Estanislao López. El Brigadier Montonero
Los sesgos cartográficos del historiador otorgan sentido desde la hermenéutica que reconstruye el pasado temporalizando los hechos que enseñan a repensar reflexivamente quiénes somos y hacia donde direccionamos.
Ahondar en la intimidad de los procesos requiere el coraje y tesón de desentrañar mitologías, preconcepciones, representaciones y profecías de personalidades que inscriben la génesis de la toma de decisiones que hacen a la “historia”, humanizando los relatos simbolizados a través de quienes narran desde un criterio analítico.
La reminiscencia del tiempo reorganiza los procesos cuando ingresan en el relato haciendo foco en las profundidades de los fondos que nombran cada fecha como hito reflexivo. En esta oportunidad, hoy 15 de junio se reivindica el mapa de la memoria a través de la pieza fundamental de la organización institucional del país.
La Subsecretaría de Educación Superior agradece la nobleza académica de la Prof. Estrella Mattia, quien nos acompaña en la escrituración sobre “Estanislao López. El Brigadier Montonero”, convidando desde las palabras de la autora a “la interpelación, respecto de la intencional ausencia de este tremendo militar y actor político en la Historia Nacional y su sesgada y esporádica aparición en la historia de la provincia de Santa Fe”. ¡Muchas gracias Estrella!
Subsecretaría de Educación Superior.
Mg. Patricia Moscato.
Estanislao López. El Brigadier Montonero
Por Estrella Mattia (1)
El caudillismo fue para las ciencias sociales latinoamericanas del siglo XIX lo que el populismo ha sido para las mismas durante el siglo XX: la temática fundadora de una sociología y de una historiografía nacional, en algunos casos, con pretensiones continentales. Desde su origen como concepto aglutinador de una experiencia histórica, la reflexión acerca del caudillismo destaca la especificidad americana del fenómeno, con lo cual prontamente buscarán extraerse ciertas conclusiones pesimistas acerca de la constitución orgánica de estas sociedades, cuyos alcances político- culturales aún hoy parecen ser objeto de debate (Maristella Svampa.1998)
La “experiencia histórica” a la que refiere Maristella Svampa (1998), fue producida, en la región del Río de la Plata, por una serie de actores políticos llamados caudillos. Constituyeron un fenómeno emergente de las nuevas entidades territoriales surgidas del proceso de emancipación tras la desaparición de la demarcación virreinal instituida por el orden colonial: los estados provinciales.
Estos sujetos, aparecen en nuestra historia nacional como quienes lideraron las disputas militares y políticas entre el modelo federal y el unitario como futura construcción estatal. Fueron también, quienes encarnaron las posibilidades de relacionar y entramar los ámbitos rurales con los urbanos y los que se convirtieron en el símbolo más contundente de la barbarie. Fueron esos “bárbaros” que construyeron discursivamente los autodesignados “civilizados” para diferenciarse de las mayorías y para legitimar su existencia como una elite destinada, de manera inexorable, a darle forma definitiva al estado por constituirse.
Atendiendo a estas cuestiones, estas líneas están dedicadas a recuperar y revisar algunas postales biográficas del caudillo santafesino Estanislao López que, como bien plantea Svampa, fue uno de los representantes más icónicos de esa “experiencia histórica” denominada caudillismo. Así, como protagonista y hacedor de importantes acontecimientos socio políticos durante más de 20 años (1815-1838) ha sido considerado, aún por sus detractores, como un defensor inclaudicable de las autonomías provinciales y del proyecto político federal.
Durante años, la denominada Historia oficial y sus escritores, se ocuparon de opacar la figura de los caudillos y menospreciar su protagonismo en las etapas iniciales del proceso independentista en la región del Río de la Plata. Su accionar público fue sometido a variadas interpretaciones historiográficas que dependieron de la perspectiva ideológica y de la intencionalidad que sostuvieron los historiadores que, periódicamente, se encargaron de recuperar del pasado el accionar de estos sujetos. Estanislao López no estuvo exento de este destrato.
Así, no resultó extraño que la imagen de López que ha llegado, incluso hasta nuestro presente, se encuentre amañada a los decires que sobre él han expresado, sobre todo sus adversarios políticos contemporáneos. Entre los más relevantes, por su vigencia, se puede citar al General José María Paz (1791-1854), quien en sus Memorias Póstumas (2000) lo llama “gaucho solapado, rastrero e interesado; un gaucho en toda la extensión de la palabra. Taimado, silencioso, suspicaz, indolente y desconfiado; no se mostró cruel, pero nada era menos que sensible…"(2000: 278) y también a Tomás de Iriarte (1794-1876) que lo describe, con un notorio desprecio clasista, recordando que “El gobernador López de Santa Fe se hospedó en mi casa. Se presentó en traje de gaucho, con chiripá. Sólo la revolución había podido elevar a tanta altura a un hombre como éste, salido de la plebe, pero él montaba bien a caballo y sabía domar un potro; éstos eran sus títulos"(Iriarte, 1946: 164).
Sin embargo, los caudillos no podían ser borrados de la historia, sobre todo por su inocultable participación en la organización del estado nacional. En consecuencia, sin perder la perspectiva discursiva fundacional, algunos historiadores intentaron mostrar a López como un personaje que sólo podía explicarse y comprenderse si se lo pensaba como un emergente de la época en la que actúo.
Esta postura es observable, por ejemplo, en el Ensayo sobre la Historia de Santa Fe de Juan Álvarez. Allí, el autor expresa que “como suele ocurrir en circunstancias difíciles, un hombre simbolizó las aspiraciones del grupo: Estanislao López. No era un hombre de estudios: en aquellas circunstancias más que título académico requeríase energía, intenciones honestas y buen sentido. El repetido aplauso que los actos de Estanislao López merecieron, demuestra que interpretó los deseos de Santa Fe” (Álvarez, 2009: 102).
El descredito -más o menos disimulado- que operó sobre López -compartido con los otros caudillos provinciales- generó, en el ámbito académico local, la reacción de algunos intelectuales santafesinos que estuvieron identificados con el controvertido movimiento revisionista de la historia argentina.
Uno de los intentos por reivindicar su imagen estuvo a cargo del historiador santafesino José Luis Busaniche, quien en su libro Estanislao López y el federalismo del litoral (1969) afirma que “la veneración de la figura de Estanislao López ha sido transmitida de generación en generación, en la provincia de Santa Fe. Todos cuantos se han ocupado de su historia han podido comprobar la injusticia con que el unitarismo, vencido en los hechos y resucitado por un absurdo en nuestras historias escritas, ha tratado siempre de disminuir la figura del caudillo”. (Busaniche,1969: 125).
Frente al arbitrario y ambiguo tratamiento que se ha hecho sobre este líder político y militar, se requiere revisitar su vida y su obra y entramarlas con su tiempo y su contexto para intentar correrlo del estereotipo estigmatizante con el que aún se lo identifica.
A continuación, se enunciarán de manera abreviada y desprolija algunos episodios que lo tuvieron como protagonista de la escena política local y regional, haciendo hincapié en su capacidad de liderazgo militar. Resulta importante recuperar este rasgo del caudillo, porque supo combinar esta actividad con su cargo político de gobernador en un territorio desbastado por la guerra con Buenos Aires, cuya dirigencia con aspiraciones nacionales, nunca estuvo dispuesta a perder el control sobre uno de los territorios más productivos del antiguo Virreinato del Río de la Plata.
Se pretende otorgarle a López algunos rasgos de luminosidad de manera que, lo escrito se convierta en un convite a la interpelación, respecto de la intencional ausencia de este tremendo militar y actor político en la Historia Nacional y su sesgada y esporádica aparición en la historia de la provincia de Santa Fe.
Nacido en la ciudad de santa Fe, desde muy joven inició su carrera militar. Acompañó a su padre, el Capitán Juan Manuel Roldán, integrándose a los Cuerpos de Blandengues. Estas milicias estaban compuestas por criollos nativos de Santa Fe que resguardaban las fronteras impidiendo el avance de los indios. “Conocedores de los secretos del monte, de la Pampa y de los ríos, estos soldados fueron los más sólidos pilares de la supervivencia de santa Fe” (Alemán, 2008: 243).
Junto a ellos, López formó parte de la expedición que acompañó a Manuel Belgrano en su campaña al Paraguay (1811). Para 1816, convertido en un militar de experiencia, había ascendido dentro de ese orden jerárquico y ostentaba el cargo de teniente.
En ese tiempo, participó activamente en la organización estratégica de las batallas que se produjeron con las fuerzas militares enviadas desde Buenos Aires, cuyo objetivo fue impedir que Santa Fe fuese reconocida como una provincia autónoma. “Estanislao López opuso a los directoriales sus gauchos e indios, armados de cañas tacuaras con cuchillos en la punta, chuzas emplumadas y alguno que otro fusil (…) Tan pobre armamento, no impidió que Balcarce, temiera atacarlo receloso del espíritu de sus tropas. Unas cuantas acciones de sorpresa bastaron para sembrar el descontento y la desmoralización en el campo enemigo, sin que contara la gran superioridad de éste en soldados, municiones, organización y conocimientos militares” (Puiggrós, 1987:363).
En estas circunstancias, los blandengues santafesinos, comenzaron a ser llamados, despectivamente, por los porteños “montoneras” porque peleaban en montones, les faltaba uniformidad en la vestimenta y combatían al estilo indígena, en guerrillas. “Ante ejércitos porteños más numerosos y mejor organizados, López evitaba los combates frontales por carecer de táctica metódica aprendida en los manuales de guerra del extranjero. Sus indios y sus gauchos se adaptaban inteligentemente al terreno conocido; ante la lentitud de sus adversarios, respondían con la rapidez de sus movimientos y con la sorpresa de sus acciones. Sólo les quedaba recurrir a una táctica astuta, sorprendente y única: el entrevero, el combate individual en medio de la confusión general; los ataques furiosos después de simular falsas fugas; la captura de caballos del enemigo en medio de la niebla y el silencio” (Vargas, 2008: 7).
El General Paz, no dejó de mencionar a las montoneras en sus Memorias Póstumas. En líneas generales, les reconocía su valentía, pero los caracterizaba como una masa de gauchos pobres cooptados por un jefe que los usaba para enfrentar “la civilización”. “Aunque compuesta de tropas irregulares, estaba poseída de un entusiasmo extraordinario el que, unido al brío y valor de nuestros campesinos, les daba la ventaja en los combates individuales (digámoslo así) al arma blanca, que es la que regularmente se emplea en los ataques de caballería (…) para comprender el ardiente entusiasmo que animaba a los montoneros, forzoso es referirnos al estado de nuestra naciente civilización. ´Les fue muy fácil a los caudillos sublevar a la parte ignorante contra la más ilustrada, a los pobres contra los ricos, y con este odio venían a confundirse los celos que justa o injustamente inspiraba a muchos la preponderancia de Buenos Aires (…)” (Paz, 2000:320).
Estos soldados, cuya especialidad era desgastar a las tropas enemigas y dificultarle sus maniobras en el campo de batalla, “adquirieron la costumbre de entrar en combate emitiendo un grito característico, por lo que fueron llamados “blandengues sirirís”, dada la similitud con el silbido de los patos silvestres de esa denominación, cuando vuelan en bandadas” (Alemán, 2008: 236)
Sin dudas, “los montoneros aparecían y desaparecían como bandadas de pájaros” (Puiggrós, 1987: 364) y su jefe demostró ser un extraordinario guerrero. Años después, Bartolomé Mitre en su Historia de Belgrano (1887), los describe de la siguiente manera: “vestidos de chiripá colorado con bota de potro, iban armados de lanza, carabina, fusil o sable indistintamente, con boleadoras en la cintura, y enarbolaban en el sombrero llamado de panza de burra que usaban, una pluma de avestruz, distintivo que desde entonces empezó a ser propio de los montoneros” (Mitre, 1876: 170).
Horacio Vargas (2018) amplia la descripción de los montoneros y menciona sus pertrechos: “Tapes y milicos llevan su ración alimentaria de carne salada, el mate, la infusión en calabazas grandes, cargan con la bota con líquido para beber y chifle de caña paraguaya a la que le agregan un poco de pólvora a modo de estimulante antes de la pelea cuerpo a cuerpo con el enemigo porteño, donde la lucha es con arma blanca, meta fierro y a degüello”. (Vargas, 2018: 8)
Así, Estanislao López, como afirman Goldman y Tedeschi (19989, “haciendo uso de una organización militar preexistente, desarrolló su capacidad social de convocatoria (…) de modo que existió una real articulación entre la estructura militar provincial y la capacidad de mando del caudillo”. (Goldman y Tedeschi, 1998: 143)
Más allá de las perspectivas que han intentado reubicar a López en el escenario histórico provincial y nacional, en muchas oportunidades, se ha procurado escindir su influencia en la institucionalización política de aquellos primeros años de vida independiente del poder militar que construyó, al amparo de las disputas ideológicas y territoriales lideradas por quienes pretendieron expandir su hegemonía, desde el litoral marítimo hacia el litoral fluvial y las provincias interiores.
En consecuencia, no resulta extraño que persistan ciertos prejuicios historiográficos cuando se pretende recuperar el perfil militar de López y sus montoneros. Los historiadores han tramado su relato “incluyendo algunos hechos y excluyendo otros, subrayando algunos y subordinando otros. Ese proceso de exclusión, acentuación y subordinación se realiza con el fin de contribuir un relato de tipo particular”. (White,1998:17).
En estas páginas se ha intentado, con menos aspiraciones y más humildad intelectual, realizar el mismo ejercicio: se ha tramado un relato sobre Estanislao López. Pero, sin embargo, aspira a ser otro relato, un relato alternativo a los que se han tramado durante tantos años acerca del Brigadier y sus soldados.
Bibliografía
Alemán, Bernardo (2008). El gaucho santafesino en la independencia y las guerras civiles. Argentina Histórica. UNL. Santa Fe.
Álvarez, Juan (2009). Ensayo sobre la Historia de Santa Fe. UNR editora. Rosario. Santa Fe.
Battistoni, Gustavo (2022). Estanislao López. Nuestro Contemporáneo. Germinal ediciones. Rosario. Santa Fe.
Busaniche, José Luis (1969). Estanislao López y el federalismo del Litoral. EUDEBA. Buenos Aires.
Chiaramonte, José Carlos (2013). Usos políticos de la historia. Lenguaje de clases y revisionismo histórico. Sudamericana. Buenos Aires.
Goldman, Noemí y Salvatore, Ricardo (compiladores) (1998). Caudillismos rioplatenses. Nuevas miradas a un viejo problema. EUDEBA. Buenos Aires.
Iriarte, Tomás de (1946). Memorias: la independencia y la anarquía. Sociedad Impresora Americana. Buenos Aires.
Mitre, Bartolomé, (1876). Historia de Belgrano y de la Independencia Argentina. Tomo 3. Imprenta y librería de mayo. Editorial Carlos Casavalle. Buenos Aires.
Paz, José María (2000). Memorias póstumas. 2 tomos. Emecé. Buenos Aires.
Puiggrós, Rodolfo (1987). Los caudillos de la Revolución de Mayo. Editorial Contrapunto. Buenos Aires.
Ternavasio, Marcela (2009). Historia de la Argentina. 1806-1852. Editorial siglo XXI. Buenos Aires.
Vargas, Horacio (2018). Las montoneras de López. Diario Pagina 12. Rosario 12. 22/7/2018.
White, Hayden (1998). Metahistoria. La imaginación histórica en la Europa del siglo XIX. Fondo de Cultura Económica. Buenos Aires.
- Profesora de Historia y Educación Cívica. Licenciada en Historia. Diplomada en Ciencias Sociales. Especialidad: Sociología (FLACSO). Postitulada en Investigación Educativa de La Universidad Nacional de Córdoba. Postitulada en “Formador Superior en Investigación Educativa” Instituto Superior del Magisterio nº 14- Ministerio de Educación de la Provincia de Santa Fe. Postgrado en “Nuevas Infancias y Juventudes”, UNR/UNL/UNER. Doctorando en Educación Superior en la UNR. Docente en escuelas medias de la provincia de Santa Fe, en las escuelas preuniversitarias de la UNR, en institutos superiores de formación docente y en posgrados y postítulos afines a la titulación. Capacitadora en distintos proyectos de fortalecimiento de la función docente en la jurisdicción provincial y en programas de capacitación de carácter nacional. Publicación de diversos artículos inherentes a la especialidad en revistas especializadas. Jurado de concurso de Titularización en el Nivel Superior de la Provincia de Santa Fe (2018-2019).
Autor/es: | LEONETTI, GISELLE EDIT |