“Azares y avatares de los educadores de lo imposible en tiempo de incertidumbre”.
“Los mediadores que en experiencias de lectura compartida aprenden a oír entre líneas construyen puentes y confían en que las voces, los gestos y los silencios de los lectores merecen ser escuchados. Si fuera así, cuando es así, leer se parece a escuchar”. Cecilia Bajour.
Los sonidos mudos, el aroma de los azares en el relieve de los avatares sacude las raíces más profundas de la educación, en tiempos de incertidumbre y absorta fragilidad.
El recorrer un texto en homenaje a los educadores y educadoras santafesinas invita a tocar sus hojas, deslizar sus dedos hasta los contornos, encontrarse con los espacios vacíos y donarle un sentido propio creado en la constitución un nuevo contexto de lectura.
La polifonía de las puertas que se abren en el ser docente arrulla, envuelve y nombra de muchas maneras la versión más auténtica de lo que cada sujeto encuentra en el acto de enseñar y en el instante de aprender enseñando.
Los bosques misteriosos de la educación anuncian la magia de cada quien y la entonación de la voz que la pronuncia con el lenguaje de la ética y esperanza.
La Subsecretaría de Educación Superior tiene el agrado de invitar a la lectura narrativa y original que atrae con los significantes de su título “Azares y avatares de los educadores de lo imposible en tiempo de incertidumbre”, mediante la autoría de la profesora Zaira R. E. Aristein de la Esc. Prov. de Artes Visuales N°3023 “J. Mantovani”, a quien se agradece su disposición y amabilidad del conocimiento puesto al servicio del colectivo del nivel superior.
Subsecretaría de Educación superior.
Mg. Patricia Moscato.
“Azares y avatares de los educadores de lo imposible en tiempo de incertidumbre”
Lic. y Prof. Zaira R. E. Aristein
Esc. Prov. de Artes Visuales
N°3023 “J. Mantovani”
Santa Fe, 11 de septiembre de 2021.
Queridos nosotr@s:
En algún momento escuché que escribir es al mismo tiempo escribirse. En este mundo de los emails asépticos, siento que es necesario “escribirnos” estas líneas; sí, escribirnos a nosotros mismos. Quizás haya pasado un buen tiempo que nadie nos escriba, pero hoy creo que es momento de recibir una carta de y para nosotros mismos. Aunque parezca inusual esta carta es para nosotros, los educadores de todos los niveles y de todos los tiempos; pero especialmente está dedicada a los educadores de este tiempo pandémico, de tiempo de incertidumbres y cambio de paradigmas. En fin, son líneas escritas en un tiempo de transformaciones, de mutaciones, de metamorfosis. A propósito de la última palabra, me resulta inevitable remitirme al relato de Franz Kafka "La metamorfosis", les comparto algunas líneas del capítulo 1.
Una mañana, al despertar Gregorio Samsa de un sueño agitado, se encontró sobre su cama convertido en un horrible insecto.
Estaba acostado sobre su espalda, y esta era dura como un caparazón. Al levantar un poco la cabeza pudo ver su vientre curvo, oscuro, dividido en partes rígidas y arqueadas. Sobre esas protuberancias a duras penas podía sostenerse el cubrecama, que estaba a punto de resbalar al suelo. Tenía muchas patas, ridículamente pequeñas en comparación con el resto de su cuerpo, y se agitaban con desesperación ante sus ojos.
«¿Qué me ocurrió?», pensó.
No era un sueño. Su habitación, una habitación común y corriente, aunque algo pequeña, permanecía tranquila entre sus cuatro paredes familiares. (Kafka, 2019, p.11)
La reminiscencia hacia este fragmento no es casual, ya que parecería que lo que le sucedió a Gregorio Samsa nos ha pasado a nosotros también. ¿Por qué digo esto? Como todos sabemos, desde el 20 de marzo del 2020 hasta la actualidad, nuestra realidad ha mutado considerablemente. Y desde lo educativo nos hemos visto obligados a “metamorfosearnos” para poder llevar adelante la tarea de educar. Fue así que al principio (como el personaje de Kafka) nos sentimos abrumados de la realidad que nos tocaba afrontar, pero con el paso de los días (y meses) nos “dimos cuenta” que cada uno de nosotros, en los diferentes niveles educativos teníamos que "hacer magia" para poder mantener vivo el vínculo pedagógico con nuestros estudiantes, llevando a cabo acciones que nunca nos hubiésemos imaginado antes. Es decir, debimos acostumbrarnos al nuevo “caparazón” que llevábamos a cuestas, como le sucedió a Gregorio Samsa.
Al igual que al relato de Kafka como al (re)nacimiento de las mariposas, en ese proceso de transformaciones, emergieron algunas acciones imposibles, donde cada cual apeló a su inventiva, creatividad e ingenio para sostener el acto de educar, atravesando diversos avatares que muchas veces nos superaba y nos frustraba; casi como el valiente equilibrista de la imagen del inicio, que hasta que logra sostenerse en la soga ha tenido que caer muchas veces y levantarse otras más. Mirando aquellos momentos con ojos actuales, recuerdo que nada nos paraba, nos frenaba, fue así que algunos buscamos materiales, otros asistimos a cursos (muchos de ellos improvisados entre colegas “especialistas en TIC” con muy buena voluntad y predisposición) y otros tantos nos sumergimos en tutoriales diversos para poder lograr crear entornos virtuales, plataformas que apenas conocíamos. Todo ello fue llevado adelante para sostener nuestra preciada tarea. Por eso creo que hoy más que nunca fuimos y somos un poco héroes y heroínas de este tiempo.
Aquella metamorfosis de la que fuimos parte, me transporta inmediatamente a algunos escritos de Freud (1925 y 1937) quien consideró que la tarea de educar es una de las profesiones imposibles:
“los tres oficios imposibles (…) son: educar, curar y gobernar” (Freud, 1992)
“Y hasta pareciera que analizar sería la tercera de aquellas profesiones «imposibles» en que se puede dar anticipadamente por cierta la insuficiencia del resultado. Las otras dos, ya de antiguo consabidas, son el educar y el gobernar.” (Freud, 1986)
Recuperando los decires de Freud, coincido en que, sabiendo que nuestra tarea no tendrá un resultado inmediato o tal vez ni siquiera satisfactorio en este momento, aún así seguimos apostando a lo que vendrá, a un porvenir que no es seguro, en fin haciendo de nuestra labor cotidiana una profesión compleja en un escenario azaroso, que en resumidas la hace imposible.
Quedando suspendida por un instante más en las palabras de Freud y vinculándolas con el quehacer del educador, creo que sería interesante pensar qué acciones podrían esbozar la idea de que el educar es considerado como una profesión imposible, les comparto algunas:
* ir contramano de lo que indican las estadísticas, ya que somos más que números.
* acostarse muy tarde pensando en educar.
* levantarse muy temprano pensando en educar.
* asistir a la escuela o instituto "haciendo dedo" en medio de la ruta porque no hay ningún colectivo que vaya hasta allí.
* preparar el té o la leche y el pan para que los niñ@s (y adolescentes) coman algo y no se duerman en clase.
* gastar casi todo el sueldo en materiales y recursos para que el aula/sala sea lo más habitable y lindo para esos niñ@s (y adolescentes).
* viajar horas hasta una escuela en la que tus horas son muy pocas, pero vas porque sentís que es "tu lugar en el mundo".
* estudiar de noche o fines de semana para los exámenes de la universidad porque sabes que es la única manera de salir adelante.
Si leemos cada una de estas acciones parecería que “lo imposible” fuera inalcanzable o muy difícil de concretar, pero todos sabemos que las metas sin esfuerzo rara vez se logran. Sin embargo, esa imposibilidad, al contrario de lo que muchos creen o piensan, tiene un poder incalculable pues nos motiva, nos fortalece hasta el punto de ser resilientes con los demás y con nosotros mismos. Algunos dirán que esa “capacidad”, “virtud”, “locura” o “magia” (cada uno le pondrá el nombre que desee y se sienta cómodo) es lo que hace que cada día tengamos la energía y empatía suficiente para “metamorfosearnos” frente las adversidades y desafíos. Creo que “eso” es algo único que poseemos los educadores y que debemos cultivar y cuidar constantemente.
Por eso, un día como hoy imagino ¿qué nos podrá decir Sarmiento en este tiempo de incertidumbres? Percibo que sus palabras serán de aliento y no muy distintas a las que les dijo en aquel tiempo cuando “trajo” a las maestras de Boston. Ellas sabían que se embarcaban en un viaje incierto, repleto de adversidades, sabiendo que su tarea sería “imposible”, a pesar de eso se animaron y lentamente fueron forjando la educación que hoy tenemos. En aquel momento no existía la tecnología que tenemos hoy en día, pero eso no las desalentó para llevar adelante su tarea educadora. En ese sentido, siento también que Sarmiento nos diría que todo el esfuerzo realizado valió y “vale la pena” (Rattero, 2007) siempre.
Además, Sarmiento nos expresaría que aquellas hazañas que realizaron las maestras extranjeras (que se afincaron en una tierra lejana, desconocida y llena de desafíos por atravesar), se parecen mucho a las aventuras cotidianas que realizamos los educadores en todo momento, valen como ejemplos las que emprendimos en nuestra instancia de la formación docente hasta cada acción diaria, pero más aún en este año y medio que llevamos educando en pandemia. De manera, y a modo de homenaje, podría decir que las “hazañas de antaño” pueden reflejarse en las de nuestra época, fortaleciendo aún más nuestra labor.
Llegando casi al final de nuestra carta quisiera regalarnos un extracto de “El libro de los abrazos” de Galeano.
(…)De los miedos nacen los corajes; y de las dudas, las certezas. Los sueños anuncian otra realidad posible y los delirios, otra razón. Al fin y al cabo, somos lo que hacemos para cambiar lo que somos. (…)(Galeano, 1989, p.92)
Ya despidiéndome de este “intento de homenaje” a Sarmiento y a nosotros mismos, en estas últimas líneas nos deseo fortaleza e inspiración para lograr ser siempre los educadores de lo imposible.
Feliz día del educador para tod@s nosotr@s!
Bibliografía:
- Freud, S. (1925). Prólogo a August Aichhorn. En Obras Completas Sigmund Freud (1992). Vol. 19. Amorrortu Editores.
- Freud, S. (1937). Análisis terminable e interminable. En Obras Completas Sigmund Freud (1986). Vol. 23. Amorrortu Editores.
- Galeano, E. (1989). El libro de los abrazos. Siglo XXI Editores.
- Kafka, F. (2019). La metamorfosis. Colección Redes de tinta. 1ra. Edición. Santa Fe. Ministerio de Educación de la Provincia de Santa Fe.
- Rattero, C. (2007). Ser maestro ¿vale la pena? Ministerio de Educación Ciencia y Tecnología Dirección Nacional de Gestión Curricular y Formación Docente. http://www.bnm.me.gov.ar/giga1/documentos/EL001446.pdf
Autor/es: | LEONETTI, GISELLE EDIT |