TIEMPOS DE TURBULENCIAS, TIEMPOS DE OTREDAD…
El cuerpo semiótico que se ponen en movimiento a través de sus gestos expresivos abre camino a la complejidad del encuentro con el otro.
El sentido se teje en la coloración de la palabra instaurando diversos significados de las vivencias y emergentes que ponen en acto o en palabras un discurso integral sobre la travesía subjetiva del estar con otros.
El tiempo de turbulencia que atraviesa los encuentros convoca a repensar el destiempo del contratiempo en el que se desafía a la otredad. Tal como la autora invita a leer en la obra de M. C. Escher (1898-1972) “Banda sin fin" o "Lazo de unión", es necesario expresar que “Como banda sin fin que entrelaza las dos frentes, representa la unidad de lo dual. La impresión de corporeidad la refuerzan unas esferas que flotan enfrente, detrás y dentro de los huecos rostros” (Tones, 2015).
La Subsecretaría de Educación superior convida a la lectura reflexiva acerca de “Tiempos de turbulencias, tiempos de otredad” con la genuina autoría de la Lic. y Prof. Zaira R. E. Aristein
Esc. Prov. de Artes Visuales N°3023 “Juan Mantovani” de la ciudad de Rosario.
Subsecretaría de Educación Superior.
Mg. Patricia Moscato.
TIEMPOS DE TURBULENCIAS, TIEMPOS DE OTREDAD…
Lic. y Prof. Zaira R. E. Aristein
Esc. Prov. de Artes Visuales
N°3023 “Juan Mantovani”
En este último tiempo, en los últimos meses, hemos transitado como humanidad una pandemia (de la cual aún no hemos abandonado) y desde los primeros meses del 2022 hemos sido testigos de otra tragedia en Europa a escala mundial, me refiero al ataque o invasión de un país por sobre el otro (el ataque de Rusia a Ucrania). Y más allá de las posturas que podamos tomar en ese conflicto bélico -que aún continúa[1]-, hay algunas cuestiones que me suscitan una profunda reflexión desde mi lugar como educadora. ¿Cómo es posible que el mundo vuelva a caer en los errores del pasado? ¿Aún no hemos aprendido que la ambición y el poder son tan peligrosos? ¿Qué lugar ocupa la otredad en ese escenario desolador de guerra y vidas perdidas?
Repensando en estas preguntas, viene a mi mente justo para acercarme algunas pistas y tal vez aliviar un poco, un filósofo llamado Emmanuel Levinas (1906-1995). Su propuesta para iluminar un poco dentro de tanta oscuridad está vinculada a la “Ética de la responsabilidad”. Esta ética está estrechamente relacionada con su propia experiencia de vida (el filósofo era sobreviviente de la Shoá), de manera que su planteo se acerca al hecho de pensar en el Otro a partir de cada acción del Yo. En ese sentido, su ética es relacional, es dialéctica, y es por ello que toda acción debe ser pensada desde el imperativo de la otredad. Pero esa relación es asimétrica, porque el Yo y el Otro no son iguales. El Otro se le presenta como “un ser misterioso”[2], el cual el Yo no puede conocer (ni poseer, dominar o matar), y en ese desconocimiento es lo que radica la responsabilidad ilimitada. La frase "Heme aquí" es una actitud que recorre toda su perspectiva hacia el Otro, ya que no puede asirlo ni matarlo como atadura a la máxima del "No matarás", y al mismo tiempo debe responder frente a la presencia del Rostro[3] del Otro.
Es así que la ética de la responsabilidad es la del cuidado del Otro, sin miramientos, sin condiciones, sin limitaciones. Es la capacidad de responder[4] a la palabra (lenguaje) del Otro, a esa palabra que interpela, cuestiona y conmueve al Yo.
Levinas para ejemplificar a ese Otro recurre a 3 figuras bíblicas: la viuda, el huérfano y el extranjero. Cada uno de ellos expresa una necesidad, una palabra que debe ser respetada, respondida por el Yo. Seguramente en nuestras sociedades hay otras figuras "indefensas" a las que se deben dar una respuesta, y ese accionar se vincula con la idea de justicia (o justicia social) que también se detiene el autor.
¿Qué implicancias tienen estas ideas en el mundo actual? Y ¿en el ámbito educativo?
Ciertamente el planteo de Levinas, su ética, podría ser considerada como la Pedagogía de la responsabilidad. La perspectiva del cuidado también está ligada a la ética del autor.
La ética de la responsabilidad nació al calor de los rastros que dejó en la mirada del autor, luego de la tragedia e la 2da Guerra Mundial. Y lamentablemente en nuestra actualidad tenemos en nuestro alrededor muchos más ejemplos para reflexionar acerca de la vigencia de su pensamiento.
En consonancia con el planteo de Levinas, Theodor Adorno (1903-1969) aporta otro ingrediente más a esta mirada cerca de la otredad y la función de la educación. En ese sentido, Adorno (al igual que Levinas) conmovido por las atrocidades de la Guerra Mundial y el régimen nazi se asombraba de la poca importancia que se le había dado al acontecimiento en el ámbito educativo. Es más, en su Conferencia titulada "La educación después de Auschwitz" (1993) él considera que la educación carecería totalmente de sentido si no fuera concebida desde la exigencia de que Auschwitz no se repita, ya que la escuela debería existir la escuela es para explicitar el horror, reflexionar sobre él e impedir su retorno. En esa alocución radial, Adorno expresa que la educación tiene varias responsabilidades o roles importantes para que el horror de Auschwitz no se repita. Una de ellas tiene que ver con la esa enseñanza debe darse desde muy temprana edad, él expresa que debe darse esa “…educación en la infancia, sobre todo en la primera; luego, ilustración general que establezca un clima espiritual, cultural y social que no admita la repetición de Auschwitz; un clima, por tanto, en el que los motivos que condujeron al terror hayan llegado, en cierta medida, a hacerse conscientes.”(p. 3). Esa educación desde muy temprana edad posibilitará otra responsabilidad o función que se vincula con el fomento o fortalecimiento del pensamiento crítico y reflexivo, por ello considera que “La educación en general carecería absolutamente de sentido si no fuese educación para una autorreflexión crítica.” (p. 2) y más adelante refuerza esa idea expresando que “La única fuerza verdadera contra el principio de Auschwitz sería la autonomía, si se me permite emplear la expresión kantiana; la fuerza de la reflexión, de la autodeterminación, del no entrar en el juego de otro.” (p. 3).
En otro apartado de su conferencia, Adorno considera que en la escuela se deben eliminar todas las formas de pedagogía del rigor o “el ideal pedagógico del rigor” (p. 6), algunos de los ejemplos son la insensibilidad, de la masificación, de la indiferencia al dolor, de la ausencia de amor, esas características producen individuos con rasgos proclives al acto violento, capaces de cometer actos discriminatorios y a descargar su ira u odio sobre los más débiles. La propuesta es lograr que la “pedagogía del rigor” sea consciente de sí misma y de esa manera pueda ser superada o reemplazada por otra vinculada al “amor” y comprensión del otro; si se logra superar toda forma de heteronomía masificadora por la autonomía reflexiva –al decir de Kant, como lo toma Adorno- permitirá la formación de sujetos libres y respetuosos de la dignidad humana.
Estas ideas y pensamientos de los autores resuenan en mí y me hacen recordar una escena escolar del nivel superior. Estábamos en clase, cuando una alumna me pregunta: “¿Profe le puedo regalar un abrazo a Ud. y mis compañeros?”, a lo que respondí con asombro y sonriente, “claro que sí, no hay problema”. Nos dimos un fuerte y sentido abrazo y seguidamente ella se fue acercando y fue regalando abrazos a los que quisieran uno. Fue un momento único. Algunos dicen que el abrazo es “una caricia para el alma”, quizás esta escena que relaté fue un tanto ingenua o naif, pero este pequeño gesto fue muy elocuente en el mar de angustia, desasosiego que estamos viviendo como sociedad. Y tal vez esa pequeña actitud sea la chispa de esperanza que necesitamos, y, al mismo tiempo, me pregunto ¿cuántos de nosotros no recibimos o regalamos un abrazo en este último tiempo? ¿Qué gestos de amor y comprensión recibimos o damos en las escuelas?
Finalmente, no quiero dejar al azar la imagen ni el título que seleccioné para este escrito. La obra elegida es de M. C. Escher (1898-1972) se denomina “Banda sin fin" o "Lazo de unión", y al respecto el artista expresaba “Como banda sin fin que entrelaza las dos frentes, representa la unidad de lo dual. La impresión de corporeidad la refuerzan unas esferas que flotan enfrente, detrás y dentro de los huecos rostros” (Tones, 2015). Esta imagen siento que sintetiza el planteo de las líneas anteriores, es preciso mirarnos más, mirar más al Otro, dejarnos interpelar por él, y tal vez allí descubramos que tenemos más semejanzas que diferencias, aún en los momentos más turbulentos y de mayor desasosiego.
Y en relación a esas miradas reflejadas entre sí, donde es posible construir una red infinita, el poeta Roberto Juarroz nos regala algunos versos:
“Una red de mirada
mantiene unido al mundo
no lo deja caerse.”
Entre gestos y miradas infinitos, todos somos parte de esa “banda sin fin”, de ese “lazo de unión”. Crearlo y recrearlo constantemente es nuestra función como educadores y como sociedad, sólo de esa manera podremos encaminarnos hacia una sociedad distinta, más justa.
Imagen de portada: Bond of Union (Banda sin fin o Lazo de unión), 1956.
Bibliografía:
- Adorno, T. W. (1993). “La educación después de Auschwitz”. Consignas. Amorrortu Editores.
- Frigerio, G. (2007). “Los sentidos del verbo educar”. Cátedra Jaime Torres Bodet. CREFAL.
- Juarroz, R. (1958). Poema “Una red de miradas”. En “Poesía vertical I”. Editorial Cátedra Letras Hispánicas.
- Levinas, E. (1993). “El tiempo y el otro”. Paidós.
- Levinas, E. (2002). “Totalidad e infinito”. Editorial Sígueme.
- Tones, J. (2015). “14 obras de Escher que nunca nos cansamos de ver”. Recuperado en: https://verne.elpais.com/verne/2015/07/13/album/1436801897_490586.html (21/7/2022)
[1] Es importante destacar que si bien este conflicto bélico fue y es transmitido por los medios internacionales de comunicación, es sabido que existen otros que no son televisados y de los que están silenciados por las cámaras del mundo, en los que también hay heridos muertos y miles de refugiados dispersos por el mundo.
[2] Levinas expresa “El otro en cuanto otro no es aquí un objeto que se torna nuestro o que se convierte en nosotros; al contrario, se retira en su misterio (…) El otro no es un ser con quien nos enfrentamos, que nos amenaza o que quiere dominarnos (…) La relación con otro no es una relación idílica y armoniosa de comunión ni una empatía mediante la cual podemos ponernos en su lugar; lo reconocemos como semejante a nosotros y al mismo tiempo exterior: la relación con otro es una relación con un misterio.” (1993, p. 129 y 130).
[3] Aquí la noción del Rostro no se refiere a la “cara” física del otro, sino a “El modo por el cual se presenta el Otro, que supera la idea de lo Otro en mí, lo llamamos (…) rostro. Este modo no consiste en figurar como tema ante mi mirada, en exponerse como un conjunto de cualidades formando una imagen (…) Se expresa. El rostro es abstracto. Esta abstracción no es similar al dato sensible bruto de los empiristas.” (2002, p.213)
[4] La capacidad del Yo de responder y de ser responsable por el Otro. En ese sentido, responder no es sólo dar respuesta a una inquietud, es “hacerse cargo”, es un deber moral de “hacer lugar a los recién llegados”, al decir de Hannah Arendt, recuperado por Frigerio (2007).
Autor/es: | LEONETTI, GISELLE EDIT |