Mujeres de la Historia. Juana Azurduy Llanos, heroína nacional.
La reivindicación en sustitución del olvido posiciona y define una manera de concebir a las mujeres que imprimieron destellos en la historia.
Recuperar vidas simbolizadas por luchas y decisiones heroicas refutan preconcepciones a través de la visibilización de los logros puesto en palabras y representados en imágenes de la época.
Las profundidades del sí mismo de las mujeres que trazaron itinerarios únicos en otro tiempo, se entrelazan con las necesidades del presente, con los reclamos de la actualidad y la sed de transformación a través de sus testimonios vividos.
La subsecretaría de Educación superior agradece la generosidad de la trayectoria puesta al servicio de la comunidad del nivel de las profesoras Berta C. Wexler y Graciela C. del Valle Sosa. Miembros de la Revista de Historia Regional del Instituto Superior del Profesorado N° 3 “Eduardo Laferriere” de Villa Constitución, quienes ofrecen la posibilidad de profundizar en la historia de las “Mujeres de la Historia”. Cada 25 de mayo se recuerda el fallecimiento de Juana Azurduy Llanos, heroína nacional. Muchas gracias Berta y Graciela por su significativo aporte al nivel superior!
Subsecretaría de Educación Superior.
Mg Patricia Moscato.
Mujeres de la Historia. Juana Azurduy Llanos, heroína nacional.
Autoras: Prof. Berta C. Wexler y Prof. Graciela C. del Valle Sosa
Miembros de la Revista de Historia Regional del Instituto Superior del Profesorado N* 3 “Eduardo Laferriere” de Villa Constitución.
Óleo en la Casa de la Libertad. Representación de Juana Azurduy levantando el sable y la bandera capturada al enemigo
Hace más de dos siglos, los hombres y mujeres del Virreinato, querían independizarse del colonialismo español. El objetivo era emanciparse, construir un proceso de libertad de los pueblos, lejos del dominio español. Tiempos de guerra. Tiempos de cambio para toda la población. La guerra modificaría los roles tradicionales. Durante la época de la Colonia, las mujeres estaban confinadas a las tareas del ámbito doméstico y relegado de las acciones públicas y de la educación. Sin embargo, en estos tiempos violentos de las guerras para lograr la independencia, hubo muchas que desoyeron los mandatos culturales de la época.
Rompiendo con esos cánones, algunas se incorporaron al movimiento insurgente de la Revolución, acompañando a los combatientes, tomando las armas, curando heridos, cocinando para la tropa, cosiendo uniformes, recorriendo los cuarteles, pasando informaciones o actuando como espías. En resumen, comenzaron a vivir de diversas maneras los momentos de la guerra.
A partir de 1810 las distintas regiones que integraban el Virreinato del Perú se fueron rebelando de la dominación española, junto con otras regiones latinoamericanas, tal como ocurrió en las Provincias Unidas del Río de la Plata, que se levantaron en Buenos Aires, un 25 de mayo.
Comenzaba a extinguirse la dominación española y esta gesta libertadora tuvo a infinidad de hombres heroicos y sacrificados, la mayoría desconocidos al igual que el papel que cumplieron las mujeres en la guerra de la independencia, invisibilizadas por la historiografía. La lucha de los movimientos revolucionarios independentistas fue protagonizada por todo el pueblo altoperuano y se la denominó guerra de guerrillas, republiquetas, montoneras, o de partidarios, según varios autores.
Hechos guerreros de notable singularidad
Entre los protagonistas de los levantamientos encontramos a Juana Azurduy Llanos y a su esposo Manuel Asencio Padilla. También a criollos, blancos, negros, mancebos de la tierra, funcionarios, letrados, sacerdotes, mestizos e indígenas, mujeres y niños. Todos y todas integraron legiones irregulares y fuerzas de choque.
Participando en las contiendas, las mujeres fueron “un ejemplo contundente de la lucha de un pueblo en armas[1]”. Así, las campañas llevadas a cabo por los ejércitos regulares desde el territorio rioplatense hacia el Alto Perú que amenazaba con el poder realista, fueron dadas “por las tres Expediciones de Auxilio a las Provincias Interiores que los revolucionarios porteños enviaron para consolidar esa intencionalidad independentista que los animaba[2]”.
Entre 1812 y 1813 Manuel, el esposo de Juana, combatió con los de Cochabamba y Chayanta junto a Manuel Belgrano en las batallas de Tucumán y Salta. Posteriormente, ella se une a las tropas en la Batalla de Ayohuma, que – derrotados- marcharon a Potosí. En el camino a la tierra natal, a punto de ser capturados alcanzaron a escapar con los hijos a la zona chiriguana. En esa retirada encontraron a un joven indígena llamado Hualparrimachi[3], quien se unió a la familia como guerrero y fue incondicional para la luchar junto al matrimonio. Lo llamaban el indio poeta porque escribía poemas en quechua.
Con el pueblo en armas
Una de las mujeres que se destacó luchando en la Segunda Expedición al Alto Perú, dirigida por el General Manuel Belgrano, fue Juana Azurduy. Desde siempre, ha sido conocida con ese nombre, pero hoy debemos hablar de Juana Azurduy Llanos, incorporando el apellido de la madre, ya que uno de los recientes hallazgos en los Archivos del Estado Plurinacional de Bolivia permiten corregir sus datos biográficos que figuran en Berta Wexler (2023)[4].
Combatiendo al lado de Manuel y otros caudillos unas veces y, otras, comandando sola las tropas acrecentaron una lucha encarnizada contra los tiranos. Ella armó un ejército de mujeres llamadas amazonas, denominación tomada de la mitología griega porque las amazonas fueron grupos de mujeres guerreras que se destacaban por sus habilidades para cabalgar, así como por su coraje y orgullo, a veces nombradas “iguales a los hombres”[5].
Participó con el ejército de leales en las batallas de Tacobaniba, Quilaquila, Potolo, y el Río Grande de los Guayabos donde logró abatir el orgullo español. Otras contiendas de las que formó parte fueron: Pocona, Tarvita, Ayquile, Carretas, Laguna, Pocpo, Tarabuco, Presto, Laguna, El Villar (en tres oportunidades). Fueron más de diez y seis acciones en las que combatió, con triunfos y derrotas.
En 1825, después de Declaración de la Independencia del Alto Perú, los patriotas lo atestiguaron de esta manera, según consta en un Informe de la Municipalidad de Chuquisaca considerándola como “uno de aquellos genios que de tarde en tarde aparecen sobre la faz del Orbe, y aunque la notoriedad es el mejor testimonio de ellos[6]”.
Continúa el texto diciendo que “… los eminentes sacrificios que ha prestado esta grande mujer, honor de su sexo y de todo el país[7]”, reconociendo en un escrito público el esfuerzo realizado, como mérito indiscutido por su acción.
Wexler B. (2013) asegura que Juana tuvo protagonismo político y militar en el Alto Perú, y que sus rasgos fueron siempre presentados como varoniles, para justificar que se dedicó a la guerra, tarea considerada exclusiva de los hombres[8]
Además, Belgrano y el Gobierno de la Provincias Unidas del Río de la Plata la nombraron Teniente Coronel del Ejército de los Decididos del Perú, por haber conquistado en batalla una bandera enemiga. El hecho fue en ocasión de estar embarazada de su quinta y última hija, luego de haber perdido a los otros pequeños niños. Este acto de arrojo sin par fue descripto por el Comandante Manuel Asencio Padilla en un escrito dirigido al General José Rondeau[9], en el que informa sobre las acciones contra el enemigo y destacando la heroica actuación de su esposa, Juana Azurduy, desde el cuartel de Tomina el 24 de abril de 1816[10]: “Dándoles fuego de día y de noche, les obligó a una fuga vergonzosa, quitándoles la presa de mayor estimación que es la bandera reconquistadora de las ciudades de La Paz, Puno, Arequipa y el Cuzco, que por lo tanto tiene bordados e mucha estimación, cuyo diseño remito a vuestra excelencia[11]”.
Lo singular radica en que la bandera que perdieron las fuerzas españolas fue por la acción de una mujer.
“…Me puse con mi división en la parte Sur del Villar, a mi esposa, doña Juana Azurduy, con treinta fusileros y 200 naturales con toda arma en el punto de Sopachuy…Con la intención que esto fuese cortarme la retirada, se retiraron para el punto del Villar con ese objeto, donde saliéndola al encuentro, mi esposa, Juana Azurduy lo repelió completamente matándole 15 hombres[12]”
El Coronel Manuel Belgrano, por este acto de arrojo, le obsequió su espada y envió la carta al gobierno de Buenos Aires para que obtuviera el grado militar. Conmovido por este suceso, le escribió un oficio a Don Juan Martín de Pueyrredón[13].
En reconocimiento a esta acción circula en la República Argentina el billete de 10 pesos, desde 2016, dedicado a Belgrano, en cuyo anverso se hace referencia a Juana quien aparece levantando el sable que por la acción de conquistar una bandera enemiga el General le obsequió y es una forma de recordarla con este dinero de circulación masiva, hasta 2022.
Es importante destacar que, en este año, la figura de Juana seguirá siendo incorporada en los billetes nuevos, según los planes del gobierno nacional actual que se están conociendo a través de la prensa escrita y oral: "Nosotros como país tenemos una identidad histórica y tenemos que poner a nuestros hombres y mujeres más valiosos en nuestras manos, en el dinero que manejamos todos los días[14]"
Conductora de tropas
Juana dio a luz luego de esa batalla en cercanías de un río[15]. Apenas nació su última hija llamada Luisa, debió combatir con ella en brazos y huir ante una inminente derrota. Luego, la niña fue entregada a un familiar para que la cuidara.
Fue considerada la Pachamama (Diosa, Madre, Tierra), por su gran carisma y ascendiente sobre los indios, mestizos y criollos .También se sabe que el manejo de los dos idiomas quechua y aymará le permitió una comunicación fluida con los nativos. Esta situación favoreció especialmente a Manuel Belgrano, que la eligió como conductora de tropas.
El 14 de septiembre de 1816 en la Tercera Batalla del Villar, localidad boliviana ubicada a 2200m sobre el nivel del mar, el matrimonio fue perseguido y allí perdió a su esposo, quien enfrentó a:
“los perseguidores disparando sus dos pistolas y luego empuñando el sable para dar tiempo a que su esposa se adelantara. Tras una breve y desigual lucha de dos contra muchos Padilla recibió un disparo y cayó malherido. Ahí mismo fue decapitado… También fue degollada una de las mujeres que formaban la guardia de amazonas de Doña Juana, confundiéndola con ella, colgando las dos cabezas en el pueblo de la Laguna[16]”
Ella fue herida y logró escapar gracias a la ayuda del Padre Polanko, apodado el “Tata”, ya que lo miembros de la iglesia católica se unieron a la revolución.
En territorio argentino
Juana quedó poco tiempo peleando con los caudillos locales y luego se dirigió a Salta para acompañar la lucha del General Martín Güemes. Pocos son los registros de su accionar en la zona que, en esa época, se llamada Salta del Tucumán y abarcaba varias provincias como parte la actual Formosa (Gobernación del Tucumán, según los mapas de las jurisdicciones que corresponden al Río de la Plata desde el S XVII) hasta 1820, año en que comenzaron a separarse las provincias argentinas.
Jorge Querejazu (1997) plantea que las comunicaciones en la época fueron extremadamente dificultosas, ya que los mensajes se enviaban con emisarios a caballo y que se hacía clandestinamente para que llegaran a destino sin ser interceptados en las zonas que dominaban los enemigos. De ahí que el trámite de Manuel Asensio Padilla informando sobre el heroísmo de su mujer tardó varios meses hasta que llegó hasta Belgrano en Buenos Aires por las distancias y las dificultades que debían sortear los portadores. Compartimos con el autor la presunción de que:
“la Amazona no pudo recibir el despacho de Teniente Coronel y menos ejercer mando alguno con ese grado. Quizás fue durante su retiro en Salta que llegó a saberlo ya tardíamente. En todo caso según se verá ulteriormente no hizo valer ese grado su favor para pedir una pensión al gobierno de Bolivia, sino sólo su condición de viuda del Coronel Manuel Ascencio Padilla.[17]”
En el Norte Argentino
Juana y Manuel actuaron casi siempre juntos en la mayoría de los combates y formaron una pareja muy unida. Él fue uno de los hombres más temibles para los españoles por su gran capacidad de mando y por la acción que desplegó, pese a que, desde su inicio, fue perseguido con mucha tenacidad. Con su muerte desapareció un gran jefe difícil de reemplazar y las fuerzas quedaron debilitadas, por lo que Juana continuó poco tiempo en Tarija.
Desde esta región tarijeña, llamada también chapaca, el caudillo Francisco Uriondo dirigió un parte al Comandante Martín Güemes, jefe de Salta, diciendo:
…" por oficio que acabo de recibir de las fuerzas de Las Salinas, en que me comunica la llegada de la mujer del coronel Padilla, quien fue muerto en la acción que tuvo con las tropas del rey en el Villar; he dispuesto que esta señora pase a esta Villa para que sea recibida como ella merece, y al mismo tiempo cerciorarme de todo lo ocurrido en dicha acción[18]”
Juana, entonces, emprendió camino a Salta y cuando llegó, en el año 1816, el General Manuel Belgrano tuvo el honor de entregarle el Decreto de designación como “Teniente Coronel de las Milicias Partidarias de los decididos del Perú”[19], con la siguiente inscripción:
“Atendiendo a los méritos y servicios que ha contraído la Patriota Doña Juana Azurduy en la memorable acción ganada a los Enemigos de la Libertad por las fuerzas del mando del Comandante Manuel Asencio Padilla[20]”…
Honrada por este Decreto, permaneció en Salta y combatió en ese lugar hasta 1821, fecha en que murió Martín Miguel de Güemes. Esta nueva ausencia la alejó de las contiendas de su tierra natal, hasta 1825. Sorprendida por la pobreza presentó un escrito a la Sala de Sesiones de Salta pidiendo auxilio para volver a su tierra: …"renuncié los indultos y las generosas invitaciones con que se empeñó con atraerme el enemigo… para no ser testigo de la humillación de mi patria, ya que mis esfuerzos no podían concurrir a salvarla…"
…"abandoné mi domicilio y me expuse a buscar mi sepulcro en un país desconocido[21]"..
Es evidente que, así como Juana tuvo un pensamiento propio sobre la guerra, también enfrentó a las propias autoridades para lograr sus objetivos. De esta manera, consiguió del gobierno provincial la entrega de cuatro mulas y cincuenta pesos para los gastos del regreso al Alto Perú. Llegó desde Salta a su tierra natal, el año en que se celebró la independencia: 1825.
Al llegar a Chuquisaca[22], Juana fue homenajeada por el Libertador Simón Bolívar. La declaró "heroína" y ordenó que se le estipulara una pensión vitalicia de sesenta pesos mensuales. Se la reconoció como heroína por segunda vez, desde el ámbito oficial: “Señora, habéis honrado a las mujeres de América y nos habéis enseñado valor a los hombres[23]”
Últimos años de la heroína
Al tiempo, el Mariscal Sucre ordenó que le pagaran 100 pesos mensuales en forma permanente. Esta pensión en honor a sus méritos, sólo la pudo cobrar por dos años, hasta que se la quitaron. Los gobiernos que se sucedieron enfrentados entre sí en diferentes facciones se olvidaron de la mayoría de los verdaderos héroes, sobrevivientes de la guerra de emancipación. Juana recuperó sus bienes confiscados por los españoles a los revolucionarios y pasó algunos años con su hija, hasta que al casarse[24] con Pedro Poveda Zuleta, debió entregar su propiedad como dote[25]. De este matrimonio, nació su nieta Cesárea.
Por las controversias sobre la Hacienda Cullco, surge el dato de que en 1850, Luisa, mayor de 30 años y costurera, vivía con su madre después de su divorcio con Pedro[26]. Se desconocen datos sobre su residencia posterior a esta fecha[27]. La heroína, al quedar sola, buscó la compañía de un hijo del marido de su hermana Rosalía, llamado Inaldesio Sandi.
La casa de la calle España en Sucre, donde vivían varias familias, fue su última morada. Ella guardó siempre una caja con sus papeles que pudo salvar a lo largo de tantos años y fueron entregados por sus descendientes al escritor Velazco Flor quien después publicó su biografía. La autobiografía de Manuel, fue publicada por la Sociedad Histórica y Geográfica de Sucre y hoy se encuentra ya en formato digital en el Archivo Nacional de Bolivia. La extrema pobreza de los últimos años de su vida la mantuvieron alejada de todo el quehacer chuquisaqueño. Al mismo tiempo que los infructuosos gobiernos se disputaban el poder, olvidaron a Juana.
El 25 de mayo de 1862, falleció en el tambo de Curipata como le llamaban al lugar de la calle España. Clovis Pantoja, su biznieto, hizo tomar declaraciones a Inaldecio Sandi[28] que la acompañó en su enfermedad y muerte. El mismo aseguró que ese día solicitó al mayor de plaza Taborga, se le hicieran los honores de Coronela. La respuesta obtenida fue que no podían hacerle honores porque la fuerza militar estaba ocupada en los festejos del 25 de mayo[29]. Además, Sandi testificó que con pocos familiares llegaron al cementerio local y sus restos fueron enterrados en una fosa común.
En 1962, el cuerpo de Juana fue exhumado en el lugar indicado por Sandi y, de allí, se extrajeron huesos – que presumiblemente sean los de la heroína- para ser ubicados en una urna en la Casa de la Libertad, ubicada en Sucre.
Juana, una gloria de mayo
En este mayo de 2022 se cumplen ciento sesenta años desde que se apagó su vida en la más absoluta soledad. ¿Por qué tenemos un gran Monumento en Buenos Aires frente al Centro Cultural Néstor Kirchner?
Porque en 2013, el gobierno del Estado Plurinacional de Bolivia donó el dinero para la construcción de la estatua a Juana en la República Argentina, como signo de hermandad por esta heroína compartida.
Andrés Zerneri, realizador de la obra en entrevista dio cuenta del conjunto de la estructura escultórica: “Su mirada profunda y desafiante busca reflejar el temple indomable que ella tenía. Sus manos, una levantando una espada y la otra protegiendo con firmeza a “sus hijos” (los pueblos liberados) pretenden expresar la valentía que esta heroína boliviana demostró en vida durante la lucha por la independencia sudamericana[30]”.
La cronología demuestra que Juana recibió la gran mayoría de los honores después de 1862:
En 1962, se la nombró Generala de las Fuerzas Armadas de la Nación, Post Morten en Bolivia.
En 1980, las mujeres la declararon Heroína de las Américas, en Acapulco, México en la VI Convención Nacional de Mesa Redonda Panamericana.
En 2009, en nuestro país se le otorgó el grado de Generala del Ejército Argentino. Post Morten
Finalmente, en 2011, le concedieron el máximo título militar de Mariscala del Estado Plurinacional de Bolivia. Post Morten
Juana Azurduy, la mujer que tomó las armas para defender los territorios del imperialismo español, extiende su figura venciendo las visiones y los silencios de la historiografía, habitando el imaginario americano como emblema de aquella lucha desigual y como signo de hermandad entre Argentina y Bolivia. Ella representa a las muchas mujeres que actuaron en la contienda de la Revolución Americana y su compromiso simboliza también la lucha armada de la población indígena y mestiza alto-peruana, agobiada por siglos de expoliación colonial.
Imagen de portada: Oleo representando la figura de Juana Azurduy que se exhibe en la Casa de Libertad. Sucre. Estado Plurinacional de Bolivia.
Foto tomada por Berta Wexler frente al aeropuerto
Juana Azurduy de Padilla en Sucre, Bolivia. Año 1992
Bibliografía
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Bidondo Emilio(1989) Alto Perú. Insurreción, libertad, independencia. Buenos Aires. Rivolín Hermanos.
Canedo Gutiérrez Hugo (2016) La Guerra de la independencia en las intendencias de Chuquisaca y La Paz Fundación Cultural Banco Central de Bolivia. Casa de la Libertad. Sucre Bolivia
Canedo Gutiérrez Hugo (2017) Las Hermanas Azurduy Llanos y su entorno familiar. Gobierno Autónomo de Chuquisaca. Secretaría de Culturas y Turismo. Sucre, Bolivia
Duby, Geoges y Perrot, Michelle.(dirección).(1993) Historia de las Mujeres. Taurus Ediciones. Madrid. Tomos 5 y 6.
Fernández de Aponte(1997). Juana Azurduy de Padilla. La Generala. Ministerio de Desarrollo Humano. La Paz, Bolivia.
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Querejazu Jorge.(1997) La Amazona y el Caudillo. Qori Llama. Sucre..
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Torres Benjamin (2016) Juana Azurdui de Padilla (1780- 1862) La historia detrás de la leyenda. Viencia Editores, Sucre, Bolivia
Wexler, Berta. Artículos periodísticos en El Deber, Correo del Sur y en revistas Nosotras de Cochabamba y Larway de La Paz, Bolivia.
Wexler, Berta (2013). Heroínas altoperuanas como expresión de un colectivo. 1809-1825. Juana Azurduy y las mujeres de la revolución altoperuana. Revista Historia Regional. Sección Historia ISP N°3. CEIM Universidad Nacional de Rosario, Rosario, Argentina. 2edición.
Fuentes primarias en:
ABNB Archivo Biblioteca Nacional de Bolivia. Sucre
AGNA Archivo de la Nación Argentina
AOP Archivo Obispado de Potosí
AHCDL Archivo Histórico de a casa de la Libertad, Sucre
ABAS Archivo y Biblioteca Aequidiocesanos “Mons. Taborga”. Sucre
[1]Bidondo, Emilio (1989) Alto Perú. Insurrección, Libertad e Independencia. Campañas militares 1809-1825. La Paz Bolivia.
[2] Ibídem
[3]Había muerto su mamá, nativa María Lauhuaraura y su padre fue Francisco Paula Sanz, antiguo intendente de Potosí de quien se decía era hijo ilegítimo del Rey Carlos IV de España.
[4] Wexler Berta. Juana Azurduy y las mujeres de la revolución altoperuana. Heroínas altoperuanas como expresión de un colectivo» Sección Historia Instituto N° 3 Eduardo Laferriere Villa Constitución, Santa Fe y Centro de Estudios Interdisciplinarios sobre Mujeres Universidad Nacional de Rosario. República Argentina. Rosario, 2º edición, 2013
[5] Ibídem
[6] Sala Consistorial de Chuquisaca, Noviembre 25 de 1825. Firman José Manuel Careaga, Francisco Castro, Lucas Nuñez, Manuel Velazco, Juan Manuel Santos, Calixto serrano, Fermín Taboada, Dr. Manuel Celestino Valda- Secretario. En Wexler Berta. “Juana Azurduy y las mujeres en la revolución altoperuana”, Centro Juana Azurduy. Sucre, Bolivia, 2002 (edición boliviana)
[7]Ibídem
[8]Wexler Berta. Ob. Cit.
[9]Rondeau fue General del Ejército en el Norte y luego le entrega el mando Manuel Belgrano designado nuevamente, General en Jefe en 1816, cargo que desempeñó durante tres años, hasta que tuvo que regresar a Buenos Aires por su estado de salud.
[10] Archivo general de Nación Argentina. Documentos escritos, Sala X-23-2-3
[11] Parte del Comandante Manuel Asencio Padilla, informando al General Rondeau sobre las acciones de su esposa. El Villar, 3 de marzo 1816. ABNB Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia
[12]Ibídem
[13]Director Supremo de las Provincias Unidas
[14]Palabras del Presidente de la Nación Argentina, Aníbal Fernández en https://www.ambito.com/economia/billetes/nuevos-cuando-estaran-circulacion-y-quienes-seran-las-figuras-elegidas-n5445237
22 de mayo, 2022.
[15] Ver para ampliar el tema Wexler, op. cit.
[16] Querejazu J. Ob, cit.
[17]Querejazu Jorge. La Amazona y el Caudillo. Qori Llama. Sucre, 1997
[18]Uriondo Francisco. Tarija.
[19]Decreto firmado por Martín de Pueyrredón, en Buenos Aires, agosto de 1816. Archivo General de la Nación Argentina
[20] Ibídem
[21]Documento presentado a las Salas de Sesiones de Salta, 29 de abril, 1825. ANB Archivo Nacional de Bolivia
[22]También llamada La Plata, hoy Sucre.
[23]Palabras de Simón Bolívar, junto al Mariscal Sucre y el Estado Mayor cuando la visitó en su casa luego de su llegada Bolivia en 1825.
[24] 22 de abril, 1839.
[25]Algunos autores refieren a la venta de la propiedad. Existen expedientes sobre la venta y la falta de pago de la propiedad de Cullcu, donde Juana y su hija hacen pleitos.
[26] Según pleitos en Expedientes Judiciales 1847-1859. ANB
[27]Los biznietos Clovis Pantoja y sus hermanas naturales Herminia Valverde y Clotilde G. De Cuellar, “entraron sucesión forzosa de su madre Cesárea Poveda, de su abuela Luisa Padilla y de los bisabuelos Manuel Asencio Padilla y Juana Azurduy”. De acuerdo al Código Civil, atr. 505, 509, 610, 616 y 617. Ellos conservaron un tiempo en su poder a caja con la correspondencia y papeles de la guerra de sus abuelos.
[28] Sucre, el 19 de marzo de 1914. Urquidi Macedonio. Ob. Cit.
[29] Urquidi Macedonio. Ob. Cit.
[30] Zerneri al inaugurarse el Monumento frente al Casa Rosada. Reportaje en Copa Vásquez, Ana María. El Deber. Revista Extra Santa Cruz de la Sierra. Estado Plurinacional de Bolivia, julio, 2015 La guerrillera boliviana Juana Azurduy en la Casa Rosada de la Argentina.
Autor/es: | LEONETTI, GISELLE EDIT |