Educar en clave de género.
¿Qué sería de la vida si no tuviéramos el valor de intentar algo nuevo?
Vincent van Gogh. (1853-1890).
La mirada transformativa de la realidad revela las movilizaciones más profundas que subjetivizan los encuentros, donde la educación interpela y al mismo tiempo habilita nuevos sentidos.
La invitación a reflexionar desde las penumbras de los prejuicios y las sombras de las profesìas evoca a resignificar los interrogantes de Hannah Arendt …¿Cuánto la educación tiene que ver con el amor por el mundo, de tal modo que educamos para que el mundo perdure más allá de nosotros mismos?; ¿y cuánto la educación tiene que ver con el amor por los demás, hasta tal punto que educamos para que esos “demás”, esos otros, no queden librados a su propia suerte?.
Poner en marcha la interpelación de mandatos sociohistóricos propone seducir la ruptura de perpetuidades que necesitan de atajos para transformarse. Es allí donde la Dra Carina Cabo, profesora jubilada del ISEF N° 11, ISFDN °16 e IPPM N° 5032 de la ciudad de Rosario ofrece al colectivo del nivel superior la producción “Educar en clave de género”. La autora convida a repensar desde su decir… “La deconstrucción, ese proceso que rompe con concepciones, discursos y prácticas hegemónicas será un proceso que llevará años, especialmente porque muchos aún no lo ven como un problema”.
¡Muchas gracias Carina por el convite reflexivo al colectivo del nivel!
Subsecretaría de Educación Superior.
Mg Patricia Moscato.
Educar en clave de género.
El enfoque de género es una mirada por sobre los sujetos que no deriva de la diferencia biológica del sexo, sino, por el contrario, refiere a los roles, los derechos, los recursos e intereses de mujeres y hombres; son construcciones culturales y sociales y, por lo tanto, pueden cambiar con el tiempo.
El machismo está inserto y enraizado en nuestra cultura, en los valores, en el lenguaje y en las costumbres. Creemos que el hombre, fuerte, capaz y prepotente puede enfrentar la vida cotidiana sin inconvenientes y que la mujer, por el contrario, débil, incapaz y sumisa, no podrá afrontar los inconvenientes que se le pongan en el camino.
Esta ideología, afianzada y arraigada en las creencias, en las prácticas sociales y en el lenguaje, promueve estructuras familiares patriarcales y relaciones verticalistas que, generalmente, son sostenidas por todos, hombres y mujeres.
Solemos considerar que la agresión física o psicológica es propia de un sector social, no educado, con costumbres ancestrales que las replican en el tiempo debido a su falta de instrucción. Quizás, algo de esto hay para que tantos hombres crean ser “dueños” de su mujer; cuestiones culturales que encierran costumbres atávicas a pesar de la evolución que ha tenido la sociedad.
Imagen de publicidad de zapatillas en un parada de colectivos
No obstante, hace un tiempo, en Medellín (Colombia), una publicidad de zapatillas que decía: “no están hechas para correr, están para dar patadas en el trasero” con una imagen más que elocuente, un varón pateando a una mujer. Me extraña que publicistas, profesionales educados, formados e instruidos puedan llamar la atención del público con un mensaje de este tipo. No caben dudas que el producto a vender me quedó en la retina y en el inconsciente, objetivo primordial del afiche; pero, me pregunto, ¿cómo leerán los adolescentes, quienes usan esas zapatillas, ese mensaje? ¿Podrán separar la idea del trato diario para con su mujer, para con su novia o compañera de estudios?
La violencia de género no sólo es provocada por golpes físicos, sino que también las sostenemos desde formatos culturales que creemos válidos, la cual incluye violencia psicológica y verbal, ya establecidas en nuestra forma de relacionarnos.
Sólo si desnaturalizamos el lenguaje y si reformulamos ciertas prácticas, podremos cambiar la mirada por sobre la mujer, hoy protagonista de ámbitos públicos y privados.
La historia nos condena
En la historia hay cientos de relatos racistas, misóginos o con marcas de violencia de género. Hesíodo, 700 años antes de Cristo, en su obra Los trabajos y los días, escrita para su hermano Perses acerca de las labores de un agricultor, sostiene que la mujer “es la fuente del mal, un castigo eterno para los varones, aunque un mal necesario que puede ser útil para la realización de los quehaceres del hogar”; también asevera: “no engañe tu mente una mujer de trasero emperifollado, susurrando palabras seductoras mientras busca tu granero; quien confía en una mujer, ese confía en los ladrones” Y, además, la reduce a un objeto cuando escribe: “Antes que nada, consigue una casa, una mujer y un buey” No obstante ello, para analizar esos dichos hay que comprender la organización productiva de la época.
Platón no queda fuera del cuestionamiento. Si bien en su obra La república plantea cierta igualdad de género, grafica que “a los hombres que se distingan por su excelencia en la guerra, se les concederá la recompensa de acostarse a menudo con mujeres con el pretexto de tener hijos” Pareciera que las convierte en un objeto pasivo para divertir a los premiados.
También Rousseau en su escrito de 1762 – El Emilio o de la educación- describe a la mujer “como suave lazo de paz y castas guardadoras de costumbres”
Grandes pensadores legitimaron la superioridad del hombre. No escapan a ello Marx y Engels, Shopenhauer, Kant, entre tantos otros. Sin embargo, es dable aclarar que las obras literarias o filosóficas son composiciones imbricadas a una época determinada.
Los cuentos infantiles no escapan esa lógica. Hace unos meses, se cuestionó uno de los cuentos de los hermanos Grimm que inundaron las infancias de los últimos doscientos años. Blancanieves, un cuento escrito en 1812, es besada por un príncipe a fin de ser despertada, pero sin su consentimiento. Esto puso en tapete algunas cuestiones epocales que manifiestan costumbres patriarcales.
Los cuentos de hadas tradicionales tienen personajes aterradores e historias lúgubres. Hansel y Gretel, por ejemplo, cuenta la historia de dos hermanos, criados por una madrastra, quien convence al padre que los abandone en el bosque debido a la extrema pobreza en la que vivían. Al escuchar los niños lo planificado, cuando los llevaron al entramado de árboles, marcaron el caminito con piedras y eso les permitió volver. La segunda vez, lo hicieron con migas de pan, pero los pajaritos comieron sus marcas y quedaron en medio del arbolado. Hansel estuvo a punto de ser comido por una bruja malvada, quien obligaba a Gretel a hacer las tareas del hogar y a engordar a su hermano para poder comerlo.
Cenicienta es otro claro ejemplo de servidumbre y esclavitud. Otra madrastra malvada la obliga a quehaceres domésticos y la encierra para que no asista a la fiesta del príncipe. Las hadas harán lo suyo para que todos los relatos terminen con un final feliz.
El cuerpo es mucho más que el objeto más deseado. La idea de cuerpo- máquina, propio de la modernidad, fue superada por la de cuerpo- entramado, planteada por Denise Najmanovich; quien señala que, si bien se gesta en la biología; es decir, se desarrolla en el intercambio permanente de materia y energía con su medio ambiente, también se forja en los encuentros afectivos con otros que crece en un mundo de sentido. Por tanto, si bien es muy difícil romper con los moldes en los cuales nos fuimos acomodando a lo largo de nuestra vida, es necesario analizar a Blancanieves como metáfora y por qué no dejar de mirar a Barbie[1] como la mujer ideal podrá ayudarnos a educar mujeres y varones plenos y abrir la mirada para tomar conciencia que una vida sin goce es una vida sin cuerpo.
Algunas películas de Disney ya habían sido puestas en discusión, tales como Dumbo, los Aristigatos y Peter Pan, entre otras; y, con buen tino, la marca comenzó a aclarar que el contenido tiene representaciones negativas o estereotipos incorrectos.
Sin embargo, desde que las niñas son muy pequeñas, las desigualdades de género socavan su capacidad de ejercer sus derechos. De hecho, hasta hace unas pocas décadas, algunas de las lecturas de las niñas era esta poesía de autor desconocido:
Casaté
Maire, quiero casarme.
Que me muero por tené
lo que tienen otras niñas,
argún arguien de mi gusto,
un güen hombre a quien queré.
-Si ese es tu deseo m'hija,
¡casaté!…
Lo primero serán mieles,
lo úrtimo te sabrá a hié.
Te querrá harto tu hombre.
¡Cómo no ti ha de queré!
la noveá es pal marío
lo que es el alfa pal güey.
Dispués llegarán los hijos
y allí te tendré de vé,
como me vide yo misma,
como se ve tóa mujé.
Entónce pué que te pase
lo que a la probe Isabé,
que con el trajín del día,
al hombre con sus caricias
no lo pué ya distraé.
Y como la probecita
ya su hembra no pué sé,
porque tiene la faena
de los güeñis que atendé,
el indino pa otra güeya
enderieza su caballo
en busca de otra mujé.
Aquí tenís a tu maire
destroncá y envejecía
a juerza de padecé.
Ahí tenís a la Florinda
con seis o siete chiquillos
sin qué dales de comé.
Ahí la tenís…
¡Casaté!…
La niña tiene veinte años,
y aunque lo que oye a su madre,
sabe que ha de suceder,
cierra los ojos y dice:
– La vía… la vía, maire,
tan indina no pué sé…
no pretienda contrariarme…
-Güeno, m'hija. ¡Casaté!…
Esta poesía que leían las jóvenes de los años ´50, sumada a las costumbres enraizadas en el machismo constituían mujeres de escasas herramientas para enfrentar una cultura patriarcal. Es por ello por lo que también es interesante recorrer algunos libros de los primeros grados de mediados de siglo XX:
Imagen S/R
A su vez el Digesto escolar de 1920 proponía como útiles escolares para niñas
Imagen extraída de: Pineau (2008), Aseo y presentación. Un ensayo sobre la estética escolar, Bs As, Flacso
Sin embargo, ya en el siglo XXI, precisamente en este año, si escribimos en Google: juguetes de niños y juguetes de niñas, la respuesta será la que, respectivamente, les dejamos a continuación:
Imagen/captura de pantalla extraída de Google
Imagen/captura de pantalla extraída de Google
Esto implica que aún, en estos días, sigue habiendo una mirada sexista incluso con los juguetes. Se supone que el varón juega con autos, camiones, aviones y materiales de construcción y una niña con muñecas, maquillaje y juguetes estereotipados según el sexo.
Por tanto, asegurar la igualdad de género entre niños y niñas significa no sólo que ambos tienen las mismas oportunidades para acceder a la escuela, así como durante el transcurso de sus estudios. Implica acompañarlos en construir un pensamiento crítico
Respecto de ello, el Observatorio de igualdad de género de América latina y el Caribe (CEPAL), sostiene que la autonomía de las mujeres es un factor fundamental para garantizar el ejercicio de sus derechos humanos en un contexto de plena igualdad. El control sobre su cuerpo (autonomía física), la capacidad de generar ingresos y recursos propios (autonomía económica) y la plena participación en la toma de decisiones que afectan su vida y su colectividad (autonomía en la toma de decisiones) constituyen tres pilares para lograr una mayor igualdad de género en la región.
Hablar de autonomía, en relación con el género, es pensar en el grado de libertad que una mujer tiene para poder actuar de acuerdo con su elección y no con la de otros. En tal sentido, hay una estrecha relación entre la adquisición de autonomía de las mujeres y los espacios de poder que puedan instituir, tanto individual como colectivamente. La dimensión de reconocimiento se vincula directamente a la subordinación cultural y social de ciertos grupos debido a su posición o estatus. En el marco de la supremacía del patrón androcentrista dominante, lo femenino es depreciado y se privilegian y valoran los rasgos asociados a la masculinidad.
Tenemos que abrir los ojos, pasar el discurso al acto y no creer que ya está todo superado; este tema requiere mucha reflexión aún. La mujer no es un “objeto” a admirar; pero para ello, no sólo el hombre, sino somos cada una de nosotras quienes debemos tener claro qué queremos para nuestra vida, si vendernos sólo como una hembra o mostrarnos como una verdadera mujer, con lo que esta palabra significa, proclamando respeto e igualdad, nada más ni nada menos. Nadie más que cada mujer es la que debe defender derecho a vivir la vida, con sus proyectos e intereses, como le parezca más adecuado.
Planificar avanzar hacia un nuevo parámetro cultural, que permita un nuevo contrato social, es plantear el desplazamiento de la violencia y sustituirla con este otro modelo estratégico que tenga un impacto real sobre la realidad; es promover líneas de investigación para profundizar sobre la naturaleza, causas y consecuencias de la violencia y en nuevas propuestas de intervención que permitan avanzar en su erradicación. Estas líneas de trabajo, responsabilidad del Estado, sin dudas, también necesita de la toma de conciencia de la sociedad civil a fin de romper con una visión cristalizada en una sociedad que replica estereotipos definidos de antemano. Asegurar la igualdad de género entre niños y niñas, significa educar en las mismas oportunidades, los mismos derechos y deberes, desafío para continuar en la senda de los derechos humanos, con plena inserción en la sociedad en igualdad de condiciones entre hombres y mujeres.
La deconstrucción, ese proceso que rompe con concepciones, discursos y prácticas hegemónicas será un proceso que llevará años, especialmente porque muchos aún no lo ven como un problema.
Ahora bien, quienes educamos, padres, madres, tías, abuelos y docentes, todo adulto responsable de las infancias, tenemos la obligación de sentarnos junto a nuestros niños y niñas a leer cuentos o mirar películas, pero críticamente. Esto es, cuestionando los roles o las costumbres que allí se relatan. Será nuestra función explicar el contexto socio- histórico en el que fue escrita esa obra e intentar fomentar otras versiones.
Una antropóloga rosarina, Julia Broquet, escribió el libro: Rosalía y el revés de las cosas, donde cuenta la historia de una niña en situación de esclavitud, que vive en tierras santafesinas en 1810. Estos relatos cotidianos de infancias afrodescendientes, entre otros, pueden servir para que otros niños y niñas conozcan que: “Si la historia la escriben los que ganan, eso quiere decir que hay otra historia: la verdadera historia, …”[2]
La alfabetización y las cuestiones de género
Al igual que otras temáticas, el analfabetismo está en estrecha relación con una cuestión de género. Las cifras dan cuenta que el atraso es mayor en mujeres y niñas. Entre los numerosos obstáculos que les impiden ejercer su derecho a estudiar y obtener un título, se destacan la pobreza, el aislamiento geográfico, la pertenencia a una minoría, la discapacidad, el matrimonio y el embarazo precoces, la violencia de género y las actitudes tradicionales relacionadas con el papel de las mujeres. Por dar un ejemplo, en Egipto, un censo de población (2017) reveló que, de 18,4 millones de egipcios analfabetos, 10,6 millones eran mujeres o en Mozambique un 31% de mujeres son analfabetas en contraposición al 15 % de hombres de toda la población. Por tanto, la alfabetización puede permitir que niñas y jóvenes tomen conciencia de otras problemáticas que las incumben, tales como matrimonios precoces, violencia de género o participación política, no sólo en los países mencionados, obviamente.
Aún existen, grandes desigualdades de género en el acceso y permanencia de las niñas en las escuelas ya que son ellas, en general, las más desfavorecidas. Y, a pesar de los logros alcanzados, existe un mayor número de niñas que de niños sin escolarizar. El Instituto de Estadística de la UNESCO señala que, en el mundo, 16 millones de niñas nunca irán a la escuela y, además, que las mujeres representan dos tercios de los 750 millones de adultos que carecen de conocimientos básicos de alfabetización.
La Agenda mundial Educación 2030 reconoce que la igualdad de género requiere un enfoque que "garantice no sólo que las niñas y los niños, las mujeres y los hombres obtengan acceso a los distintos niveles de enseñanza y los cursen con éxito, sino que adquieran las mismas competencias en la educación y mediante ella"
Crear programas de alfabetización dirigidos a las mujeres y mejorar sus capacidades puede propiciar cambios significativos. En muchos casos, las mujeres son sostén de hogar; entonces, educarse les permite encontrar o mejorar un trabajo, acceder a bienes materiales y simbólicos; en definitiva, redunda en el bienestar de sus hijos.
Necesitamos aulas donde los niños y niñas partan de la igualdad y problematicen la realidad, donde propongan cambios para su barrio; pero, para ello, es necesario un docente que sostenga que alfabetizar es reconocer las individualidades y las subjetividades de sus alumnos, cuyas trayectorias son distintas a otras instituciones. Debemos romper con la idea que todos los alumnos actuarán de la misma manera porque todos tienen la misma edad o que cursarán en tiempo y forma la escuela. Identificar las problemáticas de sus contextos permitirá buscar otras formas alternativas de enseñar para que puedan aprender de la mejor manera posible.
Hoy por hoy, el ritmo rápido en las aulas, la imprevisibilidad, donde suceden hechos que no están previstos e imponderables, hacen que, algunas veces, se quiera cumplir con los contenidos antes de reflexionar acerca de algunos temas importantes al interior de la escuela, de “esta escuela” y de “estos estudiantes”, con particularidades, tan diferentes a otros educandos.
Alfabetizar es comprometerse con el otro, es ser parte del andamiaje necesario para que ese niño o niña pueda descubrir e interpretar el mundo; un mundo más igual para todos y todas.
Carina Cabo es Doctora y Profesora en Ciencias de la educación (UNR), Profesora en Filosofía, Psicología y Pedagogía, Especialista y Diplomada en Gestión educativa (FLACSO), Especialista en TIC y Educación Superior. Autora de los libros: La escuela… ¿Para qué?, Escuelas reales en tiempos digitales y Escuelas ondulantes. Enseñar y aprender para aprender a enseñar. Fue Secretaria de cultura y educación de Rosario
[1] La muñeca Barbie es la imagen principal de la marca y accesorios Mattel, es un personaje muy importante dentro del mercado e incluso dentro de la cultura de los juguetes desde hace más de sesenta años y ha sido objeto de numerosas controversias y demandas.
[2] Canción de Litto Nebbia
Autor/es: | LEONETTI, GISELLE EDIT |