El pasado reciente en las escuelas: El mito apolítico en la noche de los lápices
EL MITO APOLÍTICO EN LA NOCHE DE LOS LÁPICES
Por Prof. Sergio Paz*
* Historiador, Profesor de Historia de nivel medio y Superior, Vicedirector de la EESOPI 8083 "San Carlos" de San Lorenzo, Profesor en el ISP Nro 22 "MAESTRO ADDAD" y en el ISPI 9085.
La elección del tema
El presente trabajo está planteado en un hecho real, y es el inconveniente en que me encuentro como docente cuando, reconstruyendo el pasado reciente, me enfrento al hecho emblemático que representa desmitificar el relato histórico que habla sobre los jóvenes que fueron secuestrados el 16 de septiembre de 1976, en el operativo llamado La Noche de los Lápices, en la ciudad de La Plata, por el simple reclamo del boleto estudiantil.
Desde 1986 este relato se erigió en la memoria social como el caso más emblemático del terrorismo estatal frente a la victimización de los jóvenes estudiantes que inocentemente reclamaban un derecho adquirido.
Si me permiten, quisiera plantear el primer interrogante de la siguiente forma: Cada 16 de septiembre, la historia de La Noche de los Lápices, sin golpear la puerta del aula, pasa y muy atrevidamente se me cuelga de la pizarra, y ahí queda, a la espera de que yo, un simple profesor, haga uso de ella. Y así comienza mi odisea. Me pregunto, y les pregunto: ¿de qué hablamos cuando hablamos de La Noche de los Lápices?
Numerosa es la producción y circulación de trabajos relacionados con La Noche de los Lápices, sin embargo, después de veinticuatro años que apareciera por primera vez el libro de María Seoane y Héctor Ruíz Núñez (SEOANE, RUIZ NUÑEZ 1986) y la película de Héctor Olivera (1986) me pregunto: por qué todavía, en las Escuelas, seguimos manteniendo el mito sobre La Noche de los Lápices, en el que varios jóvenes perdieron la vida cruelmente por reclamar el boleto estudiantil, en lugar de plantear el motivo real del secuestro, como fue la militancia política que desarrollaban esos estudiantes, cómo desafiaban al sistema e incomodaban al gobierno militar?
Contextualización del problema
La inquietud que presenta este trabajo también estuvo reflejada en varias intervenciones del Foro, con otros docentes que hemos compartido el curso; de todas rescato la intervención de Paula Aguilar, que nos comentaba, en relación a la película La Noche de los Lápices: “recuerdo un trabajo que Sandra Raggio leyó en unas jornadas. Justamente ella analizaba la función "ejemplar, paradigmática" de la película, su vinculación con una memoria que convierte en tabú el debate sobre los 70, frente a una gran cantidad de material sobre el terrorismo de estado y la dictadura, la experiencia política anterior parece 'olvidada'. De ahí el vaciamiento de la categoría 'desaparecidos' de todo componente político ideológico. (También recuerdo un artículo de Alejandro Kaufman sobre esta última cuestión). Habría que ver cómo se discute "La noche de los lápices" en la escuela, sé que los contextos influyen: no será la misma discusión aquí en Concepción del Uruguay que en el Colegio Nacional de La Plata, con un centro de estudiantes activo, por ejemplo.” Paula Aguilar en el foro de Clase 1a- Levín
Bien sabemos que La Noche de los Lápices fue una investigación periodística, y por la forma en que fue narrada, instaló el “mito” del reclamo del medio boleto como única causa del secuestro, tortura y muerte de los jóvenes estudiantes; a partir de ese mito, nacieron otros, que fueron necesarios para ir manteniéndose unos a otros y lograr un discurso que fuera consensuado por el imaginario social.
En el relato, y a partir del mito presentado, tanto en el film como en el libro, de que los jóvenes son “chupados” por un grupo comando de la Policía de Buenos Aires por el simple hecho de reclamar el boleto estudiantil, también quedó como mensaje emblemático el mito que sostiene que la represión fue desmedida (tortura, picana, vejaciones, muerte) comparándolo con lo que representa el reclamo.
Entonces, la historia narrada, por haber dejado de lado la militancia política de los jóvenes desaparecidos, provocó el surgimiento un nuevo mito, el de la “víctima inocente”, que tomó cuerpo y se instaló en la memoria social. “Una pregunta necesaria apunta a pensar los riesgos posibles de la omisión deliberada de las prácticas políticas de la ‘víctima’ –aún suponiendo que aquellas estuvieran directamente ligadas a la actividad guerrillera– cuando se trata de juzgar la violación por parte del Estado de derechos básicos como la vida y la integridad física. En este sentido, podría pensarse que la idea de “víctima inocente” –en clave de época: sin pertenencia orgánica a los grupos armados– viene a avalar implícitamente la tortura, el secuestro, y la desaparición de aquellos ‘no inocente’; esto es, de quienes sí participaron activamente de la actividad guerrillera .(Carnovale, 2010)
Alejandro Kaufman es más contundente cuando señala: “Aun hoy, quienes se exculpan de toda responsabilidad, aun indirecta o por consentimiento, describen así la desaparición: no solo ‘algo habrán hecho’ sino también ‘como no hice nada aquí estoy’. Es decir, sobreviví, lo cual demuestra mi inocencia. (Kaufman 2010)
Demoliendo mitos
Para comenzar a desandar los planteamientos expuesto más arriba creo que vale la pena preguntarnos: ¿Cuál es el rol social de los historiadores? Para Hobsbawm, en este debate, el historiador es un “matador de mitos”. Sostiene que “a la corta, es impotente contra quienes optan por creer los mitos históricos; en especial, si se trata de gente que tiene poder político […] Estas limitaciones no disminuyen la responsabilidad pública del historiador. Ésta se apoya, ante todo, en el hecho […] de que los historiadores profesionales son los principales productores de la materia prima que se transforma en propaganda y mitología. Debemos ser conscientes de que es así, especialmente en una época en que van desapareciendo otros medios de conservar el pasado […] Es esencial que los historiadores recuerden esto. Las cosechas que cultivamos en nuestros campos pueden acabar convertidas en alguna versión del opio del pueblo” (Hobsbawm, 1998).
Ahora sabemos que para poder construir una memoria social debemos ir demoliendo, uno a uno, los mitos. Entonces volvemos a preguntarnos: ¿cuáles son los mitos que rondan sobre La Noche de los Lápices?
No son pocos. La Noche de los Lápices nació de un género periodístico, escrito en una carrera contra reloj y respaldado por un film, donde un único sobreviviente contaba “su” verdad, la que pronto se transformó en un emblema del reclamo estudiantil frente al Estado Terrorista, y está asociada íntimamente en la memoria social de los argentinos. “Dentro del campo de la reflexión teórica y también de los estudios sobre la memoria social, si bien existen muy diversas aproximaciones y variantes, la memoria suele ser considerada como un proceso activo de elaboración y construcción simbólica de sentidos sobre el pasado (Jelin, 2000). En este caso, no se trata ya de la capacidad pasiva de evocar eventos pasados sino más bien del proceso activo de articulación de sentidos y representaciones sobre ese pasado. Desde esta perspectiva, se entiende que la noción de memoria mantiene una estrecha vinculación con las inquietudes, preguntas y necesidades presentes y, por tanto, con el horizonte de expectativas futuras. En otros términos, esta perspectiva tiende a considerar que es en función de los problemas y cuestiones que atañen a un sujeto y a una sociedad que se elaboran y construyen sentidos del pasado. Y que esos sentidos, además, son pasibles de ser expresados en relatos comunicables en forma narrativa (Jelin, 2002). Como puede apreciarse, la noción de memoria, así entendida, puede aludir a tanto a los procesos mediante los cuales los sujetos se relacionan individualmente con su pasado como a las modalidades mediante las cuales una sociedad elabora y negocia sentidos colectivos sobre su pasado”. (Levin, 2010)
Aquí llegamos a un punto donde debemos analizar, para entender el mito despolitizado de La Noche de los Lápices, qué sentidos colectivos sobre el pasado elaboró y negoció la sociedad argentina.
Con el retorno de la democracia en nuestro país, uno de los problemas más serios que debió enfrentar, y solucionar, el gobierno de Raúl Alfonsín, fue la “cuestión desaparecidos”; por ello decidió, en lugar de entregarle el tema al Congreso de la Nación para que sea tratado (por ejemplo, por una Comisión Bicameral o una Comisión creada exclusivamente para este tema), entregarle “la cuestión” a una Comisión nombrada, a dedo, para que se exprese sobre el tema. Si bien la CONADEP cumplió con el cometido de investigar y publicar el Informe NUNCA MÁS, también dejó instalada, desde sus páginas, la Teoría de los dos demonios, donde equiparaba las responsabilidades de la represión ilegal por parte del Estado con la de los jefes guerrilleros. En este sentido, los crímenes y violaciones ocurridas durante la última dictadura militar pasaron a ser interpretados como una guerra, con dos grupos bien definidos y donde personas “víctimas inocentes” sufrieron las consecuencias de dicho enfrentamiento.
Se entiende entonces que la forma en que la sociedad argentina elaboró su pasado en La Noche de los Lápices fue despolitizando la historia de los jóvenes estudiantes, transformándolos en víctimas inocentes.
Tenemos que pensar que la narrativa de La Noche de los Lápices, cuando fue escrita (1986), presentó una militancia juvenil infantilizada y sin prácticas políticas. Esa interpretación que se le asignó fue aceptada por los todos los sectores y grupos sociales, y que, tristemente, hasta hoy perdura.
Sin embargo, hoy sabemos que detrás del secuestro, desaparición y muerte de mucho más que seis jóvenes, hay algo más complejo que el enojo del gobierno militar por el reclamo del medio boleto; con la declaración de “otros” detenidos-aparecidos se rompió el mito de Pablo Díaz, “único sobreviviente”, y así se puso en tela de juicio varias de las memorias cristalizadas que están arraigadas por casi un cuarto de siglo en nuestra historia reciente.
Pero, nobleza obliga, debemos aclarar que la Película La Noche de los Lápices no miente, simplemente cuenta sólo “una parte” de la verdad. Debemos preguntarnos, cuál es la parte que falta en esta historia para que podamos construir una “verdad histórica”, eliminando del colectivo social la dicotomía entre que es lo que “debemos” recordar como sociedad (el deber de la memoria) y lo que “podemos” recordar (el peligro de la memoria). “La problemática de la memoria es compleja y diversa, y muestra una doble implantación, dentro y fuera del ámbito académico, en la medida en que, en el mundo contemporáneo (no sólo en la Argentina), es un espacio muy destacado de formación de una conciencia histórica, que se expresa, o debería expresarse, en los debates públicos y en las operaciones políticas sobre el pasado” Vezzetti (2010) El tema de la memoria en nuestro país está estrechamente relacionada a los sucesos vividos (o sufridos) durante la última dictadura militar y levanta las banderas en defensa de los derechos humanos y la preocupación por que se haga justicia. Pero cada vez que se intenta mostrar La Noche de los Lápices desde la óptica de la politización aparecen frases como “por algo será”, “por algo habrán desaparecido”, “en algo andaban”, y es aquí donde aparece “La memoria del Nunca Más” que es otro de los mitos que, como docentes, debemos desterrar. “La principal representación sobre el pasado reciente, que podríamos llamar memoria del Nunca Más, ofreció una visión del pasado cercano acorde con las necesidades y expectativas del momento. Porque lo que esas representaciones ocluían era, precisamente, hasta qué punto la sociedad pretendidamente inocente y víctima había contribuido a la creación de un clima favorable al golpe y hasta qué punto esa misma sociedad había avalado y consensuado la llegada de Videla al gobierno. Como sea, es indudable el amplísimo consenso que tal memoria logró construir en los años de la transición democrática hasta el punto de convertirse en una representación hegemónica en tanto estaba asociada a la acción y a la estrategia de legitimación del gobierno”. (Levin 2010)
Al intentar responder la pregunta del por qué en el relato histórico sobre La Noche de los Lápices la militancia política de los jóvenes pasó a un segundo plano y el debate se centró en el reclamo del medio boleto, podemos entender, no justificar que, tanto Seoane, como Ruíz Núñez y Olivera intentaron buscar, desde el género periodístico y del film, una historia donde la sociedad argentina, que se estaba asomando a la democracia, se apropiara de ese relato; con ello las denuncias hacia las aberraciones de los derechos humanos cometida por la dictadura tuvo un doble efecto: por un lado estableció los discursos hegemónicos que la memoria social comenzó a incorporar, y por otro lado creó el mito de la inocencia. “Inocencia fue usado como sinónimo de apoliticismo. Su antónimo, el compromiso político, fue usado como sinónimo de presunción de culpabilidad” Raggio (2006)
Lo cierto es que hoy sabemos que hay “otros” sobrevivientes y familiares de desaparecidos que también contaron sus experiencias. Y son estos relatos los que sacan a la luz los verdaderos motivos que tuvo el gobierno terrorista para actuar como lo hizo, con un grupo identificado de jóvenes que, no sólo reclamaban el boleto estudiantil, sino además militaban en política y, muchos de ellos, estaban cerca de Montoneros, ERP o alguna agrupación de izquierda.
Emilce Moler, una de las sobrevivientes de La Noche de los Lápices declaraba: “No creo que a mí me detuvieran por el boleto secundario, en esas marchas yo estaba en la última fila. Esa lucha fue en el año '75 y, además, no secuestraron a los miles de estudiantes que participaron en ella. Detuvieron a un grupo que militaba, de una agrupación política. Todos los chicos que están desaparecidos pertenecían a la UES, es decir que había un proyecto político, con escasa edad, pero proyecto político al fin”. (Moler)
Por su parte, Gustavo Calotti, también sobreviviente, expresaba: “Yo siempre digo que no hubo una noche [de los Lápices] sino muchas, y que no fueron seis los desaparecidos sino muchos más. Y que también sobrevivimos muchos otros. La versión de la película es un recorte en el que el símbolo vació al contenido. […] Yo empecé a militar a los 14 años, el año que mataron a los 22 guerrilleros en Trelew y que volvió Perón. Nosotros éramos producto de ese proceso: militantes populares, no del boleto estudiantil, queríamos hacer la revolución. En el relato "oficial" ni siquiera están los que dirigieron las luchas por el boleto”. (Calotti, 2006)
La periodista Viviana Gorbato, durante la investigación de su libro “Montoneros. Soldados de Menem. ¿Soldados de Duhalde?” (Sudamericana, 1999), entrevistó a Jorge Falcone (hermano de María Claudia Falcone, desaparecida en el 'Pozo de Banfield') y éste, con un relato muy particular, dijo: “Mi hermana no era una chica ingenua que peleaba por el boleto estudiantil. Ella era toda una militante convencida […]. Ni María Claudia ni yo militábamos por moda. Nuestra casa fue una escuela de lucha. […] La construcción ideológica de María Falcone y de quien les habla no fue libresca. […] Nadie nos usó ni nadie nos pagó. No fuimos perejiles como dice la película de Héctor Olivera… fuimos a la conquista de la vida o la muerte”. Y algo más: “Cuando se dio la película, yo fui llevado en andas con Pablo Díaz, el sobreviviente, del cine al Obelisco. Allí dije que mi hermana estaba en la clandestinidad con documento trucho, que respondía a una orgánica nacional revolucionaria. Eso puso a todos nerviosos. No querían escuchar esas cosas. (…) Mi hermana no era una Caperucita Roja a la que se tragó el lobo […]. Era una militante revolucionaria”. (Falcone, 2010)
A modo de cierre
Creo que llegado a esta instancia y después de haber desarrollado brevemente los motivos de la mitificación en el relato de La Noche de los Lápices, como docentes, debemos comenzar a “reconstruir” la memoria histórica pero sobre hechos verdaderos. Aprovechar los recursos; hoy hay más producción testimonial (entrevistas, imágenes, la película) y académica (este Curso es un ejemplo de ello) para poder transmitir que la lucha llevada a cabo por los jóvenes de los años 70´ puede y debe ser entendida como una reacción ante aparato represivo estatal.
Entonces, si hoy tenemos más acceso, más herramientas, un nuevo planteo que me surge es por qué seguimos contando sólo una parte de la historia?
No podemos ser ingenuos; es cierto que la historia de estos jóvenes, así como está narrada, produce cierta empatía en gran parte de los alumnos, y de la sociedad en general; muchos estudiantes de hoy pueden sentirse identificados con aquellos. Además, como gran parte de la Historia Argentina, está relatada como un cuento donde está perfectamente identificado el bando de los buenos y de los malos, y el joven de hoy enseguida se identifica con el de “la inocencia”.
En los relatos históricos sobre la historia reciente, el vaciamiento de contenidos políticos, fue planteado en el Foro de discusión, y recordando la intervención que hiciera Miriam Kriger, cuando exponía “En el caso de la historia reciente marcada por el "horror", es fundamental restituirle esa dimensión humana y no demoníaca, y el modo de hacerlo es a través de estas continuidades que vos marcas, por ejemplo la masacre de Trelew como momento en que se inaugura una forma particular de la violencia de Estado. Si no establecemos estas continuidades, los hechos se transforman en hitos, y de allí a las efemérides hay un pasito, ya que en general no suelen abrir espacios de memorias rememorativas sino cerrar o cristalizar espacios de conmemoración. La noche de los lápices es un buen ejemplo de memoria emblemática cristalizada, y yo creo que su clave está en que pudo convertirse en memoria de todos los jóvenes precisamente, y lamentablemente, porque ha sido vaciada de contenido político” (Kriger)
Creo que el gran interrogante, para terminar de demoler el mito de la despolitización de los jóvenes que sufrieron La Noche de los Lápices, es cómo lograr que los alumnos se apropien del verdadero relato, sin que les genere un rechazo pensar en los nuevos significados que se ponen en juego al describir este hecho de la historia reciente. Porque “eso que los adultos llamamos el pasado “reciente” de nuestro país, suele ser para esta nueva generación de argentinos algo bastante lejano, ajeno, difícil de comprender y, más aún, de vincular de un modo consciente y significativo con su propia vida” (Kriger, 2010) Entonces, cómo lograr que los jóvenes de hoy, que nacieron en plena democracia y que el tema de los golpes de estado y las vejaciones a los Derechos Humanos ni siquiera lo tienen incorporado como Historia reciente se apropien del relato que este histórico?
Seguro que no es tarea fácil, pero tampoco es imposible. Considero, por experiencia personal, que si uno, como docente, antes de pasar la Película no "la contextualiza", lo más probable que ocurra es que, primero, ningún adolecente quiera formar parte de un Centro de Estudiantes, y además, que cuando vean un policía por la calle, les dé ganas de lincharlo…
Pero más allá de la contextualización (o sea, explicar cómo eran los jóvenes de los 70´, sus creencias, el idealismo, el contexto Latinoamericano; el por qué se produjo el Golpe el 24 de marzo, las relaciones de poder, que era la UES, la JG, el GESA, Montoneros; qué significaba el medio Boleto, las razias, etc) comentar que lo que van a ver en la película es sólo “una parte de la realidad”, no porque mienta, sino porque con los años, fueron apareciendo nuevos testimonios que mostraron otras aristas de la verdad y que está íntimamente relacionada a la politización del grupo de jóvenes de La Noche de los Lápices, que no fueron sólo siete los “chupados” por el Grupo de Tareas de la Policía, sino que hay muchos más que engrosan la lista, tanto de desaparecidos como la de los sobrevivientes.
Sólo así se entienden los verdaderos motivos que llevaron al secuestro, tortura y muerte de los jóvenes de los setenta que luchaban por una sociedad más justa, y no eran sólo idealistas sino que llevaban a la práctica su compromiso social, trabajando tanto en las villas como en los Centros de Estudiantes.
Tal vez, en un principio, a nuestros alumnos, les cueste comprender la complejidad histórica de aquel proceso, pero es necesario que le demos una significación al nuevo relato.
Recomiendo dos recursos para trabajar después de la película, que ayudarán a comprender mejor el tema; primero, para desterrar el mito de las víctimas inocentes: la Acusación contra las fuerzas armadas argentinas en el Juicio a los comandantes por parte del fiscal Julio Strassera. Aquí, una parte de ella: “Aún cuando ellos (los militares) tuvieran pruebas de que todas las personas secuestradas habían participado en actos de violencia, la falta de juicio y de la sentencia condenatoria correspondiente, impide que la República considere a estas personas como responsables de estos hechos (…) Y es por eso, señores jueces, que de acuerdo con nuestra Constitución y con nuestras leyes (…) murieron y desaparecieron inocentes cada una de las personas que fueron torturadas y asesinadas bajo el sistema de terror implantado por los acusados”
Por otro lado, es muy interesante el texto: “Carta abierta a María Claudia Falcone a tres décadas de su último combate” escrita por su hermano, Jorge Falcone, donde le cuenta, imaginariamente a Claudia, cómo está el mundo hoy que ella no pudo ver.
Para cerrar este trabajo tomo las palabras de Vezzetti (1999) "en principio, moralmente, una sociedad debería hacerse responsable no sólo por lo que activamente promueve y apoya sino incluso por aquello que es incapaz de evitar…” y me pregunto, cómo hacemos, desde la Escuela, para formar jóvenes que puedan decir verdaderamente Nunca Más si yo, como educador, no le brindo la información necesaria para que pueda construir y ser parte de la memoria social.
BIBLIOGRAFÍA
NOTA: además de consultar el material entregado en el Curso: La historia reciente como desafío a la investigación y pensamiento en Ciencias Sociales, CAICYT CONICET (http://ecursos.caicyt.gov.ar), Argentina, también se consultó:
Crivelli, Sabina “La noche de los lápices: la cristalización del mito despolitizado” UNIrevista – Vol. 1, n° 3: (julio 2006) ISSN 1809-4561
Informe “Nunca Más” (1985). Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas Buenos Aires. EUDEBA.
Seoane, María.; Ruíz Núñez, H. 1986. La Noche de los Lápices. Buenos Aires, Editorial Contrapunto. Bs. As.
Raggio, Sandra. (2006) “La noche de los lápices: los tiempos de la memoria”. http://www.memoriaabierta.org.ar/noche_de_los_lapices_texto.html,
Vezzetti, Hugo. “Conflictos de la memoria en la Argentina. Un estudio histórico de la memoria social”, en Anne Pérotin-Dumon (dir.). Historizar el pasado vivo en América Latina. http://etica.uahurtado.cl/historizarelpasadovivo/es_contenido.php
Kriger, M. (2010) “Historia reciente e identidad nacional: La argentinidad como "epifanía" en las narrativas de los jóvenes, del Golpe al Cacerolazo” En La historia reciente como desafío a la investigación y pensamiento en Ciencias Sociales, CAICYT CONICET (http://ecursos.caicyt.gov.ar), Argentina.
Levín, F. (2010) “Violencia, trauma y el fenómeno de la memoria” En La historia reciente como desafío a la investigación y pensamiento en Ciencias Sociales, CAICYT CONICET (http://ecursos.caicyt.gov.ar), Argentina.
Hobsbawm, E (1998): “La historia de la identidad no es suficiente”, citado en Lorenz, F. (2010) “El pasado reciente en la argentina: las difíciles relaciones entre transmisión, educación y memoria” En La historia reciente como desafío a la investigación y pensamiento en Ciencias Sociales, CAICYT CONICET (http://ecursos.caicyt.gov.ar), Argentina.
Carnovale, V. (2010) “Memorias, espacio público y Estado: la construcción del Museo de la Memoria” En La historia reciente como desafío a la investigación y pensamiento en Ciencias Sociales, CAICYT CONICET (http://ecursos.caicyt.gov.ar), Argentina.
Kaufman, A. (2010) “Memoria, identidad y representación. Elementos para el análisis cultural del pasado argentino reciente” En La historia reciente como desafío a la investigación y pensamiento en Ciencias Sociales, CAICYT CONICET (http://ecursos.caicyt.gov.ar), Argentina.
Autor/es: | VIETTO, GREGORIO ESTANISLAO |