Primero de mayo. La construcción de nuestra identidad como trabajadorxs de la educación.
Disponerse a historizar en el trazado de los derechos desde la perspectiva del 1°de mayo, implica recuperar la legitimidad de la esperanza.
Recordar es revivir los tonos de la lucha y resistencia, en la mixtura de las reivindicaciones de los derechos de los trabajadores y las trabajadoras, donde la interpelación de la historia abre múltiples interrogantes que sensibiliza el sentido y la esencia del trabajo en el encuentro popular cotidiano.
Los Institutos superiores propician espacios formativos desde la convicción de la formación de ciudadanos para el trabajo docente o técnico con la mirada del reconocimiento, que garantiza los derechos en busca de un ejercicio profesional y laboral en condiciones dignas y legítimas.
La Subsecretaría de Educación Superior tiene el gusto de convocar a la reflexión con el puño y la letra legítima de la profesora Mariana Caballero, en un escrito académico interpelativo que tal su enunciar…” este primero de mayo, junto a todas y todos los trabajadores nos sentimos parte de un enorme colectivo que construye la Patria. Después del largo camino recorrido, lo sabemos, somos orgullosamente trabajadoras y trabajadores de la educación y el primero de mayo es nuestro día, junto a todxs los hijos del pueblo…”
Se agradece la generosidad del conocimiento puesto al servicio de la comunidad del nivel superior, posibilitando un espacio de lectura en clave histórica.
¡Muchas gracias Mariana!
Subsecretaría de Educación Superior.
Mg. Patricia Moscato.
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Primero de mayo. La construcción de nuestra identidad como trabajadorxs de la educación.
Prof. Mariana Caballero.
Referirnos al Primero de mayo implica siempre hablar de movilizaciones obreras, mártires y luchas por mejores condiciones de trabajo. Son banderas que ondulan en el viento y causas que no deben quedar en el olvido. Prima en nosotrxs la conciencia de los derechos que otras generaciones nos han legado con el propósito de que los cuidemos y avancemos hacia su ampliación, sin dar un paso atrás. Esa “cita secreta” entre generaciones, nos hace viajar al año 1886, a los Estados Unidos de América donde los trabajadores reclamaban la reducción de las horas de su jornada laboral. Extensas, inhumanas, de 12 a 16 o 18 horas por día, de lunes a lunes y hacinados en fábricas sin ventilación, esas eran las condiciones impuestas por la patronal a los obreros desde la Revolución industrial. En fábricas y talleres trabajaban hombres, mujeres y niñxs, pagándosele a los dos últimos la mitad del salario. Para que valiera la vida los obreros iniciaron una lucha por “8 horas de trabajo, 8 de descanso y 8 para la casa”. La vida así tendría sentido.
En EEUU esa lucha por limitar las horas de trabajo se desarrolló de manera impactante, con la ciudad de Chicago como uno de sus referentes. Durante varios días de abril y mayo de 1886 piquetes, huelgas y movilizaciones fueron atacadas por la policía. Luego de un mitin pacífico los activistas fueron reprimidos y como respuesta, una bomba estalló entre las filas policiales. La reacción no se hizo esperar: sin pruebas en su contra, ocho trabajadores, líderes del movimiento, resultaron encarcelados. Cuatro de ellos fueron condenados a muerte. Nuestra memoria se detendrá en ellos, los “Mártires de Chicago”, en cuyo recuerdo en 1899 la Conferencia Internacional de trabajadores de la Segunda Internacional Socialista que nucleaba a organizaciones y partidos obreros declaró al Primero de mayo como Día Internacional de los trabajadores. En nuestro país la primera conmemoración tuvo lugar en 1890. En 1919 la Primera Conferencia de la OIT propone y aprueba luego de un largo debate, la adopción universal de la jornada de 8 horas.
Actualmente, lxs docentes de todo el sistema educativo argentino honramos este día con nuestros alumnxs, desde el Jardín de infantes. Nosotrxs, que hemos inventado actos con niños bigotudos vestidos de obreros, niñas con delantales de panaderas y rondas que cantan y recuerdan a los maderos de San Juan, (esos que piden pan y no les dan) hemos recorrido, sin embargo, un largo camino en la asunción de nuestra identidad como trabajadorxs.
César Oxley, dirigente de Amsafe, lo supo expresar con gran claridad en 2017 cuando la escuela Itinerante pasó por Rosario. Allí se detuvo a contarles a un grupo de estudiantes de diversos profesorados, la historia del sindicato.
"¡Y cuánto nos costó esa T¡ dijo el veterano dirigente en el espacio de la escuela itinerante. Muchos – contó a una audiencia atenta de estudiantes- querían ser parte de Asociaciones, Círculos de maestros, espacios pedagógicos. Eludían la T de trabajadores. ¡Cuánto nos costó incluirla en nuestra sigla”. La inclusión de la letra zanjó la discusión entre vocación y trabajo y nos hizo compañeros de muchos otros que, como nosotros, se ganaban el pan con esfuerzo. La T de la C.T.E.R.A fue parte de luchas y definiciones ideológicas. Así lo contó en 2017, el Supervisor jubilado Cesar Oxley en la escuelita Itinerante. Una letra, la T, nos hermana en necesidades y luchas.
El camino recorrido: de apóstoles a trabajadorxs.
¿Se ha visto a algún apóstol haciendo huelga? ¿A una segunda madre sujeta a conciliación obligatoria? Jugando con la figura de los apóstoles o la de segundas mamás muchas veces se ha ignorado nuestra práctica como trabajadores.
En el andar de esa construcción identitaria, el camino recorrido por lxs docentes ha sido largo. Partiendo de la inicial prohibición de enseñar, dirigida a las mujeres, hasta la toma de la tarea básicamente en manos femeninas, el tiempo fue naturalizando ciertas prácticas. El tiempo y ciertos sectores sociales a los que les convenía, por pretenderlas “buenas en el oficio, baratas y dóciles”, que las mujeres se inclinaran a cumplir esta suerte de maternidad colectiva ampliada que incluía cuidado y primeras letras, todo al mismo precio. El tema era el precio: un salario escaso, que desde el Estado se resistía a ser pagado en tiempo y forma, y que, hacia 1881, antes de la sanción de la ley 1420, llevó a las primeras docentes a organizar una huelga en San Luis en pos del pago por lo trabajado. Enriqueta Lucero de Lallemant[1] encabezó dicha protesta, en tiempos en que Sarmiento oficiaba como Superintendente General de Educación. La insolencia de ser mujeres maestras y huelguistas fue castigada y desde esa inicial acción colectiva, otras la continuaron en la historia construyendo un camino que, ante las imposiciones respondió con luchas. Rebeldes ante los mandatos, desde el poder o desde los medios se aludía a la vocación y al apostolado como modo de presión. Pero a las maestras ya no les alcanzaba la recompensa moral, necesitaban que la “invaluable” tarea fuera pagada y bien pagada.
Florencia Fossatti, desde Mendoza, en 1919 continuó la saga de mujeres huelguistas poniendo a la vista la posibilidad de autonomía. Y de esas luchas iníciales nacerán los primeros intentos de organización colectivos, con menor o mayor éxito. En 1921 en Santa Fe “estalla una huelga de carácter inaugural para el movimiento gremial del Magisterio Santafesino”[2]. En 1928 se organiza una protesta en Capital Federal. Y ese mismo año en Santa Fe nace nuestra AMSAFE, de cuya Comisión Directiva Marta Samatán será parte. Precursora en el uso del concepto “trabajadores de la educación”, entendió que el maestro debía “asumirse como trabajador y entender que, como tal es explotado por el Estado, que es el empleador.”[3]
Las cesantías, castigos y exoneraciones serán un precio a pagar en ese camino por configurarse como trabajadoras. Y así, ya jubiladas Rosa Ziperovich o Rosa Fisher contarán con orgullo, cual si fueran medallas de dignidad, las injustas cesantías acumuladas en su haber.
Las décadas del 60 y 70.
De la mano de la expansión del sistema educativo, unido a las experiencias de lucha colectiva que maestras y profesores iban capitalizando, en las décadas del 60 y 70 se producirá un salto cualitativo en las conciencias de la mano de las grandes movilizaciones contra la dictadura de Onganía que conmovieron al país. En 1971 en nuestra provincia, una gran huelga preparó al magisterio para organizarse y entramarse en una organización mayor, que se materializará en 1973 en la CTERA, confederación que nos define como trabajadores de la educación. La pregunta por la identidad de los docentes se iba respondiendo en calles y aulas.
Mujeres, maestras y militantes.
¿Qué somos en la sociedad argentina actual y qué podemos ser? Este es el problema que nos inquieta a los docentes. Vemos que muchas de las viejas respuestas de la época de nuestra formación no tienen ya vigencia. Y comenzamos a dudar de las respuestas importadas de los libros traducidos del inglés o del francés que cubren gran parte de los títulos de las colecciones pedagógicas.
María Teresa Nidelcoff
María Teresa Nidelcoff lanzaba esta pregunta por la identidad en los años setenta. Una pregunta que se activa cada primero de mayo, cuando, efeméride mediante, se conmemora el día del trabajador (no del trabajo) y se recuerdan las luchas históricas.
Nidelcoff responderá esa pregunta en tiempos de interpelaciones a la identidad, y caracterizará con sabiduría, tres tipos de maestras presentes en nuestras escuelas: Unas son las “maestras pueblo” buscadoras de la liberación y la transformación social: enseñarán coherentes con esa idea. Intelectuales transformadoras las llamaría, quizás, Antonio Gramsci. Otras, antagónicas a ellas serán las “maestras gendarmes”, aquellas que vigilan los límites entre las clases sociales para que nada cambie. Y define, para terminar, un tercer grupo, quizás el más numeroso, el de las “maestras a secas”, esas que señalan que “la escuela es la escuela y la política la política” y terminan constituyendo así una mayoría silenciosa, que se cree apolítica pero que juega del lado de la conservación social. Constituyen el sector de “intelectuales adaptados”, maestras indiferentes, aquellas a las que, quizás Gramsci, sin piedad, caracterizaría como el “peso muerto de la historia”.
Mujer, maestra y militante será una serie, señala Guillermo Ríos , que se asumirá recién durante el alza del ciclo de protestas que ocurrirá en nuestro país entre 1969 y 1976. Esos años de interpelación a la identidad docente, en la costosa transformación de apóstoles a trabajadoras tendrán como consecuencia lógica el paso a organizaciones que serán sindicatos, en tanto la identidad construida los implicaba. Las largas huelgas del 57 y del 71 en nuestra provincia fueron dando origen a la conformación de organizaciones que cuestionaron al sindicalismo tradicional e hicieron nacer uno combativo, de nuevo cuño donde voces como las de Rosa Fisher , en este párrafo, se hicieron oír.
“Fui una maestra en todo el sentido de la palabra, porque la lucha gremial para mí fue parte de mi labor docente. Por eso creo que fundamentalmente he sido buena gremialista: porque he sido muy buena maestra”.
En esta síntesis que logra, Fisher pone a la vista dos aspectos claves del puesto de trabajo, las regulaciones que como todo trabajador tenemos y que nos interpelan: por un lado, salario, ingreso, ascenso, traslado, jubilaciones y por otro, el contenido de nuestro trabajo, la educación y los contenidos de enseñanza. Nos ocupamos de enseñar y para ello necesitamos defender la educación pública. En este contexto, entre aulas y calles, la lucha colectiva se traduce como la defensa del derecho social a la educación. Somos parte interesada en la construcción de un derecho vital del pueblo. En nosotrxs, las reivindicaciones laborales engarzan con aquellas otras ligadas a la distribución del conocimiento y la defensa de la escuela pública.
Trabajadorxs de la educación.
El 11 de setiembre de 1973 se funda la CTERA, la confederación que reúne a las organizaciones de trabajadores de la educación de todo el país. La letra T brillaba con fuerza en el sendero de aquellos que la fundaron. Después de sangrientas dictaduras y resistencias, entre Marchas blancas, carpas y escuelas itinerantes sigue siendo el tiempo de retomar los anhelos y las luchas de las generaciones pasadas. Tiempo de insistir en la defensa de la escuela pública obligatoria y laica, esa que nos enseño a leer la realidad de manera crítica. Las experiencias de recortes y ajustes, con el neoliberalismo como programa de gobierno no sólo atacan los derechos de los docentes. Recortan el derecho del pueblo a las letras, los números y los sueños. Este primero de mayo, junto a todas y todos los trabajadores nos sentimos parte de un enorme colectivo que construye la Patria. Después del largo camino recorrido, lo sabemos, somos orgullosamente trabajadoras y trabajadores de la educación y el primero de mayo es nuestro día, junto a todxs los hijos del pueblo.
Bibliografía.
Balduzzi, Juan y Vázquez, Silvia Andrea. De apóstoles a trabajadores. Luchas por la unidad sindical docente 1957-1973. Historia de Ctera 1.Buenos Aires. 2000.
Galeano, Eduardo. El libro de los abrazos. Siglo XXI Editores. Buenos Aires. 1989
Mancini, Eduardo y Caballero, Mariana (Compiladores) Maestras argentinas. Entre mandatos y transgresiones. Tomos 1 y 2. Centro Cultural La Toma Ediciones, Asociación Civil Inconsciente Colectivo y Cooperativa de pensamiento Margarito Tereré. Rosario. 2020.
Tomos 3, 4 y 5 Centro Cultural La Toma Ediciones, Asociación Civil Inconsciente Colectivo y Cooperativa de pensamiento Margarito Tereré. Rosario. 2022
Montiel, Enzo. Apuntes para una historia de los trabajadores de la educación. Talleres gráficos Imhoff. Rosario. 2010
Nidelcoff, María Teresa: ¿Maestro pueblo o maestro gendarme? Rosario. Colección Praxis 21. 3° edición ampliada. Editorial Biblioteca. Rosario. 2019.
Puiggros, Adriana.(Dir.) Historia de la educación en la Argentina. Tomo 1. Sujetos, disciplina y currículos en los orígenes del sistema educativo argentino (1885-1916) Buenos Aires. Galerna. 1990.
Ríos, Guillermo. Hora de abrir los ojos. El proceso de sindicalización docente en la provincia de Santa Fe. 1969-1976. Editorial Homo Sapiens. Rosario. 2000
Mariana Caballero
Profesora para la Enseñanza primaria. Profesora y Licenciada en Ciencias de la Educación. Fue miembro de Comisiones directivas de Amsafe. Trabajó en escuelas primarias y en diversos institutos Superiores públicos. Actualmente Jubilada.
[1] Ver San Luis, 1881: la primera huelga docente de Argentina por Olga Hazzi. En” Maestras argentinas entre mandatos y transgresiones”. Tomo 1.
[2] En “Haydee Maciel. El devenir anarquista de una maestra normalista”. Autores: Sandra Michelon y Carlos Solero. Página 176. En “Maestras argentinas. Entre mandatos y transgresiones” Tomo 1.
[3] En “Marta Elena Samatán. Una loca Margarita”. Autora: Laura Margarita Pasquali . En “Maestras argentinas. Entre mandatos y transgresiones”. Tomo 1.
Autor/es: | LEONETTI, GISELLE EDIT |