Cartas sobre la mesa
No
las palabras
no hacen el amor
hacen la ausencia
si digo agua ¿beberé?
si digo pan ¿comeré?
(…)
¿de dónde viene esta conspiración de invisibilidades?
ninguna palabra es visible.
En esta noche, en este mundo, ALEJANDRA PIZARNIK
¿Lo epistolar como género o un procedimiento amoroso en la literatura?
El procedimiento epistolar en la literatura. ¿Un monólogo o un poema en forma de carta?
A partir de nuestra experiencia en los talleres del Plan Nacional de Lecturas Santa Fe, específicamente los llamados “La Postina” y “Si tuviera que escribirte”, nos permitimos considerar que la correspondencia entre las cartas y la literatura es tan esencial como el aroma lo es a las flores.
Las “cartas” del modo en que sencillamente se las denomina en el discurso cotidiano, encubren cuestiones enigmáticas sobre las cuales aventuraremos algunas conjeturas.
El tiempo
Uno de los enigmas es en relación al tiempo, y se ciñe sobre una paradoja. Las cartas están signadas temporal y espacialmente, el espacio denota la distancia y el tiempo las ordena, a la vez que acontecen fuera del tiempo.
¿Qué nos lleva a leer cartas? Posiblemente, como lo expresa el Sr. Federico Moraes –uno de los protagonistas de la correspondencia que tiene lugar en el cuento Sobremesa de Julio Cortázar- es el deseo de recuperar el verdor perdido, sentirnos menos usados por el tiempo. ¿Cómo lograrlo? A partir de la construcción de los recuerdos comunes presentes en la memoria de los escribientes, y que son repetidos en las cartas tal como se los recuerda; seguramente en otra escala, en otro tiempo, nítido y lejano, igual que en un sueño. ¿Por qué ocurre esto? Porque todos los aspectos subterráneos dejan de lado el tiempo. Tanto el subconsciente, como el sueño y la muerte, son elementos atemporales.
Referir al tiempo es hablar de demora, y la demora es lo que permite construir “ese algo del orden de lo imaginario” que llena el intervalo de la espera. ¿Acaso en las sociedades contemporáneas, en donde el tiempo es trabajo, consumir y destruir, no resulta necesario “recuperar la demora”, la dimensión de la vida contemplativa? Las cartas recuperan el tiempo con aroma, porque en ellas revive el aroma del tiempo.
El destinatario
Un segundo enigma se relaciona con el destinatario. Cabe preguntarnos si la carta va dirigida verdaderamente a un otro, o se constituye en términos de soliloquio.
En ciertos momentos las epístolas nos permiten recuperar en diálogos que sostenemos con nosotros mismos, monólogos, pasajes de nuestra biografía porosos al olvido y tornar presente las ausencias. Presencias que cobran forma cuando la palabra comienza a delinearse en el papel.
Juan José Saer, en uno de sus ensayos presentes en el libro Concepto de ficción, entiende que el epistolar no es un género, sino un procedimiento, un modelo de organización peculiar –con estructuras precisas y un modo de oscilación limitado- del que se valen diferentes géneros (novelas, textos de carácter filosóficos, poesías). Declara el autor: “El procedimiento de la carta es un pretexto para encubrir un monólogo”.
¿Qué sucede a la hora de abordar la carta en el contexto escolar? Ese monólogo que resulta de un diálogo con uno mismo, puede ir al encuentro de lo infinito, lo que acontece fuera del tiempo, incomprensiblemente, es la esencia de la imaginación.
La ilusión
El último enigma al que haremos mención se vincula con la ilusión.
El comienzo del libro-álbum “Intercambio cultural”, de la autora Isol, sucede de la siguiente manera:
Hacía seis horas que Julito miraba T.V.
Ya estaba por dormirse sentado cuando un anuncio lo despertó: INTERCAMBIO CULTURAL. CAMBIE SU LUGAR POR EL DE UN CIUDADANO EXTRANJERO POR UNA SEMANA. ¡VIVA OTRA VIDA!
Julito pensó: ¡Qué interesante! Y luego pensó un rato más
Decidió ir a África: allí parecía haber mucha acción.
Escribió una carta muy prolija
Y pegó una foto suya en la que le parecía estar muy elegante…
Julito, en estado de ensoñación, escribe una carta; la cual dará lugar a un intercambio cultural. Y así es como Bombo –un elefante- llegó a ver la tele a la casa de Julito, y Julito pudo pasar una semana maravillosa en la selva africana. La carta, en este relato, es el pasaje para habitar el paisaje fantaseado.
Al parecer no hay inconveniente alguno para abordar la lectura de textos que incluyan el procedimiento epistolar en todos los niveles de la escolaridad; inclusive en el nivel inicial, con niños y niñas de temprana edad, en cuyos discursos lo real no es el objeto de la representación sino el espacio donde un mundo fantástico tiene lugar. Por el contrario, quizás escribir cartas para habitar lo poético, lo ficcional resulte un camino amable hacia la lectura y la escritura.
¿Y qué decir de la ilusión que guardan las cartas de amor?
“Siempre me gustaron los libros que reproducen las cartas que N le mandó a C y que J le mandó a A. Cartas de amor o ingenio. O de amoroso ingenio. Cartas que atesoran gotas de dolor contenidas en palabras que son precisas como espinas. O en las que las personas dicen quiénes son, recorriendo hechos aislados de sus vidas destacando un pequeño fragmento del día, de la semana o del mes. En cada carta, siempre hay palabras que se escapan de su destino de tinta y papel. Un lugar donde la roca se quiebra y asoma la piedra preciosa. Es ahí donde la blancura de la página se separa del renglón azulado y aun con las alas partidas, levanta vuelo”
Poema Nº16 Si tuviera que escribirte (2017). Alejandra Correa / Cecilia Afonso Esteves. Ediciones La Terraza
En diferentes oportunidades el discurso amoroso se presenta como un bordado que gira constantemente alrededor de una figura imposible. En las misivas que Kafka envió a Milena, durante sus tres últimos años de vida, se revela una conmovedora historia de amor, un tipo de vínculo que nace a partir de la palabra. Ella era casi una desconocida, un personaje en muchos sentidos inventado por las cartas mismas. Ricardo Piglia sostiene que: “La correspondencia es la gran intriga de la relación sentimental, pero en el caso de Kafka asistimos a una variante. Se da a leer no solo para seducir, sino también para mantener la distancia”. El autor de La Metamorfosis menciona en su correspondencia el engaño que presentan las cartas, tanto las ajenas como las propias; dado que se trata de una relación entre fantasmas, el del destinatario y el propio. Escribe también: “Uno puede pensar en una persona ausente y puede tocar a una persona presente, todo lo demás siempre supera las fuerzas humanas”, y agrega que los besos son bebidos (absorbidos) por fantasmas en el camino.
La relación fantasmagórica se va gestando bajo la mano que escribe manifiesta Kafka. El fantasma es para el psicoanálisis una producción imaginaria que responde al deseo de obtener una satisfacción que la realidad no proporciona. Tal es el caso, especialmente, en la relación que tiene cabida en el cuento “Mi vecino”, en donde en una casa vivía ella y en la otra, su vecino. Un día ella recibe una montaña de cartas y su vida se colma de amor.
Si prestamos atención a las primeras cartas que solemos encomendar a los niños y niñas advertiremos como, lejos de luchar contra lo fantasmal, solemos alimentarlo; inclusive antes de alcanzar el dominio de la escritura, acostumbramos a proponerles a los pequeños escribir cartas al Ratón Pérez, la luna, a los duendes, a Papá Noel, etc.
Las cartas, esas que añoramos, permiten que el recuerdo, en palabras de Juan José Saer, avance “desde las bambalinas negras hacia el círculo errático de luz en el gran escenario de la mente”, que tenga un lugar la revelación de ese recuerdo que no tenía de qué acordarse y se convierta en una imagen sólida a partir de la palabra que la nombra.
En un pasaje de la novela "La mayor" el personaje principal recibe una carta de un amigo que había desaparecido por completo luego de sufrir un doble engaño amoroso. El acto en el que recibe el sobre amarillento, no solo le permite actualizar la ausencia, sino que, la postal que traía en el interior –la reproducción de un cuadro de Sibylla Sambetha- lo coloca frente a un recuerdo tan guardado en él que, aunque le parece familiar, y es de un tiempo lejano, se siente casi empujado a pronunciar un nombre que tiene en la punta de la lengua, pero no alcanza a descifrar.
¿Será que los fantasmas han amarrado sus recuerdos, sus memorias y no están dispuestos a soltarlos?
Saludos afectuosos.
Bibliografía:
Correa A / Afonso Esteves C (2017) Si tuviera que escribirte.
Cortázar, J. (1981). Ceremonias. Barcelona. Seix Barral
Isol (2000). Intercambio Cultural. México. F.C.E.
Kafka, F (2008. Cartas a Milena. Argentina. Losadas
Piglia, R (2005). El último lector. Barcelona. Anagrama
Pizarnik; A (2002). Poesía completa. Argentina. Lumen
Saer, J.J. (2002). Concepto de ficción. Buenos Aires. Seix barral
Viavaca, A (2018). Mi vecino. Argentina. Gerbera.
Autor/es: | FEULI, PATRICIA RAQUEL |