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“Somos eso que traemos en el cuerpo más esto que vivimos a cada momento más los deseos para el futuro. Eso somos: cada uno, una historia que necesita de otras para poder contarse, un hilo de trazos indispensable, necesario, que se une a otros y forma un ovillo que crece”.
Paula Bombara
Al hablar de memoria, necesariamente, hacemos referencia al pasado, a lo vivido. Los recuerdos representan las formas de apropiación subjetiva del tiempo y del espacio, no todas las experiencias se inscriben en la memoria, sino aquellas que conservan una significatividad dada por el plano emocional. La memoria siempre es reconstrucción de lo vivido en imágenes, la misma está determinada por las relaciones intersubjetivas y por el tiempo histórico.
Volvemos una y otra vez al pasado para confrontarlo con el presente, para volver a recorrer las líneas de los rostros conocidos y regresar a lo que fuimos.
Halbwachs (2004) sostiene que el recuerdo colectivo resulta más trascendental en procesos donde se da una desestabilización. A lo largo de la Historia, la humanidad vivió acontecimientos que quebraron el ideario de los pueblos. El horror se transformó en un recuerdo colectivo universal, pero además, íntimo; cada sobreviviente de un centro clandestino de detención durante la última dictadura en Argentina tuvo que construirse un relato para sanar, pero además, para denunciar.
En ese retorno hacia nuestro pasado las preguntas nos siguen habitando, preguntamos para comprender porque como dice Liliana Bodoc (2015) “de todas las inflexiones que admite nuestro lenguaje, de todas las entonaciones que refuerzan el sentido de las palabras que pronunciamos, la pregunta es la más humana”.
La literatura nos permite ensayar respuestas, construye laberintos por los que podemos transitar para volver a mirarnos, bucea hasta las profundidades de la existencia humana, encauza razones y contrasentidos, predispone a una forma de entender la vida y la Historia que no se podría llegar de otra manera, es una voz que contiene todas las voces, todas las impresiones humanas.
En cada historia de nuestro pasado reciente que se comparte con nuestros chicos y chicas se “teje un hilo hasta construir un ovillo”, se entrelazan otras tramas más habitables que permitan a los cuerpos la libertad de ser cuerpos políticos capaces de transformar las relaciones humanas. Hilar es inscribirse en la genealogía de un pueblo. Mientras se teje, se cuenta, así, se hace memoria con las manos y se hace memoria con las palabras, el espacio simbólico contenido en la narración se materializa en la urdimbre.
Desde el Plan de Lecturas Santa Fe les convidamos el hilo de la memoria, ese hilo inagotable donde anida la esperanza.
Arfuch (2005) sostiene que “siempre a partir de un ahora que cobra sentido un pasado”, les invitamos a pensar como mediadores cómo construimos este ahora con nuestros niños, niñas y jóvenes.
Compartimos la serie “Ovillos de trazos”, relatos de identidades que permitirán seguir tejiendo la trama que nos cobija a todos y a todas.
¡¡Abrazos Fraternos!!
Referencias bibliográficas
Arfuch, L. (2005). Problemáticas de la identidad. En Arfuch, Identidades, sujetos y subjetividades (págs. 21-44). Buenos Aires: Prometeo.
Bombara, P. (2015). El mar y la serpiente. Buenos aires: Norma
Halbwachs, M. T. A. (2004). La memoria colectiva. Zaragoza, España: Prensas Universitarias de Zaragoza. Recuperado de: http://cesycme.co/wp-content/uploads/2015/07/Memoria-Colectiva-Halbwachs.-.pdf
Autor/es: | FEULI, PATRICIA RAQUEL |