ésta se elaboran diversas representaciones relativamente arbitrarias e históricas” (Tenti Fanfani, 2008: 55). Pensar que la juventud y la adolescencia responden a formas de configuración históricas, problematiza las posturas que las derivan de un orden “natural” que confiere a los jóvenes ciertos rasgos, atributos y marcas de identidad que son percibidos como “normales” (Duschatzky, 2003).
Finalizando el siglo XX con la Convención de los Derechos del Niño y comenzando el siglo XXI con sus correlativas leyes nacionales y provinciales (N° 26.061 y N° 12.967 respectivamente), se produce un cambio de paradigma al entender que niños, niñas y adolescentes no deben ser reemplazados/as en el ejercicio de su voluntad ni en la expresión de sus requerimientos. “De modo que toda vez que decimos que los adolescentes son ‘sujetos de derechos’ estamos señalando que, en tanto personas, gozan de todos los derechos que se consideran humanos, que son seres autónomos, que tienen una vida propia que debe ser cuidada y respetada; que el Estado debe ofrecerles las oportunidades y condiciones para que puedan definir sus propios proyectos de vida y que, para ello, debe proteger y garantizar su acceso a los más altos niveles posibles de salud, información y educación” (Faur, 2007: 53).
Adolescencias en plural, como introduce Serra, “es admitir, que el futuro no tiene un solo camino, un solo modo de ser mujer, hombre, homo, hétero, ciudadano, trabajador, profesional, etc.”. “Es ampliar y considerar las combinaciones de estos rasgos, y los múltiples modos de habitarlos. El plural de “juventudes” y “adolescencias” implica interrumpir la unidireccionalidad de todo proceso social y cultural que se presente como único arquitecto de los modos de habitar una cultura” (Serra, 2003 en García y Ferrarotti, 2008:18).
¿Cuáles son los temas que se abordan desde el eje Valorar la Afectividad en Educación Secundaria?
Empecemos por pensar que si incluimos la afectividad en tanto contenido curricular, podemos hacer de esta dimensión humana un campo de reflexión -conjuntamente con otros/as-, sobre los vínculos, las emociones, los sentimientos, los deseos y conflictos, favoreciendo el conocimiento de sí mismo/a y de los y las demás, y un campo de promoción y desarrollo de vínculos, actitudes y comportamientos basados en el respeto, la solidaridad y el cuidado. Esto se dice con cierta facilidad, pero sabemos que llevarlo al aula no es tarea sencilla. Por eso, en los Lineamientos Curriculares de ESI, se pueden encontrar múltiples contenidos relacionados con la afectividad en las diferentes asignaturas.
Para hacer un rápido repaso: algunos de los temas que se pueden abordar desde la dimensión afectiva de la ESI en la escuela son:
– La amistad y el enamoramiento;
– Las habilidades comunicativas de emociones, sentimientos, deseos, necesidades, problemas;
– La reflexión y el desarrollo de habilidades psicosociales tales como: la escucha y la empatía, la resolución de conflictos a través del diálogo, la toma de decisiones y el pensamiento crítico y creativo.
Seguimos reflexionando:
En una próxima entrega de este Post, compartiremos los propósitos formativos de la ESI y diferentes abordajes de contenidos, de manera articulada con las secuencias interdisciplinarias que se vienen publicando para cada nivel en plataforma educativa.
Bibliografía consultada:
Equipo ESI Santa Fe (2018) Medios de comunicación y estereotipos de género en las juventudes. De ESI Se Habla en Educación Secundaria. Ministerio de Educación. Provincia de Santa Fe.
Equipo ESI Santa Fe (2018) Clase Nº 4. Adolescencias y juventudes: el desafío de pluralizar las miradas. De ESI Se Habla en Educación Secundaria. Ministerio de Educación. Provincia de Santa Fe.
Mirta Marina, Paula Bilder, Micaela Garibaldi, Pablo Martín, Marina Montes, Paula Bilder, María del Carmen Nimo, Constanza Barredo, Lía Bargalló, Silvia Hurrell, Marcelo Zelarallán, Miguel Marconi, Mariana Lavari, Marianela LencinaRampotis; Luciana Muzón y Micaela Garibaldi. (2013). Material de lectura Eje: Cuidar el cuerpo y la salud: Especialización docente de nivel superior en educación y TIC, Buenos Aires, Ministerio de Educación de la Nación.
Zelmanovich, Perla. (2003). “Contra el desamparo”Artículo publicado en “Enseñar hoy. Una introducción a la ecuación en tiempos de crisis”. Dussel, I. y Finocchio, S. (comp.) Fondo de la cultura económica, Buenos Aires, Argentina.
Autor/es: | CASTRICONE, LUCAS |