Tradición: Un concepto importante en la escuela de hoy.
Relatar las efemérides como proceso contextualizador de su origen histórico y oportunidad de otorgar sentidos para las nuevas generaciones es un itinerario que traza su propio recorrido a través del tiempo.
Los trazos de la pluma y la tinta del tiempo forman parte del proceso que se resignifica en el transcurso del mismo con la impronta de la literatura.
La palabra Tradición deriva del latín "tradere" y significa donación o legado. Aquello propio y profundo, que identifica a un pueblo y al mismo tiempo lo distingue. Generaciones que reciben el legado de los antecesores y trabajan sus patrimonios culturales hacia un futuro.
La tradición de una Nación crea su cultura popular, forjando valoraciones, costumbres, creencias y pensamientos propios de cada región.
Cada 10 de noviembre se celebra el día de la Tradición, día que nació el escritor José Hernández, defensor del arquetípico gaucho y autor del "Martín Fierro", obra de la literatura gauchesca, relato de un estilo de vida, lenguaje y símbolos necesarios para revisitar hoy.
La Subsecretaría de Educación Superior presenta la producción de la profesora Noemí Castiglione del ISPI N°4005 “Santísimo Rosario” de la ciudad de Rosario acerca de la “Tradición: Un concepto importante en la escuela de hoy”.
Subsecretaría de Educación Superior.
Mg. Patricia Moscato.
Tradición: Un concepto importante en la escuela de hoy.
Como todos muy bien sabemos, el 10 de noviembre se celebra el día de la tradición que se oficializó en 1939, con la finalidad de homenajear a las tradiciones gauchescas de la provincia de Buenos Aires.
La ley nacional Nº 21154 del año 1975, estableció definitivamente aquella fecha de conmemoración para todo el territorio nacional, en homenaje al destacado escritor, José Hernández.
Hernández había nacido el 10 de noviembre de 1834, en una chacra perteneciente a la familia Pueyrredón. Estudió en el Liceo de San Telmo y en 1846 viajó con su familia al sur de la provincia de Buenos Aires, donde se familiarizó con la vida rural y con la imagen gauchesca. Desde otro ángulo, podemos referir que las luchas políticas también marcaron su vida y su accionar.
Con 24 años emigra a Paraná y junto a varios opositores del gobierno, participa de las batallas de Cepeda y de Pavón; así comienza su carrera como periodista, escribiendo artículos de opinión, para el diario Nacional Argentino, entre otros. También publicó escritos diversos, sobre las tensiones de su propio tiempo, el gaucho, la tierra como propiedad, la política de fronteras y el aborigen.
Fue diputado provincial y presidente de la cámara alta, actuando como gran defensor del proyecto de federalización del país. En 1881 fue elegido senador provincial hasta 1885, donde muere a los 51 años.
En sus obras más conocidas, “Martin Fierro” y “La vuelta de Martín Fierro”, el escritor rinde un claro reconocimiento a la imagen del gaucho. A partir de ello, es que surgen muchas obras en donde se destaca al mismo, como símbolo de nuestra identidad nacional.
Esta primera obra, antes mencionada, relata la experiencia del gaucho en los tiempos posteriores a la independencia, cuando el país transitaba una etapa de organización política y económica, que ponía a este actor social, en medio de la civilización y su relación con el campo. En ambas obras se destaca el espíritu agreste del gaucho y su condición anárquica en función del resto de la sociedad.
Innumerables escritores y lingüistas, abordan el tema de la tradición y cómo puede repensarse dicho concepto en el contexto actual, con la finalidad de proteger a esas costumbres y tradiciones a través del tiempo.
Para ello, y como constituyentes de este pueblo, es muy importante abordar el concepto como primera medida. Y en ello, reconocer que la tradición suele tocar tanto la esfera de lo personal como de lo grupal, porque es una fecha que nos remite a recordar acciones y valoraciones de las obras mencionadas y de nuestra nacionalidad.
Decir tradición es, hacer referencia a costumbres, hábitos y prácticas que se transmiten de generación en generación y dentro de una misma comunidad. Por lo tanto, un grupo de personas que se sienten identificadas por ellas, se auto convocan para conservarlas y transmitirlas a las generaciones futuras.
Yendo a las raíces del concepto, podemos decir que tradición se relaciona directamente con la idea de transmitir o entregar, donde la figura del payador toma auge y se impone como medio de comunicación de la literatura gauchesca en verso.
Desde allí en más el tema en sí, nunca estuvo libre de tensiones, donde diferentes escritores dieron su parecer desde lo literario, contraponiendo esta postura idealista del gaucho, como único dueño del territorio, hacia una concepción más cosmopolita acerca de las tradiciones, en términos de configuración de identidad.
Por eso es que hay acciones políticas que definen las tradiciones.
Es muy común que algunas se vean debilitadas por el paso del tiempo, ya que es inherente a los adultos sostener esas costumbres vivas y hacer gustar de ellas y que la juventud pueda vivirlas con orgullo de ser argentinos.
Esta donación o legado cultural es un acervo de música, comidas, juegos y costumbres, que se reconoce tanto en la integralidad del territorio nacional, como dentro de cada una de las regiones que la componen. Por eso es que en nuestro país, ese bagaje de tradiciones, suelen estar íntimamente relacionadas con la vida en el campo y sin duda, todo ello nos identifica como pueblo frente al resto de las naciones del mundo.
La obra que más nos representa en este sentido, se ve sustentada en valores y actitudes impregnadas de rectitud, honestidad y fortaleza. Y dichos versos perduraron a lo largo del tiempo, y en toda Latinoamérica.
“Hay hombres que de su cencia
Tienen la cabeza llena;
Hay sabios de todas menas,
Más digo, sin ser muy ducho,
Es mejor que aprender mucho,
El aprender cosas buenas”.
En tiempos tan vertiginosos como los actuales es muy interesante ver como la Lengua va dando restructuración a los significados establecidos desde la historia.
Por ejemplo la tradición es un sustantivo que nos remite a festividad, a conmemoración, hasta a melodías específicas que llevamos internalizadas por las vivencias que traemos desde niños/as. En cambio, si a esa palabra la transformamos en un adjetivo, el término en sí, se llena de sentido conservador, con cierta rigidez y muy poco convocante para los/as jóvenes de hoy.
Decir, hoy celebramos “El día de la Tradición” para nuestra niñez y juventud, es sinónimo directo de mate, asado, empanadas y folklore; y eso suele considerarse aburrido, antiguo y hasta vergonzoso, si así se podría calificar, desde la mentalidad de un adolescente. Pues competir con otras propuestas de tradición extranjeras, suele ser mucho más calificador y mediáticamente impuesto por una sociedad economista y singularmente idealizada desde ciertos países que lideran el poder en el mundo.
Hoy nos convoca un gran debate, cómo recomponer la figura de las tradiciones en un momento histórico que nos interpela desde las diferentes posturas ideológicas y epistemológicas. ¿Quién tiene la verdad al respecto? El tema es sumamente controvertido.
Pero creo desde lo personal, que como Nación y más allá de los posicionamientos es urgente valorarnos como pueblo. Nuestras raíces son importantes porque nos definen y en esa definición, nos volvemos un pueblo libre. Libre de ataduras, de ideologías extranjeras y de culturas impuestas.
Existen tradiciones argentinas con las que los extranjeros se deslumbran, entonces, por qué no lo valoramos cómo debe ser. Nuestro país es uno de los puntos del mundo más visitados por los europeos y muchas de las costumbres argentinas, se arraigan en el sentir de quienes nos visitan.
El tango como baile plagado de sensualidad, saludar con un beso, reunirse para comer un asado, hacer sobremesa, armar un “picadito” de fútbol, realizar el ritual sagrado de un buen mate, comer unas jugosas empanadas, disfrutar de unos deliciosos alfajores, entre otras cosas, hacen que estas costumbres sean para los extranjeros, un claro motivo para volver a nuestro país una y otra vez.
Es por todo lo expuesto anteriormente que, como integrantes de esta Nación y sobre todo como docentes, tenemos la obligación moral de hacer conocer lo nuestro a los niños/as y jóvenes, porque ellos serán los encargados de difundir, el amor por lo que otros nos legaron.
“Los hermanos sean unidos
Porque esa es la ley primera,
Tengan unión verdadera,
En cualquier tiempo que sea,
Porque si entre ellos pelean,
Los devoran los de ajuera”.
Pero es importante que lo hagan poniendo en palabra su sentir al respecto, mostrando una opinión fundada sobre el tema, con sentido crítico y sin opinar por opinar sin fundamento.
En la línea de vida de una persona, pasamos por momentos que nos llevan desde, el disfrutar de bailar una chacarera en un acto patrio de nivel primario, horrorizarnos por cantar una zamba en el nivel medio y pegar la vuelta en el nivel superior, donde “abriendo la cabeza”, podemos llegar a reconocernos en la esencia de nuestro pueblo.
Es por ello que la labor docente, debe ser una invitación latente al disfrute de lo tradicionalmente heredado, porque si un profesional de la educación no ama lo que hace, tampoco lo harán sus alumnos/as.
Es por todo lo expresado que, reconocemos a las prácticas educativas como un gran acto político, donde la escuela tiene una obligación ética, con respecto del concepto de tradición. Dar a conocer nuestras raíces es la base para construir la historia, una historia que nos identifique, que nos aúne y que nos convoque a “hacer patria”, en un mundo donde la identidad es el único derecho que se construye con otros.
Autora: Profesora Noemí G. Castiglione.
ISPI N°4005 “Santísimo Rosario”. Ciudad de Rosario.
Prof. Taller de Práctica II. Espacio de lengua.
Autor/es: | LEONETTI, GISELLE EDIT |