» Voces Propias» 8M
Fotografía en blanco y negro de una marcha llevada a cabo en México un 8 de marzo contra la violencia de género, se distingue a diferentes personas de diferentes edades entre las cuales hay personas sin y con discapacidad, algunas tienen carteles y se distingue a una persona interpretado en lengua de señas.
Los feminismos y transfeminismos permitieron allanar el camino para poder pensar a la discapacidad como una identidad y repensar las nociones de corporalidades. Permitieron el empoderamiento en esta identidad que viene a romper con ideas normativas de las corporalidades y las sexualidades repensándolas desde otros márgenes y posibilidades.
También trajeron un concepto que se tornó clave para pensar las identidades, la interseccionalidad, la cual nos demuestra cómo operan las desigualdades sociales en las vidas individuales y en los grupos identitarios por la posible existencia de simultáneas y entrecruzadas formas de opresión y deja al descubierto los privilegios de ciertos sectores o identidades frente a otras.
Estos movimientos han dejado al descubierto las estructuras patriarcales que permean a toda nuestra sociedad y que trae aparejadas otras formas de violencias y/o vulneraciones para con los colectivos identitarios como el capacitismo que es una forma de discriminación o violencia contra las personas con discapacidad. La postura de la sociedad capacitista es que las personas “capacitadas” son lo normal y las personas con discapacidad deben adaptarse a la norma o quedar excluidas porque no son consideradas personas funcionales al sistema capitalista a menos que sean normalizadas, arregladas. El capacitismo se manifiesta, por ejemplo, en la falta de accesibilidad.
Desde la discapacidad se plantea un quiebre con los feminismos y se abre una vertiente donde la lucha se posiciona desde un anticapacitismo para poder poner en la mesa de debate los reclamos y reivindicaciones de dicho colectivo.
Las mujeres cis, lesbianas, trans, travestis e identidades no binaries con discapacidad están doblemente, triplemente o incluso más veces expuestas a situaciones de opresión por razones de género, discapacidad, raza, situación económica, etcétera. Son víctimas de la violencia y el abuso machista patriarcal sin encontrar, en muchos casos, canales de denuncia, ya que se pone en duda sus relatos por el género y por la discapacidad. Tampoco cuentan con los apoyos necesarios para poder llevar adelante una denuncia en las mismas condiciones que alguien sin discapacidad debido a la falta de accesibilidad.
A las personas con discapacidad se les niega el derecho a decidir sobre su identidad, el derecho a la salud sexual y reproductiva, a una educación sexual integral en formatos accesibles y la posibilidad del deseo. Cuando se concibe con identidad de género a las personas con discapacidad se las piensa de manera binaria (mujer cis/ varón cis), no se considera que puedan ser trans o no bianaries, como tampoco se piensa que puedan tener una orientación sexual que no sea heterosexual. Muchas veces pasa incluso que ni siquiera se brinda la posibilidad de que se reconozcan como personas, como sujetos deseantes.
Ahora bien, se puede contar con la educación sexual integral (ESI) como una herramienta que nos permite pensar las identidades, las corporalidades desde la diversidad. Para poder pensar en cuerpos no normativos y en subjetividades no normativas, construir una idea de corporalidad desde el sentir, el hacer, el ser y desde la afectividad, nos permite vincularnos conociendo y respetando la diversidad de identidades, pero es necesario que se piense desde un anticapacitismo, no solo en las terminologías que se utilizan, no solo en las corporalidades y sexualidades que se presentan, sino también respecto a la accesibilidad de los documentos y materiales.
La ESI acompaña en un descubrimiento identitario y en una construcción de la identidad. Permite reconocer y diferenciar situaciones violentas de situaciones no violentas, hay una creencia donde el cuerpo de las personas con discapacidad es de todas las personas menos propio como si fuera un “cuerpo público”, la ESI viene a romper con esto hablando de la propia decisión, de los límites y el consentimiento.
Consideramos a la ESI como una gran herramienta como política educativa para poder pensar una cultura escolar que permita una ética del cuidado en comunidad, para poder pensar las aulas como uno de los lugares donde se puede ampliar ese círculo de comprensión y aceptación a la diversidad toda, a todas las identidades y corporalidades.
TAMBIÉN COMO UNA GRAN HERRAMIENTA PARA APOYAR A LAS REIVINDICACIONES DE FECHAS COMO LA DEL 8 DE MARZO, para transmitir y dar a conocer los derechos y libertades que se les deben garantizar para así poder desarrollar una vida libre de violencias y discriminación, mientras seguimos repensándola a dicha ley para llegar a nuevos postulados y ampliar los que ya están.
Daiana Travesani
Activista feminista por los derechos de las personas con discapacidad
(*Principio de Accesibilidad para personas con discapacidad visual. ONU Objetivos del Desarrollo Sostenible. (2015)
Autor/es: | ROSSI, SILVIA PATRICIA |