De Rebeliones populares y otras insurrecciones urbanas…
“Mayo en el sur tiene la humedad, el sol y la lluvia de los otoños sin tiempo…. pero también tiene la memoria de los días presurosos de las revoluciones postergadas en Tucumán, Corrientes, Rosario, Córdoba…”
El mayo francés en 1968, había de algún modo marcado el comienzo del fin del boom de la segunda posguerra, y la interrupción de un crecimiento signado por los bajos costos del petróleo, la organización fordista del trabajo, junto a la implementación de políticas de Estado que garantizaban la seguridad social y el pleno empleo; dieron lugar a sucesivas crisis sistémicas capitalistas.
En la Argentina, el onganiato (la dictadura militar presidida por Onganía) y la vigencia del estado burocrático autoritario (EBA), llevaba a delante planes de racionalización en la economía que tenían que ver con suspensión de convenios colectivos de trabajo, y con nuevas normas laborales, que prohibían la actualización salarial. Esto, incluía entre otras medidas el cierre de los ingenios azucareros en Villa Ocampo, (Santa Fe), y en Villa Quinteros (Tucumán). El cierre de los ingenios se daba en el marco de un plan estratégicamente planificado entre la Gendarmería y la Policía Federal, procediéndose a clausurar las unidades de producción, desmantelando luego todos los medios de producción, y reprimiendo toda resistencia posible por parte de los trabajadores que se atrevieran a defender su fuente laboral. Las puebladas /insurrecciones que se activaron a partir de estas medidas, fueron el prólogo de masivas protestas populares, iniciando una etapa de levantamientos que podemos denominar el Mayo argentino de 1969: Tucumán, Corrientes, Rosario, y Córdoba. Desde 1969, la agudización de los conflictos sociales, hizo que el espiral de violencia se acelerara, dando lugar a procesos de cambio en las estructuras sindicales, en el estudiantado, y en los partidos políticos. Estos en su conjunto expresaron el descontento, la bronca, por la crisis económica y social, la opresión política y sindical, la pérdida de conquistas sociales de los asalariados, y la ilegitimidad en el sistema político de representación.
El 15 de Mayo de 1969 la policía de Corrientes, por orden del gobierno, reprime una manifestación estudiantil que exigía la reapertura del comedor estudiantil ante el cierre del mismo, entre otros puntos, asesinando al estudiante Juan José Cabral. Luego de estos acontecimientos, en las facultades de Rosario, se tensionaba el clima social, con la realización de numerosas asambleas estudiantiles, y marchas por las calles del centro de Rosario. Cuatro mil estudiantes secundarios y universitarios, junto a obreros congregados en torno a la CGT de los Argentinos (dirigida por Raimundo Ongaro) inician una marcha. La Policía Provincial, la Gendarmería y la Policía Federal intentan reprimir pero no lo logran, en ese contexto los obreros y los estudiantes construyen barricadas, quemando colectivos y autos. Se le da la orden al Segundo Cuerpo de Ejército que continúe con la represión, y es en ese marco donde hieren de muerte al estudiante Luis Blanco, provocando la reacción popular. El Ejército declara el estado de sitio, y el 23 de Mayo la CGT convoca a un paro general. Estudiantes, obreros y sacerdotes cada vez más politizados y comprometidos socialmente, (sacerdotes tercermundistas) integran de esta forma, un nuevo colectivo social de lucha y protesta social, que explotará en Córdoba, el 29 de Mayo, cuando los estudiantes universitarios y los obreros principalmente de las industrias automatrices, salen a la calle a reclamar por el sábado inglés entre otras tantas reivindicaciones sociales.
Las dos CGT nacionales decidieron una huelga general para el 30 de Mayo, porque Onganía se negaba a restablecer la negociación colectiva y la actualización salarial, suspendidas en el ´67. En Córdoba lo adelantaron un día y adoptaron la modalidad propuesta por Agustín Tosco del Sindicato de Luz y Fuerza, que implicaba el abandono de los lugares de trabajo desde las 10 hs hasta el día siguiente -es decir por 36 hs, en lugar de 24- y la movilización hasta un acto en el local de la CGT.
Las columnas que marchaban pacíficamente fueron detenidas en puntos estratégicos, por parte de la Policía Provincial y Federal que comienzan a atacarlos para evitar que lleguen al centro. Esto desembocó en una generalización de la protesta. Los manifestante hacen retroceder a las fuerzas policiales, y finalmente la intervención del ejército, provoca una veintena de muertos, inaugurando un tiempo donde la radicalización de la protesta social se va a caracterizar por la ocupación de las fábricas, y una activa movilización popular (no solo participan de estas protestas los trabajadores sindicalizados sino también que lo van a hacer aquellos no lo están, junto con a empleados públicos, docentes, funcionarios judiciales, pequeños comerciantes, entre otros).
El Cordobazo había pasado, sin embargo marcaría el final del onganiato y un nuevo comienzo para el país signado por la violencia política y social. Dice al respecto Pilar Calveiro: “[…] que el Cordobazo con ciertos aires del Mayo francés, tuvo una violencia inusitada […], y que la política desaparecida, cuya vida había subsistido de forma subterránea, reaparecía a pedradas y a tiros[…]”
Autor/es: | MONTENEGRO, LILIANA MAURICIA |