Libro- Album
“La razón se pierde razonando”, escribió alguna vez Antonio Porchia (Don Antonio). Este aforismo, que encuentra sentido en la lógica de una paradoja, puede aplicarse a la lectura del libro-álbum. Justamente para analizar el libro-álbum, desde luego, es necesario dejar de lado el análisis determinista que nos indica “cómo debe ser un libro”, y, sobre todo, un “buen libro”.
El origen…
Con respecto al ejemplar que dio lugar al género álbum-ilustrado, si bien hay diferencias entre los autores especializados en el tema, podemos referir a los trabajos de Sophie Van der Linden, quien sostiene que “álbum” es el nombre que se le otorga, en los países latinos, al libro con imágenes. El vocablo álbum proviene del latín albus, que significa blanco. Asimismo, el término álbum remite al relato sobre la historia de su origen; según el cual un médico alemán Henrich Hoffmann, en 1844, en su pretensión de comprar un libro para su hijo, y ante la decepción por solo encontrar obras con propósitos didácticos, resolvió volver a su hogar con un cuaderno cuyas hojas estaban en blanco. Cuando su mujer, posiblemente sorprendida, le preguntó por qué las hojas estaban en blanco, él respondió que a ese cuaderno lo iba a transformar en un libro. El trabajo que realizó Hoffman sobre aquel cuaderno contaba de texto e imágenes en forma libre, y, pasados los años, con el título de Pedro Melena, ese material se constituyó como uno de los libros más famosos de todos los tiempos en Alemania. Dicha historia sobre la génesis del álbum-ilustrado le permite afirmar a la especialista que esta clase de libro desde su comienzo está marcada por el espíritu de La libertad. La gran versatilidad y diversidad de creación obedece a que el libro-álbum no persigue un modelo de representación; es por ello que cada vez que nos encontramos con él, ignoramos de qué modo el texto y la imagen se organizan en su interior, cómo transcurre el pasaje de página en página. Al mismo tiempo, ese campo de libertad que se evidencia en el libro-álbum coloca al adulto, no al niño, ante un vacío de certezas y esto resulta provocador (¿Acaso hay un modo de asir el libro-álbum? ¿Cómo movernos entre sus hojas?).
Artefacto.
Otro elemento que traza un rasgo característico del libro-álbum es la de ser el libro más exuberante que hemos conocido. Se trata de un sofisticado dispositivo que combina un conjunto de piezas: texto, imágenes que se ordenan de manera muy variada, una organización particular, sucesión de páginas con sentido propio, materialidad, ritmo, etc. Tal vez resulte más pertinente referirnos al álbum-ilustrado como artefacto (artefactum)j, vocablo formado por la raíz latina –Ars, artis (arte) y factus (hecho); el cual, a su vez, podemos asociar con artificio –artificium (resultado de hacer arte). En el momento en que tomamos un libro-álbum entre nuestras manos nos hallamos ante una estructura narratológica; imagen, texto, edición y diseño conforman un proyecto editorial.
La completud
Propuestas como el álbum-ilustrado Trucas, en donde la palabra está ausente, se incrementan los modos de decir y referir de las artes visuales. La idea de silencio se convierte en una invitación a proferir conjeturas sobre lo contado por medios que no son los de la lengua escrita, y que, sin embargo, la convocan. Observamos en la tapa a un monstruo verde con largas orejas preocupado: ¿Cuáles son las causas de tal estado? Un elemento peculiar de esta obra es la invención de la materialidad del libro: El escenario donde transita el personaje muestra la trama del libro ficcionalizado y su revés (contracara). La posibilidad que tiene el protagonista de escapar al otro lado de la hoja y al borde del mundo que comprende el libro evidencia el movedizo límite entre lo real y lo ficticio. ¿Por qué huye Trucas? ¿Quiere estar fuera de la historia o fuera del libro?
Trucas – Juan Gedovius – Cuento Silente – YouTube
En esa variedad de perspectiva que ofrece el libro-álbum es posible apreciar cómo se montan escenarios. Ahora, mientras que el adulto al observar estos escenarios, advierte que no es parte de ellos, tan solo se asoma a los mismos; el niño pequeño, en cambio, del modo en que lo ha enunciado Walter Benjamín en su escrito Panorama del libro infantil “vence el engaño del plano y, por entretejidos de color y bastidores abigarrados, sale a un escenario donde vive el cuento”.
El contrapunto.
Otra singularidad sumamente relevante del libro-álbum es el movimiento de deslizamiento Inter-semiótico que opera entre dos lenguajes, aquel que remite a “lo visible” (dibujo) y aquel que refiere a “lo legible” (el texto); generando un contrapunto entre imagen y palabra, donde la imagen cuenta lo no dicho por la palabra, y la imagen refiere a lo dejado de lado por la palabra. En tanto la imagen remite a una presencia, el texto (más allá de la materialidad de las letras) se presenta como un intento por evocar lo que permanece ausente. “Lo visible” se vincula con la mirada, y, en consecuencia, con el acto de ver; mientras que “lo legible” con el acto de leer. Bajo ningún punto de vista la imagen opera como significado o como significante del texto (recordemos la leyenda “Esto no es una pipa –Ceci n´est pas une pipe- que acompaña a la imagen de una pipa en el cuadro de René Magritte). Asimismo, puede establecerse una diferencia entre el libro álbum, también llamado álbum-ilustrado, y el libro ilustrado; en este último el texto puede funcionar de manera independiente –autónoma- en relación a la ilustración, inclusive suele surgir primero.
Con ojos de niño
En línea con el pensamiento del crítico argentino Eduardo Del Estal, quien ha escrito: “´Para que emerja una mirada, el acto de ver debe estar precedido por una intención seguida del gesto de enfocar con los ojos algo con el propósito de ver solamente eso”, se puede sostener que donde miran los ojos del adulto, están los ojos del adulto que miran. En el libro-álbum Un cuento de oso, su autor, Anthony Brown, no abandona su costumbre de introducir (esconder) pequeños cuentos en el fondo. Estas incorporaciones, que los editores habían definido como “detalles intelectuales”, que a su vez consideraron que un guiño para los adultos, son entendidos por el ilustrador como vital para que los niños puedan disfrutar de sus libros a largo plazo, el propósito de su presencia es que los lectores puedan encontrar algo nuevo cada vez que observan el libro: ¿Quién marcó un camino de piedras? ¿Y para que lo hizo? ¿A quién le pertenece la caperucita de terciopelo rojo que se observa detrás de un árbol? ¿Y por qué se esconde? ¿Quién olvidó un zapato de cristal? ¿Quién mordió la manzana? ¿Y cómo la obtuvo?
Temas de los cuales preferimos no hablar.
Los libros-álbumes también transitan el humor (¿Qué hacen las niñas? ¿Qué hacen los niños? bajo la óptica de Nikolaus Heidelbach) y el sin sentido (Ser o no Ser una manzana propone Shinsuke Yoshitake). Se ríen de aquello por lo cual nos sentimos avergonzados (un ejemplo es Secretos de familia de Isol), nos hacen vernos ridículos ante la exposición de nuestras propias miserias (como en Voces en el parque realizado por Anthony Brown). Del mismo modo, los álbumes abordan temáticas que quisiéramos esquivar, tal es el caso de El corazón en la botella de Oliver Jeffers: Si observamos con atención las primeras páginas de este libro notaremos como ante las preguntas existenciales, la niña protagonista de la historia construye sus respuestas a través de imágenes que conforman parte de un confín imaginario.; en cambio, el adulto que la acompaña manifiesta en sus respuestas certezas cimentadas en el campo de la ciencia, la filosofía, la religión, la tradición heredada. Este libro nos invita a visualizar esos puntos opuestos en los cuales, en uno de ellos ubicamos a la niña en su temprana edad “llena de curiosidad por las maravillas del mundo”, y en el otro a esa niña convertida en mujer adulta con el corazón resguardado en el interior de una botella que cuelga de su cuello. ¿Cuándo aquella pequeña consideró que debía poner su corazón “a salvo”? En el preciso momento en el que encontró vacío el sillón que solía ocupar el señor que la tutelaba. En la última ilustración observamos a la mujer cómodamente instalada en el sillón sosteniendo en sus manos un libro; en sus pensamientos convergen imágenes que conformaban universo imaginario y las imágenes que evocaba el hombre presente al inicio de la historia.
¿Exclusivamente para las infancias?
Entre las dos definiciones más comunes: libro para niños y libros infantiles, optar por la última no es de menor importancia, sino necesario. Las historias presentes en los álbum-ilustrados no son para niños y niñas solamente.
Alcanzada la madurez no nos es posible regresar desde la corporeidad a la instancia en que éramos niños, recuperar nuestra inocencia perdida; no obstante, podemos aspirar a vivenciar el asombro que deviene del observar, explorar y percibir los escenarios poéticos propuestos por un gran número de libros-álbumes, en los cuales grandes y chicos advertirán que la infancia es un territorio que vale la pena habitar.
¡¡Abrazos fraternos!!
Equipo PNL Santa Fe
Autor/es: | FEULI, PATRICIA RAQUEL |