El infernal Güemes
De la memoria a la reminiscencia se visibilizan los pliegues del pasado donde se evoca la recuperación de la figuras a través del tiempo.
Apelar a los significantes de las luchas de los pueblos y de la restitución de los ausentes colectiviza la reflexividad de los procesos tácitos simbólicos que nominan los gestos emancipadores que reivindican la historia.
El Kairós del lenguaje abre la oportunidad polifónica de la comprensión fenomenológica del grito incipiente de libertad originado en Buenos Aires de 1810 y ratificada en Tucumán en 1816.
La nobleza del conocimiento y la generosidad en su democratización a través de la Prof. Estrella Mattia, ofrece la posibilidad de conocer y de rescatar del olvido en cada 17 de junio a través del recuerdo del General Salteño Martín Miguel de Güemes.
La Subsecretaría de Educación Superior agradece la dedicación y el compromiso ético de la escritura profunda de la historia del “Infernal Güemes”.
Subsecretaría de Educación Superior.
Mg Patricia Moscato.
El infernal Güemes
Estrella Mattia**
“En estos tiempos en que muchas veces confundimos todo, puede que se crea que el Senado aprobó un nuevo feriado, pero en realidad lo que se hizo fue algo mucho más trascendente: homenajear y reconocer, tal vez algo tarde, a quien constituye uno de los pilares de nuestra independencia. Esta decisión repara casi doscientos años de destrato a este gigante salteño. Sin él, sin su sacrificio, tenacidad, ingenio y patriotismo, todo hubiera sido distinto. Sin él, tal vez San Martín no hubiera podido poner en práctica su gesta emancipadora de medio continente. En la estrategia ideada por el Libertador, la contención de los realistas en la frontera norte de la Patria era crucial. La verdadera muralla humana que construyó Güemes con sus gauchos impidió que los ejércitos reales al Rey avanzaran hacia el sur y sofocaran el grito incipiente de libertad originada en Buenos Aires en 1810 y luego ratificada en Tucumán en 1816”. (Juan Manuel Uturbey. Gobernador de Salta, 2007/2019)
En acuerdo con lo expresado en 2016 por el entonces gobernador de Salta en defensa de la sanción de la ley 27.258 que declaró el 17 de junio como feriado nacional, esta acción legislativa acompañó la voluntad del poder ejecutivo y puso en acto la política de estado sostenida en los principios de Memoria, Verdad y Justicia.
En este sentido, esta fecha recuerda el día de la muerte de Martín Miguel de Güemes en el año 1821. Así, esta novel efeméride pretende rescatar del olvido al General salteño que organizó y lideró la defensa de la región del Noroeste contra el avance realista durante los primeros tiempos de la guerra por la Independencia de España. En consecuencia, reconstruir con la mayor veracidad posible el curso de su vida individual y contextualizarla en esos tortuosos y violentos años de la expansión revolucionaria en las regiones interiores de lo que fuera el Virreinato del Río de la Plata, resulta imprescindible para revisitar nuestra historia. De esta manera, visibilizar a Güemes desde el presente, e incorporarlo al panteón de los héroes fundadores de la nacionalidad oficia de acto reparador con aquel gaucho patricio devenido en defensor acérrimo e inclaudicable de la liberación de la metrópoli.
En definitiva, se buscó y se busca aún, cada 17 de junio, hacer justicia porque como bien se preguntaba Yosef Yerushalmi, “¿es posible que el antónimo de “el olvido” no sea “la memoria” sino la justicia?”. Probablemente la respuesta sea afirmativa, porque se hace necesario enmendar aquel acto político nefasto que se ocupó de borrarlo – o en el mejor de los casos de desdibujarlo- de las narrativas oficiales de la Historia Nacional.
Felipe Pigna, en una entrevista televisiva, realizada a propósito de la conmemoración de la efeméride, hizo una reflexión sobre su vida y lo difícil que fue ingresar en la lista de próceres nacionales. Incluso recordó que “Hubo una resolución del Consejo Nacional de Educación de 1907 que decía que no podía ser prócer porque era gaucho. Era un hombre muy incorrecto para la Generación del ’80: para los que escribieron la historia oficial”. (17/06/2020- Río Negro te acompaña- Canal 10)
La mala prensa siguió acompañando a Güemes hasta principios de siglo XX. Su vida y su obra va a comenzar a resignificarse. El responsable fue el historiador Bernardo Frías.
El grupo social dominante (la exclusiva y excluyente oligarquía salteña) no puede regalar una figura surgida de su propia entraña (…) Por milagro de la palabra, que lo somete al exorcismo, el caudillo pierde la piel de lobo y trepa al pedestal de la gloria promovido por su Homero lugareño. Frías lo reivindica, lo distingue de otros “famosos jefes de montoneras del sur (…), porque a diferencia de estos genios diabólicos”, don Juan Martín es “el jefe de gauchos honrados y valerosos”, y también “el jefe de la clase culta, ilustrada y pudiente; el gobernador de una sociedad distinguida y civilizada”. Mérito superlativo: en plena “revolución” controla y lidera “los dos elementos antagónicos por naturaleza”. Y salva el orden social “de las masas ignorantes e incultas de los campos” y las pone al servicio de la independencia. (1998:29)
Así, después de su sacralización provincial y regional, luego de haber obtenido mayor prestigio a partir de la publicación en 1905 de “La Guerra Gaucha” de Leopoldo Lugones, recién a principios de siglo XXI, se logró investir su figura a nivel nacional convirtiendo el 17 de junio en un mojón indiscutible para la construcción de la memoria colectiva.
Se ha escrito mucho sobre la vida de este joven y experimentado militar criollo. Desde “La Historia de Güemes” (1946) de Atilio Cornejo de la Academia Nacional de la Historia, hasta el clásico “Martín Miguel de Güemes. El héroe Mártir” (1998) de Luis Oscar Colmenares y el innovador “Güemes, el héroe postergado” (2021) de Alejandro Tarruella, pasando por las páginas que le dedicaron Pacho O´Donnell en “El Grito Sagrado: la historia que no nos contaron” (1998) y Daniel Balmaceda en su libro “Historias de corceles y de acero de 1810 a 1824” (2011), ocupa un lugar destacado “Los gauchos de Güemes” (2008) de Sara Emilia Mata.
Esta historiadora salteña, describe con suma claridad la base social en la que sostenía su autoridad y su gobernabilidad. La mayoría pertenecía a los sectores más excluidos de la sociedad de entonces: indios, mestizos, mulatos y blancos criollos pobres a quienes le decía que “por estar de vuestro lado me odian los decentes” que lo consideraban un traidor a su clase de pertenencia. Sin embargo, en la élite salteña hubo algunos sectores que lo apoyaban, aunque otros lo odiaban profundamente. No fue fácil, para quienes dependían del gobierno central de Buenos Aires, legitimar la designación de Güemes, en 1815, como primer gobernador de la provincia autónoma de Salta.
En un intento de conjurar la profecía de Juan Agustín García (H) que afirmó que “si nuestros próceres no interesan a las nuevas generaciones, es por culpa de nuestra ciencia histórica. A fuerza de perfeccionar el dibujo, la humanidad desaparece del retrato” (2007: 273), resulta imprescindible reivindicar al Güemes que se ocupó de la militarización y organización de los gauchos de Salta y Jujuy en lo que se llamó la División Infernal que constituyó el bastión de la defensa de la independencia frente a la constante ofensiva de los ejércitos realistas. Los Infernales fueron también el símbolo de las luchas revolucionarias populares, a quiénes dedicó sus últimas palabras cuando les dijo: “Voy a dejarlos, pero me voy tranquilo, porque se que tras de mí quedan ustedes, que sabrán defender la patria con el valor del que han dado pruebas”.
Gabriel Di Meglio (2020) sintetizó de forma magistral la relevancia que tuvo Güemes en el proceso de Independencia. Al respecto, indica que
La importancia de Güemes es fundamental en el plano militar, en tanto y en cuanto a partir de 1814, queda a cargo de las que se convirtieron luego en las fronteras entre los territorios revolucionarios y los territorios en manos de los realistas. Y lo es sobre todo a partir de que en 1816 son vencidas, en su mayoría, las guerrillas altoperuanas que luchaban a favor de la revolución. Por lo tanto, el sistema de guerra de guerrillas que condujo Güemes en Salta y en Jujuy se convirtió en una herramienta muy eficaz que le permitió a la revolución custodiar la frontera norte, y le permitió al General San Martín elaborar el proyecto para atacar a los realistas en Chile y no ya en el Alto Perú (como se había hecho hasta entonces) para, después sí, avanzar hacia Perú; un plan que termina saliendo bien y que permitió la destrucción de los baluartes de poder realista en el sur de América. En este sentido, es evidente que sin la llamada Guerra Gaucha en el norte argentino, la guerra de la independencia no podría haber sido ganada. Más que las acciones militares en sí mismas, lo que resulta clave es que las fuerzas de Güemes obligan a las tropas realistas a tener que evacuar Salta y retornar al Alto Perú. Los combates en general fueron de bastante poca envergadura, más allá de lo relevantes que hayan sido para ese estilo de guerra. (2020:11)
Sin embargo, a pesar de su compromiso político para defender la autonomía provincial sin por ello oponerse a la clase dirigente porteña, Güemes fue traicionado por los integrantes de su propia clase social. Los funcionarios del cabildo, en su ausencia, lo acusaron de tirano, lo declararon depuesto e intentaron negociar con los españoles para entregarlo.
A su regreso, fue herido de muerte el 7 de junio de 1821 en la ciudad de Salta, tras sufrir una emboscada perpetrada por soldados españoles que hacía días que lo buscaban para capturarlo. Con el apoyo de sus soldados, pudo huir hacia las serranías cercanas. Allí, en un lugar llamado Quebrada de la Horqueta se resguardo junto a un pelotón de sus gauchos, quienes se ocuparon de cuidarlo hasta que, finalmente, diez días después, se produjo su fallecimiento como consecuencia de una infección generalizada e incontrolable (en aquellos tiempos y en esas circunstancias). Tenía sólo 36 años.
El borramiento de su presencia y de su accionar fue casi inmediato. La Gaceta de Buenos Aires, alejada de su ideario revolucionario fundacional y convertida, en aquellos años, en el instrumento periodístico de la facción unitaria, el 19 de julio informó a sus lectores que “Murió el abominable Güemes al huir de la sorpresa que le hicieron los enemigos. ¡Ya tenemos un caique menos!”. Con esta noticia quedó oficialmente inaugurado el camino hacia el olvido que habría de recorrer el “peligroso” e indisciplinado general.
Cómo no condenar al olvido a quien había declarado, din dudarlo, en una carta dirigida al Capitán español Pedro Olañeta, -que había sido enviado por sus jefes a sobornarlo en 1816-, cuando la revolución rioplatense era la única que resistía a la decisión política tomada por el restituido Fernando VII de recuperar los territorios coloniales insurrectos, que “A nada temo, porque he jurado defender la Independencia de América, y sellarla con mi sangre. Todos estamos dispuestos a morir primero, que sufrir por segunda vez una dominación odiosa, tiránica y execrable”.
Sin embargo, no fue una empresa exitosa, porque aunque los notables intelectuales-predominantemente de origen porteño- pusieron empeño para borrar sobre borrado, con el objetivo de hacer desaparecer cada uno de los hechos que protagonizó y cada una de las ideas que pensó y cada una de las palabras que pronunció y escribió, los hacedores de la patria republicana y liberal no pudieron embestir a la historia y Güemes terminó por emerger, de la mano de aquellos historiadores encargados de recuperar de los pliegues del pasado a los anónimos, a los innombrables y a los ausentes para restituirlos y volver a ubicarlos de donde nunca debieron irse: de las historias de las luchas de los pueblos por su liberación.
Pintura de portada: Óleo sobre tela por M. Prieto. No se conocen retratos hechos en vida de Güemes.
Bibliografía
Balmaceda, Daniel (2011). Historias de corceles y de acero de 1810 a 1824. Sudamericana. Buenos Aires.
Colmenares, Luis Oscar (1998). Martín Güemes. El héroe mártir. Sudamericana. Buenos Aires.
Cornejo, Atilio (1946). Historia de Güemes. Academia Nacional de la Historia. Espasa Calpe. Buenos Aires.
García, Juan Agustín (2006). La ciudad indiana, sobre nuestra incultura y otros ensayos. Universidad de Quilmes. Buenos Aires.
Mata, Sara Emilia (2008). Los Gauchos de Güemes. Sudamericana. Buenos Aires.
Mendoza, Maximiliano (2020). Entrevista a Gabriel Di Maglio. Sin la Guerra Gaucha, la independencia no podría haber sido ganada. Diario Página 12. 17 de junio de 2020. Buenos Aires.
O´Donnell, Pacho (1998). El grito sagrado. La historia que no nos contaron. Sudamericana. Buenos Aires.
Pomer, León (1998). La construcción del imaginario histórico argentino. Editores de América Latina. Buenos Aires.
Tarruella, Alejandro (2021). Güemes. El héroe postergado. Editorial marea. Buenos Aires.
Yerushalmi, Y. y otros, (1998). Los usos del olvido. Nueva Visión. Buenos Aires.
** Profesora de Historia y Educación Cívica. Licenciada en Historia. Diplomada en Ciencias Sociales. Especialidad: Sociología (FLACSO).Postitulada en Investigación Educativa de La Universidad Nacional de Córdoba. Postitulada en “Formador Superior en Investigación Educativa” Instituto Superior del Magisterio nº 14- Ministerio de Educación de la Provincia de Santa Fe. Postgrado en “Nuevas Infancias y Juventudes”, UNR/UNL/UNER. Docente en escuelas medias de la provincia de Santa Fe, en las escuelas preuniversitarias de la UNR, en institutos superiores de formación docente y en posgrados y postítulos afines a la titulación. Capacitadora en distintos proyectos de fortalecimiento de la función docente en la jurisdicción provincial y en programas de capacitación de carácter nacional. Publicación de diversos artículos inherentes a la especialidad en revistas especializadas.
Autor/es: | LEONETTI, GISELLE EDIT |