“Pensar la soberanía en un mundo en transición”.
La soberanía nacional garantiza la independencia a través de los principios de libertad y unidad nacional, donde la autodeterminación, la construcción identitaria y la cohesión nacional como los pilares fundamentales de un Estado independiente.
Los gestos que construyen una Nación y su identidad se asocian a la autonomía en el campo de las ideas, donde la reflexión sobre los desafíos propicia la cultura de una nación unida.
La Subsecretaría de Educación Superior tiene el gusto de publicar la producción académica pedagógica con las huellas de la historia a través de “Pensar la soberanía en un mundo en transición” a cargo de los autores y autoras Prof. María de las Mercedes Costa, Prof. Ricardo Arroyo, Prof. Soledad Martínez y el Prof. Walter Pighin del Colegio Superior N° 42 “Dr. Agustín Luis Rossi” de la localidad de Vera.
Subsecretaría de Educación Superior.
Mg. Patricia Moscato
“Pensar la soberanía en un mundo en transición “
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“El deshonor recaerá en nuestra patria si las naciones europeas triunfan en esta contienda, que en mi opinión es de tanta trascendencia como la de nuestra emancipación de España” (Carta del General Don José de San Martín sobre la gesta de Rosas en Defensa de la Patria)
Cada 20 de noviembre se celebra en nuestro país el Día de la Soberanía Nacional, conmemoración propuesta por el historiador José María Rosa en 1974, siendo oficializada ese mismo año por medio de la Ley N° 20.770. Y, desde el año del Bicentenario de Argentina, la misma fue promovida a feriado nacional mediante un Decreto de Presidente de la Nación Dra. Cristina Fernández de Kirchner.
En 1845 se produjo la batalla de la Vuelta de Obligado sobre el río Paraná, un acto de soberanía nacional, que ratificó y garantizó la independencia, libertad y unidad nacional absoluta, perpetua, indivisible, inalienable e imprescriptible. Un acto de poder político supremo que se corresponde con un Estado independiente. Cuando un pueblo pierde su soberanía, pierde su capacidad de autodeterminación, queda privado de su libertad. Desde ese momento queda expuesto a la destrucción de su identidad y a la ruptura de su cohesión nacional.
El territorio de la República Argentina incluye el espacio terrestre, el marítimo y el aéreo y Estado nacional ejerce su autoridad y el control de manera exclusiva en ellos. Mediante la Ley Nº 17094, del 29 de diciembre de 1966, Argentina extiende su soberanía al mar adyacente a su territorio hasta una distancia de doscientas millas marinas, medidas desde la línea de las más bajas mareas, salvo en los casos de los golfos San Matías, nuevo y San Jorge, en que se medirán desde la línea que une los cabos que forman su boca. [1]
La ley de demarcación definitiva de la plataforma continental es el resultado concreto de una política de Estado que Argentina ha venido desarrollando ininterrumpidamente durante gobiernos de diferentes signos políticos. Se trata del trabajo realizado por el equipo científico, técnico y jurídico. El 11 de marzo de 2016 y 17 de marzo de 2017, la Comisión de Límites de la Plataforma Continental (CLPC) aprobó las Recomendaciones sobre la presentación argentina del límite exterior de la plataforma continental realizada el 21 de abril de 2009. En dicho marco, la Argentina ha demarcado el límite exterior de su plataforma continental. [2]
Aún tenemos conflictos de soberanía de antigua data y que todavía no están resueltos. Es el caso del conflicto con el Reino Unido sobre las Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur y los espacios marítimos correspondientes, que incesantemente reclamamos desde su ocupación por Gran Bretaña en 1833. Por otra parte aún el reclamo del Estado nacional por la soberanía del Sector Antártico Argentino, anterior a la firma del Tratado Antártico de 1959.
Junto a la soberanía política –parte de la organización interna de un Estado-, existe la soberanía económica o financiera que hace referencia a la determinación de las reglas económicas propias del sistema de una nación o país, o al manejo de sus activos económicos y la administración de sus finanzas. La soberanía monetaria, vinculada a una moneda confiable que permite la estabilidad y el desarrollo económico. Del mismo modo, la soberanía alimentaria está vinculada a la capacidad del Estado de producir sus propios alimentos y alimentar a su pueblo sin depender de terceros. Los programas relacionados con el eje Argentina contra el hambre tienen como objetivo garantizar la seguridad y soberanía alimentaria de toda la población argentina, con especial atención en los sectores de mayor vulnerabilidad económica y social.[3]
Si tuviéramos que definir el mundo económico en su actual escenario, este se encuentra en una bifurcación que depara incertidumbre e inseguridad. En este contexto, la soberanía de Argentina se encuentra condicionada no solo por estos imperios un en proceso de ascenso (China) y otro en un proceso de declive (Occidente liderado por EEUU), a lo que se suma el problema de la deuda que es el mecanismo utilizado por las potencias para ejercer control y dominio. La deuda es un mecanismo que limita y/o condiciona toda soberanía política por parte de los estados nacionales. La deuda condiciona toda la política doméstica en cada país. Scalabrini Ortiz sostenía, con claridad que la deuda “es la estrategia imperial del antiguo Imperio Británico y del actual Americano, y consiste en endeudar a países como la Argentina más allá de sus capacidades de pago y condicionar y/o limitar toda capacidad de decisión política soberana”. Ante este escenario complejo, consideramos que Argentina ya no debe
pensar su soberanía aisladamente (fronteras adentro) sino junto a toda América Latina: “En el mundo que nos viene; ya no podemos pensar aisladamente. No existen soluciones locales ante problemas globales y/o regionales”. No solo para adoptar una posición comunes y autónomas sino para enfrentar desde políticas comunes los grandes
desafíos que el tercer milenio nos depara; tales como los problemas ambientales, ecológicos, los problemas del desarrollo sostenible y sustentable al servicio de nuestros pueblos; de nuestra población y el tema de la salud, la desigualdad y la pobreza.
Otro punto importante donde detenernos es la soberanía tecnológica. Podemos decir que la soberanía tecnológica es el derecho y el deber de una nación de dominar sus medios tecnológicos, a tal punto que no puedan ser controlados por otros intereses ajenos al bienestar de su desarrollo. La tecnología no es neutral y su desarrollo incide directamente en el del país. Sin soberanía tecnológica no existe soberanía nacional. Generar tecnología propia ofrece grandes oportunidades políticas y comerciales. En especial a países como el nuestro que, gracias a universidades públicas y organismos de investigación reconocidos internacionalmente, está en condiciones de crear y exportar productos de alto valor agregado. Por ello, urge poner en marcha políticas que ofrezcan recursos de comunicación a la ciudadanía y a los medios populares y vincularlos con estrategias de organización, estímulo y financiamiento para empresas tecnológicas de arraigo nacional.
Parafraseando a Osvaldo Pugliese (1905-1995) coincidimos: la soberanía nacional se defiende con la cultura. Es por eso que sostenemos y afirmados convencidos que la educación en todos sus niveles y modalidades es un ámbito propicio para la formar al soberano, para reflexionar y debatir. La educación pública es fundamental en este sentido, entendiendo lo público como lo común, accesible para todas y todos en el intento por garantizar los derechos de acceso, permanencia y egreso, sobre todo de los más vulnerables. Toda política pública en educación se diseña y se concreta bajo los modos que adquiere la relación entre Estado, mercado y sociedad civil, y no podría comprenderse cabalmente si no se observan las características del contexto -nacional pero también internacional- en el que surgen.
Por ello, nos enfrentamos al desafío de contrarrestar el contexto actual que nos atraviesa, que pretende que la educación sea una mercancía más basada en criterios meritocráticos, lo que también alcanza a los sistemas de evaluación.
La soberanía educativa es condición necesaria para la construcción de una sociedad más justa, equitativa y empática, entendiéndola como uno de los pilares de la nación. Ciudadanía, autonomización e individuación fueron y son los sentidos que vinculan soberanía y escolarización. Lo que hace el neoliberalismo es atacar ese pilar porque lo que pone en crisis es el concepto mismo de nación, insertándola en la globalización hegemonizada por un capitalismo salvaje, con concentración del poder y del saber. Exactamente lo que intentan es ubicarse allí y atacar los soportes de la soberanía. Debemos pensar la educación en general y la educación superior en particular como la herramienta de emancipación para un proyecto de Nación soberana, más aún cuando la pandemia nos atravesó y puso en evidencia las desigualdades y problemas estructurales.
Es fundamental la revalorización del papel del Estado y de lo público[4]. Es urgente plantear a la Educación Superior como un derecho y como propiciador del desarrollo de un país soberano, que repiense y resignifique el concepto de autonomía, como herramienta de emancipación para un proyecto de Nación soberana que, como dice Myriam Southwell, habilite la construcción de una opinión pública que despierte libertades dormidas[5], que esté arraigada en el territorio y en diálogo con las comunidades, que albergue e incluya las diversidades en términos sociales, culturales, raciales, de capacidades y de géneros.
Debemos Recuperar la educación superior como praxis estratégica social desde la mirada histórica. La relación pedagógica no puede ser limitada a las relaciones específicamente “escolásticas”, a través de las cuales las nuevas generaciones entran en contacto con las antiguas y absorben sus experiencias y sus valores históricamente necesarios “madurando” y desarrollando una personalidad propia, histórica y culturalmente superior, sino que debe tratarse de un acto de participación soberana. Y la participación es tomar parte activa, con una escuela cuya función sea eminentemente activa y hallarse dotada de un evidente contenido social y económico. Debemos pensar en una educación superior como un instrumento de transformación social, se debe estructurar a partir de la realidad concreta, inspirando en los alumnos un sentido de orgullo, dignidad y confianza en sí mismos para que alcancen un nivel político y social de autonomía, y en el desarrollo de la conciencia crítica como conocimiento y práctica de clase.
Autores y autoras:
Prof. María de las Mercedes Costa
Prof. Ricardo Arroyo
Prof. Soledad Martínez
Prof. Walter Pighin
Colegio Superior N° 42
“Dr. Agustín Luis Rossi”
Páginas Consultadas:
https://www.argentina.gob.ar/pais/territorio
https://www.argentina.gob.ar/desarrollosocial/programas/argentinacontraelhambre
https://www.argentina.gob.ar/educacion/efemerides/22-febrero-antartida-argentina
[1] https://www.argentina.gob.ar/normativa/nacional/ley-17094-48474
[2] https://cancilleria.gob.ar/es/demarcacion-del-limite-exterior-de-la-plataforma-continental-una-politica-de-estado-convertida-en
[3] https://www.argentina.gob.ar/desarrollosocial/programas/argentinacontraelhambre
[4] https://ffyh.unc.edu.ar/alfilo/la-soberania-educativa-en-disputa/
[5] file:///C:/Users/Personal/Desktop/dia%20de%20la%20soberania%20-%20publicacion%20web%202021/UNIPE%20LED%20_42.pdf
Autor/es: | LEONETTI, GISELLE EDIT |