Día Nacional de las maestras y maestros rurales.
Cuando en muchas ocasiones se pone en valor la voluntad militante, la mayoría de las veces el reconocimiento social por la tarea del docente rural destaca el sacrificio personal o la vocación altruista y opaca el significado político que conlleva sostener la presencia de la escuela en todos los territorios, incluso en los más recónditos, inhóspitos e inaccesibles donde no llega con frecuencia diaria ninguna otra institución pública o privada (Zattera: 2015,pág. 13)
Otro 9 de noviembre nos encuentra celebrando el “Día nacional de las maestras y los maestros rurales”, conmemoración engarzada en la Semana de la Educación Rural Santafesina (Ley 11949/11) y es un buen momento para detener el trajín cotidiano atisbando los sentidos que adquiere ser maestra/o rural hoy. Previamente a esta sumersión, resulta central señalar que la función docente está asociada a la materialidad de la institución escuela, como lugar donde se ejerce el rol educador. Por tratarse de establecimientos que nacen con el sistema educativo argentino, tanto escuela como docencia son categorías construidas, en gran medida, sobre las experiencias y desempeños de maestras y maestros rurales.
Ángela Peralta Pino nacida en Providencia un 9 de noviembre del año 1901, es reconocida a nivel nacional y provincial por su tarea magisterial en el norte más al norte de la provincia, por su tenacidad, entrega, compromiso social y una mirada puesta en la justicia curricular y afectiva, cuando estos términos todavía no se conocían como tales. La maestra caracol, cómo cariñosamente la honramos, recorrió con el proyecto de Escuela Rodante N° 942 desde 1940 a 1963 obrajes ubicados en estancias de La Forestal. Su práctica educativa fue siempre díscola -ubicada en coordenadas lejanas a la homogeneización que por aquellos tiempos se imponía en educación-, debido a que Angelita comprendía sagazmente los significados de llevar la escuela donde habitaban los niños y sus familias, cómo un gesto desafiante. Y hacia allí fue, organizando horarios, contenidos, recorridos por el monte que hicieron posible ampliar el mapa provincial de la educación primaria obligatoria, convencida de que el estado a través de la escuela tenía que hacerse presente en la educación de las Claudias, los Reimundos y las Clementinas. Tales certezas vivían en la mirada de Angelita porque sabía de las condiciones materiales en las que vivían los niños y niñas por aquel entonces:
Dolorosamente he comprobado que mis alumnos Reimundo, Claudia y Clementina, duermen debajo del catre de los padres, sobre unas bolsas y tapados con un poncho raído. Les dan calor dos perros.(Raber 1998, pág. 75) Entre los motivos que tenía, resulta insoslayable imaginar que Angelita construyó su vocación docente pensando en lo imperioso que resultó sostener la presencia -propia y del estado- en los territorios más inhóspitos.
Hoy, queremos evocar algunas de las voces que reeditan la vida y obra de ésta docente santafesina, a partir de reflexionar los significados de ser maestra rural:
“Es pensar en clave de justicia social, transportando la igualdad de oportunidades (Viviana Sudano, Zona Rural Rafaela Región III)” , el acceso a saberes y conocimientos socialmente relevantes a lugares remotos, para garantizar el acceso a los saberes postulados para el conjunto del sistema a través de propuestas pedagógicas flexibles que fortalezcan el vínculo con las identidades culturales y las actividades productivas locales (Ley 26206/06, art. 50; inc. a)
“Me permite acercar a niños y niñas el mundo que está más allá del espacio cotidiano, permitirles mirar con ojos de asombro situaciones, realidades, conocimientos, conceptos, modos de ser y hacer que, si bien no son necesariamente “nuevos”, lo son para quienes acceden por primera vez. Incluso voy a aprender a la escuela, sobre todo de los sistemas vivos, cómo maestra me comprometo con las búsquedas, preguntas, actitud de asombro y de investigación que pretendo promover, y eso lo tengo que vivenciar, por eso, voy a aprender (Julieta Gómez, CER 337 Estación María Juana, Región VIII)”
“Es organizar la escuela junto con los niños y niñas, ambientar los espacios cuidándolos y cuidándonos, elijo estar en la ruralidad por convicción y felicidad, compromiso y responsabilidad sabiendo que mi trabajo y dedicación redundan en infancias felices y cuidadas desde el amor. La gestión administrativa va derivando en conexiones con los habitantes de la comunidad, con las familias y especialmente con niños y niñas. Hacer que la escuela a nivel infraestructura los aloje, sea un lugar que quieran habitar, lleva a pensar en mejoras. (Andrea Aguiar, Pje. Los Cerrillos, Región IV”
Toda la arquitectura pedagógica y didáctica desplegada en las escuelas rurales por los y las maestras/os, expone modos de ser, pensar, convivir y hacer que se internalizan y fortalecen a través de la presencia significativa de un adulto que oficia cómo puente. Diariamente las maestras/os representan para niños/as la oportunidad de establecer lazos y vínculos con otras/os adultos distintos a la familia, que además les permite vivenciar la densidad de categorías cómo diversidad, bien común, igualdad, educación pública, justicia curricular y afectiva, agroecología, derechos… En síntesis entender la escuela rural estatal y al maestro/a rural cómo agentes que posibilitan y garantizan el acceso de la población al patrimonio cultural humano elaborado por las ciencias. Y cómo posibilidad de producir cultura local, territorial, partiendo de prácticas sociales ancestrales, fondos de conocimiento familiares para niños, niñas y adolescentes que encuentran en la escuela un prisma potente de re-significación, atribución de sentidos y, fundamentalmente, cómo modelo de participación que habilita y estimula las diferencias, la criticidad, creatividad y libertad en un espacio público.
Ser docente rural equivale a habilitar desde acciones concretas y cotidianas, el amparo que se traduce materialmente en palabras, abrazos, miradas, preguntas y re-preguntas a través de los cuales miles de niños, niñas y adolescentes santafesinos realizan construcciones intelectuales propias, en espacios comunes donde expresar su voz, sus ideas, sus dolores, sueños, alegrías, propuestas…”Siempre en la escuela rural pasan cosas que hacen que los días sean distintos, en parte porque una lo genera y quizás porque la escuela rural es flexible, dinámica, proactiva (Julieta Gómez, CER 337)
Un día en cualquier escuela rural se traduce en aulas cuyas paredes se funden con el espacio circundante, por ello el valor de aprender a cielo abierto, se estima en competencias tales cómo hablar, escuchar, escribir, leer; asociadas a habilidades de investigación, búsqueda, preguntas, auto organización, que apuntan en su conjunto a describir el capital humano que egresa de esta modalidad; y que resulta de la conjunción del modelo organizacional y pedagógico.
Ser maestro rural es insistir, pedir ayuda y nunca desistir con la felicidad de saber que enseñamos y trabajamos para hacer que las cosas sucedan, que los derechos y garantías estén al alcance de todas y todos los niños/as (Mariano Sirini, Colonia Nueva, Región III)
Por todo ello y desafiando diariamente estereotipos y minusvalías, en la escuela rural no se aprende menos, se aprende de otros modos que imprimen alta significación, comprensión y posibilidad de pensar en conjunto, en voz alta, lo que constituye garantía de aprendizajes significativos. Hay un equilibrio permanente entre el devenir curricular y los modelos pedagógicos desde los cuales se garantizan la inclusión y la calidad. Por ello el potencial de incidencia que tienen las escuelas en aquellas acciones que transforman, resisten, modifican y sueñan proyectos, permanece y se reedita incluyendo mandatos propios del contexto epocal.
“Mientras sigamos existiendo nuestra huella permanecerá viva por muchos años más, abrazando la historia y tradiciones que recreamos y nos hacen ser lo que somos (Julieta Gómez, CER N°337, Región VIII)
Desde la Dirección Provincial de Educación Rural honramos la presencia de cada maestra y maestro, de cada profesor y profesora de la modalidad rural, quienes diariamente prolongan la mirada de la inteligencia desde la amorosidad. FELIZ DÍA!
Autor/es: | FAVIT, CLAUDIA ELENA |