29 de agosto día del árbol. Una geohistoria del árbol en Santa Fe.
Silencio
Se oye el pulso del mundo como nunca pálido
La tierra acaba de alumbrar un árbol."
– Vicente Huidobro, Altazor.
La ética ambiental basada en el respeto y las relaciones horizontales con la naturaleza se constituyen en una necesidad sociocultural que propicia la mirada introspectiva del medio ambiente como pilar pedagógico para la toma de consciencia.
El educar desde la naturaleza a partir de la esencia de quienes somos en relación a ella, ofrece momentos de cuidado y espacios reflexivos que construyen una perspectiva histórica, epistemológica y pedagógica que potencia la concientización sobre el valor de las raíces de la vida.
Los recursos arbóreos como patrimonio histórico siembran la herencia cultural que significan la mirada geohistórica del árbol con el aroma Santafesino.
La Subsecretaría de Educación Superior tiene el agrado de presentar en el día de hoy, 29 de agosto día del árbol, una producción académica acerca de “Una geohistoria del árbol en Santa Fe”, a través de las palabras sentidas, investigadas y reflexivas del Prof. José Hugo Goicoechea. Se agradece la predisposición y el compromiso ético con el nivel superior a través de la generosidad de sus producciones.
Subsecretaría de Educación Superior.
Mg. Patricia Moscato
29 de agosto día del árbol.
Una geohistoria del árbol en Santa Fe.
¿Somos del todo conscientes del valor de árbol en nuestra naturaleza? ¿Hay una toma consciente colectiva de su valor y los servicios ambientales de su función dentro del ecosistema? Un enamoramiento de cualidades nos vendría bien: el mantenimiento de la composición de la atmósfera, la mitigación de los efectos del cambio climático, la regulación de gases efecto invernadero, tales como dióxido de carbono, metano, la regulación de la temperatura y precipitación, la protección frente a tormentas, inundaciones y sequías, la regulación del caudal hídrico, de la calidad del agua, la formación de suelos con la acumulación de materia orgánica, la regulación de la pérdida de suelo por el viento, el ciclo de los nutrientes con la fijación de nitrógeno, fósforo y potasio, la polinización y el control biológico a través de los insectos depredadores que efectúan el control biológico de plagas y a la vez importantes como los refugios de especies, su importancia como banco de recursos genéticos en la conservación de la biodiversidad, entre tantas otras cualidades.
Ahora bien, es posible sumar otra cosmovisión valorativa, la de una lectura geohistórica de los árboles. Pensarlos como seres vivos contemporáneos y/o preexistentes a nuestras vidas, conjunto de presencias históricas que nos acompañan y/o nos anteceden como sujetos. Así, su ausencia o presencia, su condición y valoración, indicarían una historia viva, un contexto situado determinado. Un conjunto de acontecimientos vinculares, fenoménicos. No al estilo de identificar si alguna personalidad importante se acostó sobre su lecho o algo por el estilo, sino en torno a cómo ellos dibujan en el presente el escenario de trasformaciones sociales existentes.
Impacta saber que hubo un momento de la vida natural en que los árboles dominaban el suelo del planeta y que su presencia hoy está cuestionada por el accionar humano. Quienes fueron dadores de vida hoy sucumben peligro. Símbolos reflejo del lugar donde nacen y se desarrollan, son bio-geo referentes del paso de la historia, de las sociedades como ecosistemas. Mojones testigos de esa historia, nos permiten interpretar el accionar humano. Su esplendor o desaparición, por ejemplo, reflejan el paso de las actividades humanas y su lógica de formación y funcionamiento. Resultan ser los testimonios naturales de la configuración del espacio natural y social a lo largo del tiempo, patrimonios de la identidad climática y topográfica de la región, lo son también de la vida y cultura de las sociedades, asisten a significar y perpetuar el lugar de la vida y como asiste el lugar de los hombres sobre la tierra.
En síntesis, podríamos ver en ellos no solo indicadores de la salud ambiental del planeta sino también las maneras de pensar la vida y de las transformaciones económicas sociales y culturales de las sociedades. ¿Cómo participan los árboles en la conformación organizativa de la vida humana? ¿Cómo se originaron las sociedades a través de su consideración y su utilización? ¿En qué medida son relevantes y como es esa relación hombre-árbol? ¿Si son nativos, autóctonos, supieron las sociedades conservarlos? o si los trasplantaron, ¿cuáles fueron sus razones? ¿Si se corresponden con sus ecosistemas naturales o de alguna forma lo alteraran? ¿Quiénes lo hicieron y con qué fines? ¿Modificaron el paisaje acorde a las particularidades del ecosistema? ¿Cómo generaron a la par un determinado ecosistema y como protagonizaron en su despliegue o destrucción el desarrollo o transformación de realidades sociales, económicas, productivas de la zona?
El árbol, geohistóricamente hablando, es entendido como indicador natural y social de una explosiva y artificiosa manipulación del hombre sobre el ambiente, sobre la naturaleza y la instalación de sus formas de organizar y vivir social y económica. Históricamente sabemos que encontramos en sus bondades los recursos para construir las condiciones materiales de una sociedad, pero es recién con el origen y desarrollo del modo de producción capitalista, cuando su valoración solo económica, como bien de consumo, de valor de cambio capital y no como “ser vivo”, pone en peligro su existencia y la del equilibrio socuio ambiental global.
El árbol, también víctima del epistemicidio colonial
El fenómeno fundacional de nuestra masiva y destructiva relación geohistorica con el árbol fue la invasión y conquista europea de Abya Yala (significa “Tierra Viva” en lengua de los pueblos kuna originarios que habitan en Colombia y Panamá). Punto de partida de la alteración histórica sin precedentes del árbol y el ecosistema continental. La invención de “América” como la “vaca de Europa” tiene ribetes catastróficos en el ambiente y en la historia del árbol mundial. El perfil moderno del conquistador europeo alteró el ritmo biosocial de las comunidades de árboles y seres vivos del continente. La catástrofe fue tanto demográfica –complejo guerra, epidemias, trabajo forzado (Mellafe 1973) – como ambiental. La fractura epistémica de hombre- ambiente, -producto de usufructuar la naturaleza-, concibió al árbol como “objeto”, “recurso” natural, recurso al fin.
Condición “epistémica” porque la relación del sujeto europeo con el mundo, a fines de la edad media, era totalmente distinta a la de las comunidades abyayalas. Recuperando una ilustrativa metáfora del filósofo Nietzsche sobre la naturaleza humana sobre el pasaje en la cultura europea del “hombre camello” (siervo feudal) al “hombre león” (burguesía capitalista), se contrarresta con la imagen del hombre abyayalo. No como un “ser”, un “otro único”, “homogéneo” y “homogeneizador”, sino como un todo diverso, colectivo: aztecas, mayas, mapuches, guaraníes, etc, representan (plural) los “hombres maíces” al representar del “popol Vuh” el libro sagrado de los mayas. Y al decir “hombre maíz” podemos inferir y decir “hombre río”, “hombre montaña”, “hombre árbol”. Comunidades de hombres ríos, montañas y árboles. Toda la cosmovisión indígena es naturaleza en armonía.
Como muestra basta un botón. Nuestra historia
Caso 1:
La conquista define los transitorios ciclos económicos a interés del mercado europeo y es justamente el árbol el primer protagonista del modelo extractivista portugués. Entre los siglos XV y XVI, una especie de árbol similar al Palo de Brasil pero precedente de Asia, proveía a la industria textil europea de un tinte rojo que se usaba para la producción de textiles, en especial de terciopelo, de alto valor y muy demandado durante el Renacimiento. Sin embargo, este árbol asiático era muy escaso y difícil de conseguir. Por ese motivo en 1500 cuando los portugueses llegaron a Brasil y descubrieron la enorme abundancia del Pau Brasil a lo largo de sus costas, se interesaron principalmente en su explotación más que en formar asentamientos humanos y afincarse en el territorio.
Fue tal la cantidad de árboles que encontraron los primeros navegantes que empezaron a referirse al litoral como la “costa del pau brasil”, por lo que muchos historiadores afirman que fue éste árbol el que dio origen al nombre del país. La palabra “Brasil” se derivaría de la palabra brasa, término con que se identificaba al palo de Brasil debido al color rojizo tanto de su madera como de la resina que de ella se obtiene. La resina rojiza del árbol se convirtió en el “oro rojo” que dio a las telas europeas un mayor valor, naciendo un lucrativo comercio que llevó a la corona portuguesa a declarar inmediatamente la exclusividad sobre la explotación del pau-brasil, que se realizaba por gran parte de la costa del nuevo país, desde el extremo noreste en Río Grande del Norte hasta Río de Janeiro.
Los portugueses, valiéndose de trabajos forzados, consiguieron iniciar la tala indiscriminada de árboles que enviaban por barco a Portugal en cantidades cada vez mayores. La desmedida ambición europea y la creciente demanda de las elegantes telas teñidas gracias al pau-brasil, originó que en pocas décadas enormes extensiones de Mata Atlántica (selva tropical) fueran arrasadas, llevando al palo de Brasil al límite de la extinción. En menos de un siglo no existían árboles suficientes para cubrir la demanda y la, antes lucrativa explotación del pau-brasil, fue reemplazada por el no menos lucrativo cultivo de la caña de azúcar y del café. Pero este cambio significó un nuevo peligro para una especie al borde del colapso, ya que las escazas tierras donde aún crecía eran arrasadas para servir como tierras de cultivo. Su ciclo destructivo definió el actual perfil urbanístico costero del Brasil.
Caso 2:
El pasado se hace presente y el proceso colonizador extractivo continúa. Ya no es la costa brasileña, diseñada como franja urbana y portuaria de las riquezas del interior, sino el interior profundo, el Amazonas.
Con una extensión de dos veces el tamaño de India, a lo largo de 8 países, en América del Sur se esconde una inmensa selva tropical, que es la representación de la vida misma, pues su retención de carbono y producción masiva de oxígeno hacen posible un aire limpio y la regulación del clima en el planeta tierra. El bioma Amazónico es 6.7 millones de Km cuadrados de bosque y representa el 10% de la biodiversidad mundial y de la reserva global de carbono almacenado. El 20% del agua dulce del planeta con más de 450 grupos indígenas. Las quemas del 2019 causaron la pérdida de 2,5 millones de hectáreas, el equivalente a 4.2 millones de campos de futbol.
Según cálculos de organizaciones ecologistas, más del 20 % de la cuenca amazónica ha sido destruida, en los últimos 50 años, por acciones humanas. Algunas de las causas más comunes son la explotación de minería ilegal y la expansión de fronteras agrícolas.
Como vemos Árboles y “Hombres” son un ecosistema geohistórico vital. En la conquista y colonización del Rio de la Plata, la ausencia de árboles, no minimizó la catástrofe socio ambiental. A partir del siglo XVI las sociedades del corredor fluvial santafesino comenzaron a recibir el cimbronazo de la invasión y conquista española. El accionar de los conquistadores hizo que en pocos años todas estas comunidades desaparecieran, sin que quedasen registros de su propia memoria en su propia lengua.
La fundación de ciudades- fuertes, el trabajo impuesto y la evangelización, son las formas en las que fueron sometidos nuestros pueblos originarios. El río Paraná para los europeos fue un corredor para relacionar el Noroeste y Alto Perú, -la tierra de los metales-, con Europa. Asunción del Paraguay se fundó en territorio guaraní, Santa Fe en territorio quiloaza y calchines y Buenos Aires en territorio querandí y guaraní. Las sociedades del Chaco, los chiriguanos, hicieron intransitable el camino noroeste al español. Sin embargo, la guerra, el mestizaje, el contagio de enfermedades y el repliegue permanente, hicieron que para el siglo XIX no quedaran grupos chanas, carcaraes, o condondás, representantes del paisaje litoraleño. De unos 400.000 pobladores indígenas para el siglo XVI en lo que hoy es territorio argentino, en el censo de 1895 se contaron solo 180.000 indígenas.
El cimbronazo de la conquista se caracterizó por la descomposición de la estructura social y económica de sus culturas, por la ocupación y el uso que el conquistador hizo de sus tierras. Este le impuso nuevas formas de organización, introdujo tecnologías, desechó sistemas de producción tradicionales, estableció nuevas estructuras productivas.
El número de indígenas se redujo abruptamente en toda la región, tanto por la guerra de conquista y de rebeliones, por los desplazamientos poblacionales, la desorganización de la producción de alimento y la introducción del paludismo, sarampión, viruela y fiebre amarilla, epidemias europeas que fueron desbastadores. La estrategia extractiva colonial de importancia se centró en la actividad minera lejos de las formas nativas de trabajo y producción indígenas. EI suelo, el bosque, el agua eran parte integrante de la cultura, conservarlos era prolongar la vida. Para los colonizadores, estos recursos solo debían servir para cumplir los roles complementarios de la explotación minera. Así, todos los recursos forestales cercanos a las fundiciones fueron consumidos.
Caso 3:
En nuestra territorialidad, la que hoy reconocemos como Provincia de Santa Fe, en aquel entonces el ganado vacuno de origen español ocupó grandes espacios vacíos o semivacíos de rumiantes de alta biomasa, peligrando la estabilidad de los pastizales. El bisonte americano no pasó los límites actuales de la frontera México-EEUU por lo que los llanos tropicales tuvieron como únicos rumiantes a los ciervos, y los subtropicales y templados, al guanaco. Ni los ciervos ni el guanaco, ni ningún rumiante, formaron un eslabón trófico de gran biomasa en las sabanas sudamericanas.
Los conquistadores trajeron al litoral paranaense caballos, perros, ovejas, ganado vacuno, pollos; también, cepas de vides y granos. En suma, especies extranjeras que formaban parte del arsenal de la conquista. Su adaptación al terreno dependía de varios factores y estaba vinculada con el sometimiento de las comunidades indígenas locales. Y así como los indígenas resistieron su sometimiento, el bioma del litoral no hizo fácil la implantación de algunos géneros de vida exóticos. En ocasiones, convertía en comida para algunas especies lo que los europeos sembraban como insumo para sus propias necesidades alimenticias.
La existencia de espacios vacíos para grandes herbívoros explica la explosiva multiplicación de caballos y burros salvajes y vacunos criollos en las pampas del Cono Sur, en el Chaco. Estos crearon un ecosistema seminatural a los que se les sumó además las jaurías de perros salvajes.
Caso 4:
El modelo extractivista sigue presente en la configuración agro exportadora de nuestra matriz productiva. La consolidación portuaria urbano rural de un modelo centralista, radiocéntrico y dependiente tiene también como referentes a los árboles, y nuestra provincia, un caso sin igual. Es evidente cómo nuestra geomorfología determinó nuestras condiciones productivas y el despliegue de las actividades económicas, pero estas se potenciaron sobre la inserción dependientes a las demandas del mercado mundial, transformando el paisaje y degradándolo. Y, los árboles, indicadores de esta catástrofe social y ambiental.
Por un lado, integrada a la Mesopotamia por la Cuenca del Plata, nuestra provincia está comprendida por antiguas y grandes estructuras físicas que le imponen sus particularidades. Santa Fe se encuentra comprendida en su totalidad dentro de la denominada Pampasia central. Proviene del vocablo “pampa” y este significa en quichua “gran llanura”, “sin árboles”. Los factores climáticos, al incidir sobre los suelos y la vegetación, han logrado romper la fisonomía de su monótona horizontalidad, permitiendo diferenciar dos regiones paisajes naturales limitadas al Este por el rio Paraná; el Chaco, al Norte y la Pampa, al Sur, con una zona central de transición entre ambas regiones. Así, la inmensa llanura argentina, ha de llamarse PAMPASIA y debe subdividirse en dos amplias regiones: Pampa y Chaco.
La Pampa, ubicada en la zona austral del vasto conjunto llano, con suelos loéssicos que dan suelos pardo- oscuros o negros y el parque chaqueño se localiza en el extremo nordeste, el bosque chaqueño en el noroeste y el centro, y el espinal. Dos casos paradigmáticos de nuestra particular geohistoria, uno de destrucción del bosque nativo y otro de implantación no autóctona de especies que modifican el paisaje pampeano.
Caso 5:
La geohistoria de la cuña boscosa chaqueña es reveladora. Toda la porción norte de nuestra provincia se encuentra ubicada en la región chaqueña, un ecosistema forestal natural compuesto predominantemente por especies arbóreas, nativas, maduras, con diversas especies de flora y fauna asociadas, en conjunto con el medio que las rodea, conformando una trama interdependiente con características propias y múltiples funciones, que en su estado natural le otorgan al sistema una condición de equilibrio dinámico y que brinda diversos servicios ambientales a la sociedad. Comprende Bosques nativos de origen primario, donde no intervino el hombre, como aquellos de origen secundario formados luego de un desmonte, así como aquellos resultantes de una recomposición o restauración voluntarias.
Se destacan los “bosques nativos” de quebracho colorado chaqueño, de madera dura, del área menos húmeda, constituyen los ejemplares más valiosos que dan carácter a la zona septentrional de la provincia, donde las precipitaciones disminuyen y las temperaturas presentan mayores amplitudes. Árbol esbelto de tronco erecto y copa airosa, de frutos breves de color granate, es de muy lento crecimiento. Suele alcanzar más de 30 metros de altura y superar al metro de diámetro, estimando que para ello debe transcurrir unos cien años. Dominaba la cuña boscosa, pero ha sido extinguido por una intensa explotación de la minería a lo largo de casi un siglo, quedando como testimonios de su existencia los “tocones” que se alzan hasta 60cm del suelo. Además, comparten el espacio con los quebrachos blanco y colorado santiagueño, de excelente madera, explotados con intensidad para la fabricación de leña y carbón, y en el último caso para los durmientes en los que descansan las vías férreas de gran parte del país.
Remarquemos su importancia una vez más. Los bosques nativos cumplen funciones imprescindibles para el medio ambiente. Demoran cientos de años en generarse y en llegar a una situación de perfecto equilibrio. Cuando desaparecen, el suelo queda a merced de las adversidades climáticas, generando daños irreparables. La biodiversidad, los ciclos de agua y la fertilidad de los suelos varían según el grado de conservación de los bosques.
En sólo 80 años, la provincia de Santa Fe perdió el 82 por ciento de sus bosques nativos, un proceso feroz originado en la expansión sin control de la frontera agropecuaria en una de las zonas con tierras más ricas del país. El fuerte desequilibrio ecosistémico que generó semejante mutilación del “capital natural” de la región se expresa hoy en inundaciones inéditas y erosión de los suelos. Estos datos provienen de fuentes directas de la Dirección Provincial de Recursos Naturales: Santa Fe pasó de tener casi seis millones de hectáreas de bosques en 1935 a apenas 840 mil en 2002, según datos generados por los censos nacionales agropecuarios realizados desde Nación en esos años.
Hoy por hoy la provincia registra aproximadamente 1,2 millón de hectáreas de bosques y es debido a que desde el Consejo Federal de Medio Ambiente (Cofema) cambiaron la definición de bosque hace algunos años. A pesar de la aprobación de la ley (noviembre de 2013), por el cual Santa Fe adhirió a la Ley Nacional de Bosques Nativos Nº 26.331, reglamentada en 2009, la baja de la asignación presupuestaria supone una situación de extrema gravedad. Las ONGS informan que hay una pérdida anual de 180.000 hectáreas de masa boscosa, desde 1990 se perdieron 7,6 millones de hectáreas (el equivalente a la provincia de Formosa) y Argentina ocupa la novena posición país entre 234 países que menos cuidan sus árboles nativos, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
Caso: 6:
La explotación forestal y la crisis ambiental tiene identidad. La Campaña del Chaco santafesino y la industria del tanino fue determinante. Entre 1856 y 1884, el gobierno de Santa Fe, acorde a la política nacional, emprendió un proyecto de corte “civilizador”, centrado en la militarización de los territorios y el aniquilamiento de sus habitantes originarios. La denominada “morada de salvajes” apelaba a la conquista del norte y a la privatización del territorio. Condiciones para la formación de grandes latifundios controlados por capitales extranjeros: el quebracho colorado, la riqueza incalculable de su explotación.
La Forestal sintetiza una forma de ocupación del espacio, de explotación de sus recursos naturales, de control y disciplinamiento de la fuerza de trabajo y del establecimiento de vínculos entre capitales internacionales y poderes públicos. Toda su lógica es funcional a la de acumulación capitalista a corto plazo. El colapso de la industria del tanino trajo severas consecuencias para las poblaciones dedicadas exclusivamente a la actividad forestal.
Hacia fines de la década de 1870 se dio la experiencia expansionista y colonizadora del Gran Chaco. La zona, de patrimonio fiscal, recién en 1882 comenzó su transferencia a manos privadas en un largo proceso desde la compra inicial de la firma inglesa Murrieta y Cía., su pasaje al grupo Hartenek y Portalis como Compañía Forestal del Chaco (1902), la fusión con la Compañía de Tierras de Santa Fe (1913) hasta su transformación en 1914 en la Forestal Argentina S.A. de Tierras, Maderas y Explotaciones Comerciales e Industriales, con la integración de capitales alemanes e ingleses. Desde el principio, su directorio desestimó todo plan de inmigración y colonización en el área controlada, cuya extensión en 1915 era de 1.761.741 hectáreas. Así, monopolizó la comercialización del quebracho colorado y sus derivados, eliminando paulatinamente competidores como fábricas de tanino pequeñas y obrajes independientes, aprovechando sus dificultades financieras, las que muchas veces tuvieron su origen en las oscilaciones de los precios internacionales del rollizo y del tanino, provocadas en parte por las presiones del propio grupo.
La destrucción ecológica, la sobreexplotación de los recursos naturales y la degradación ambiental han caracterizado los procesos de incorporación de las tierras boscosas a la economía capitalista. Las condiciones de reproducción del capital no consideraron las condiciones de conservación y regeneración de los recursos renovables, induciendo procesos que han degradado la calidad ambiental y los niveles de vida.
Caso 7:
El nombre de “Pampas”, alude a los pobladores antes que al tipo de paisaje. Significa habitantes de la planicie, sin árboles de crecimiento natural cubierta de forma continua y permanente por pastos. Al sur del río Salado, los bloques levantados de la pampa, igualmente afectados por el movimiento andino, integran la Pampa Ondulada que presenta una abrupta barranca de 10 a 20 metros de altura frente al Paraná, donde las pendientes son mayores el escurrimiento del agua es más libre. Al sur de esta franja se define el pastizal pampeano, cuyo tapiz herbáceo original ha sido intensamente modificado por el pastoreo, los cultivos y la introducción de especies forestales, como por ejemplo el paraíso y el eucaliptus. En los campos altos, bien drenados, con suelos ricos en materia orgánica, crece la estepa graminosa, cuya fisonomía original es difícil de reconocer, porque ha sido modificada por la actividad productiva, el ganado y por la introducción de especies foráneas, como el cardo de castilla.
La agricultura genero la introducción de la pradera de cultivo con sus malezas. La fauna silvestre ha sufrido también los efectos negativos de la colonización agrícola y la introducción de animales domésticos. La concentración industrial en la ribera del Paraná, con el consiguiente incremento de los efluentes contaminantes, contribuirá a alterar el equilibrio ecológico de la zona. Los pastizales naturales del sur de la bota corrieron igual suerte que los bosques y fueron reemplazados por cultivos. Desde la Dirección Provincial de Recursos Naturales explican a modo de ejemplo que si el pastizal evotranspiraba diez meses al año, un cultivo evotranspira tres meses, lo que genera un gran excedente hídrico que hace subir las napas.
En Santa Fe, la mayoría de los planes que se presentan y que se aprueban son para uso ganadero del suelo. Se permite un aprovechamiento más intensivo, pero dentro de determinadas pautas no se puede cambiar de bosque a agricultura y en ese marco, la ganadería suele ser la mejor opción.
La región agrícola comprende aproximadamente el 13% de la población provincial y se encuentra fuertemente urbanizada (los dos tercios de la población de la región). Pese a ello, la actividad agropecuaria continúa imprimiendo su sello particular en la región. Es que el intenso proceso de mecanización de las tareas rurales, iniciado en los primeros años de la década de 1950, posibilitó un destacable proceso de incremento de la producción agrícola, conjuntamente con un descenso de la fuerza de trabajo del sector y la población rural.
El proceso de urbanización de la región se ha visto acentuado, incluso alterando los nodos o islas de eucaliptus, generadas y pobladas como unidades arbóreas lindantes a estaciones del ferrocarril, y en la conformación de pueblos agrícolas. Sacrificados muchas veces por el avance urbanístico e industrial, desaparecen gradualmente del paisaje pampeano.
Caso 8:
El dominio del monocultivo Soja, es determinante. En los últimos años del siglo pasado y en lo que va del presente la provincia de Santa Fe, por su naturaleza y tradición agrícola, especialmente en su porción sur de pampa húmeda, fue la que detentó la mayor superficie implantada y el mayor volumen de producción de soja. La expansión aún continúa en otras zonas del centro y norte provincial desplazando a otros cultivos y producciones regionales como el algodón, el arroz, la caña de azúcar, la invernada bovina y el tambo, también ganando espacio en áreas boscosas con características de suelos y climas de ambientes subhúmedos y semiáridos de particular fragilidad ambiental.
Esta significativa expansión se pudo hacer en gran medida por los avances e innovaciones tecnológicas, las capacidades de los agricultores, la fuerte y sostenida demanda del poroto, las inversiones agroindustriales y la mejora real de su precio relativo –devaluación y precios internacionales-. Ello determinó un escenario de un gran negocio para el sector y para el país.
El crecimiento de la soja y sus derivados en la Argentina en los últimos 30 años se ha constituido en un fenómeno trascendente. Estadísticas reflejan que la soja representa más del 50% del total de los granos producidos, considerando los cinco cultivos más difundidos en la pampa húmeda. La orientación exportadora llevó al complejo sojero en la pampa húmeda hacia un modelo de "especialización sojera” que se expande rápidamente hacia regiones extrapampeanas, al que muchos definen como el proceso de "sojificación", y el nuevo paradigma de la agricultura argentina basado en los materiales transgénicos y la siembra directa.
Efectos económicos, sociales y ambientales de la expansión sojera son evidentes. La gran expansión económica del proceso de sojificación en numerosas comunidades extrapampeanas genera como consecuencia una concentración de los beneficios en manos de unos pocos, considerados los "grandes” y que trasladan los recursos generados hacia fuera de la región donde se originan. Así, la calidad de vida de los habitantes del lugar no mejora significativamente y las zonas rurales se siguen despoblando.
Estos hechos favorecieron la concentración de la tierra, ya que se busca ampliar la escala para reducir los costos. A su vez, la expansión de la frontera agropecuaria hizo que muchos campesinos con tenencia precaria de la tierra fueran expulsados. Su cultivo avanzó sobre montes nativos, como el bosque chaqueño que se despliega en las provincias de Chaco, Formosa, Santiago del Estero, el noroeste de Santa Fe y noreste de Salta arriesgando la estabilidad de los ecosistemas.
La concentración urbana del modelo modernidad capitalista, nos obliga a pensar ahora el valor del árbol en su trama. Son purificadores del aire, moderadores de temperaturas, proveedores de sombra y oxigenación aún rodeados de cemento, son albergues para la fauna, absorben ruidos ambientales, constituyen barreras para vientos, funcionan como sitios amables para especies de pájaros e insectos, entre otras características sustanciales.
Una de las funciones de los bosques, sobre todo en los márgenes de ríos y arroyos y en sus cabeceras, es retener el agua y soltarla lentamente en caso de exceso. Los árboles desempeñan un papel de importancia en la disminución del escurrimiento hídrico superficial y el abatimiento de los picos de crecida, tal como lo expresa Sanders -1986-:
“Al interceptar y retener o disminuir el flujo de la precipitación pluvial que llega al suelo, los árboles urbanos (conjuntamente con los suelos), pueden jugar una importante función en los procesos hidrológicos urbanos. Pueden reducir la velocidad y volumen de la escorrentía de una tormenta, los daños por inundaciones, los costos de tratamiento de agua de lluvia y los problemas de calidad del agua”. “La cubierta arbórea debe ser incrementada en donde es relativamente baja y en donde hay extensas superficies de suelo impermeables; que tienen una capacidad limitada para manejar los picos de agua durante la tormenta” (Sanders, 1986). “La cubierta arbórea intercepta la lluvia y permite fluir algo del agua por el tronco hacia el suelo, mientras el resto se evapora antes que alcance la superficie” (Miller, 1997).
El árbol es, entonces, un aliado necesario e indispensable para planificar y construir pueblos y ciudades más sustentables y equilibradas con miras a garantizar el desarrollo de la vida urbana junto al derecho de disfrutar de un ambiente sano y saludable. Las áreas urbanas arborizadas mejoran la temperatura del aire mediante el control de la radiación solar. Las hojas de los árboles la interceptan, reflejan, absorben y transmiten, según la estación: en verano interceptan y bajan la temperatura, mientras que en el invierno la pérdida de sus hojas produce un calentamiento porque incrementa el paso de la radiación solar. Los árboles modifican el clima disminuyendo el efecto invernadero, por eso, han sido llamados acondicionadores naturales del aire; un solo árbol puede transpirar aproximadamente 400 litros de agua al día.
Asimismo, su rol intrínseco a la protección de la diversidad biológica se ha acrecentado en los últimos años. Sobre todo, por la preocupación creciente sobre la pérdida de especies en áreas rurales, la expansión urbana, los modelos productivos y/o los fenómenos acontecidos por el cambio climático que atentan contra los ecosistemas naturales. Las grandes inundaciones o sequías, los repetidos disturbios ocasionados a los árboles, por distintos factores, hasta las influencias humanas, han despertado mayor conciencia ambiental, siendo más palpable en las generaciones más jóvenes.
Del día del árbol a una plena conciencia árbol:
Es indiscutible la importancia de los árboles, desde todos los puntos de vistas. Imposible de no asociarlo al conjunto de otros componentes bióticos y económicos de la provincia. El abordaje geohistórico, se hace político. Es la variable que nos permite entender que la problemática del árbol es, en definitiva, la problemática de la tierra, de la vida misma. El capitalismo usufructúa el árbol como la tierra, la tierra como el árbol. Este, que se arraiga a su suelo, define su naturaleza natural. Su valoración económica como bien de capital, lo destierra de sus orígenes, de su esencia. El mundo sistema conspira contra la vida misma.
La “voluntad de vivir”, -que no es otra cosa que la de una “vida sana” que se despliega en armonía con la naturaleza-, es desplazada por la “voluntad de dominio” la del poder, en consonancia con los mercados. Las consecuencias sociales son directas. La propiedad de la tierra, que es la propiedad de los árboles, artificializa o cosifica su naturaleza, transformándola, alterándola.
La tierra pasa ser la gran propiedad capitalista, las familias en empresas, los individuos en mano de obra pauperizada, sino servil. El ambiente en recursos y bienes económicos. El habitad en mega ciudades, la naturaleza en cemento y concreto. La sustentabilidad en sobrevivencia. La vida en muerte. De la soberanía al capital extranjero. Del futuro al cortoplacismo. La realización y felicidad personal a la resignada y rutinaria explotación. El desarrollo es pobreza, sin crecimiento, como afirma Eduardo Galeano cuando dice que en el capitalismo todo desarrollo “es un enano que simula ser un niño”. La concertación de la riqueza es la consecuencia de este modelo monoproductivo, neoextrativista.
El hecho colonial de conquista es permanente. Con la vulnerabilidad del árbol, vemos la rentabilidad de la tierra y la pobreza de sus pobladores. Sometidos a condiciones precarias de trabajo y de vida, hacheros y peones del monte vivían en extrema pobreza.
El monopolio del transporte y el control del intercambio comercial dentro de sus dominios económicos, condicionan el accionar político de los habitantes. Los viejos niveles de dependencia y violencia aún se expresan. Las grandes empresas adquirieron históricamente funciones policiales y judiciales, llegando a financiar su propia fuerza de represión. Como consecuencia, desde entonces hasta hoy, vivimos la fatalidad del agotamiento del quebracho y la pobreza de sus pueblos.
Los modelos productivos precapitalistas subsidiarios al desarrollo capitalista central, nos trae evidentes problemáticas ambientales. El suelo es el segundo recurso más importante de la provincia y su erosión continua impacta sobre todo en la productividad agrícola. La cantidad de lluvias que se dan con mayor frecuencia y mayor intensidad, sumado a la característica de los suelos que presentan una tasa de infiltración muy baja para absorber el agua de las lluvias, son en resumen el causal de las mismas.
El uso del modelo productivo predominante basado en el monocultivo de la soja, empeora la situación porque su particular ciclo infiltra menos agua. El desequilibrio biológico y la posibilidad de nuevas plagas, tales como la "roya de la soja", forman parte de los riesgos de este proceso y de la sostenibilidad de los sistemas en el largo plazo. Nuevas plagas insectiles y malezas están en proceso. La falta de árboles genera la erosión hídrica afecta a casi la mitad del territorio santafesino
Casi la mitad de la superficie de Santa Fe —el 43 por ciento— sufre un problema de erosión de origen hídrico como consecuencia de los cambios en el uso del suelo introducidos en los últimos años por el modelo extractivista y el agroindustrial pampeano, según consigna el informe "Estado del ambiente" edición 2016 presentado por el Ministerio de Ambiente de la Nación. En total, existen más de cinco millones de hectáreas (5.672.782 con exactitud) en la provincia afectadas por algún tipo de erosión hídrica, la gran mayoría (5.381.136 hectáreas) en un grado "ligero a moderado" mientras que el resto (291.646 hectáreas), padece este problema en forma "severa a grave". Es una coincidencia total en atribuir las causas de este fenómeno a un cambio en el modelo productivo traducido en una mayor agriculturización, basado en la soja y un cambio de uso del suelo, con una menor rotación.
También alertaron sobre las graves consecuencias económicas, ambientales y sociales que provoca la degradación de los suelos, cuyo empobrecimiento no sólo se traduce en una disminución de la rentabilidad agropecuaria, sino también en procesos de migración de la población, abandono de tierras y situaciones de pobreza y marginalidad.
Todo está relacionado con todo. Esta degradación de los suelos provoca un desequilibrio territorial/ambiental que incluye "la pérdida de biodiversidad y de servicios ecosistémicos, suelos contaminados por agroquímicos, erosión hídrica y eólica, la disminución de la cobertura vegetal y/o de la productividad de la vegetación natural y la alteración del ciclo hidrológico, con consecuencias negativas sobre la población". 5.000.000 de hectáreas afectadas en la provincia. Santa Fe es el cuarto territorio en el país por la magnitud de suelos con erosión hídrica. Suelos degradados tras las inundaciones las tierras quedan arrasadas.
En el día del árbol, tengamos una mirada geohistorica de su importancia y declaremos que "Todos los habitantes gozan del derecho a un ambiente sano, equilibrado y apto para el desarrollo humano", como lo preceptúa nuestra Constitución Nacional en el artículo 41. El papel del Estado es fundamental: garantizar un ambiente apto, por lo que contar con una legislación que se adelante o anticipe a los hechos que vendrán es necesario. Declaremos al árbol de interés público y promoviendo la implantación de nuevos ejemplares tanto en el ámbito público como en el privado.
El Pacto de San José de Costa Rica, con jerarquía constitucional desde 1994 en el artículo 75 inciso 22 de nuestra Constitución Nacional, incorpora la función social de la propiedad, en el artículo 21 inciso primero al establecer que: “Toda persona tiene derecho al uso y goce de sus bienes. La ley puede subordinar tal uso y goce al interés social.” Por lo que el derecho de propiedad debe articularse tanto en el interés de su titular como en el interés de la sociedad, de manera que no pueda ejercerse este derecho de forma egoísta y en perjuicio del interés social. Por lo que consideramos que la propiedad privada y la contribución a la consecución del bien común están entrelazadas, al establecerse la propiedad privada en función social.
Por último, no es menor que nuestra Constitución Provincial prevé la función social de la propiedad y limitaciones al desarrollo individual fundados en el interés general en su artículo 15, al establecer que: “la propiedad privada es inviolable y solamente puede ser limitada con el fin que cumpla una función social (…) la iniciativa económica de los individuos es libre. Sin embargo, no puede desarrollarse en pugna con la utilidad social o con mengua de la seguridad, libertad, o dignidad humana. En este sentido, la ley puede limitarla con medidas que encuadren en la potestad de gobierno local. Ninguna prestación patrimonial puede ser impuesta sino conforme a la Ley.” Y en su artículo 16 agrega que: “El individuo tiene deberes hacia la comunidad. En el ejercicio de sus derechos y en el disfrute de sus libertades puede quedar sometido a las limitaciones, establecidas por la ley exclusivamente, necesarias para asegurar el respeto de los derechos y libertades ajenas y satisfacer las justas exigencias de la moral y el orden público y del bienestar general”.
De esta forma promovemos un Estado Provincial activo, con un fuerte compromiso de todos los actores intervinientes, coordinando acciones para que el espacio público, el uso del suelo, la implantación y mantenimiento de árboles se efectúe de manera planificada y efectiva.
Prof. José Hugo Goicoechea.
Referencia de la imagen de portada:
Eucaliptus patrimonio histórico local y santafesino. Escuela Normal 205 Nicasio Oroño Villa Constitución.
Bibliografía y Páginas Web consultadas:
- Goicoechea, José Hugo (2019) Santa Fe y Yo. Anuario de Ciencias Sociales. Ed. Argentina y Yo. Catamarca.
- Goicoechea, José Hugo (2014) Aquí Mismo. Grageas de Historia Argentina en Historietas. Tomo 4 El Grito de los sin tierra. Ed. Loco Rabia. Buenos Aires.
- Frenguelli, Joaquin (2000) “Forma y origen de la pampa” Material de Cátedra. UNR
- Provincia de Santa Fe- Atlas Total- Centro de Editor de América Latina
- EL NORTE FORESTAL consejo federal de investigaciones. Gobierno de la Provincia de Santa Fe. (2018) Marcela Brac (Compiladora) José Martín Bageneta, Francisco Victoriano, Cardozo Oscar, Cena Mariana, Cian Dante, Cuadra María, de Estrada César, Ramírez Luciano, Sánchez Pamela Savoia, Gustavo Zarrilli.
- Gori, Gastón. La Forestal: La tragedia del quebracho colorado. Versión Pag. Web
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- Mellafe, Rodolfo (1973) Breve historia de la esclavitud negra en América Latina. Buenos Aires. Eudeba
- Ambiente y vulnerabilidad de la ciudad de Santa Fe. Plan urbano Santa Fe ciudad
http://obc.grupomontevideo.org/sites/default/files/2017-07/Plan_Urbano_-_Lineamientos-2012.pdf
- Problemas ambientas en la Provincia de Santa Fe. https://www.conclusion.com.ar/la-ciudad/los-dos-problemas-ambientales-en-el-sur-de-santa-fe-son-la-erosion-y-la-inundacion/07/2017/
- Nícalo Gligo Viel y Jorge Morello. Notas sobre la historia ecológica de América Latina
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Autor/es: | LEONETTI, GISELLE EDIT |