Encuentro entre María Catalina Echeverría y Manuel Belgrano
El siguiente posteo, lo realizamos en el espacio de la Subsecretaría de Nivel Superior para la conmemoración a Manuel Belgrano. Los profesores Pablo Aguiar, Melina Aquino y Sergio Paz nos aportan su trabajo: "Diálogo entre María Catalina Echeverría y Manuel Belgrano". El mismo alude a una conversación ficticia que transcurre en nuestros días . Es un valioso recurso que nos muestra por un lado la faceta humana de Belgrano y sus profundos ideales y por otro lado los avatares y contradicciones que atraviesadan la vida de nuestra patria desde hace 200 años. Coincidimos con los autores, que Belgrano ha sido un humanista brillante, un militar humanitario y sensible que antepuso siempre los intereses de nuestro país a los sectoriales y personales. Su vida constituye un ejemplo para los que soñamos con una patria libre y soberana
Subsecretaria de Educación Superior – Patricia Moscato
“Pasaron 200 años, Manuel”
Para crear una bandera hace falta más que un gran deseo. Hacen falta poderosas razones, ideas que se quieren transmitir y elementos para poder representarlas. Y, por supuesto, alguien con firme propósito para lograr su realización. Nuestra patria encontró en Manuel Belgrano, un espíritu único, capaz de superar innumerables dificultades, en donde se gestó la necesidad de su creación.
Todos reconocemos en él las virtudes comunes a muchos patriotas, como la honestidad, la probidad y la austeridad, combinadas con una particular moderación, que para muchos era signo de debilidad de carácter y, aunque su apariencia de hombre con poca firmeza lo hiciera parecer como impropio de la milicia, supo instruir valor en su tropa, tomando la independencia como una causa justa y enaltecedora.
Fue así que creó la Bandera Nacional, para sostener el espíritu en batalla de sus soldados. Esta fue adoptada como distintivo de las Provincias Unidas en Sudamérica por el Congreso General Constituyente que declaró la independencia en Tucumán.
Es necesario recordar las múltiples facetas de Manuel Belgrano, sin embargo, consideramos más relevante hablar del hombre y no del político, del militar, del diplomático. Fue el gran precursor de la ilustración de la mujer, pensó en el desarrollo económico de estas tierras, en la defensa de lo que hoy llamamos medio ambiente, la educación, la promoción de las ciencias y las artes. Humanista brillante, uno de los hombres más cultos de su tiempo, fue también, como militar, un jefe humanitario y sensible, justo con sus tropas, generoso con los enemigos, noble y modesto en el triunfo.
Belgrano tuvo una concepción predominantemente nacional, en la que lo nacional equivalía a lo americano, y siempre antepuso los intereses de la Patria a los de los partidos, sectores o individuos. Su vida fue el mejor ejemplo de ello. Fue un hombre común, como podría serlo cualquiera de nosotros. De hecho, padeció enfermedades que lo llevaron a la muerte siendo joven y murió, lamentablemente, en la más rotunda pobreza y en el olvido de los hombres de su tiempo. Pero aquel hombre se supo distinguirse de sus pares por el gran amor a su país que demostró en cada uno de sus actos, siempre priorizando los intereses de la Patria a los propios, resignando incluso su merecida recompensa económica, donándola para la creación de escuelas.
Para concluir, queremos cerrar este homenaje con una frase que él mismo escribió: “Siempre serví a la patria sin otro objeto que el de verla próspera y organizada, ése fue el único premio al que aspiré. Nunca busqué la gloria sino la unión de los americanos y la prosperidad de mi patria, porque la vida no vale nada si la libertad se pierde…”
Y hoy…. pasaron 200 años, Manuel….
ENCUENTRO ENTRE MARÍA CATALINA ECHEVERRÍA Y MANUEL BELGRANO,
A ORILLAS DEL RÍO PARANÁ
JUNIO DE 2020
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Hola Manuel. Llegás tarde…
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¿Tarde para qué, Catalina?
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Para que charlemos tranquilos, Manuel… Ya pasaron 200 años… y para esta fecha siempre todos te recuerdan con cariño; se ponen la escarapela, te nombran y te dedican estrofas…, además…
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¿Y con qué? ¿Acaso sirvió para algo tanto sacrificio? Haber dejado todo, familia, amores, hijos, hogar, por una causa que considerábamos justa y que al día de hoy hasta parece inconclusa. Si tampoco entendieron lo que propusimos aquella tarde fría de mayo…
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¡Pero fue necesario Manuel! Se necesitó que esa Junta terminara con la opresión de la tiranía española, una dominación de 300 años.…
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La Junta… ja! A ver, decime… ¿Qué nos faltó para que la utopía venciera a la realidad? Nosotros éramos esos locos; ¿sabés? ¡Éramos locos, porque pensamos que había una justicia eterna que era llamada a gobernar el mundo; éramos locos, porque pensábamos que todos los hombres nacen iguales y libres; éramos locos, porque pensábamos que el reino de la razón había de venir algún día; éramos locos, porque no queríamos creer que los tiranos debían de gobernar eternamente sobre la tierra; éramos locos, porque pensábamos que todos los pueblos son libres y soberanos, y que no había más legitimidad política en el mundo, que la que procedía de sus voluntades; éramos locos, porque queríamos creer que si peleábamos habría un mundo más justo y verdadero! Por eso éramos locos, sí, y si por eso éramos locos, yo me lleno de orgullo en ser loco de ese modo. Yo me ennoblezco con la locura de creer como creo, que un sepulcro cavamos para esos tiranos, y que la libertad y el reinado del pueblo había comenzado.
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Ves Manuel, ¡era una hermosa locura! Como cuando pensaste que este sueño americano que estábamos pariendo suplicaba por un símbolo nuevo, nos pedía una bandera… España tenía la suya, y a nosotros, nada nos identificaba…
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Ja! Locura fue la tuya, que al escucharme, saliste corriendo a conseguir telas…
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¡Y cómo no hacerlo si estaba convencida!! Me enamoré de la causa revolucionaria. Para mí fue un orgullo… cuando nos dijiste que era preciso enarbolar una nueva bandera, blanca y celeste, conforme con los colores de la escarapela… ¡Cómo no coser esos trapos; si hasta podíamos percibir el aroma a independencia que de ellos brotaban…! ¡Cómo no enamorarme si esa bandera nacía sagrada! Ésta no representaba ni a una familia, ni a una facción, era una bandera que simbolizaba el sueño de muchos, un anhelo de libertad… y bien sabés Manuel que la libertad es divina, es don del cielo, es patrimonio sagrado de los pueblos…
Belgrano comienza a toser, no está bien de salud…
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Fue aquí mismo, ¿te acordás? Fue a orillas de este hermoso río, que se alzó al cielo por primera vez… la recuerdo flamear frente a una tropa desprolija, que la miraba con asombro. Aunque después, el gobierno, te condenó por esa osadía…
Belgrano continúa tosiendo…
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Manuel, ¿estás bien? Vení, sentate acá…
Se sientan los dos en el pasto, a orilla del río
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La salud nunca fue una prioridad en tu vida…
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Sí Catalina… yo quería ocuparme de mí, de mi salud, pero no tenía tiempo, había mucho por hacer. Además, tampoco tenía dinero. Morir pobre no fue un mérito, no debe ser considerado un ejemplo… yo quería dejarle algo a mis dos hijos, poder pagarle a mi médico… Pero los gobiernos porteños, todos, siempre me dieron la espalda…
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¿Y el dinero que te pagaron por los triunfos de las batallas de Tucumán y Salta? ¡Fue mucho!
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De ese dinero no acepté ni un solo centavo… Le pedí a la Asamblea que lo destinará a la construcción de cuatro escuelas públicas en las provincias que más las necesitaban… ¡había que invertir en educación!!!
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Manuel… ¿por qué tanto empecinamiento con la educación?
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¡Creí que mejor destino que la educación no había para tanto dinero! Había que modificar radicalmente el sistema de educación de la colonia porque ese era un sistema para el sometimiento, para la sujeción, para que siguiéramos siendo colonizados durante muchísimos años más… Triste y lamentable estado era el de nuestra pasada educación. A muchos les parecía arriesgado que todo el mundo tuviera acceso a la enseñanza… ¡Siempre soñé que la educación nos iba a ser libres!
Catalina, por favor, ayudarme a pararme. Ya me voy…
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¿Ya te vas? ¿No querés quedarte un rato más? Pronto comenzarán los festejos en tu nombre.
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Gracias por invitarme a volver de las sombras… al menos por un rato… hace años que estoy condenado al olvido…
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¿Condenado al olvido? No seas injusto Manuel… todos te admiran, te toman de ejemplo… si hasta te recuerdan como uno de los Padre de la Patria…
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Ya lo dije alguna vez… Mucho me falta para ser un verdadero Padre de la Patria, siempre me contenté con ser un buen hijo de ella.
Me gustaría que los argentinos me recuerden no sólo izando la bandera celeste y blanca, sino también cuando levanten las banderas de la libertad, de la dignidad, de la honestidad, la empatía, y sobre todo, de la humildad.
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Chau Manuel… hasta pronto…
Profesores: Pablo Aguiar, Melina Aquino, Sergio Paz
Autor/es: | MOSCATO, PATRICIA CAROLINA |