Libros y vidas.
La danza de las palabras denota sentidos cuando susurran en las vibraciones del decir y del silenciar. Allí donde se pronuncian, en ese instante mágico que envuelve la fragancia del encuentro que propicia su circulación en el mismo acto de la creación.
La textura del libro se percibe en el reconocer el cuerpo del texto ante la expresión de la letra en la instancia de la lectura subjetivante.
Las palabras que coquetean entre líneas propagan la curiosidad y las profundidades del libro en el ruido del encuentro.
Existen palabras para hacer ruido, palabras para tentar y otras para limar. Algunas se gestan en la aventura estremecida y otras narran pasiones entumecidas.
Los libros disponen refugios aleatorios cuando el lector se encuentra en la intimidad de la letra, en el fondo de la historia y la sedienta vida de la hoja que se encuentra con la imaginación inspiradora.
La Subsecretaría de Educación Superior cada 15 de junio permite resignificar “Libros y vidas” a partir de sus lectores naufragantes en el Día internacional del libro. Se agradece especialmente a la Lic. y Prof. Zaira R. E. Aristein. Esc. Prov. de Artes Visuales. N°3023 “Juan Mantovani” quien gentilmente brinda un escrito recordando el decir de Miguel de Cervantes “En algún lugar de un libro hay una frase esperándonos para darle un sentido a la existencia”.
Subsecretaría de Educación Superior.
Mg Patricia Moscato.
Libros y vidas
Lic. y Prof. Zaira R. E. Aristein
Esc. Prov. de Artes Visuales
N°3023 “Juan Mantovani”
Podría ser pequeño o grande, pesado o liviano, fuerte o frágil, con tapa suave o rugosa, el libro puede tener diversas características, pero como objeto siempre nos acompañó desde nuestros inicios por la lectura en la escuela primaria. Los había de diferentes tipos, algunos nos mostraban conocimientos sobre matemática, otros que eran de ciencias naturales que nos contaba acerca de seres vivos, otros nos contaban sobre cómo viven algunas personas de nuestro país, región o de lugares muy lejanos, pero todos ellos nos contaban algo que nos podía interesar y de lo que podíamos/debíamos aprender como estudiantes. Los libros parecería que nacieron para contarnos algo, para enseñarnos algo.
Si bien la lectura es una acción que hacemos cotidianamente, en nuestro país se decretó que cada 15 de junio se celebre el “Día del libro”, ya que el resto del mundo lo hace el 23 de abril.
Dicha celebración comenzó en el año 1908 cuando el Consejo Nacional de Mujeres entregó ese día los premios de su concurso literario e instaló un festejo anual. En el año 1924, aquel Consejo logró que el presidente Marcelo T. de Alvear declarara la fecha como “Fiesta del Libro”. En ese momento, el decreto presidencial expresó: “Es del mayor valor educativo consagrar un día especial del año a la recordación del libro como registro imperecedero del pensamiento y de la vida de los individuos y las sociedades y como vínculo indestructible de las generaciones humanas de todas las razas, lenguas, creencias, etc.”.
Con el paso de las décadas, en 1941, y a través de una resolución del Ministerio de Educación de la Nación, se cambió la denominación por “Día del Libro”, la cual se mantiene hasta el día de hoy.
Esta celebración que comenzó con pequeñas acciones aisladas y para un público aficionado, lentamente se fue instituyendo al interior de las escuelas, y de las identidades de cada uno de nosotros, o al menos de la de mi familia donde la lectura no era solamente por obligación (por estudio), sino que era un acto principalmente placentero[1]. Por eso, más allá de la efeméride que nos avoca es interesante destacar que la lectura en sí misma es un sinónimo de la chispa de la vida, los libros son la vida. En ese sentido, cuando leemos, también nos adentramos en otras vidas, en otros mundos. Este día para mí y para muchos amantes de la lectura no es un día más, es un día de fiesta, un día como tantos otros en donde el acto de leer es un buen regocijo y un augurio de que lo que vendrá será mejor.
Leer no es solamente articular una sumatoria de vocales, consonantes, espacios, silencios, en fin un fluir de palabras, sino que simboliza una historia por descubrir, otras vidas por conocer.
Alguna vez Borges dijo…
Es mi deseo que cada 15 de junio sea una fiesta para todos los que disfrutamos de la lectura, y que entusiasmemos a otros que aún no se sumaron, porque… ¿qué sería de nuestras vidas sin los libros?
Webgrafía:
- Ministerio de Cultura de la Nación. (14/6/2021). “15 de Junio: Día del libro en la Argentina”. https://www.cultura.gob.ar/15-de-junio-dia-del-libro-en-la-argentina-10626/
- Imágenes de la Instalación ‘Flying books’. Christian Boltanski. (29/11/2012). Centro Nacional de la Música. Buenos Aires. https://www.flickr.com/photos/culturaargentina/albums/72157632141523447
[1] Este fuerte legado lo heredé de mi querida abuela paterna, una mujer maravillosa y gran lectora.
Autor/es: | LEONETTI, GISELLE EDIT |