Napalpí: La masacre olvidada.
La humanidad inscribe sus legados a través de las mutaciones enraizadas, allí donde se construye un umbral de indicios que confirman la significatividad de la memoria para reacomodar los sentidos del devenir.
La reflexividad crítica de los procesos de la historia intervienen en la hermenéutica de los hechos, donde las tramas del tiempo recuperan las ópticas del horror, donde los sucesos toman el color del dolor y de la desazón.
Hace 98 años que cada 19 de julio recupera la memoria sobre “Napalpí: La masacre olvidada” reconociendo la identidad de las víctimas de nuestras comunidades indígenas y reavivando los episodios a través de los relatos en primera persona.
La Subsecretaría de Educación Superior promueve la ocasión del encuentro con la historia a través de la producción del Prof. José Manuel Candia. CIPE Instituto de Educación Superior N° 64 Ana María Fonseca, quien invita a través de su autoría a la recuperación en los andamios del tiempo.
Se agradece especialmente la generosidad de sus producciones al colectivo docente y a los /las estudiantes del nivel superior. ¡Muchas gracias José Manuel!
Subsecretaría de Educación superior.
Mg. Patricia Moscato.
Napalpí: La masacre olvidada.
Autor: Prof. José Manuel Candia. CIPE Instituto de Educación Superior N° 64 Ana María Fonseca.
Hoy, 19 de julio, se cumplen 98 años de uno de los tantos hechos aberrantes de nuestra historia nacional. Pero que, a diferencia de otros, como la Semana Trágica de 1919 o la Patagonia Rebelde de 1921, este ha sido callado intencionalmente y ocultado de los libros de historia. Sin duda que la condición de indígenas que tienen las víctimas de este caso, los hizo dejar en el olvido por tanto tiempo. Pero gracias a la voluntad, la lucha por hacer memoria y las ganas de vivir de algunos de los sobrevivientes; sumado al trabajo de especialistas como Juan Chico (a quien rendimos homenaje en este escrito), es que hoy podemos conocer y reproducir los hechos de aquel funesto día.
La masacre de Napalpí ocurrida el 19 de julio de 1924, fue una matanza de entre 400 y 700 indígenas de las comunidades toba, mocoví y pilagá, ubicados por el Estado en una reducción de la provincia de Chaco. Un centenar de policías y civiles armados enviados por el gobernador del entonces Territorio Nacional, Fernando Centeno, fueron los perpetradores de esta masacre constituida a día de hoy como un crimen de lesa humanidad por parte del Estado Argentino.
Dejamos aquí unas líneas en torno a este proceso, ligado a un contexto de exterminio y/o reubicación en el mejor de los casos, de nuestras comunidades indígenas durante el proceso de organización nacional.
Los gajes del oficio civilizador
Hacia finales del siglo XIX, el Estado Argentino se hallaba constituido habiendo abatido cualquier atisbo que ponga en peligro a la república, al capitalismo agrario del modelo agroexportador, al liberalismo representado en el Partido Autonomista Nacional y la secularización, y al dogma civilizatorio europeizante. El dualismo civilización/progreso se imponía ante la barbarie.
Las reducciones, eran territorios otorgados por el Estado a las comunidades indígenas que habían sobrevivido, primero a la Conquista de América llevada a cabo por los europeos; y luego, a los constantes intentos de ser exterminados y/o expulsados que sufrieron durante el proceso de formación del Estado Nacional. Desde mediados del siglo XIX, se habían cometido las llamadas “campañas del desierto” en el territorio chaqueño (desde unas décadas atrás ya se practicaban en la Patagonia argentina), estas eran campañas militares que buscaban terminar con los vestigios nativos para quedarse con esas tierras y “civilizar” a la sociedad. Tanto Chaco como Formosa, lugares que habían sido habitados por poblaciones originarias, pasaban a ser territorios nacionales del Estado.
Estas reducciones evitaban la propagación de los indígenas hacia otros territorios buscando impedir la “vagancia” y el ocio de los mismos, y por otro lado, impedían que ocupasen tierras que estaban destinadas a las nuevas poblaciones migratorias. Sobre todo, se dejó librado al azar la instalación de empresas extranjeras como lo fue la Forestal SA y Las Palmas SA en el norte santafesino y el sur chaqueño. Quienes se encontraban en la reducción, se vieron obligados a ofrecer su mano de obra a estas empresas a cambio de una precaria paga en dinero, productos, o vales para intercambiar, ya que se les había quitado la tierra y las posibilidades de producir en comunidad.
Vales de pago de La Forestal S.A.
Las reducciones fueron espacios concentracionarios de personas donde se practicaron diversas formas de control y dominación sobre un grupo social determinado. Y el grupo social determinado que va a formar parte de esas reducciones se define por una característica particular que es su componente étnico. Sólo serán indígenas los que sean reducidos en los campos diseñados para las reducciones. Por lo tanto, serán espacios en los que se refuerza la relación de dominación y subordinación entre la agencia estatal y la agencia indígena. (MUSANTE, 2013, p. 3)
Napalpí
La reducción Napalpí fue fundada en 1911, en el entonces Territorio Nacional de Chaco, a 120 kilómetros de Resistencia. Entre las ciudades de Quitilipi y Machagai. Napalpí, etimológicamente quiere decir “lugar donde habitan las almas”, ya que había funcionado como cementerio para las comunidades nativas durante largo tiempo.
“Las primeras familias que se instalaron en 1911 eran de distintas etnias, habían llegado los Pilagá, Abipón, Charrúa, Toba y por último los Mocovíes. Vinieron de la parte de Salta, Santa Fe, Entre Ríos y Formosa” dice la autora Mercedes Silva (1998).
El director asignado a la reducción era el naturalista argentino Enrique Lynch Arribálzaga, quién luego de intentar sin éxito mejorar la calidad de vida de los habitantes de la reducción, renunció al cargo en 1916. Sin embargo, sus documentos y cartas son una fuente clave para comprender el proceso de la masacre, y el maltrato que sufrían constantemente los indios del Chaco.
Para estos años, Chaco se convertía en el principal productor nacional de algodón, y la reducción iba a estar destinada a este producto principalmente, pero las relaciones de producción se asimilaban a la esclavitud. Se trabajaba de sol a sol, con una bandera o una campana se marcaban las horas para cosechar y hachar, el horario para comer, y el horario para que vuelvan a sus casas. No se les permitía salir de noche, tampoco reunirse como solían hacer, ni cazar y pescar, ni realizar sus rituales y rezos a la naturaleza. El nativo chaqueño había sido obligado a cambiar su forma de vida y a estar sometido a una semi-esclavitud que se había vuelto cotidiana. Los pagos eran miserables, y las condiciones en las que trabajaban, inhumanas.
Esta situación en la reducción, que se asemejaba a lo que ocurría en zonas cercanas, fue colmando la paciencia de los nativos. Quienes se resistían a seguir trabajando de esa forma realizando paros y reclamos a las autoridades. Pero los revoltosos eran perseguidos y, en el mejor de los casos, apresados por la policía. Se fue marcando con un trapo blanco a los indios pacíficos y tranquilos que no ofrecieron resistencia a las condiciones de trabajo. De esta forma el gobierno controlaba este tipo de situaciones.
Tobas del Chaco. Los “indios amigos” eran marcados con un trapo blanco por los terratenientes.
El capitalismo agrario instalado en el territorio nacional del Chaco, necesitaba de toda la mano de obra indígena para seguir enriqueciéndose. Por esta razón, en junio de 1924, varios productores de la zona envían un petitorio al Ministerio de Agricultura para prohibir la salida de los nativos de las reducciones chaqueñas hacia los ingenios azucareros de Tucumán, Salta y Jujuy. Principalmente los hombres de la reducción dejaban la zona del algodón y la tala para migrar temporalmente hacia el noroeste, donde las pagas eran relativamente mejores, aunque la explotación seguía.
Esta prohibición, fue la última medida que necesitaron los nativos para demostrar su descontento. Varios en la reducción dejaron sus puestos y se negaron a trabajar por unos días. Fueron llegando cosecheros de zonas aledañas a unirse a la causa, Napalpí de estaba de huelga. Lo que pedían eran mejores pagos y condiciones para trabajar, terminar con los maltratos de la autoridad, poder cazar y pescar, y que se les permita circular y migrar a otras zonas cuando lo requieran. Buscaban obtener un poco de libertad dentro del sistema de explotación en el que vivían.
El hecho
De acuerdo a registros históricos, el arduo trabajo de investigación y los relatos de sobrevivientes y familiares que guardan testimonios sobre este fatídico día, se determina que la masacre ocurrió en la mañana del sábado 19 de julio de 1924 en la reducción indígena de Napalpí.
El gobernador del Territorio Nacional del Chaco, Fernando Centeno, ya había dado la orden. 130 hombres, entre policías y civiles, armados con fusiles Winchester y Máuser, se preparaban desde Quitilipi para reprimir a los huelguistas, mientras que también contaban con un avión que el gobernador había solicitado, el Chaco-2, utilizado para sobrevolar la zona.
El día de la masacre. Estancieros armados junto al avión Chacho-2.
La comunidad de Napalpí, había estado reunida desde la noche anterior, sentados alrededor de un fogón escuchando los relatos de los ancianos, danzando y festejando que los patrones habían abandonado la reducción. Las versiones de los diarios de la época decían que estos estaban esperando amotinados y armados para defenderse de algún ataque, pero nada de esto era cierto. La mañana del hecho, el avión los sorprendió sobrevolando la zona, pasó dos veces. Primero arrojó golosinas y galletas buscando atraer la atención de los nativos, volvió a pasar, pero esta vez arrojando una especie de líquido incendiario sobre las tolderías. Es ahí, cuando despiertan y salen las familias de la reducción, que comienza la feroz balacera que duraría unos 45 minutos. Algunos relatos mencionan que los disparos también venían desde el cielo, por lo que se cree que el avión biplano había sido acondicionado con una ametralladora. Estaban los chamanes Gómez, Maidana y Machado, entre otros y otras, danzando en las cercanías del Río Aguará, lugar importante para la comunidad Qom dentro de los límites de Napalpí. Confiaron en que el ritual los protegería de las balas y no buscaron esconderse ni ofrecer resistencia. Muchos buscaron escapar corriendo, pero las balas los alcanzaba, la magnitud del hecho es terrorífica.
Una vez concluido el tiroteo, las tropas se acercaron para rematar a los que habían sobrevivido y/o estaban escondidos. Usaron hachas, machetes y palas para que no quedase ningún testigo de la masacre. Ancianxs, niñxs, mujeres y hombres fueron cruelmente asesinados. Los muertos eran enterrados en fosas comunes y algunos incinerados. Penes, orejas y testículos eran mutilados de las víctimas para presentarlas como trofeo de lo que había sido una cacería de indios indefensos que solo querían dejar de ser explotados. La búsqueda de sobrevivientes duró tres meses, se metían al monte y a las zonas aledañas para terminar con el trabajo encomendado.
Al otro día sale la policía a juntar personal para sepultar los muertos, tenían 38 personas que trabajaban en la toldería, había dos pozos de agua y allí fueron sepultados 75 en un pozo y en el otro 70 más. Noventa días anduvo la comisión con ese trabajo de matar a los que encontraban en el monte. (SILVA, 1998, p. 172)
Si bien no se cuenta con los números exactos, se estima que se dispararon cerca de cinco mil balas de fusil, y que la masacre dejó un saldo de entre 400 y 700 muertos. Entre los sobrevivientes que lograron esconderse o escapar antes y durante la matanza, se encontraban varios niños y niñas que fueron entregados a familias de residencias cercanas como sirvientes, y también se encontraban algunos niños, jóvenes y adultos como Melitona Enrique, Pedro Valquinta y Rosa Grillo. Sus relatos, junto con la ardua investigación de historiadores y especialistas, son un testimonio clave para el conocimiento de este hecho y para que logre ser juzgado por la justicia argentina.
98 años despues…
El 19 de abril de este 2022, inició el juicio oral y público de la causa caratulada “Masacre de Napalpí s/ Juicio por la Verdad” en la Justicia Federal de Chaco. Un mes más tarde, el 19 de mayo, la Jueza Federal del Juzgado Federal Nº1 de Resistencia, Zunilda Nirempreger, sentenció a este hecho como un crimen de lesa humanidad, en el marco de un proceso de genocidio de los pueblos indígenas. Las medidas de reparación e indemnización a los sobrevivientes y familias de las víctimas, serán consumadas despues de casi un siglo por parte el Estado Argentino.
Pero quienes conozcan y puedan interiorizarse en esta historia, debemos replicarla y reproducirla en todos los ámbitos posibles, principalmente en las escuelas. De esta forma, hacer memoria sobre este hecho, quitándole la impunidad que tuvo por mucho tiempo, y reconociendo la identidad de las víctimas de nuestras comunidades indígenas calladas por la historia oficial.
Bibliografía
- CHICO, J. y FERNÁNDEZ, M. (2008) Napalpí. La voz de la sangre. Resistencia: Subsecretaría de Cultura de la Provincia del Chaco.
- MUSANTE, M. (2013) Las reducciones estatales indígenas. ¿Espacios concentracionarios o avance del proyecto civilizatorio?. VII Jornadas Santiago Wallace de Investigación en Antropología Social. Sección de Antropología Social. Instituto de Ciencias Antropológicas. Facultad de Filosofía y Letras, UBA, Buenos Aires.
- SILVA, M. (1998) Memorias del Gran Chaco. Parte II. Resistencia: Edipen.
- SOLANS, P. (2007) Crímenes en sangre. Resistencia: Ediciones del Boulevard.
- TRINCHERO, H. (2009). Las masacres del olvido. Napalpí y Rincón Bomba en la genealogía del genocidio y el racismo de estado en la Argentina. RUNA, Archivo Para Las Ciencias Del Hombre, 30(1), 45-60. Facultad de Filosofía y Letras, UBA, Buenos Aires.
Documentos consultados:
Disponibles en: https://www.argentina.gob.ar/interior/archivo-general-de-la-nacion/documentacion-utilizada-en-el-juicio-de-la-masacre-de-Napalpi
Documentales:
- Chacú. Cáp. 2. Ministerio de Educación, Cultura, Ciencia y Tecnología de Chaco. Disponible en: https://youtu.be/0N-U7nHQZ94
- Todas las banderas – Napalpí. Chaco TV Digital. Disponible en: https://youtu.be/eKAI56d4V94
Autor/es: | LEONETTI, GISELLE EDIT |