MEMORIA, VERDAD Y JUSTICIA.
El refugio de la palabra explica los sentidos del sinsentido de la historia. Allí en la mirada de la deshumanización de los actos, los temblores de la injusticia y la agonía del pueblo, se encuentra la memoria para no olvidar.
El diálogo con los acontecimientos interpela la idea de cronos como tiempo cronológico para alojarse en la evocación de la memoria que articula el pasado con los horizontes que advienen para transformarla. Cada 24 de marzo habita las oscuridades que inscribieron las marcas del pueblo argentino tiñendo a la educación desde múltiples dimensiones.
La Subsecretaría de Educación Superior invita a la lectura sobre la “Memoria, verdad y justicia” con la autoría de la Lic Laura E. Giardini Rectora Instituto de Educación Superior N° 59 Maciel.
Subsecretaría de Educación Superior. Mg. Patricia Moscato.
MEMORIA, VERDAD Y JUSTICIA.
Éste es el lema que nos convoca cada 24 de marzo y hoy, a cuarenta años de la recuperación de la Democracia, volveremos a las plazas para juntarnos, expresarnos y seguir pidiendo que no se olvide, que no se perdone, que se haga justicia.
¿Por qué MEMORIA?
Algunos afirman que los pueblos que no recuerdan su pasado están condenados a repetirlo, por lo que se cree que la memoria sería una suerte de salvaguarda o una necesidad para no caer en un círculo vicioso. Sin embargo, prefiero pensar que la memoria es un compromiso ético-político, aunque internarnos en sus sendas nos conmocione hasta el punto de querer olvidar.
Los pueblos debemos recordar nuestras tragedias del pasado, porque son esas heridas las que nos hacen ser lo que somos en el presente, nos dotan de identidad. Y el nuestro sí que es un pueblo lleno de cicatrices. Desde el genocidio y expoliación económica que significó la conquista, pasando por las guerras independentistas; luego, los fuertes enfrentamientos intestinos, el cuasi exterminio de los pueblos originarios, las luchas obreras y de las mujeres y sus mártires; los golpes cívico-militares que conllevaron represión y terrorismo de Estado; la guerra de Malvina; y la pobreza y el hambre en que millones de compatriotas están sumidos.
Y no basta con tan sólo recordar, porque el recuerdo es individual, pero, en cambio, la memoria es colectiva, de ahí que son los pueblos los que deben realizar ese ejercicio y éste sólo es posible cuando las generaciones poseedoras del pasado lo vamos transmitiendo a las nuevas. Por ello, justamente, es tan importante el rol que tiene la Educación Pública en este ejercicio de la memoria. La escuela ha sido la institución que el Estado moderno construyó no sólo para impartir conocimientos, sino también para transmitir aquellos valores éticos que nos constituyen como sociedad.
Por ello no claudicaremos ni tampoco renunciaremos jamás a ese compromiso.
¿Por qué VERDAD?
Lito Nebbia afirmaba que “si la historia la escriben los que ganan eso quiere decir que hay otra historia, la verdadera historia”.
Y esto nos introduce a un tema fundamental ¿qué es la verdad?, ¿quién tiene la verdad? La historia y el pasado necesitan ser contados, relatados, pero los diferentes relatos responden a, también diferentes, intereses. Por eso, como bien sostiene Nebbia, no hay una sola historia. Y eso nos obliga a realizar un ejercicio crítico de la memoria, para poder reconocer qué intereses defendemos cuando nos apropiamos de un relato, lo tomamos como verdadero y lo reproducimos.
Y aquí también se trata de una opción ético-política: ¿hacemos nuestros aquellos intereses que defienden privilegios? ¿Hacemos nuestros aquellos intereses que defienden a élites económicas que sostienen un mundo con miles de millones de personas hambreadas, con guerras por recursos energéticos y con un futuro ambiental temerario? ¿Seguimos sosteniendo en nuestras escuelas el relato de la tradición histórica mitrista o, lo que es peor, las vaciamos de contenido histórico? O, en cambio, ¿optamos por la verdad que nos cuentan las víctimas? ¿optamos por la verdad que aún siguen buscando cientos de niñas y niños apropiados? ¿optamos por la verdad que, en un grito mudo, nos cuentan, y a la vez reclaman, cuerpos enterrados en fosas comunes?
Pero esta disyuntiva no sólo refiere al pasado, sino también al presente, un presente en el que “la verdad” es una mercancía que ofrecen en el mercado grandes empresas de medios de comunicación y redes sociales, dejándonos atrapados en un maremágnum de noticias falsas o fake news, como gusten llamarlas, para el caso es lo mismo.
Pero tengamos bien claro algo, esos otros relatos defienden los intereses económicos de grupos concentrados, nacionales y transnacionales, y siempre son contrarios a los del pueblo. En nuestra patria, fueron necesarios siempre estos golpes de Estado violentos, ilegales y asesinos para doblegar a las mayorías populares y así poder apropiarse graciosamente de nuestras riquezas, las naturales y las producidas por el pueblo trabajador. En el presente, han modernizado sus tácticas y ya no recurren a la represión, al secuestro o la desaparición para imponer sus políticas, sino que son mucho más sutiles, pero no por ello menos peligrosas; hoy nos endeudan para esclavizarnos económicamente y nos bombardean con “sus verdades”, “sus relatos”, generando una aculturación, una apolitización tan grande, que termina conduciéndonos hacia el fracaso, cual flautista de Hamelin.
Repito, elegir qué verdad incorporar en el ejercicio colectivo de la memoria es una opción ética y, por supuesto, las grandes mayorías, los pueblos, debemos elegir la verdad de las víctimas, la verdad de los perdedores.
¿Por qué JUSTICIA?
La Justicia es la única reparación posible, porque, en principio, es la búsqueda de la verdad y, por lo tanto, es construcción de memoria. También es la garantía del bien común. Pero, fundamentalmente, es dar a cada uno lo que merece, es castigo a los culpables.
Lamentablemente, al igual que los relatos históricos y actuales, la justicia (y en este caso me refiero al Poder Judicial, no a la Justicia como concepto) también se encuentra atravesada por intereses que, en la mayor de las veces, son contrarios a los intereses populares (sólo basta recorrer las cárceles del mundo y comprobar la clase social a la que pertenecen los reclusos).
Y así como nuestro país, en algún momento, fue un ejemplo mundial por haber realizado el Juicio a las Juntas Militares, también fue noticia cuando, en mayo del 2017, la Corte Suprema falló a favor de aplicar el beneficio del 2 por 1 a represores y miembros de la última dictadura cívico-militar.
Y entonces ahí apareció el pueblo que, retomando y continuando con una larga tradición de participación popular y apropiación del espacio público, y manifestándose de manera masiva, impidió que semejante tropelía se cometa y que triunfe el olvido y la impunidad.
La Justicia, como valor ético, también es un ejercicio colectivo. La lucha y el reclamo populares son la única garantía para que el Poder Judicial cumpla su mandato constitucional.
Por eso es necesario seguir estando en las calles, seguir reclamando, seguir luchando, seguir exigiendo MEMORIA, VERDAD Y JUSTICIA.
MEMORIA para construir VERDAD y JUSTICIA para reparar.
Laura E. Giardini
Lic. en Ciencia Política – UNR
Diploma Superior en Gestión Educativa – FLACSO
Rectora Instituto de Educación Superior
Autor/es: | LEONETTI, GISELLE EDIT |