9 de Julio de 1816: Independencia de las Provincias Unidas de Sud América.
Historizar las efemérides como proceso de reviviscencia tiñe la génesis de los mismos y ofrece la oportunidad de otorgar sentido a los tiempos que advienen.
Los trazados de la pluma con la tinta de la historia forman parte del proceso que se resignifica en el transcurso del mismo con la impronta de la lectura en el aroma de la flecha del tiempo.
Recuperar a la independencia, debatir el presente para poder construir el imago del porvenir invita a recuperar la célebre frase de Ernest Renán…”Una nación es una gran solidaridad, un sentimiento común, forjado por los sacrificios pasados y los que se está dispuesto a arrostrar en el futuro. La existencia de una Nación es un plebiscito de todos los días, democrático y libre, producto a su vez, de un largo devenir histórico que hace difícil su cuestionamiento por los actores políticos coyunturales. La nación no se planifica, ni se improvisa”.
La Subsecretaría de Educación Superior agradece la producción del Prof. José Manuel Candia. CIPE Instituto de Educación Superior N° 64 Ana María Fonseca.
¡Viva la Patria!
Subsecretaría de Educación superior.
Mg. Patricia Moscato.
9 de Julio de 1816: Independencia de las Provincias Unidas de Sud América.
Autor: Prof. José Manuel Candia. CIPE Instituto de Educación Superior N° 64 Ana María Fonseca.
Este sabado, como cada 9 de julio, recordamos y hacemos mención a uno de los momentos más importantes de nuestra historia: la independencia de toda dominación extranjera. A 106 años de aquella reunión del Congreso Constituyente en la “casita” de Tucumán, seguimos reinvincando el proceso emancipatorio de las Provincias del Río de la Plata que había comenzado en mayo de 1810. Ya no había ninguna máscara que utilizar para simular adhesiones a un Rey cautivo, ni mucho menos tiempo para “medias tintas”, era todo o nada.
Los criollos de la época decidieron declarar la independencia en 1816 luego de insinuarla por unos años. El contexto no les era muy favorable, la restauración monárquica en Europa y su influencia en América, sumado a los conflictos locales por proyectos políticos antagónicos dificultaba la toma de decisión final. Pero el afán por una libertad para el territorio del ex Virreinato, fue más fuerte.
Nos disponemos aquí, a ahondar en las vicisitudes de este proceso, repasando el camino hasta llegar al Día de la Independencia, su contexto, sus debates y sus limitaciones.
Unos años antes…
La Asamblea del Año XIII, había sido uno de los momentos más radicales y decisivos de la revolución comenzada en 1810. Si bien esta Asamblea no logró sus principales cometidos (declarar la independencia y sancionar una constitución), adoptó medidas que iban apuntando hacia la emancipación. Entre ellas, crear el escudo nacional, el himno, establecer una moneda, la libertad de prensa, la libertad de vientre, la extinción del tributo, la mita y el yanaconazgo y la supresión de títulos de nobleza. También se disuelve el Triunvirato y crean un poder ejecutivo unipersonal, el Directorio, que significaba un avance hacia la concentración del poder en Buenos Aires. Pero, además, se instala un nuevo juramento en el cual no se menciona a Fernando VII; y en cambio, declara que “reside en ella (la Asamblea) la representación y ejercicio de la Soberanía de las Provincias Unidas del Río de la Plata”.
Este nuevo juramento fue fuente de conflictos entre los diputados. En principio porque aún había quienes se mostraban reacios a salir debajo del “ala” del monarca español, acusando que era prematuro tomar el riesgo que significaba una conducta de este tipo. Pero también porque los diputados debían delegar la representación de sus ciudades y provincias a las decisiones de la Asamblea, y esto fue visto por varios como un avasallamiento a los derechos de representación y a la búsqueda de autonomía para sus lares.
Pese a estas muestras de mesura, la mayoría de diputados, afiliados al espíritu morenista, acordó seguir jurando de esta manera y seguir aferrándose a la idea independentista con la que la Asamblea había comenzado sus sesiones el 31 de enero de 1813. Aun así, superada la discusión entre revolucionarios/radicales y moderados/conservadores, comenzaban a notarse las diferencias y tensiones generadas entre un ala centralista y la tendencia federal, que persistirá unas décadas más.
La coyuntura
Si la independencia no había sido declarada unos años antes a 1816, se debió en gran parte al momento que se vivía en Europa, más precisamente en España, donde el Rey Fernando VII había vuelto al trono en 1814 luego del repliegue de las fuerzas napoleónicas. El Congreso de Viena en septiembre de dicho año buscó consagrar la restauración de las monarquías europeas terminando con las señales liberales y republicanas que las ideas de la Ilustración habían promovido.
Por entonces, el panorama de los movimientos americanos era francamente desesperante: solo la revolución rioplatense seguía en pie; en otras regiones, los focos rebeldes estaban confinados a algunas zonas rurales. Ese contexto permite interpretar el nuevo curso que adoptó la guerra y la inviabilidad de todo punto medio entre la independencia y la derrota. (FRADKIN Y GARAVAGLIA, 2009, p. 251)
No solo la situación en la península complicaba las cosas para los revolucionarios en el Río de la Plata, sino también la del escenario local en el sur americano. En 1813, el Ejército del Norte comandado por Manuel Belgrano había sufrido dos derrotas, en Vilcapugio y Ayohúma; más tarde en noviembre de 1815 las fuerzas realistas superaban a las de Rondeau en la Batalla de Sipe Sipe. Las expediciones al Alto Perú, bastión de la monarquía española en América, habían terminado mal y la frontera peligraba constantemente. Clave fue la figura de Martín Miguel de Güemes junto a sus gauchos para frenar y contraatacar las incursiones realistas, y también para dar tiempo de organización a la gesta libertadora sanmartiniana.
“Las dificultades que exhibía el frente altoperuano habían sido rápidamente advertidas por José de San Martín, luego de su desembarco en Buenos Aires en 1812” (TERNAVASIO, 2009, p. 101), quien desde agosto de 1814 se había convertido en Gobernador de la Intendencia de Cuyo. Desde allí, presionará a los diputados congresantes para declarar la independencia y comenzar su hazaña por los Andes.
La Banda Oriental constituyó un foco contrarrevolucionario hasta 1814. Allí se había designado a Francisco de Elío como Virrey luego de que la metrópolis perdiera Buenos Aires. Además, esta provincia sería constantemente disputada entre las fuerzas revolucionarias y el imperio portugués. El ejército del Directorio junto a los hombres de Gervasio Artigas habían puesto fin a la disidencia en Montevideo. Pero las diferencias políticas entre el Protector de los Pueblos Libres y el Cabildo porteño serían cada vez más grandes y no tendrían retorno; y así en febrero de 1815, el oriental derrotaba a las fuerzas enviadas desde Buenos Aires y se establecía en la Banda Oriental expandiendo su influencia hacia las provincias mesopotámicas.
Como podemos observar, el espíritu revolucionario y emancipador zigzagueaba contemplando el contexto europeo con la restauración monárquica en España y su repercusión en América. Así también como los conflictos militares de la guerra de independencia y las diferencias con el proyecto Artiguista. Enfrentándose al mismo tiempo a las amenazas portuguesas y preparándose con discreción para el Plan Continental de San Martín. Esta coyuntura es la que demoró, en principio, la declaración formal de la independencia del territorio rioplatense.
El Proyecto Artiguista
Es sumamente necesario e importante destacar el proyecto de Gervasio Artigas cuando hablamos de nuestro proceso independentista. Uno de los más decididos a declarar formalmente la independencia y a establecer una forma de gobierno determinada, pero que contradecía al proyecto encabezado por Buenos Aires y el Directorio.
En un principio, estas diferencias fueron dejadas de lado para unir fuerzas y darle fin al foco contrarrevolucionario en Montevideo, pero una vez asentado Artigas como el Protector de los Pueblos Libres, otras provincias empiezan a emparentar con su propuesta. Entre Ríos, Santa Fe, Corrientes, Misiones, Córdoba y la Banda Oriental conforman para 1815 la Liga de los Pueblos Libres.
Durante la Asamblea del Año XIII, los diputados de la Banda Oriental enviados por Artigas habían sido rechazados porque sus pedidos excedían la voluntad de quienes lideraban la asamblea. Las instrucciones dadas a los diputados de la Provincia Oriental eran declarar la independencia, un pacto de confederación entre las provincias, que haya una división de poderes, que ningún puerto tenga prioridad ni beneficios especiales, entre otros, signados por los principios del programa Artiguista: Federalismo, democracia e igualitarismo, distribución de tierras, protección de la industria local. Este ideario le hizo generar una gran adhesión entre los gauchos, indígenas y sectores populares; pero a la vez, la antipatía de la burguesía porteña, quienes buscaban controlar a las provincias desde Buenos Aires.
El mapa político quedaba dividido entonces entre las Provincias Unidas del Río de la Plata (unitaria), dirigida desde el Directorio con una orientación centralista y el poder concentrado en la que había sido la capital del ex Virreinato; y por otro lado la Liga de los Pueblo Libres (federal), encabezada por Artigas y seguido por caudillos como Estanislao López y Francisco Ramírez, que defendían una forma de gobierno con amplias autonomías para las ciudades, ya que en ellas recaía la soberanía y todas eran iguales.
Según estudios historiográficos, las provincias de la Liga de los Pueblos Libres reunidas en el Congreso de Oriente, un 26 de junio de 1815 en Arroyo de la China (actualmente Concepción del Uruguay), constituye la primera experiencia independentista dentro del antiguo Virreinato. Por eso, es más que importante su mención.
Mapa del ex Virreinato del Río de la Plata en 1816
9 de julio de 1816, independencia al fin.
Frente a la disolución de la Asamblea, y el difícil contexto atravesado por la restauración monárquica en Europa, y los conflictos militares y políticos en América, el Director Supremo Ignacio Álvarez Thomas convocó a un Congreso Constituyente en Tucumán. La razón de elegir esta provincia se debió a que ya no eran muy toleradas las muestras de centralismo porteño y se buscó aparentar una suerte de descentralización del poder, aunque el Congreso se mudará a Buenos Aires al año siguiente. Además, Tucumán quedaba casi en el medio del territorio comprendido por las Provincias del Río de la Plata, lo que facilitaba el acceso de todos los diputados.
El Congreso, comenzó sus sesiones en marzo de 1816, pero el 9 de julio tomo la decisión más importante: proclamar la independencia. Independencia no de Argentina, como se suele decir, sino de las Provincias Unidas de Sud América, ya que no participaron provincias que hoy hacen a nuestro país, y si lo hicieron diputados de localidades como Mizque, Charcas y Chichas, que pertenecen a la actual Bolivia. Todavía faltaba para la unificación nacional, y esta designación territorial marcaba la ambigüedad que había al momento de definir los límites de la nueva jurisdicción.
No se hallaban presentes representantes de las zonas habitadas por comunidades indígenas como la Patagonia y Chaco; y tampoco Santa Fe, Entre Ríos, Misiones y Corrientes, pertenecientes a la Liga de los Pueblos Libres comandada por Artigas desde la Banda Oriental (actual Uruguay).
Las Provincias Unidas de Sud América era, por ahora, una alianza de provincias que habían decidido proclamar juntas su independencia respecto de España e intentaban construir trabajosamente una comunidad política. Mientras lo hacían, sonaban cañones de guerra no solo contra los realistas, sino también entre ellas. (ADAMOVSKY, 2021, p. 66)
Fueron impresos tres mil ejemplares del acta de independencia, mil quinientos en castellano, mil en quechua y quinientos en aymara. La razón fue que el quechua y el aymara eran lenguas comunes en las actuales Bolivia y Perú. Además, de esta forma se buscó incentivar a las comunidades nativas a unirse a la causa.
Ahora bien, se había cumplido un objetivo que llevó poco más de seis años, declarar formalmente la independencia de España y de toda otra dominación extranjera. Pero todavía faltaba organizar y debatir sobre una forma de gobierno determinada para estas provincias y dejarlo asentado en una constitución. Una forma de gobierno republicana no iba a ser aceptada por la mayoría de los países europeos conservadores, por eso se osciló hacia una forma monárquica-constitucional para la nueva entidad política. Se habían enviado misiones con petitorios a Europa para tentar algún príncipe a reinar estas tierras, pero ninguna tuvo éxito. Es allí que Manuel Belgrano propone la idea de entronar a un descendiente Inca como monarca de las provincias del Río de la Plata, que podían ser Juan Bautista Tupac Amaru (hermano menor de quien había liderado la Gran Rebelión en 1780) o Dionisio Inca Yupanqui. Esta propuesta era aceptada por algunos como San Martín, quien anhelaba una Patria grande en América, pero rechazada por la mayoría de los congresantes conservadores y racistas.
Los debates en torno a la forma de gobierno y la sanción de una constitución se prolongaron durante algunos años, hasta que, en 1819, el Congreso ya instalado en Buenos Aires redactó una constitución. Que, si bien no resolvía la forma de gobierno, dejaba establecido que habría una división de poderes y sería un sistema representativo. Pero esta fue rechazada duramente por las provincias de la Liga, y en menor medida por otras firmantes de la independencia, ya que su fuerte carácter centralista desoía los reclamos de autonomía que las ciudades pretendían.
El Directorio en manos de Rondeau caía en febrero de 1820 frente a las fuerzas litoraleñas de Ramírez y López descontentos por la constitución sancionada. Artigas caía también contra los portugueses y traicionado por algunos de los que habían sido sus fieles seguidores. La década del 20’ inicia una etapa de deslegitimación de un poder central, un camino hacia las autonomías provinciales y la guerra de la independencia dejaba lugar a una guerra civil entre unitarios y federales para imponer un modelo de unificación política y territorial.
Bibliografía
- Adamovsky, E. (2021) Historia de la Argentina: Biografía de un país. Desde la conquista española hasta nuestros días. Buenos Aires: Crítica.
- Fradkin, R. y Garavaglia J. C. (2009) La Argentina Colonial. El Río de la Plata entre los siglos XVI y XIX. Buenos Aires: Siglo Veintiuno.
- Galasso, N. (2014) Historia de la Argentina, Tomo I: Los orígenes. Buenos Aires: Colihue.
- Goldman, N. (1998) Crisis imperial, Revolución y guerra (1806-1820) en Goldman N. (Dir.) Nueva Historia, Tomo III: Revolución, República, Confederación (1806-1852). Buenos Aires: Sudamericana.
- Ternavasio, M. (2015). Historia de la Argentina 1806-1852. Buenos Aires: Siglo Veintiuno.
Autor/es: | LEONETTI, GISELLE EDIT |