Desarrollo temático y propuesta didáctica. El ejercicio de la libertad en tiempos del Holocausto.
“Si la educación tiene un sentido, es evitar que Auschwitz se repita”. Theodor Adorno
Hoy, el 19 de abril se conmemora el comienzo del levantamiento del Gheto deVarsovia, Desde la educación superior pensamos que abrir horizontes tan necesarios como desafiantes en el nivel implica revisitar los procesos de memoria viva del pueblo, donde el sentido histórico propone romper el silencio, significando el olvido y la invisibilidad impune mediante la producción escritural.
Los complejos procesos sociales de los genocidios conllevan a revisitar el hostigamiento, el aislamiento espacial, la deshumanización, el exterminio, la realización simbólica y la negación. Es primordial plantear que las prácticas sociales genocidas implican “aquellas tecnologías de poder cuyo objetivo radican en la destrucción de las relaciones sociales de autonomía y cooperación y de la identidad de una sociedad, por medio del aniquilamiento de una fracción relevante (sea por su número o por los efectos de sus prácticas) de dicha sociedad y del uso del terror, producto del aniquilamiento para el establecimiento de nuevas relaciones sociales y modelos identitarios”. (Feierstein, D. 2007)
Los gritos del recuerdo nos remiten a la historia con la mirada crítica que despierta el coraje de la justicia, verdad y lealtad investida en una educación que lucha por los Derechos Humanos.
La Subsecretaría de Educación Superior presenta la producción sobre “El ejercicio de la libertad en tiempos del Holocausto” con la autoría de la Prof. Estrella Mattia, quien invita a conocer en profundidad los sesgos de aquél tiempo y al mismo tiempo elaborar propuestas didácticas para su abordaje en el nivel superior.
Subsecretaría de Educación Superior.
Mg. Patricia Moscato.
Desarrollo temático y propuesta didáctica. El ejercicio de la libertad en tiempos del Holocausto.
Introducción.
El trabajo que a continuación se presenta, consiste en el desarrollo teórico y una posterior propuesta didáctica sobre un tema que ha sido escasamente trabajado en relación directa con el Holocausto. De hecho, la problemática de la libertad constituye en sí misma una cuestión controversial porque no es un concepto unívoco, lo que implica que existan variadas posibilidades para definirla. Además, por si la existencia de la dificultad anterior no fuese suficiente se suma otra. En torno a la libertad circulan una serie de interrogantes respecto de las posibilidades y de los límites de su ejercicio como constitutiva de la condición humana. Las respuestas tentativas a estas cuestiones han generado innumerables debates teóricos, que no han logrado legitimarse en forma absoluta con lo cual resulta sumamente importante atender a las distintas perspectivas que se han elaborado en torno a la libertad y a las notas esenciales que la definen y la diferencian de cualquier otro tipo de comportamiento.
Constituye un lugar común suponer que el ejercicio de la libertad esta unido a las posibilidades concretas que en el quehacer cotidiano tienen los sujetos para decidir, para moverse de un lado a otro, para pensar y para optar por lo creen que es bueno para sus vidas. Contrariamente, cuando los contextos se tornan adversos para estas actividades se suele sostener que la libertad ha dejado de existir y que los sujetos no pueden decidir y están –de alguna manera- determinados a actuar de una única manera. Desde este lugar, podríamos afirmar, entonces, que durante los años del Holocausto los actores implicados en ese proceso no estuvieron en condiciones de ejercer su libertad, es decir no podían decidir y no tuvieron opciones para actuar de tal o cual modo, ya que dadas circunstancias límites a las que estuvieron sometidos y en las que de un modo u otro participaron, estuvieron “obligados” a actuar de la forma en que lo hicieron.
El presente trabajo intentará quebrar este supuesto con el que en numerosas oportunidades se ha intentado justificar el accionar de las víctimas aludiendo a que no era posible el ejercicio de la libertad en espacios tales como los Guetos o los campos de concentración y de exterminio, el accionar de los victimarios que ha sido justificado argumentando que era muy difícil en aquellos años actuar de otra manera porque estaban obligados a formar parte del régimen y su función consistía, básicamente, en obedecer las órdenes de la jerarquía del partido nazi y por último, el accionar de los observadores –los comprometidos con las víctimas, los comprometidos con los victimarios y aún los que eran indiferentes- que era explicado con frases tales como “no se pudo hacer otra cosa”, “no se pudo hacer más de lo que se hizo” , “podría haberse hecho mucho más de lo que se hizo”, “era un momento muy difícil, “estaba en juego nuestra propia vida”, entre otras.
Breves consideraciones teóricas sobre la libertad
Hablar del ejercicio de la libertad en tiempos del Holocausto parecería ser una flagrante contradicción, pero no es así. Por si esto fuese poco, aún más contradictorio sería plantear –como de hecho intentamos hacerlo-, que un tema como el Holocausto pueda ser enseñado a partir de sostenerlo como un ejemplo que la historia nos brinda respecto de las diversas reacciones que tienen los sujetos frente a situaciones complicadas y extremas y las diferentes decisiones que éstos toman para resolver los dilemas morales que se presentan en las vidas de cada uno y que implican actuar de una manera o de otra ante iguales circunstancias. Para dar inicio a nuestro proceso de reflexión acerca de los usos de la libertad es necesario recordar, aunque más no sea, desde una perspectiva básica, lo que se entiende por libertad. Podemos afirmar, de manera general, que “la libertad es una propiedad de la voluntad por medio de la cual las personas tienen la capacidad de elegir y actuar”. (AAVV, “Educación para la ciudadanía y los Derechos Humanos”, Instituto Interamericano de Derechos Humanos, Buenos Aires, 1999: 102)
Sin embargo, la simplicidad de la definición no implica que estemos intentando abordar una temática simple.
Alrededor de la libertad se ha discutido y se han escrito innumerables tratados. Es un tema, que como ya hemos planteado, ha ocupado a los filósofos desde la antigüedad y sobre el que existen innumerables perspectivas de análisis.
A modo de ejemplo podemos plantear los siguientes interrogantes: ¿La especie humana nace libre o aprende a ser libre en el transcurso de su vida?; ¿Siempre se actúa libremente?, ¿La libertad es absoluta o tiene condicionamientos?; Si la libertad tiene condicionamientos, las decisiones que se toman atendiendo a esos condicionamientos, ¿son decisiones que ponen en ejercicio la libertad de los sujetos o no existe la libertad en esas ocasiones?; ¿Existe la libertad cuando no hay opciones para decidir?; ¿Existen ocasiones en las que se puede actuar de una única manera?. ¿Siempre se es responsable de las decisiones que se toman?, ¿Son libres las decisiones que se toman si éstas se producen bajo presión y cohesión?. Éstas y otras tantas preguntas surgen, casi irremediablemente, al momento de indagar acerca de la naturaleza de la libertad que, sin dudas, constituye una de las facultades específicas de la especie humana.
Jean Paul Sartre sostenía que el ser humano esta condenado a ser libre. Sastre quería decir que “los humanos siempre eligen entre diversas alternativas. Aún en las situaciones más dramáticas, los hombres eligen qué hacer. Incluso, decir que no se es libre es una elección. No elegir o delegar en otros las responsabilidades es también una elección. Quienes dicen que no son libres han elegido ser personas que niegan su libertad. Estamos condenados a ser libres porque no podemos no elegir, porque no somos libres de dejar de ser libres…” (Gustavo Schujman, “Filosofía”, Aique, Buenos Aires, 2004:129). Desde otra perspectiva teórica Fernando Savater plantea que “no somos libres de elegir lo que nos pasa, haber nacido tal día, de tales padres, y en tal país…sino libres para responder a lo que nos pasa de tal o cual modo (obedecer o rebelarnos, ser prudentes o temerarios, vengativos o resignados…” (Fernando Savater, Ética para Amador, Ariel, Buenos Aires, 1991: 29)
De esta manera, constituirnos en sujetos libres define nuestra condición de humanos y en consecuencia nos sitúa en un lugar diferente del que ocupan el resto de los seres vivos y esto tampoco lo debemos olvidar:“La acción humana esta condicionada pero no está absolutamente determinada por la naturaleza ni por el contexto social. El ser humano no elige, por ejemplo, el lugar o la época en la que nace. Tampoco elige padecer enfermedades. Sin embargo, es capaz de responder de diversas maneras ante todo lo que le sucede a lo largo de su vida. Y esas respuestas son libres, ya que el ser humano no está obligado a actuar de una manera única ante una situación determinada. Esta libertad se manifiesta, de modo más notorio o más perceptible, en las expresiones culturales que evidencian una gran variedad de maneras de responder y actuar ante diferentes circunstancias y, además, en la multiplicidad de opciones que posean y desarrollen para la resolución de un problema o para la satisfacción de una necesidad o de un deseo…” (Gustavo Schujman y otros, Propuestas para el aula, Formación Ética y Ciudadana I, Programa Nacional de Innovaciones Educativas, Buenos Aires, 2000).
Consideramos que los interrogantes que hemos planteado respecto de la libertad pueden intentar ser respondidos a través del análisis de las acciones que han llevado adelante los sujetos que estuvieron implicados –más o menos directamente- en el complejo proceso del Holocausto. Además, el minucioso estudio de la vida de los distintos actores sociales que protagonizaron los acontecimientos ya sea como víctimas, como victimarios o como espectadores indiferentes o comprometidos desde una beligerancia positiva o negativa, nos permite confrontar las posturas teóricas de Sartre y de Savater con hechos concretos y empíricos recuperados del pasado para que no sean olvidados y discutir, debatir y reflexionar, en definitiva, acerca de las posibilidades y de los límites de la condición humana.
El ejercicio de la libertad durante el Holocausto.
En las víctimas.
Para ingresar en la tarea de reflexión que nos hemos propuesto y en un intento por responder a interrogantes tales como: ¿existieron posibilidades de ejercer la libertad para las víctimas del Holocausto a pesar de los condicionamientos a los que estuvieron sometidos? , o bien, ¿no hubo opciones y todos estuvieron determinados a actuar de una única manera?, hemos elegido a modo de ejemplo, la descripción del accionar de tres sujetos que fueron protagonistas principales en aquellos años y que se encontraron sometidos a la voluntad del dominador alemán. Probablemente sus historias de vida puedan ayudarnos a elaborar algunas respuestas que, aunque provisorias, podrían constituir una colaboración para desentrañar tan compleja problemática. Los elegidos son Janusz Korczak,. Mordejái Anielewicz y Adam Czerniakow.
El primero de los sujetos, Korczak, era médico, escritor y educador polaco de origen judío. Pertenecía a la alta burguesía de la ciudad de Varsovia pero, de acuerdo a lo que indican los testimonios, era un individuo con una profunda sensibilidad social. Se vinculó muy tempranamente con la Sociedad de Asistencia al Huérfano de esa ciudad y realizó un fuerte trabajo social con niños y niñas abandonados con el objetivo de brindarles una vida más digna que la que podían desarrollar en las calles. Cuando los alemanes ocuparon Polonia y se creo el Gueto de Varsovia, el asilo que él dirigía quedó en la parte aria de la ciudad con lo cual se tuvo que trasladar dentro de los límites del Gueto. Numerosos amigos de Korczak le pidieron reiteradas veces que abandonara el asilo y se trasladase a la parte aria de la ciudad ya que allí tendría ciertas dispensas por considerárselo un judío asimilado. Sin embargo, no aceptó esos ofrecimientos y, junto a un grupo de docentes continúo con su labor desafiando las difíciles condiciones de vida impuestas por la ocupación nazi. Cuando en julio de 1942 comenzaron los traslados masivos de los habitantes del gueto hacia Treblinka los niños que habitaban el asilo no fueron excluidos de esta medida, a pesar de los intentos del propio Korczak por impedirlo y, finalmente, a principios del mes de agosto de 1942, cuando una mañana los niños estaban desayunando, los nazis desalojaron el asilo y todos sus integrantes fueron trasladados a los trenes para emprender el viaje hacia el campo de exterminio. Lili Berger cita el testimonio de Nahum Remba, un militante clandestino, integrante de la comunidad religiosa judía de Varsovia, reporteado por el doctor Emmanuel Ringelblum (historiador judío, fundador y director del archivo secreto de Varsovia) que nos ayuda a reconstruir ese terrible episodio: “Ese día hacía un calor tórrido. Localicé a los niños de los internados en el fondo de la plaza, cerca de la pared. Creí poder tener éxito en salvarlos de la deportación, ocultándolos hasta el día siguiente. Cuando Korczak llegó con sus chicos, le propuse acompañarme al Consejo para intervenir allí. Él se negó, no quería dejar solos a los niños ni un instante. Con el corazón acongojado observé de lejos su embarque en los vagones. Quizá falte lugar, soñaba yo, observando esa masa densa, apretada, atropellada, molestada, empujada aun mediante látigos, avanzando, en fin, subiendo a los vagones. De repente vino la orden de llevar a los que estaban en las casas de los niños y Korczak fue el primero, a la cabeza de los chicos…Aquello no era una marcha hacia los vagones de la deportación; era una manifestación de protesta como no he visto jamás. Los niños alineados de cuatro en cuatro. Korczak, tomando a dos de ellos por sus manos, con los ojos levantados, ardientes, llevó el primer grupo. A la cabeza del segundo marchaba Stefania Wilczynska. Iban a la muerte con dignidad, lanzando a los bárbaros miradas llenas de desprecio. Sus miradas decían que llegaría la hora de la venganza…El tren estaba próximo a partir cuando un oficial alemán le comunicó a Korczak que no estaba obligado a viajar…” (Rubén Naranjo,“Janusz Korczak. Maestro de la humanidad”, Novedades Educativas, Buenos Aires, 2001, páginas 33 a 87).
En el mismo escenario, la época de la segunda Guerra Mundial, la Polonia ocupada por el ejército alemán y el gueto de la ciudad de Varsovia que albergaba a miles y miles de judíos de origen polaco, podemos contextualizar los principales momentos de la vida de Mordejai Anielewicz. De origen polaco, desde muy joven fue un importante dirigente político judío y apenas comenzado el conflicto se constituyó en activo militante en contra del régimen nazi. Fue hecho prisionero en numerosas oportunidades, liberado otras tantas hasta que fue recluido en el gueto de Varsovia. El objetivo más inmediato del levantamiento armado consistió en impedir el traslado final de los judíos a principios de 1943 a los campos de exterminio y se pudo concretar, en parte, porque Anielewicz centralizó en una sola dirección y unificó por medio de un mismo plan de acción a las diferentes organizaciones de resistencia clandestina judía que existían dentro de los límites del gueto. Debemos recordar que no todos los que habitaban el gueto participaron del levantamiento ya que hubo quienes decidieron no implicarse. Sin embargo, la resistencia se llevó adelante y aunque finalmente, el movimiento fue sofocado, la mayoría de los participantes perdieron la vida en la lucha incluyendo a su comandante y el gueto fue totalmente destruido, constituye una muestra de las posibilidades de organización en defensa de la libertad y de la vida, aún en las peores condiciones y en los contextos de mayor adversidad. El comandante de estas acciones, a pesar de que era consciente que se acercaba el fin, escribió: “el sueño de mi vida se ha hecho realidad; he vivido para presenciar la resistencia judía en el gueto, en toda su grandeza y gloria”. (AAVV, “Enciclopedia del Holocausto”, E.D.Z., Jerusalén, 2004: 123-124).
Finalmente, y desde la perspectiva de las víctimas mencionaremos a Adam Czerniakow que ha sido un dirigente judío altamente controvertido debido a su accionar como presidente del Judenrat de Varsovia. Como tal intervino, con la anuencia de los alemanes que controlaban la ciudad, en la vida cotidiana del gueto. La mayoría de los miembros de la colectividad que residían en la ciudad no lo reconocían como dirigente por considerarlo un judío asimilado, rechazo que se profundizó cuando se conocieron las relaciones que mantenía con los dirigentes alemanes durante la época en que funcionó el gueto. Muchos lo han acusado de colaboracionista e incluso han planteado que nunca podría haberse identificado con quiénes estaban padeciendo la persecución nazi, porque por origen siempre había estado mucho más cerca del poder dominante que de los sometidos. Sin embargo, como tantos otros tuvo la oportunidad de escapar de Varsovia y, mientras hubo quienes huyeron, decidió permanecer en la ciudad, continúo participando del gobierno municipal y no utilizó su cargo para beneficio personal. En este análisis de probabilidades, podríamos pensar que su forma de actuar fue la que considero más adecuada para intentar salvar las vidas de quienes se encontraban prisioneros en el gueto. Además, cuando fue el momento de llevar adelante las deportaciones hacia Treblinka y se le ordenó seleccionar a los judíos para su supuesta “reubicación”, no pudo hacerlo. Probablemente, tuvo la certeza que aún desobedeciendo órdenes no podría impedir el exterminio de los judíos del Gueto, lo que lo llevó a tomar la decisión de suicidarse. Según algunas versiones, dejó una carta a su esposa en la que explicaba los motivos que lo llevaron a quitarse la vida: “Me están exigiendo que mate con mis propias manos a los hijos de mi pueblo. No tengo otro camino que morir”. (AAVV, “Enciclopedia del Holocausto”, E.D.Z., Jerusalén, 2004:202-203).
Consideramos que la vida de los sujetos que hemos elegido –aunque no son los únicos-constituyen un ejemplo de las variadas formas en las que se puede ejercer la libertad, aun con condicionamientos y coacción. Resulta sumamente interesante cómo los tres tomaron decisiones diferentes participando de un mismo contexto que, de hecho, no facilitaba el accionar libre de los individuos. Janusz Korczak, Mordejái Anielewicz y Adam Czerniakow, decidieron cómo actuar y sus decisiones tuvieron que ver con la conciencia moral que cada uno de ellos había construido a lo largo de su vida. En sus decisiones estuvieron involucrados los valores a los que adherían, los principios que aprendieron a defender y las normas morales que consideraban necesarias para legitimar sus acciones. Cada uno de ellos, eligió, optó por aquello que consideraba como un comportamiento correcto. Podrían haber elegido otra forma de actuar. Tuvieron la oportunidad de huir y salvarse, podrían haberse resignado a su situación, podrían haberse transformado en abiertos colaboracionistas del régimen nazi, podrían haber traicionado a sus compañeros para mantenerse vivos, pero cada uno desde su propia y particular perspectiva, no lo hicieron. Eligieron, en cambio otro camino a seguir superando los condicionamientos que se les impusieron.
Sin embargo, no todos los prisioneros de los campos de exterminio hicieron uso de su libertad, hubo quienes se abandonaron y renunciaron a la cualidad de indeterminación que define lo humano para transformarse en individuos determinados. Así en aquellos horrorosos espacios existieron individuos que no podían decidir absolutamente nada, que no estaban sólo condicionados por el contexto, sino que estaban determinados a morir. Se los llamaba “musulmanes”. Así se denominaba a aquellos sujetos que dentro de los campos de concentración habían perdido todo, su identidad, su palabra, su historia, que sumadas a las deplorables condiciones físicas y psíquicas en las que se encontraban, se los consideraba “muertos en vida” ya que a pesar de continuar vivos eran incapaces de poner en juego ninguna de las características que definen a la condición humana. “…Se podía identificar a los M. por su deterioro físico y psicológico: se encontraban en estado de letargo, indiferentes a lo que ocurría a su alrededor, y no podían estar de pie más que unos pocos minutos. La mayoría de los prisioneros restantes evitaba el contacto con los M., por temor a contraer la misma condición. Los nazis que dirigían los campos consideraban indeseables a los M., porque no podían trabajar ni cumplir los reglamentos. Por ello, durante las selecciones, eran los primeros condenados. Una persona que se encontraba en condición de M. no tenía posibilidades de sobrevivir más allá de algunos días o semanas…” (AAVV, “Enciclopedia del Holocausto”, E.D.Z., Jerusalén, 2004:355).
b. En los victimarios
En este segundo grupo de actores sociales que participaron activamente en la concreción del Holocausto, el ejercicio de la libertad parecería encontrarse mucho más recortado que en las víctimas. Pareciera que los sujetos que se convirtieron, por sus acciones, en victimarios no tuvieron posibilidades de elegir entre varias opciones. La pertenencia a un partido y la obediencia a un jefe fue el argumento más contundente para justificar sus acciones. En consecuencia, en apariencia, estos individuos estuvieron sometidos a fuertes condicionamientos que impidieron, que actuaran de otra manera a como lo hicieron. Recordemos, a modo de ejemplo la actitud de Adolf Eichmann cuando fue juzgado en 1962 por los crímenes que había cometido. Se declaró “inocente de los términos de la acusación” y su abogado defensor planteo que no había actuado por propia voluntad sino que se había limitado a cumplir órdenes. En ningún momento mostró signos de arrepentimiento y aparentemente estuvo convencido que había hecho lo correcto y que había actuado de acuerdo a su conciencia.
Podríamos realizar un innumerable listado de victimarios pero, a modo de ejemplo y para continuar con nuestra lógica de trabajo sólo mencionaremos a otros dos: Heinrich Himmler y Josef Gobbels. El primero fue uno de los principales funcionarios de la SS y jefe de la policía alemana, propició y defendió “La solución final” y fue uno de los más importantes asesores de Hitler. Cuando estaba por concluir la guerra y luego de ocultar evidencias del exterminio masivo, intento salvarse entrando en negociaciones con los aliados, pero no lo logró y finalmente, antes de ser juzgado como criminal de guerra se suicidó. Por su parte, Gobbels fue ministro de Propaganda Nazi. Fue quien, de alguna manera, dio forma al discurso antisemita que consistió en sostener que los judíos eran el verdadero enemigo de Alemania y que, en consecuencia, había que destruirlos y hacerlos desaparecer. Estaba en plena conciencia de haber planteado una mentira, pero consideraba que ésta era necesaria para poder mantener a los alemanes fieles al régimen. De forma análoga a Himmler, se suicidó. Lo hizo, luego de envenenar a toda su familia (esposa y seis hijos), en el Bunker en el que se refugió junto a Hitler en Berlín cuando fue inminente la caída del régimen.
De la descripción que hemos realizado sobre el accionar de estos tres jerarcas nazis se desprenden más preguntas que respuestas respecto del ejercicio de la libertad. ¿Fueron sujetos libres?. Si se llama libre “…a la acción que no está sujeta a la necesidad, y por el contrario donde hay necesidad, donde los hechos no pueden ser de otra manera que como son, no hay libertad” (Ricardo Tauber, Filosofía y Formación ética y ciudadana I, A.Zeta, 2000:138), las preguntas serían: ¿Había necesidad del exterminio?, ¿existió la necesidad de inventar un enemigo para poder mantener el poder?, ¿podrían haber actuado de otra manera?, ¿se podrían haber negado a obedecer órdenes?, ¿alguien los obligó a pertenecer al partido nazi?, ¿estaban convencidos realmente que sus acciones eran correctas?, ¿podrían los hechos haber sido de otra manera a como se produjeron?. Probablemente si, a riesgo de caer en un análisis contrafáctico.
Si volvemos a lo planteado por Sartre cuando afirma “que estamos condenados a ser libres” porque siempre estamos eligiendo, estos sujetos podrían haber actuado de otra manera a cómo lo hicieron y decidieron no hacerlo. Si repasamos lo dicho por Savater que sostiene que “no somos libres de elegir lo que nos pasa, pero si libres de qué hacer con lo que nos pasa”, los victimarios tuvieron la oportunidad de no transformarse en lo que fueron y sin embargo, optaron por formar parte de una infernal maquinaria de persecución y de muerte.
Además, y en relación con el ejercicio de la libertad, podrían haberse arrepentido, podrían haber reconocido los errores que cometieron y asumir la responsabilidad por los crímenes que cometieron. Sin embargo, eso no sucedió. Thomas Merton describe a Eischmann y dice que era “…Era meditativo, ordenado, sin imaginación. Sentía un profundo respeto hacia el sistema, la ley y el orden. Era obediente, leal: fiel funcionario de un gran Estado. No le inquietaba mucho la culpabilidad. No tenía, posiblemente, ninguna enfermedad psicosomática. Al parecer, dormía bien y tenía buen apetito…estaba consagrado al deber y estaba orgulloso de su trabajo…” (Thomas Merton, “¿Quiénes son los cuerdos?”).
Por su parte Himmler y Gobbels, decidieron suicidarse antes que entregarse, lo que nos permite inferir que nunca se arrepintieron de la vida que habían llevado y que no estuvieron dispuestos a asumir la responsabilidad por las acciones que habían protagonizado. En este sentido podríamos pensar que, aunque tuvieron un mismo final, no fueron los mismos motivos que llevaron al suicidio a Adam Czerniakow que los que movieron a los dos funcionarios nazis.
Desde otra perspectiva y atendiendo a la ausencia de arrepentimiento, los victimarios a los que hemos aludido no han sido libres ni son dignos de respeto porque no hicieron uso de otra de las cualidades específicas de la especie humana: la posibilidad de reconocer los errores del pasado y a partir de ese reconocimiento ser capaces de cambiar. Avishai Margalit, sostiene que “…la libertad radical significa que, aun cuando las acciones pasadas, el carácter y el entorno de una persona constituyen un conjunto de limitaciones sobre sus acciones futuras, ello no quiere decir que sean determinantes. Toda persona tiene capacidad para emprender una forma de vida futura discontinua con su pasado. Y el respeto que merece por ello se basa precisamente en el hecho de que el hombre no tiene naturaleza, si por naturaleza entendemos un conjunto de características que determinan sus propias acciones…La suma de todas las acciones pasadas no determina el curso de las acciones futuras, sino que incluso en cualquier momento podemos reconsiderar nuestra interpretación de las propias acciones pasadas. El tren de la vida puede cambiar de dirección a voluntad del maquinista, aun cuando algunas direcciones sean más fáciles de recorrer que otras…”. (Avishai Margalit, “La sociedad decente”, Paidos, Buenos Aires, 1997: 66-67). Siempre se puede actuar de otra manera. La mayoría de los victimarios no lo hizo y en consecuencia y desde esta mirada no hicieron uso de su libertad.
c. En los observadores
Este grupo de actores sociales también fue sumamente numeroso. Hubo quienes, sin ser judíos, se solidarizaron con las distintas comunidades judías que residían en los países que fueron ocupados por los nazis. Muchos de ellos han permanecido en el anonimato, pero debemos recordarlos actuando en un escenario complejo y conflictivo en el que como hemos analizado hasta aquí resultaba sumamente difícil realizar un efectivo ejercicio de la libertad. Estos sujetos e instituciones a riesgo de su propia existencia optaron por salvar vidas y por colaborar con la resistencia a la opresión que significó la dominación nazi. Podemos citar entre otros a Irena Adamowicz, una polaca no judía que brindó ayuda a diversos movimientos clandestinos en varios guetos durante la Segunda Guerra Mundial; Wladyslaw Bartoszewski, un polaco opositor de los nazis que ayudo a judíos de su país durante el Holocausto, estuvo preso en Auschwitz y se ocupó de enviar al gobierno en el exilio informes sobre los crímenes nazis contra los polacos y judíos; Petras Baublys pediatra y director de un orfanato en Kovno, Lituania a quien se le pidió que el orfanato que dirigía fuese utilizado como refugio para niños judíos desde el cual se los trasladaría a escondites permanentes más seguros y la Asociación Humanitaria “Amelot”, cuyo objetivo fue ayudar, desde París, a la comunidad judía de Francia durante la Segunda Guerra Mundial, proporcionó escondite a niños y documentos de identidad falsificados, ayudó a miles de judíos, salvó a más de mil niños y distribuyó miles de raciones a necesitados. Todos los mencionados podrían no haber hecho lo que hicieron, pudieron haber elegido mantenerse indiferentes ante la situación que estaban observando y sin embargo, actuaron en contrario.
Otros observadores fueron de origen alemán y se estuvieron, en principio, identificados con el régimen nazi e incluso, pertenecieron al partido, pero que al interiorizarse de la lógica perversa con la que se movían sus funcionarios decidieron tomar actitudes de resistencia y de denuncia y no ser cómplices silenciosos del genocidio que se estaba perpetrando, aunque muchas veces no fueron escuchados, tal el caso de Kart Gerstein, “Oficial de la SS que intentó en vano alertar al mundo sobre las actividades criminales de los nazis. Se afilió al Partido Nazi en 1933, pero al mismo tiempo se vinculó a la Iglesia Confesional antinazi. Ello hizo que fuera enviado a un campo de concentración y expulsado del Partido Nazi en 1938. En ese momento comenzó a estudiar química. Cuando su cuñada fue asesinada en el marco del Programa de Eutanasia, decidió descubrir la verdad sobre el exterminio de enfermos mentales, se ofreció como voluntario en las Waffen-SS y fue enviado a su instituto de higiene. En ese puesto trabajó con Zyklon B, el gas tóxico utilizado por los nazis para el asesinato masivo. En agosto de 1942 visitó los campos de exterminio de Treblinka, Sobibor y Belzec, con la excusa de investigar los efectos del Zyklon B. En realidad, quería verificar que sus datos eran exactos para revelarle al mundo lo que realmente estaba ocurriendo. Hizo contacto con diversos diplomáticos y eclesiásticos, pero sus intentos de denunciar a los nazis y detener la masacre fueron ignorados. Después de la guerra fue arrestado como sospechoso de crímenes de guerra. Murió en la cárcel; es probable que se haya suicidado…” (AAVV, “Enciclopedia del Holocausto”, 2004::257)
Finalmente, también podemos incluir dentro del grupo de los observadores a algunos sujetos que aunque judíos de origen, y a consecuencia de las decisiones que tomaron respecto de las relaciones que había que establecer con los dominadores, la comunidad en general no los reconoció como integrantes del grupo. Entre estos personajes controvertidos podemos mencionar a Mordejai Jaim Rumkowski, que fue presidente del Judenrat del gueto de Lodz en Polonia. Y su accionar osciló entre el colaboracionismo y la ayuda a los miembros de la comunidad en su lucha por la supervivencia dentro del gueto. Estaba convencido que si los judíos se ofrecían trabajar para los nazis, serían valorados por éstos como una excelente mano de obra y en consecuencia no correrían peligro de morir. Sin embargo, cuando se ordenó el traslado de Lodz al campo de exterminio de Chelmno, él fue el responsable de las selecciones e incluso, en 1942 obedeció la orden de entregar a todos los niños y ancianos del gueto suponiendo que esa entrega suspendería futuras deportaciones. Esto no sucedió porque el gueto fue totalmente destruido y sus habitantes murieron en los campos de exterminio. Rumkowski, y su familia no escaparon a este destino y fueron asesinados en Auschwtiz en 1944.
Hemos analizado en este apartado los comportamientos de los observadores. A partir de la descripción de sus actos estamos en condiciones de sostener que cada uno de ellos actuó en relación directa con su propia conciencia moral y obró en consecuencia. Hemos observado que las decisiones tomadas no tuvieron que ver con ser o no judío, ser o no alemán, ser o no nazi. Haber superado los condicionamientos y haber hecho uso de la facultad de la libertad y asumir la responsabilidad por lo que se decidió hacer, seguramente ha tenido que ver con la concepción respecto de lo que es correcto e incorrecto a las que cada uno adhería y los valores con los que se identificaban. No esta demás recordar que “los valores son principios morales que proporcionan normas de conducta…ponen en movimiento nuestro sentido moral y esto nos permite reaccionar con indignación ante determinados acontecimientos (como la corrupción, las injusticias, la pobreza, la exclusión) …ponen en juego determinado sentido moral que nos hace sentir horror o placer, misericordia o inclemencia, alegría u odio, inclinación o rechazo ante ciertas actitudes, acciones, personas o cosas y finalmente… Los valores nos conducen a actuar de determinada manera: son principios movilizadores. Siempre que actuamos en momentos decisivos lo hacemos motivados por nuestra conciencia moral…El sentido y la conciencia moral nos hablan de valores, sentimientos, intenciones, decisiones y acciones referidas al bien y al mal, y al deseo de felicidad. Nos dicen respecto de relaciones que mantenemos con los otros y, por lo tanto, nace y existen como parte de nuestra vida intersubjetiva…” (Pablo Gentile, Códigos para la ciudadanía, Santillana, Buenos Aires, 2000: 130).
Conclusiones provisorias
Hemos intentando desplegar las múltiples posibilidades que tuvieron los individuos de poner en juego su condición de sujetos libres durante la época en la que se desarrolló el Holocausto. Resulta evidente que es una falacia pensar en la imposibilidad de su ejercicio porque sería negar la condición de lo humano. Sin embargo, no podemos olvidar que hubo quienes no estuvieron en condiciones para hacerlo porque no pudieron superar los condicionamientos a los que se vieron sometidos.
Otros en cambio, atendiendo a sus propias marcas biográficas, a su formación, y a sus circunstancias, lo lograron mostrando cuán diferentes pueden ser las respuestas ante iguales situaciones.
Este trabajo no intenta emitir juicios de valor ni positivos ni negativos sobre los actos que protagonizaron los actores sociales de aquellos años, sino abrir el debate sobre esas acciones de modo que, podamos reflexionar sobre ellas y comprender que cuando analizamos los comportamientos de otros humanos como nosotros lo hacemos también desde nuestra propia conciencia moral y desde nuestra propia concepción de la libertad.
Bibliografía utilizada
AAVV, “Educación para la ciudadanía y los Derechos Humanos”, Instituto Interamericano de Derechos Humanos, Buenos Aires, 1999.
AAVV, “Enciclopedia del Holocausto”, E.D.Z ediciones, Jerusalén, 2004.
AGAMEN, Giorgio, “Lo que queda de Auschwitz”, Pret-textos, Madrid, 1999.
FRANKL, Víctor, “El hombre en busca de sentido”, Herder, Barcelona, 2004.
NARANJO, Rubén, “Janusz Korczak. Maestro de la humanidad”, Editorial Novedades Educativas, Buenos Aires, 2001.
GENTILE, Pablo, “Códigos para la ciudadanía”, Santillana, Buenos Aires, 2000.
MARGALIT, Avishai, “La sociedad decente”, Paidos, Buenos Aires, 1997.
SAVATER, Fernando, “Ética para Amador”, Ariel, Buenos Aires, 1991.
SCHUJMAN, Gustavo, “Filosofía”, Aique, Buenos Aires, 2004.
SCHUJMAN, Gustavo y otros, “Propuestas para el aula, Formación Ética y Ciudadana I”, Programa Nacional de Innovaciones Educativas, Buenos Aires, 2002.
TAUBER, Ricardo, “Filosofía y Formación ética y ciudadana I”, A-Zeta, Buenos Aires, 2000
PROPUESTA DIDÁCTICA
TEMA : El ejercicio de la libertad en tiempos del Holocausto
OBJETIVOS.
Reflexionar sobre la relevancia de constituirnos en sujetos libres.
Debatir acerca del ejercicio de la libertad en situaciones límites.
Internalizar la relación existente entre la libertad y la responsabilidad.
Valorar las acciones de los sujetos que ponen en juego el ejercicio de la libertad.
Desarrollar actitudes de beligerancia positiva en defensa del ejercicio de la libertad y de beligerancia negativa frente a situaciones que lo coartan, lo prohíben o lo censuran.
FUNDAMENTACIÓN.
Constituirnos en sujetos libres define nuestra condición de humanos y en consecuencia nos sitúa en un lugar diferente del que ocupan el resto de los seres vivos. Consideramos que los interrogantes que hemos planteado respecto de la libertad pueden intentar ser respondidos a través del análisis de las acciones que han llevado adelante los sujetos que estuvieron implicados –más o menos directamente- en el complejo proceso del Holocausto. Además, el minucioso estudio de la vida de los distintos actores sociales que protagonizaron los acontecimientos ya sea como víctimas, como victimarios o como espectadores indiferentes o comprometidos desde una beligerancia positiva o negativa, nos permite confrontar las posturas teóricas de Sartre y de Savater con hechos concretos y empíricos recuperados del pasado para que no sean olvidados y discutir, debatir y reflexionar, en definitiva, acerca de las posibilidades y de los límites de la condición humana.
En consecuencia, se utilizarán, para llevar adelante esta propuesta, atendiendo a que constituyen un invalorable recurso didáctico, las “Historias de vida” de quienes estuvieron involucrados en el proceso bajo análisis. La elección de este recurso se debe a que consideramos que las historias de vida, abren las posibilidades para realizar un profundo ejercicio de reflexión sobre la libertad y de sensibilización sobre lo sucedido en los años del Holocausto a partir de conocer lo vivido por los distintos actores sociales que participaron de los terribles acontecimientos ocurridos durante aquellos años, y porque además de establecer una relación intimista con los protagonistas elegidos, junto con la descripción de sus vidas se entrama, al mismo tiempo, una detallada descripción de los acontecimientos más relevantes del período y nos puede ayudar a intentar comprender lo que a veces resulta incomprensible.
DESTINATARIOS
Estudiantes en escuelas secundarias, de los institutos de formación docente y de las diversas carreras universitarias disponibles en la región.
Mínimo de asistentes al taller: 20 participantes
Máximo de asistentes al taller: 40 participantes
DURACIÓN Y CARGA HORARIA
Una jornada de 4 horas y media reloj de duración.
DESARROLLO DE LA PROPUESTA.
Modalidad de trabajo: Aula-Taller
“El eje de esta metodología es la participación de todos los protagonistas del proceso de enseñanza y aprendizaje. Esta metodología encuadra la participación, organizándola como proceso de aprendizaje para potencializar la creatividad, disminuir los riesgos de la dispersión y de la anarquía y, al mismo tiempo, conservar la espontaneidad. De esta manera el aula puede convertirse en un espacio en el que todos sean los artesanos del conocimiento, desarrollando los instrumentos para abordar el objeto en forma tal que los protagonistas puedan reconocerse en el producto de la tarea. Es necesario aclarar que la metodología del aula-taller incluye momentos de trabajo grupal pero también momentos de trabajo individual. El trabajo individual posibilita un tiempo de reflexión personal, con confrontación con el propio conocimiento, de análisis interior sobre dudas, necesidades, intereses, posibilidades, proyectos. Por otra parte, el trabajo de grupo permite a los integrantes aprender a pensar y actuar junto con otros, es decir, a copensar y cooperar, desarrolla actitudes de tolerancia y solidaridad. En el aula taller la participación se instrumenta, en tres momentos del proceso de enseñanza y aprendizaje: la actividad inicial, el desarrollo del marco teórico y las actividades de afianzamiento, integración y extensión…” (Susana Pasel, “Aula Taller”, Aiqué, Buenos Aires, 1990:19).
ACTIVIDAD INICIAL – (tiempo estimado: 2 horas reloj)
Presentación de los/as coordinadores del taller.
Formación de los grupos de trabajo utilizando técnicas de agrupamiento que permitan que se constituyan agrupaciones por azar. Por ejemplo: utilizando la técnica de frases incompletas (se le da a cada participante partes de una frase) y cuando ésta se completa queda constituido el grupo. Se reparten tantas frases como grupos se desean conformar. También se puede utilizar la técnica de los caramelos y se agrupan según el color del caramelo que escogieron, o la de las tarjetas con diversas formas geométricas y se constituyen de acuerdo a la forma que han escogido, etc, etc,.
Presentación a cargo de las/os coordinadores de las líneas generales del trabajo a realizar y del tema que se ha de abordar.
Entrega a cada grupo de un papel afiche en el que deben escribir las respuestas a las siguientes preguntas:
¿Qué información tienen acerca del Holocausto?
¿Qué es la libertad?.
¿Qué relaciones pueden establecer entre el Holocausto y la libertad?
Se colocan los afiches con las respuestas escritas en una pared, para que puedan ser leídas por todos los integrantes del taller.
Se realiza la lectura de lo escrito a cargo de un representante de cada grupo
Las/os coordinadores transcriben en una pizarra las cuestiones de mayor relevancia y que más se repiten y van realizando intervenciones contingentes con el objetivo de clarificar teóricamente aquellas cuestiones que aparezcan como erróneas o confusas.
Se mantiene lo escrito en la pizarra y en los papeles afiche para que luego puedan ser recuperados al momento de elaborar las conclusiones finales en el momento del cierre del taller.
DESARROLLO DEL MARCO TEÓRICO (Durante las dos horas en que se desarrolla la actividad inicial y en el transcurso de las dos horas destinadas a la realización de las actividades de afianzamiento, integración y extensión)
El desarrollo del marco teórico, no esta pensado en este tipo de metodología de trabajo como una conferencia en la cual los oyentes se mantienen pasivos y el acento este puesto en el o los disertantes. El aula taller permite sostener el encuadre teórico que fundamenta la propuesta como un entramado que se va desplegando en forma de intervenciones contingentes tanto en el transcurso de la actividad inicial como en la exposición de los resultados obtenidos luego de la realización de las actividades de afianzamiento, integración y extensión. Así, las conceptualizaciones respecto de la libertad, los debates filosóficos que existen en torno a esta facultad específica de la especie humana, como también todo lo que se refiera a la reconstrucción histórica del proceso del Holocausto se explicitaran en la medida que las inquietudes, las dudas y los errores de los participantes lo requieran.
PAUSA- (Tiempo estimado 30 minutos)
ACTIVIDADES DE AFIANZAMIENTO, INTEGRACIÓN Y EXTENSIÓN – (Tiempo estimado: 2 horas reloj)
Reunión en grupos (seis como máximo)
Se les entregara a cada grupo tres historias de vida diferentes (la historia de una víctima, de un victimario y de un observador). Se entregarán un total de 9 (nueve) historias de vida repetidas dos veces con el objetivo de poder confrontar las respuestas que se puedan elaborar. Historias de vida seleccionadas: Primer grupo de historias de vida: Janusz Korczak, Adolf Eischmann e Irena Adamowicz; Segundo grupo de historias de vida: Mordejái Anielewicz, Heinrich Himmler y Kurt Gerstein; tercer grupo de historias de vida: Adam Czerniakow, Joseph Gobbels y Mordejái Jaim Rumkowski
Se responderán en grupo las consignas de trabajo que se adjuntan a las historias de vida y que serán iguales para todos los grupos.
CONSIGNAS COMUNES PARA TRABAJAR LOS TRES GRUPOS DE HISTORIAS DE VIDA.
¿La vida de los sujetos seleccionados muestra que fueron sujetos libres? Si- No. Fundamentar la respuesta.
Realizar un listado de sus elecciones.
¿Estuvieron determinados a elegir? ¿Tuvieron opciones?
¿El contexto social, político y económico en el que vivieron, determinó o condicionó sus decisiones? Si-No. Fundamentar la respuesta.
Consideran, que ¿Aún en situaciones límites es posible ejercer la libertad y estar en condiciones de elegir? Si- No. Fundamentar la respuesta.
Reflexionen sobre las historias de vida que les han sido asignadas y respondan ¿Si ustedes ante iguales circunstancias hubiesen actuado como ellos o de otra manera? Si hubiesen actuado de otra manera, ¿cómo lo habrían hecho?
Se realizará la puesta en común.
Cada grupo narrará en forma sintética las historias de vida que han analizado
Expondrán las respuestas que hayan podido elaborar a partir de las consignas planteadas.
Las/los coordinadores irán esbozando una conclusión general sobre lo trabajado en una pizarra respecto del ejercicio de la libertad en tiempos del Holocausto.
Se realizará en forma oral un ejercicio de comparación entre lo que se dicho respecto del Holocausto y la libertad al iniciarse el taller y las conclusiones que se han elaborado luego de haber desarrollado las actividades de afianzamiento, integración y extensión.
Actividad individual: Registro escrito y personal de la experiencia de aprendizaje que se atravesó a partir de las siguientes preguntas motivadoras:
¿Qué piensas sobre lo que se hizo, se leyó y se dialogó en el taller?
¿Qué aprendiste?
¿Qué problemas o dudas se plantearon en forma grupal? ¿Tienes dudas personales? ¿Cuáles? ¿Qué sugerencias podrías realizar para superar esas dudas?
¿Sobre qué cuestiones necesitas seguir pensando e investigando?
Lectura en voz alta de algunos registros (con la autorización previa de los autores).
Despedida a cargo de las/los coordinadores. Lectura del siguiente texto
“La libertad. Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra, ni el mar encubre; por la libertad, así como la honra, se puede y debe aventurar la vida; y, por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a los hombres”.
(Miguel de Cervantes, “Don Quijote de la Mancha”)
ANEXO.
HISTORIAS DE VIDA.
PRIMER GRUPO DE HISTORIAS DE VIDA.
JANUSZ KORCZAK
“Janusz Korczak –médico, escritor y educador-, seudónimo de Henryk Goldszmit” …que “…nació en Varsovia en 1878, en el seno de una familia de origen judío asimilada a la cultura polaca hacía tres generaciones. La familia no tenía hábitos religiosos ni mantenía fielmente las tradiciones de los antepasados; sus integrantes no hablaban el idioma hebreo no tampoco el Idish…”.
“…Dotado de una gran sensibilidad, tuvo conciencia de la comodidad que tenía en su magnífico hogar rodeado de cuanto necesitaba para crecer y desarrollarse. Sin embargo, su aguda mirada registró críticamente aquel tiempo de esplendor, en el cual se le cuestionaba su predisposición para jugar con los hijos del personal de servicio: cocineras, camareras y mucamas…Las primeras caminatas efectuadas por los barrios humildes de Varsovia lo enfrentaron a una realidad muy distinta de la que vivía en su hogar. En esas calles sucias, ignoradas por los poderosos, conoció la miseria y la trágica realidad del hambre. La Varsovia de entonces mostraba su opulencia conformada por los mil rostros de su burguesía satisfecha, sus palacios, sus hermosas avenidas. También había barrios muy humildes, habitados por trabajadores que sufrían las consecuencias del desempleo…”
“… Estas experiencias le resultaron particularmente significativas, porque pudo comprobar la abismal distancia que separaba la clase social en la cual él había nacido y la realidad del trabajador, del proletario. ¿Quién atiende a los niños abandonados?, se preguntó el joven Henryk Goldszmit”.
“…A los 18 años ingresó a la Facultad de Medicina de Varsovia, egresando en 1901…Ese mismo año efectuó su primer viaje a Alemania, alternando sus estudios entre clínicas privadas y la Universidad de Medicina de Berlín. Después de un año se trasladó a París, donde continuó los cursos de perfeccionamiento en pediatría y psiquiatría infantil…de regreso a Varsovia, se incorporó como médico residente al Hospital Infantil de esa ciudad…Sus actividades laborales fueron interrumpidas cuando fue movilizado para participar en la guerra ruso-japonesa de 1904-1905 por su condición de médico. Se desempeñó en puestos sanitarios y en hospitales de campaña ubicados en los frentes de batalla…Pudo ver caravanas de niños huérfanos cuyos hogares habían sido destruidos por las acciones militares, cuyos padres habían perecido en los ataques a las poblaciones; niños que lograron escapar a la metralla, heridos, mutilados, hambrientos y sin protección de ninguna naturaleza…Korczak se preguntaba: ¿Quién atiende a los huérfanos de la guerra?…”
“…Pudo canalizar su preocupación por todos los temas de la niñez mediante su labor como médico monitor en las colonias de huérfanos judíos en 1907 y de huérfanos católicos polacos en el hospital, y en las colonias de vacaciones…”
“…En 1910 participa de una colonia mixta, también atendiendo a niños en su condición de médico, y en ese momento se vincular con una institución de Varsovia llamada Sociedad de Asistencia al Huérfano. Entre los objetivos de la sociedad se destacaban: entregar a los niños huérfanos vestimenta, alimento, albergue y también ayuda material. Proporcionar a los niños enfermos medicamentos bajo control médico, servicios de hospitalización a cargo de la sociedad y subsidios para servicios fúnebres. Alojarlos en albergues, refugios, asilos, escuelas de oficios y establecimientos de enseñanza. Korczak comenzó a colaborar con esta sociedad en 1911 y permaneció en ella hasta el final de su vida.
El funcionamiento de la sociedad era posible gracias a la recaudación de fondos que provenían de las cuotas especiales que pagaban sus adherentes, de fondos que entregaban otras instituciones y de donaciones especiales. Esa era la base económica del asilo, que no tuvo del gobierno de Polonia sino que fue íntegramente solventado por la comunidad judía de Varsovia…”
“…Korzack logró, a través de sus asilos, que cientos de niñas y de niños abandonados, indefensos y sin protección por parte de la sociedad tuvieran la posibilidad de pasar años tan importantes en su formación en un hogar donde fueron respetados..”
“En la contienda de 1914 a 1918, Korczak fue movilizado nuevamente y siguió a las tropas en sus desplazamientos por los destinos que le fueron asignados. Otra vez los hospitales de campaña, la atención de heridos y de niños que permanentemente encontraba en caminos y en pueblos arrasados”.
“Las actividades que se desarrollaban en los asilos lograron, a través de los años, el reconocimiento del medio…Muchas personas visitaban los asilos para tener conocimiento de cuanto en ellos ocurría, inclusive muchos estudiantes de los cursos de pedagogía que se dictaban en la capital de Polonia hacían pasantías en los asilos. Esta situación condujo a las autoridades polacas a integrar a Korczak al Instituto de Pedagogía Especializada en 1919, y al año siguiente a la Universidad Libre de Varsovia, institutos en los cuales dictó sus clases por un tiempo prolongado.
“…En 1939, veinte años de paz quedaron atrás. Una poderosa fuerza militar iniciaba la más dolorosa y deplorable aventura en la historia de la humanidad.
Los estandartes del Tercer Reich marcaron a sangre y fuego el espacio y el tiempo de la tragedia que se precipitó ante el silencio de Francia y de Gran Bretaña. La habilidad diplomática de Alemania –ya demostrada en la partición de Checoslovaquia y en la anexión de Austria- ofreció muestras de su astucia. El Este Europeo se inmovilizó como consecuencia del pacto nazi-soviético, firmado en Moscú el 23 de agosto de 1939,y, una semana después, Polonia fue invadida. La lucha fue desigual. El poderío del ejército alemán, posibilitado por una industria bélica sin antecedentes en su magnitud, se consolidó con la preparación técnica de cuadros profesionales adiestrados para la guerra…Los nazis ocuparon Varsovia el 21 de setiembre, después de someterla a intensos bombardeos…”
“…El 14 de octubre de 1940, los alemanes dispusieron que todos los judíos de Varsovia se trasladasen a un sector del antiguo barrio hebreo, ubicado en el oeste de la ciudad, al sur del río Fístula, zona en la cual estaba instalada la colectividad desde hacía siglos. El barrio ocupaba una extensión muy considerable y en ella se destinó un sector reducido para el gueto. Sus límites fueron materializados con muros y alambradas, abiertos únicamente en pocas puertas que se cerraron un mes después.
Entrar y salir del gueto significaba tener la debida autorización de los nazis, superar los controles llevados a cabo por la GESTAPO y por la propia policía judía. Esta última dependía del Judenrat, es decir, del Comité Judío que los nazis habían institucionalizado…El judenrat era responsable de la administración del gueto. Sus miembros –elegidos por los nazis- fueron personas representativas de los sectores pudientes de la comunidad, en su mayoría grandes comerciantes y profesionales, que respondían a las directivas de los alemanes…”
“…Korczak apeló al Judenrat para encontrar un edificio que tuviese capacidad para albergar a los niños, pero además, que permitiese desarrollar las actividades propias del asilo. Resultaba imposible conseguir un edificio con las posibilidades que ofreció el construido especialmente en Krochmalna 92. Esa calle está ubicada en un sector muy humilde del barrio judío. Al delimitarse el gueto, alguna de sus cuadras lo cruzaba, pero el Asilo de Huérfanos Judíos quedó en la parte aria y, al ser obligado a trasladarse, ocupó el edificio de una antigua fábrica en la calle Chlodna 33. Posteriormente –ya en el denominado gueto chico- se instaló en un local ubicado en un pasaje que salía a las calles Sliska y Sienna…”
“…A medida que la miseria aumentaba, había más demanda para ingresar niños al asilo, y ello obligaba al “viejo doctor”a salir todos los días munido de un gran bolso que terciaba a su espalda, para guardar los productos que solicitaba…La vida en el asilo representó un oasis para los internados –la mayor felicidad posible de aspirar en aquel medio y tiempo era ubicar un niño en el asilo de Korczak-, pero el desgaste personal de maestro fue muy grande, porque a pesar de la ímproba tarea que se había impuesto para mantenerlo habilitado, los niños igualmente morían por falta de la atención que necesitaban. Korczak convirtió el sótano del edificio en un hospital, pero para asegurar su funcionamiento carecía de los medios correspondientes al tratamiento hospitalario…”
“…La población del gueto se fue diezmando. El hambre, las pestes, los trabajos forzados, las acciones directas de los nazis y, posteriormente, los traslados que se realizaron de julio a septiembre de 1942, segaron trescientas mil vidas en dieciocho meses.
Los amaneceres ofrecían la patética realidad de los cuerpos inertes, apenas huesos y piel. La desnudez de los despojos, repetida obscenamente, noche tras noche, día tras día, afirmaba que el plan de exterminio enunciado se cumplía…”
“…En Julio de 1942 comenzaron los traslados masivos a Teblinka de los habitantes del gueto que habían sobrevivido al hambre y a las pestes.
Korczak intentó evitar ese destino a los niños, tratando la delicada situación con el presidente del Judenrat. Fue inútil. El 5 de agosto, los nazis ordenaron el desalojo del asilo y el traslado de todos sus integrantes a la estación ferroviaria para viajar a los campos de exterminio.
Ingentes habían sido los esfuerzos que los amigos de Korczak hicieron para convencerlo de la necesidad de dejar el asilo y refugiarse en territorio ario de Varsovia.
Sus amigos entendían, y el propio Korczak también, que los nazis no tenían límites en su afán destructivo y que los judíos, adultos y niños, eran las víctimas elegidas.
Se le insinuó la posibilidad de dejar el asilo apenas se instaló el gueto y después le fue formulada reiteradamente la invitación. Siempre rehusó…Junto a sus niños y docentes permaneció en el asilo, desechando los ofrecimientos que recibió por parte de amigos y personas que mucho lo respetaban para salvar su vida. El 5 de agosto de 1942, estando los niños desayunando, los nazis desalojaron el asilo y todos sus integrantes marcharon hacia la muerte…”
Lili Berger cita el testimonio de Nahum Remba, un militante clandestino, integrante de la comunidad religiosa judía de Varsovia, reporteado por el doctor Emmanuel Ringuelblum:
“Ese día hacía un calor tórrido. Localicé a los niños de los internados en el fondo de la plaza, cerca de la pared. Creí poder tener éxito en salvarlos de la deportación, ocultándolos hasta el día siguiente. Cuando Korczak llegó con sus chicos, le propuse acompañarme al Consejo para intervenir allí. Él se negó, no quería dejar solos a los niños ni un instante. Con el corazón acongojado observé de lejos su embarque en los vagones. Quizá falte lugar, soñaba yo, observando esa masa densa, apretada, atropellada, molestada, empujada aun mediante látigos, avanzando, en fin, subiendo a los vagones.
De repente vino la orden de llevar a los que estaban en las casas de los niños y Korczak fue el primero, a la cabeza de los chicos…Aquello no era una marcha hacia los vagones de la deportación; era una manifestación de protesta como no he visto jamás. Los niños alineados de cuatro en cuatro. Korczak, tomando a dos de ellos por sus manos, con los ojos levantados, ardientes, llevó el primer grupo. A la cabeza del segundo marchaba Stefania Wilczynska. Iban a la muerte con dignidad, lanzando a los bárbaros miradas llenas de desprecio. Sus miradas decían que llegaría la hora de la venganza…”
“El tren estaba próximo a partir cuando un oficial alemán le comunicó a Korczak que no estaba obligado a viajar…”
“…En el gueto de Varsovia muchas fueron las historias de resignaciones, pero también de rebeldías, de entrega y de compromiso solidario. En conjunto, conforman la memoria de un tiempo de espanto en el cual se mantuvo viva la esperanza.
Historias como la que terminó –o comenzó- el 5 de agosto de 1942, cuando un tren partió de Varsovia con destino a Treblinka.
Era un viaje más de los programados por los nazis para aniquilar a los judíos. Entre innumerables pasajeros indefensos, se encontraban allí doscientos niños del asilo de Huérfanos Judíos del Gueto, sus doce docentes y su director Janusz Korczak, a quien momentos antes de la partida los nazis le hicieron saber que él no estaba obligado a viajar. Podía si lo deseaba, permanecer en Varsovia.
Janusz Korczak, que entonces tenía 63 años y absoluto conocimiento de la realidad, eligió acompañar a los niños.
Todas sus elecciones tuvieron siempre esa dimensión moral. Había dirigido el asilo de Huérfanos Judíos por más de 30 años, cuando los nazis lo trasladaron, y marchó al gueto rechazando sistemáticamente las coberturas que le ofrecían sus amigos; era médico y hubiera podido desempeñarse en la alta sociedad polaca, pero prefirió atender a obreros y menesterosos. Fue profesor en la Universidad de Varsovia, pero dejó las aulas para dedicar todo su tiempo a los niños abandonados. En aquel día de agosto pudo haberse quedado en Varsovia, pero eligió el viaje…”
(“Janusz Korczak. Maestro de la humanidad”, Rubén Naranjo, Editorial Novedades Educativas, Buenos Aires, 2001, páginas 33 a 87)
ADOLF EICHMANN
“teniente coronel de la SS que desempeñó un rol central en la aniquilación del judaísmo europeo.
Nació en Alemania, en la zona del Rin, y se educó en Austria donde se incorporó al Partido Nazi en 1932. Un año después retornó a Alemania e ingresó en la unidad austriaca de la SS. En octubre de 1934 fue trasladado al cuartel general del Servicio de Seguridad. En 1935 se incorporó a la nueva sección judía del SD, y se convirtió en uno de los principales planificadores y ejecutores de las políticas antijudías de la SS.
En 1937 viajó a Eretz Israel (Palestina), pero los británicos no le permitieron desembarcar. En ese viaje llegó a la conclusión de que la creación de un estado judío no respondía a los intereses alemanes. Después del Anschluss –la anexión de Austria por parte de Alemania en marzo de 1938- A. E. fue encargado de organizar la emigración de los judíos austriacos, y, diseñó una táctica que no les dejaba otra alternativa: confiscó sus bienes, destrozando así su situación económica, y los aterrorizó parar forzarlos a huir; además, se apoderó del control de las instituciones comunitarias judías y obligó a sus dirigentes a cooperar con los planes de emigración. Llevado por ese mismo objetivo, modificó su postura anterior y comenzó a cooperar con las agencias de Aliá Bet (emigración judía ilegal a Eretz Israel). Con el fin de lograr mayor eficiencia, estableció en Viena la Oficina Central para la Emigración Judía en agosto de 1938.
Al crearse la Oficina Central de Seguridad del Reich en setiembre de 1939 se puso al frente de la sección judía de la GESTAPO, disponiendo de un poder mayor que el de cualquier otro jefe de sección: trabajaba bajo las órdenes de Reinhard Heydrich, y, en ocasiones, bajo órdenes directas de Heinrich Himmler.
En 1939 y 1940 superviso la deportación de polacos y judíos de las zonas de Polonia anexadas por el Reich. Una de las primeras ideas que puso en práctica fue el plan de Nisko y Lublin, que preveía la deportación masiva y el reasentamiento de judíos en el Generalgouvernement. A pesar de que el plan fracasó rápidamente, se convirtió en prototipo de las deportaciones masivas de judíos durante el resto de la guerra.
Para fines de q1940 la oficina de A. E. controlaba a todos los judíos dentro del Reich. A. E. envió a sus representantes para que asesoren a diversos gobiernos en asuntos judíos; su tarea era la de promover la aplicación de políticas antijudías. Sus representantes estuvieron activos en toda Europa bajo la dominación nazi, excepto en Escandinavita y en las zonas donde operaban los Einsatzgruppen.
En octubre de 1941 A. E. participó en las conversaciones iniciales sobre la “Solución Final”. Bajo las órdenes de Heydrich, organizó la Conferencia de Wannsee para coordinar el exterminio de todos los judíos en Europa; la conferencia tuvo lugar en Berlín en enero de 1942. Una vez aprobado el proyecto, la oficina de A. E. emitió órdenes respecto a cuándo y dónde debían producirse las deportaciones. Él y sus colaboradores también diseñaron el sistema para apresar a los judíos y expoliar sus bienes. Efectuó numerosas visitas personales a campos de exterminio para supervisar su eficiencia y sus avances, y fue responsable directo del Gueto de Theresienstadt (Teresin). A. E. dirigió personalmente las deportaciones de 1944 en Hungría, donde al igual que en otros países se encontró con muchos intentos de salvar judíos en forma organizada. En algunos casos los frustró, como en Rumania y Bulgaria; en Hungría, en cambio, intentó lograr un acuerdo para intercambiar vidas judías por mercancías o dinero.
Después de la guerra A. E. escapó a Argentina. Vivió allí sin ser detectado hasta mayo de 1960, cuando lo capturó el Servicio de Inteligencia Israelí. Fue juzgado en Jerusalem en abril de 1961, hallado culpable y condenado a muerte. A. E. fue ahorcado el 1 de junio de 1962.”
(Texto extraído de “Enciclopedia del Holocausto”, AAVV, 2004)
IRENA ADAMOWICZ
“Polaca no judía que brindó ayuda a diversos movimientos clandestinos en varios guetos durante la Segunda Guerra Mundial. Nacida en Varsovia y católica practicante, I. A., era una de las principales dirigentes del movimiento de scouts polaco. Se graduó en Ciencias Sociales en la Universidad de Varsovia. Durante la década del ’30 desarrolló un estrecho vínculo con el Movimiento Juvenil Sionista Hashomer Hatzair, e incluso participó en sus actividades educativas y de asistencia social.
Durante el verano de 1942 I. A. arriesgó su vida llevando a cabo peligrosas misiones para las organizaciones judías clandestinas en los guetos de Varsovia, Bialystok , Vilna, Kovno y Siauliai. No sólo transmitía importantes mensajes entre los diferentes guetos, sino también alentaba a los judíos encerrados en ellos. Asimismo, colaboró en el establecimiento de contactos entre las organizaciones clandestinas judías y el Ejército de la Patria (milicia clandestina polaca).
Después de la guerra, I. A. continuó en estrecho contacto con los sobrevivientes de los movimientos sionistas pioneros con quienes había trabajado y a los cuales había ayudado”.
Texto extraído de “Enciclopedia del Holocausto”, AAVV, 2004)
SEGUNDO GRUPO DE HISTORIAS DE VIDA
MORDEJÁI ANIELEWICZ
Comandante del Levantamiento del Gueto de Varsovia. El Kibutz (colonia colectiva) Iad Mordejái en Israel lleva su nombre. Nacido en Varsovia, M. A., llegó aún muy joven a ser dirigente del “movimiento juvenil sionista socialista Hashomer Hatzaír”. Cuando comenzó la guerra, M. A. huyó de Varsovia hacia Vilna, en la Polonia Oriental ocupada por la Unión Soviética. Trató de hallar una ruta de escape a Eretz Israel (Palestina), pero fue capturado por los soviéticos. Después de ser liberado, M. A. lideró una acción para enviar a un grupo de regreso a Polonia y así continuar con las actividades clandestinas del movimiento bajo la ocupación alemana, y se ofreció como uno de los primeros voluntarios. Colaboró en la publicación de un periódico clandestino y organizó reuniones y seminarios. También realizó viajes clandestinos fuera de Varsovia para visitar a compañeros del movimiento juvenil en otros guetos. En junio de 1941, al enterarse de que se estaban perpetrando asesinatos en masa de judíos, M. A. formó una organización de autodefensa en el gueto de Varsovia. En el verano de 1942 los alemanes deportaron a 300.000 judíos del gueto, en el que quedaron 60.000 personas. Al comprobar que la “Organización Judía Combatiente” era muy débil, M. A. la reorganizó. La mayoría de los otros grupos clandestinos judíos se fusionaron con la ZOB, y en noviembre de 1942 M. A. se transformó en su comandante.
El 18 de enero de 1943, los alemanes sorprendieron a los judíos con una segunda deportación. La ZOB se lanzó a la lucha callejera, comandada por M. A.. Cuatro días después, los alemanes detuvieron las deportaciones. Los judíos interpretaron esto como una victoria de la resistencia judía. Durante los siguientes tres meses, M/ A. dirigió la intensiva preparación de la ZOB para la siguiente etapa de combate.
La deportación final de los judíos de la ciudad comenzó el 19 de abril de 1943. Fue la señal para que la resistencia comandada por M. A. se lanzara a la rebelión conocida como “Levantamiento del Gueto de Varsovia”. Después de un duro combate, M. A. y muchos de sus combatientes se refugiaron en su búnker en la calle Mila 18. A pesar de que era consciente que se acercaba el fin, M. A. escribió: “el sueño de mi vida se ha hecho realidad; he vivido para presenciar la resistencia judía en el gueto, en toda su grandeza y gloria”. El búnker cayó el 8 de mayo. La mayoría de los miembros de la ZOB, entre ellos M. A. murieron en combate”.
Texto extraído de “Enciclopedia del Holocausto”, AAVV, 2004)
HEINRICH HIMMLER.
Jerarca supremo de las SS y jefe de la policía alemana, arquitecto de la “Solución Final” y uno de los principales asesores de Hitler. Junto a él, se convirtió en el hombre más poderoso de la Alemania Nazi.
Nació en Munich en el seno de una familia católica de clase media. A los 17 años se enroló en el ejército pero no participó en combates durante la Primera Guerra Mundial. Estudió agricultura y economía en la Escuela de Tecnología de Munich. Durante la década del ’20 trabajó como vendedor y como criador de aves, y se enroló en el recién creado Partido Nazi.
En 1923 participó en el fallido intento de Hitler de tomar el gobierno de Bavaria. Posteriormente se unió a una organización terrorista dirigida por un aliado de Hitler, Ernst Rohm. En 1925 se incorporó a las SS, que en ese momento consistían en un grupo de 200 hombres que actuaban como guardaespaldas de Hitler. En 1919 H. H. tomó el control de la organización, y bajo su mando las SS se transformaron en el factor dominante del imperio nazi, responsables principales del exterminio del judaísmo europeo.
Cuando Hitler llegó al poder en enero de 1933, H. H. fue designado presidente de la policía de Munich y jefe de la policía política de Bavaria. Esto le dio autoridad para engrosar las filas de la SS, organizar el Servicio de Seguridad (SD) bajo la conducción de su protegido Reinhard Heydrich, y, finalmente desbaratar las tropas de asalto (SA), un grupo nazi rival. En ese mismo año H. H. estableció el primer campo de concentración en Dacha. Continuó ascendiendo rápidamente y se convirtió en comandante de toda la fuerza policial del Reich: Comandante Nacional de las SS y jefe de la Policía alemana, En noviembre de 1938 organizó La noche de los Cristales.
En octubre de 1939, poco después de que estallara la Segunda Guerra Mundial, H. H. fue designado Comisario del Reich para el Fortalecimiento de la Nacionalidad Alemana, y se le otorgó el control de la recientemente ocupada Polonia, cuyos habitantes polacos y judíos debían ser reemplazados por alemanes étnicos. En 1941 ejercía plena autoridad sobre los campos de exterminio y de concentración en Polonia, la totalidad de la fuerza policial, los servicios de inteligencia, la administración política de los territorios ocupados y las formaciones armadas de las Waffen-SS. Al convertirse en ministro del interior en 19343, también quedaron a su cargo el poder judicial y la administración pública,
H. H. consagró su poder casi ilimitado, su característica eficiencia y su total falta de principios morales a lograr la pureza racial en Europa. Estaba convencido de que los arios pertenecían a una raza superior destinada a gobernar a las razas inferiores, la cual corría peligro de ser contaminada por los judíos, por lo cual éstos debían ser aniquilados. Con ese fin estableció campos de concentración y de exterminio; ordenó que se realizaran experimentos médicos sobre prisioneros judíos y otros seres inferiores; explotó brutalmente a los reclusos en trabajos forzados y promovió leyes especiales de matrimonio e instituciones de acoplamiento sexual destinadas a la gestación de arios perfectos.
Al acercarse el fin de la guerra, H. H. tomó conciencia de que los alemanes serían derrotados. En ese entonces intentó congraciarse con los aliados, al mismo tiempo que continuaba combatiendo en el Este. Ocultó las evidencias del exterminio masivo y permitió que varios centenares de prisioneros de los campos fueran transferidos s Suecia. Intentó encarar negociaciones de paz a través del conde Folke Bernadotte, que encabezaba la Cruz Roja Sueca, e incluso sugirió la posibilidad de rendirse al general norteamericano Dwight D. Eisenhower. Esto provocó la ira de Hitler, quien lo despojó de toda su autoridad. Después de la derrota nazi intentó escapar de Alemania, pero fue capturado por soldados británicos. Se suicidó el 23 de mayo de 1945, antes de ser juzgado como criminal de guerra”.
(Texto extraído de “Enciclopedia del Holocausto”, AAVV, 2004)
KURT GERSTEIN.
Oficial de la SS que intentó en vano alertar al mundo sobre las actividades criminales de los nazis. Se afilió al Partido Nazi en 1933, pero al mismo tiempo se vinculó a la Iglesia Confesional antinazi. Ello hizo que fuera enviado a un campo de concentración y expulsado del Partido Nazi en 1938. En ese momento comenzó a estudiar química.
Cuando su cuñada fue asesinada en el marco del Programa de Eutanasia, K. G decidió descubrir la verdad sobre el exterminio de enfermos mentales, se ofreció como voluntario en las Waffen-SS y fue enviado a su instituto de higiene. En ese puesto trabajo con Zyklon B, el gas tóxico utilizado por los nazis para el asesinato masivo. En agosto de 1942 visitó los campos de exterminio de Treblinka, Sobibor y Belzec, con la excusa de investigar los efectos del Zyklon B. En realidad, quería verificar que sus datos eran exactos para revelarle al mundo lo que realmente estaba ocurriendo. K. G. hizo contacto con diversos diplomáticos y eclesiásticos, pero sus intentos de denunciar a los nazis y detener la masacre fueron ignorados. Después de la guerra fue arrestado como sospechoso de crímenes de guerra. Murió en la cárcel; es probable que se haya suicidado. Su informe sirvió de base para el drama de Rolf Houchhut “El Vicario”, representado por vez primera en 1963 y la película “Amén” de Constantin Costa Gavras (2003)”.
(Texto extraído de “Enciclopedia del Holocausto”, AAVV, 2004)
TERCER GRUPO DE HISTORIAS DE VIDA.
ADAM CZERNIAKOW.
Presidente del Judenrat de Varsovia. Nacido en dicha ciudad, se graduó de ingeniero químico. Se desempeñó en el Consejo Municipal de Varsovia de 1927 a 1934 y fue electo al Senado polaco en 1931. A pesar de que era miembro del Consejo ejecutivo de la comunidad judía antes de la Segunda Guerra Mundial, los judíos de Varsovia no lo reconocían como uno de sus líderes porque no integraba ningún partido político judío, no hablaba bien el Idish y lo consideraban asimilado.
A pesar de ello, cuando los nazis invadieron Varsovia y el presidente de la comunidad judía huyó de la ciudad, el intendente le solicitó que lo reemplazará. Los alemanes le ordenaron establecer un Judernat en octubre de 1939. Durante los primeros meses de la ocupación algunos de los principales dirigentes del Judenrat lograron abandonar el país. A. C. también tuvo la oportunidad de hacerlo, pero se negó a evadir sus responsabilidades de dirigente y criticó a aquellos que lo hicieron.
El Gueto de Varsovia fue establecido en octubre de 1940. En ese momento el Judenrat, bajo la conducción de A. C., asumió numerosas responsabilidades adicionales del ámbito municipal, que incluían alimentación, trabajo, limpieza, vivienda, cultura y servicios de salud para los habitantes del gueto. El judenrat creció hasta abarcar 15 departamentos diferentes con 6000 empleados.
Este jefe político fue duramente criticado por la resistencia de Varsovia, debido a lo que ellos percibían como colaboración con los nazis. Sin embargo, su política de actuar dentro del sistema fue su manera de intentar salvar vidas. Trató de mantener a los alemanes, en la medida de las posibilidades, fuera de los asuntos internos del gueto; esto permitió a los judíos contrabandear alimentos y otros productos esenciales prohibidos por los nazis. En sus contactos cotidianos con la policía alemana, A. C. procuraba generar alguna simpatía para la situación de los judíos del gueto y obtener así la ayuda. En general no lo logró, e incluso fue golpeado en dos oportunidades por intentarlo. Consiguió alguna ayuda del Kommissar del gueto, Heinz Auerswald, pero también éste lo traicionó ocultándole los planes para las deportaciones masivas. También fue criticado por el principal historiador del gueto, Emanuel Ringelblum, quien estimó que debido a su condición de asimilado no podía identificarse plenamente con aquellos a quienes representaba. Es cierto que para cargos importantes designó a otros judíos asimilados, sin embargo, a diferencia de otros presidentes de Judenrat, no utilizó su cargo para beneficio personal y puso límites en su cooperación las exigencias nazis.
En el verano de 1942, los alemanes comenzaron una ola de deportaciones de dos meses al campo de exterminio de Treblinka. El 22 de julio le ordenaron la selección de judíos para su reubicación en el este. Él sabía lo que ese término aparentemente inocuo significaba realmente, y no estaba dispuesto a entregar a sus judíos a una muerte segura. AL día siguiente, a las cuatro de la tarde, se suicidó. Según algunas versiones, dejó una carta a su esposa en la que explicaba su decisión: “Me están exigiendo que mate con mis propias manos a los hijos de mi pueblo. No tengo otro camino que morir”.
(Texto extraído de “Enciclopedia del Holocausto”, AAVV, 2004)
JOSEPH GOBBELS.
Ministro de propaganda nazi. Nació en Rheydt, Alemania, en el seno de una familia religiosa católica de muy escasos recursos. Un defecto en un pie le impidió enrolarse durante la Primera Guerra Mundial. Obtuvo un doctorado en Literatura y filosofía, con la esperanza de convertirse en escritor, que cumplió parcialmente al dirigir un periódico del Partido Nazi, al que se afilió en 1924.
Rápidamente obtuvo notoriedad como dinámico orador y propagandista. En 1926 fue designado jefe del partido del distrito de Berlín; su misión era la de obtener el apoyo de la capital para el nazismo. En 1928 se convirtió en el jefe de propaganda del partido, y fue el quién coordinó la campaña electoral nazi que llevó a Hitler al poder en enero de 1933.
En marzo de 1933 fue designado ministro de Propaganda e Información Pública. Su objetivo era “nazificar” el arte y la cultura de Alemania, para lo cual ordenó, el 10 de mayo de 1933, la quema de todos los libros no-germanos. Utilizó la radio y las películas de propaganda para ganar el apoyo popular. También fue responsable de crear un culto a la personalidad de Hitler. En noviembre de 1938 tuvo la idea de explotar el asesinato de un diplomático alemán en Francia a manos de un joven judío, para desatar un violento programa contra los judíos en Alemania.
Durante la guerra dirigió la campaña de propaganda psicológica del nazismo. Predispuso a los alemanes contra sus “enemigos” diseminando mentiras y generando el odio. Describió a los judíos como criaturas sub-humanas y como los mayores enemigos de los alemanes. Estaba convencido de que la gente cree en las mentiras si éstas son suficientemente repetidas, y que cuanto más grandes la mentira, mayores las posibilidades de que sea aceptada.
A pesar de ser un admirador incondicional de Hitler, éste no siempre le correspondía. Su vínculo se normalizó, sin embargo, cuando apoyo a Hitler después de un fallido intento de asesinato de éste. Al acercarse el fin de la guerra, Hitler lo nombró su sucesor, pero Gobbels rechazó el ofrecimiento. Un día después de que Hitler se suicidara en su búnker, Gobbels y su esposa lo imitaron, tras haber envenenado a sus seis hijos. Las tropas rusas identificaron su cadáver pocas horas después.
(Texto extraído de “Enciclopedia del Holocausto”, AAVV, 2004)
MORDEJÁI JAIM RUMKOWSKI.
Presidente del Judenrat del gueto de Lodz en Polonia. Había sido un empresario poco exitoso y director de un orfanato. Fue designado presidente del Judenrat el 13 de octubre de 1939, poco después de la invasión alemana a Polonia que desencadenó la Segunda Guerra Mundial. Como todos los presidentes de Judenrat, se debatía entre ayudar a sobrevivir a sus hermanos y ceder a las demandas de las autoridades alemanas. Pero su caso es particularmente controvertido, ya que cooperaba a menudo con los nazis y trababa a los judíos de su gueto en forma dictatorial.
Era directamente responsable ante la administración alemana del gueto. Tenía a su cargo todos los aspectos de la vida cotidiana del gueto y debía proveer de alimentos, alojamiento, calefacción, trabajo, salud y servicios sociales a la sufrida población. Controlaba asimismo la vida cultural. Cuando se prohibió a los rabinos ejercer su ministerio, comenzó a oficiar en las ceremonias de matrimonio. El dinero del gueto tenía impresa su fotografía. También le fue encargado el establecimiento, dentro del gueto, de fábricas para los alemanes. Instaló 120 de ellas, donde podía emplear a miles de judíos: estaba convencido que, si lograba crear una fuerza laboral vital y productiva para los nazis, éstos no destruirían el gueto. M. R., también creía que para salvar el gueto como tal, debía cooperar con los nazis y acceder a sus demandas de deportaciones. Para fines de 1941, tras haberse creado el campo de exterminio de Chelmno, los nazis lo obligaron a organizar una deportación. Al principio intentó convencerlos de reducir el número de deportados, pero los alemanes se negaron e hicieron responsable a M. R. de la elección de las víctimas. Durante los primeros cinco meses de 1942, 550000 judíos de Lodz fueron enviados a la muerte en Chelmno.
En la segunda semana de septiembre de 1942 se llevó a cabo otra deportación. Los nazis exigieron que M. R. entregase a todos los niños y ancianos. M. R. lo hizo, e incluso solicitó a las familias, sin inmutarse, que entregasen a sus propios hijos. Veinte mil judíos fueron brutalmente apresados y enviados a Chelmno. Por un tiempo hubo un respiro en las deportaciones, lo que pareció confirmar su convicción de que manteniendo la paz y trabajando APRA los nazis se podrían evitar futuras deportaciones. De hecho, durante un lapso el gueto de Lodz continuó estable, mientras que otros eran destruidos en toda Polonia.
Si embargo, a fines de la primavera de 1944, cuando el ejército soviético se aproximaba a Lodz, los alemanes resolvieron liquidar definitivamente el gueto y ordenaron a M. R., que organizase la deportación. Entre el 23 de junio y el 14 de julio de 1944 alrededor de 7000 judíos fueron enviados a Chelmno. Los judíos de Lodz se resistieron pasivamente a las deportaciones, por lo que los nazis decidieron liquidas el gueto inmediatamente, con la intervención de unidades de las SS y de la policía alemana. Cerraron las fábricas y disolvieron todas las instituciones que dependían del Judenrat; también modificaron el destino de los judíos, enviándolos a Auschwitz en lugar de Chelmno. M. R. solicitó a los judíos que se presentasen con calma para ser deportados, pero ellos ignoraron su llamado. Los alemanes completaron la liquidación del gueto entre fines de julio y agosto. Los judíos fueron enviados a la muerte; sólo uno pocos centenares lograron ocultarse,
Tampoco M. R. y su familia se salvaron, fueron deportados a Auschwitz el 30 de agosto de 1944 y asesinados allí a poco de llegar. Lodz fue liberada por el ejército soviético el 19 de enero de 1945. Algunos historiadores ven en M/ R. un colaboracionista y un traidor. Otros consideran que hizo un intento serio, pero fallido, de salvar a la mayor cantidad posible de judíos.
(Texto extraído de “Enciclopedia del Holocausto”, AAVV, 2004)
Nota.
Sería interesante incorporar a este trabajo sobre el ejercicio de la libertad en tiempos del Holocausto, un debate sobre la condición de “MUSULMÁN”. Así se denominaba a aquellos sujetos que dentro de los campos de concentración habían perdido todo, su identidad, su palabra, su historia, que sumadas a las deplorables condiciones físicas y psíquicas en las que se encontraban, se los consideraba “muertos en vida” ya que a pesar de continuar vivos eran incapaces de poner en juego ninguna de las características que definen a la condición humana. No podían decidir absolutamente nada, no estaban condicionados por el contexto, sino que estaban determinados a morir.
Autor/es: | LEONETTI, GISELLE EDIT |