LA OTRA PANDEMIA, la de color morado:
“La violencia contra las mujeres es la primera pedagogía cruel de la sociedad”.
Rita Segato
Las huellas de las decisiones históricas que generan transformaciones profundas tienen nombre propio en clave colectiva.
El 25 de noviembre se visibiliza a través de la conmoción reflexiva subjetiva y social acerca de la erradicación de cualquier manera de violencia contra las mujeres. Dicha fecha es seleccionada en homenaje a la memoria de las hermanas Mirabal, tres mujeres activistas de la República Dominicana que resultaron asesinadas el 25 de noviembre de 1960 deshumanizadamente.
Los ecos de la violencia hacia la mujer contemplan todo accionar que conlleva daño o sufrimiento psicofísico, sexual, coacciones o privaciones que atentan a su integridad.
La Subsecretaría de Educación Superior evoca la memoria de esta fecha tan significativa a través de “La OTRA PANDEMIA, la de color morado”, con la autoría de la profesora María de las Mercedes Costa del Colegio Superior N° 42 “Dr. Agustín Luis Rossi” de la localidad de Vera. Santa Fe.
Subsecretaría de Educación Superior.
Mg. Patricia Moscato
LA OTRA PANDEMIA, la de color morado:
La pandemia llegó y nos obligó al Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio (ASPO) desde principio de marzo de 2020 y fueron muchos meses entre el aislamiento y el distanciamiento (DISPO). Muchas cosas fueron diferentes, pero otras no tanto. Otras no sólo continuaron sino que se profundizaron: el porcentaje de femicidios aumentó en la Argentina y tenemos cifras muy altas que no sólo tienen que ver con los decesos sino con las consecuencias por la forma de tramitar los duelos de los hijos e hijas y el entorno de familiares y amigos. Es por eso que se la ha denominado “la otra pandemia”.
“#AisladasPeroNoOlvidadas” (Tarullo, Frezzotti, & Masciulli, 2020) es el título de una investigación que estuvo a cargo de tres mujeres que nos invitan a pensar desde la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Lomas de Zamora sobre la violencia de género durante el ASPO.
Allí dan cuenta de cómo las organizaciones gubernamentales y no gubernamentales intentaron acompañar con acciones concretas a las mujeres que sufrieron violencia durante la convivencia obligatoria con sus agresores.
“La emergencia sanitaria tuvo un impacto altamente negativo en la seguridad de las mujeres, produciendo un incremento de los casos de violencia de género en general y de femicidios en particular. No obstante, esta situación también ocasionó una importante reducción de denuncias sobre violencia de género ya que, en un escenario de aislamiento social, las víctimas cuentan con menores posibilidades de pedir ayuda” (Tarullo, Frezzotti, & Masciulli, 2020, pág. 87).
En esas circunstancias especiales se apeló a una variedad de herramientas y combinaciones de aquellas prácticas que ya se realizaban y, se sumaron otras nuevas utilizando tecnologías digitales con la finalidad de ampliar las posibilidades de intervención y continuar en la tarea de prevención que estuvo en mano de organismos oficiales como ONG en un intento por aunar esfuerzos.
Este estudio enfatiza la importancia de acceso a las tecnologías digitales porque agiliza los procesos administrativos, que de por sí suelen ser burocráticos. Esto conecta con aquello que solemos decir: la pandemia nos ha exigido cambios y algunos perdurarán en el tiempo, quedarán instalados en las prácticas sociales porque pudimos evidenciar su utilidad. Es el caso de los canales digitales que permiten vehiculizar denuncias, pedir ayuda y crear redes de contención. Es por esto que se vuelve indispensable el acceso a las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) y dominar su uso en un país donde tenemos distribución inequitativa de recursos.
Contar con las destrezas necesarias para aprovechar su potencial es muchas veces decisivo y eso se adquiere con microprácticas en el día a día, por ejemplo como compartir un video en redes social pidiendo ayuda, utilizar un hashtag para identificar o etiquetar un mensaje, vincularse a grupos de contención y ayuda a través de Instagram, Facebook y/o Tik Tok, generar un sistema de mensajes que funcionen como un pedido de auxilio rápido o complementar acciones que paralelamente se puedan desarrollar en otros formatos como campañas de prevención, activismo y gestos de sororidad.
En las estructuras sociales se conforman agrupamientos de personas que se identifican y a la vez se diferencian de otro grupo social. Esto nos puede remitir a pensar en agrupaciones feministas, por ejemplo. Y cuando hablamos de feminismo y de violencia una investigadora argentina muy presente, activa y que moviliza es la antropóloga Rita Segato, que siempre nos invita a continuar reflexionando, a debatir. Haremos referencia a algunos conceptos sobre los que ella viene trabajando desde hace varios años.
Somos testigos del recrudecimiento de la violencia de género en todos los países y especialmente en América Latina.
A la hora de desentrañar las razones descarta en primer lugar la hipótesis de que el fenómeno tiene que ver con una “reacción” o “venganza” de los hombres ante los avances del movimiento feminista y las posiciones conquistadas por las mujeres en el mundo laboral o político.
“Este no es mi modelo de comprensión. Primero, porque las mujeres seguimos ganando menos que los hombres por tareas iguales. En las relaciones conyugales sí sería posible aceptar que el avance de la posición de una mujer con relación a su cónyuge o compañero puede causar una reacción violenta. Pero fuera de esa relación, decir que alguien sale a la calle, captura a una mujer, la viola y la mata, como está pasando en Argentina de una forma muy frecuente, no se puede pensar como que es una venganza de los hombres por el avance de las mujeres debido al feminismo. Creo que es impensable esa hipótesis aplicada a los casos de feminicidios y violaciones de personas desconocidas” ( Demirdjian, 2019).
Profundiza el concepto diciendo que podría ser posible que la masculinidad esté siendo vulnerada “por la precarización del trabajo característica del presente”. Sabemos que lo económico nos atraviesa y que el hombre podría ver en la violencia “la última posibilidad para restaurarse en esa posición de dominación territorial y de dominación sobre los cuerpos”.
Por otra parte afirma que es necesario que la Justicia “sea pedagógica” y coincide en que debe castigar a los violadores y a los feminicidas para “enunciar al mundo lo que es inaceptable”. Pero a la vez resalta que la cárcel no es la forma de sosegar la escalada de violencia contra las mujeres, sino que esto se logrará mediante la transformación de la sociedad y afirma:
Yo no creo en la política del enemigo, porque creo que tiene una estructura fascista. La característica de los fascismos es la construcción de un enemigo para producir el mancomunamiento. El feminismo no puede mancomunarse mediante la construcción de un enemigo que serían los varones. Nuestro enemigo principal es el orden patriarcal… El feminismo no puede y no debe construir a los hombres como sus enemigos “naturales”. El enemigo es el orden patriarcal, que a veces está encarnado por mujeres. ( Demirdjian, 2019)
Claramente hay mujeres con prácticas patriarcales, también lesbianas, mujeres trans y toda persona que habite esta cultura. Pero si todavía no logramos que se les crea a las víctimas de abuso, difundir ciertas ideas solo afianza las posturas más patriarcales en este tema, y que por estadística esas posturas son detentadas por hombres.
A todo esto se suma los mensajes que circulan por los medios masivos y lo que la sociedad consume sin reparar en analizar los mensajes.
Una serie de Netflix que mucha gente vio y comentó fue “La casa de papel”, que inclusive fue agregando temporadas y estamos en los albores de la cuarta entrega. Seguramente muchos recordarán el personaje de Nairobi que fue protagonizado por Alba Flores. Ella, en un momento memorable, que ha sido ampliamente difundido, dice mirando a cámara “¡¡¡Empieza el matriarcado!!!”.[1]
Esto nos invita a preguntarnos ¿qué opera en los espectadores para que esos segundos de una ficción sean inolvidables? ¿Esto insta a reforzar que hay dos bandos enfrentados? ¿Reflexionamos y conversamos luego de ser parte de una maratón de series? ¿O acaso seguimos por la vida “en piloto automático” justificando que es un tiempo de relax en medio de esta vida líquida y globalizada donde quedamos entrampados en una economía que deshumaniza, que pretende hacernos correr y trabajar priorizando lo material y el status social por sobre lo emocional y humanizante?
Consideramos que la pandemia fue un tiempo de desaceleración, un tiempo de mucha reflexión, de encontrarnos con nosotros mismos y quizás allí, en ese punto, por la crisis económica que atravesamos se agudizaron el agobio, la intolerancia, las diferencias.
Desde el Colegio Superior Nº 42 “Dr. Agustín Luis Rossi” intentamos transitarla como una oportunidad más de aprendizaje. Trabajamos desde hace diez años en el proyecto institucional “Decile no a la violencia de género”.
Encontramos en las expresiones artísticas herramientas valiosas para canalizar todo aquello que va más allá de las palabras. Podríamos animarnos a decir que es parte de un “protocolo emocional” institucionalizado por sostener prácticas, a veces muy artesanales, desde hace mucho tiempo anterior a la pandemia y, porque estamos convencidos que la dimensión afectiva es fundamental cuando intentamos educar, educarnos.
Paulo Freire nos ha legado mucho y creemos que no debemos olvidar que la educación es un acto de amor, por tanto, un acto de valor.
Es por eso que entendemos que muchos contenidos pueden ser abordados de manera creativa y amorosa para que constituyan experiencias valiosas y significativas.
Específicamente en el tema violencia de género hemos apelado al arte efímero como esculturas con materiales reciclados que se puedan transitar o body painting donde el propio cuerpo es asumido como soporte; graffittis, videos, fotografía, expresión corporal, poesía, narrativas y cuentos, música, muralismo, pintura sensorial inclusiva que permite que invidentes y disminuidos visuales puedan sentir, disfrutar, leer y experimentar a través del tacto y el olfato y cine debate entre otras.
La educación es un derecho y las escuelas, sobre todo las públicas, tenemos la obligación de ser garantes de esos derechos y, a la vez, ser inclusivos, equitativos ejerciendo nuestra tarea con amorosidad.
Parafraseando a la Dra. Carina Kaplan sostenemos que la escuela deja huellas en quienes la hacemos y habitamos, lo importante es que no deje cicatrices.
Ella nos invita a tender puentes afectivos a través de la palabra y los gestos, como un signo de cuidado en el marco de la pandemia, tomando como punto de partida las condiciones materiales y simbólicas de los y las estudiantes como “reto para transformar destinos”. [2]
En esa tarea estamos…
Autora: María de las Mercedes Costa- Colegio Superior N° 42 “Dr. Agustín Luis Rossi”
Bibliografía consultada:
Demirdjian, S. (17 de julio de 2019). Rita Segato: “La violencia de género es la primera escuela de todas las otras formas de violencia”. La Diaria. Obtenido de https://ladiaria.com.uy/feminismos/articulo/2019/7/rita-segato-la-violencia-de-genero-es-la-primera-escuela-de-todas-las-otras-formas-de-violencia/
Tarullo, R., Frezzotti, Y., & Masciulli, C. (2020). #AisladasPeroNoOlvidadas: REDES DIGITALES DE LUCHA CONTRA LA OTRA PANDEMIA. (F. d. Zamora, Ed.) Hologramática(33), 65-93. Obtenido de www.hologramatica.com.ar
[1] https://www.youtube.com/watch?v=iZ3j2bdHTeA
[2] .https://www.facebook.com/search/top?q=carina%20kaplan
.
Autor/es: | LEONETTI, GISELLE EDIT |