Reflexiones en torno a la Semana de Mayo y al Primer Gobierno Patrio: La revolución de las iniciativas para una nueva gobernabilidad”
La recuperación de la palabra revolución con los ecos de la transformación provoca la reconstrucción histórica del tiempo con la flecha aguda del acontecimiento.
Allí donde la fugacidad del momento se convierte en posibilidad de revisión desde la perspectiva hermenéutica reflexiva los procesos de la historia advienen significantes para el buen lector.
La irrupción del lenguaje histórico en los entramados del tiempo permite crear cadenas de significados que provocan los movimientos de rupturas a través del discernimiento que conduce a la transformación del horizonte histórico.
La Subsecretaría de Educación superior tiene el honor de invitar a la lectura sobre “Reflexiones en torno a la Semana de Mayo y al Primer Gobierno Patrio: La revolución de las iniciativas para una nueva gobernabilidad” con la legitimidad del conocimiento académico del Dr José Ignacio Mendoza. Director Provincial de Asuntos Jurídicos. Ministerio de Educación de la Pcia de Santa Fe.
Subsecretaría de Educación Superior.
Mg. Patricia Moscato
Reflexiones en torno a la Semana de Mayo y al Primer Gobierno Patrio:
“La revolución de las iniciativas para una nueva gobernabilidad”
Entre los fines y objetivos de la política educativa nacional encontramos aquel por el cual debe fortalecerse la identidad nacional, basada en el respeto a la diversidad cultural y a las particularidades locales, abierta a los valores universales y a la integración regional y latinoamericana (cfr.inc.d) del artículo 11 de la Ley Nº26206).
Entonces, la identidad nacional, es la fuerza heterogénea de todas y todos los que somos y podemos ser, de allí que la educación se aun desafío “a lo largo de toda la vida” (cfr.inc.k) del artículo 11 de la Ley Nacional Nº26206).
Lo que es “primero”, determina la fuerza las iniciativas; descubre el valor de un compromiso que decide aprovechar la oportunidad de las circunstancias, para hacer realidad los sueños de avanzar hacia la autodeterminación, y eso siempre, bajo ese principio rector de la fuente de la soberanía en cabeza del pueblo.
Todos los procesos, inauguran los movimientos de rupturas que materializan la dinámica de la negación a sostener y aceptar que la única forma de vincularse, sea por las mediatizaciones de algunos, la negación de todos.
Pero no se quedan en las negaciones; porque una revolución inicia con el quiebre del orden existente, pero solo triunfa plenamente, cuando un nuevo orden es engendrado como su consecuencia. La revolución deja de ser un “discurso de momento2 para un “siempre”, para convertirse en una acción transformadora que reconfigura las relaciones sobre nuevos supuestos o alcances de valores.
La “revolución permanente”, es “lo permanente de la acción transformadora” que ya no es ciega a las eficacias de las estructuras y a los equilibrios de las relaciones sociales, porque -de modo constante- permite visibilizar las injusticias, y hacer algo superador para restablecerlas.
Los discernimientos, las rupturas y las decisiones, se estudian en sus tiempos, evitando ósmosis del horizonte histórico que confunda con modalizaciones de la evolución actual del pensamiento, los juicios de quienes no tuvieron la oportunidad de contra con todo lo que el patrimonio del pensamiento y la acción sociopolítica, han permitido encontrarnos hoy con la clara conciencia de las exigencias auténticas de los gobiernos al servicio de los derechos humanos -presentados como principios rectores del ejercicio responsable del poder-.
La recuperación de las iniciativas, no se detienen en u tributo a la “evocación” insípida o formalista, sino que se constituyen en criterios de discernimiento renovados para volverse hacia las actualidades de la gestión del gobierno -desde cada lugar en el que aceptamos ser parte de aquel- para un escenario y un ambiente cultural, que vuelven a exigir “esfuerzos revolucionarios”.
Luis Villoro Toranzo, en su trabajo “El concepto de revolución” (cfr.Esbozos: Revista de filosofía política y ayuda al desarrollo”, ISSN 1889-6448, Nº4, 2010), señala que “Una revolución es una acción colectiva contra el sistema de dominación existente. Pero no es necesariamente un corte brusco; puede pasar por diferentes etapas que duren algún tiempo. En una primera etapa, el descontento social general sostiene el orden de soberanía existente, durante un tiempo limitado, sin apelar aún a la violencia”.
Hoy tenemos otras rupturas de sistemas que se definían por sí mismos (como otrora la Corona Española sobre sus colonias), pero que habían colapsado ante la presencia efectiva de fuerzas que derrumbaron esas certezas entonces “globales”.
Nos recuerda Alberto Acosta en su trabajo “La indeseable pero inevitable crisis global” (cfr.también Esbozos: Revista de filosofía política y ayuda al desarrollo”, ISSN 1889-6448, Nº4, 2010) “…la actual crisis capitalista -asimétrica como todas- tiene algunas características propias. Nunca antes han aflorado tantas face tas sincronizadas que no se agotan sólo en el ámbito económico, particularmente financiero e inmobiliario. Sus manifestaciones, influenciadas por una suerte de «virus mutante» (Jacques Sapir), afloran en otros campos, como el ambiental, el energético, el alimentario, quizás como antesala de una profunda y prolongada crisis civilizatoria. Estamos también frente a una crisis ideológica, lo dejamos sentado al inicio de este texto. El Premio Nobel de Economía, Joseph Stiglitz, ya la avizoró oportunamente en los prolegómenos de la crisis a fines del año 2008, cuando afirmó que «la verdad es que la mayoría de los errores individuales se reducen a sólo uno: la creencia en que los mercados se ajustan solos y que el papel del gobierno debiera ser mínimo.» A más de la especulación y la desregulación financieras, la crisis se nutrió de las consecuencias de una economía basada en niveles de consumo excesivo en ciertos segmentos de la población mundial, que implican una carga insostenible sobre la Naturaleza”.
Y este autor que seguimos agrega: “En estas condiciones, el mundo que emerja de la crisis es probable que sea diferente al actual, lo que no necesariamente significa que será mejor. Las estructuras políticas, incluso, podrían ser cada vez más propensas al autoritarismo. El saldo podría ser la consolidación de una suerte de Edad Media de alta tecnología, con profundas inequidades congeladas en el tiempo y en el espacio, con sociedades en extremo colonizadas por las industrias culturales y por las empresas transnacionales, que difunden sus alienantes patrones de consumo”.
Begum Özden Firat, en su trabajo “Pautas de rebelión: sobre alzamientos e imágenes revolucionarias” (cfr.Quaderns de la Mediterrania, ISSN 1577-9297, Nº26, 2018, págs. 250-259), explica que “«Al carecer de una lengua común, la esfera pública global tendrá una enorme necesidad de basarse en imágenes», escribe Susan Buck-Morss (2001). ¿Qué transmiten estas imágenes revolucionarias? ¿Han hablado ya? ¿Y qué dicen? ¿Cómo recordamos aquellos momentos de contestación política desde la perspectiva del presente? ¿Nos ayudarían las imágenes a repensar los potenciales emancipadores de la oleada revolucionaria que recorrió el mundo entero?…”.
Las respuestas, son consecuencia de nuestras decisiones, pero de esas que empiezan en cada uno…
Autor/es: | LEONETTI, GISELLE EDIT |