La esperanza como práctica política en la formación docente.
La esperanza es la confianza de lograr lo que se desea …. es buscar certezas y sentidos para que algo suceda”.
Promover el diálogo esperanzador mediante relatos pedagógicos genuinos acaricia la enseñanza y la artesanía de educar en tiempos de abismos e desasosiego, fortaleciendo la capacidad de conocer éticamente los recorridos docentes que dan respuesta a los desafíos de la realidad.
La autoconfiguración de la tarea de enseñar se funde en la voz y el silencio de la conversación pedagógica representada por la corporalidad y la singularidad del diálogo profundo con los diversos territorios que imprimen sus signos e identidades escolares desde un tono único y peculiar.
La heroína de este tiempo se llama “esperanza”, como una necesidad ontológica que conmueve y nos mueve a trazar horizontes para transformar la propia realidad modificando la desesperanza en potencia de autocreación.
La Subsecretaría de Educación Superior renueva el recorrido de bitácoras pedagógicas mediante la destacada expresión esperanzadora de dialogo entre docentes y estudiantes como construcción colectiva de producción académica. En esta ocasión el estudiante Jorge Catori y la profesora Laura Bravi nos abren las puertas de la intimidad de la creación pedagógica conjunta.
Subsecretaría de Educación Superior.
Mg.Patricia Moscato.
Pensar que la esperanza sola transforma el mundo y actuar movido por esa ingenuidad es un modo excelente de caer en la desesperanza, en el pesimismo, en el fatalismo. Pero prescindir de la esperanza en la lucha por mejorar el mundo, como si la lucha pudiera reducirse exclusivamente a actos calculados, a la pura cientificidad, es frívola ilusión. Prescindir de la esperanza que se funda en no sólo la verdad sino en la calidad ética de la lucha es negarle uno de los soportes fundamentales”.
Paulo Freire. Pedagogía de la Esperanza, 2002.
A partir de la invitación a participar con experiencias, narrativas pedagógicas sobre el trabajo docente en tiempos de pandemia en la educación superior, con motivo del homenaje a profesores y profesoras en la semana del 11 al 17 de septiembre, se hace posible compartir interrogantes, pensamientos y emociones que acontecen a raíz de una mesa de examen virtual realizada el pasado 31 de julio, correspondiente a dos materias de 1° año del profesorado de educación primaria: Sociología de la educación y Pedagogía.
Podemos comenzar preguntándonos ¿Qué es un homenaje? ¿Por qué se homenajea a alguien? ¿Para qué? ¿Qué es lo que (nos) hace sentir homenajeades a les profesores? ¿Dónde se encuentran experiencias que podemos sentipensar como homenajes? ¿Hay tiempos de trabajo y tiempos de homenajes? ¿Homenajes al trabajo en contexto de pandemia? ¿Son otros tiempos? ¿Son otros trabajos? ¿Son otros homenajes?
El homenaje, los tiempos, los trabajos y las condiciones en las que transcurren. El ejercicio de la docencia y los tiempos en los que transcurre el mismo. Transcurrir. Los aprendizajes, las enseñanzas, los encuentros, los deseos, los sueños, las construcciones. Lo que está siendo. Lo que no está siendo.
Instantes con ideas y preguntas que desnudan las ganas de compartir esa experiencia que puso en pausa tiempos, que derritió el reloj hasta un no tiempo, un tiempo fuera del tiempo. De nuevo, ¿qué es educar en “tiempos de pandemia”? ¿Qué experiencias, qué huellas, qué acontecimientos irrumpen en estos contextos como educadores y educadoras en la formación docente en una institución de gestión pública? ¿Acaso al transitar “tiempos de pandemia”, las gratificaciones son otras? ¿Los homenajes deberían ser otros? ¿Otras son las enseñanzas y aprendizajes? ¿Qué oportunidades nos pone al alcance este escenario? ¿Cuáles nos quita y cuáles permanecen?.
Según un estudiante que generosamente nos dejó descubrir su palabra y con ella, partecita de su mundo:
“Gracias a esta desgracia, uno puede expresarse de otra manera. Es una crisis positiva donde puedo desarrollar la teoría desde mi lugar, ya que tuve que distanciarme e irme a Rosario por cuestiones económicas y eso me sirvió para darme cuenta de lo que pasa en mí contexto. Y estas ganas de seguir estudiando, más allá de tener que distanciarme de mi familia entre otras cosas, sólo son alimentadas o retribuidas por la esperanza de cumplir un sueño”.
Con esta idea finalizó, lo que aquí podemos comenzar a llamar como homenaje. Homenaje como celebración, como profundo reconocimiento a esfuerzos que siempre necesitan e implican a Otres.
Homenaje como posibilidad para aprender. Aquí ya no hay homenajeades y homenajeadores, sino que el homenaje es la celebración y ceremonia compartida, en donde el escuchar y el pronunciar son partes constitutivas de ese acto pedagógico y político que reivindica conocimientos y prácticas de sujetos concretos que aprenden, enseñan, resisten y sueñan. Homenaje a respetar(se) los tiempos, a pronunciar la palabra verdadera, en términos de Freire.
Esta situación educativa se traduce en homenaje al poder escuchar a quien se está formando para maestro de nivel primario explicar un análisis reflexivo, construido desde lecturas y diálogos con autores/as de las bibliografías de las materias a rendir, pero también desde el diálogo profundo con referentes de su comunidad mocoví.
En esta mesa de examen éramos tres profes y un estudiante, pensando en los formatos (¿desiguales?) que permanecen a pesar de los “tiempos de pandemia”. Nosotros en Rosario, él en La Criolla, aquí sí una “disposición espacial” diferente que habilita una oportunidad.
Como habíamos acordado previamente, lo haríamos por la mañana que es el momento de mejor conectividad e integrando ambas materias en una sola instancia. “Nuevas” oportunidades que pueden leerse también en clave de injusta distribución de acceso a las tecnologías, ya que por mencionar, La Criolla es la localidad donde vive su novia y a la que se trasladó porque allí hay posibilidad de wi-fi.
Se siente raro tomar examen en casa, “en pantuflas”, como nombra Inés Dussel; pero más “raro” (por salir de estereotipos de mesas de examen) fue estar más de una hora escuchando muy placenteramente a un estudiante realizar un análisis en primera persona y sentir con la cabeza, el cuerpo, el corazón cómo aprendíamos de él, cuánto más bello y genuino es disponerse sin tiempos a la escucha, al encuentro, a pesar de las mediaciones de pantallas. Como él mismo nos dijo, “seguramente me tenían visto, pero no me conocían”.
Conocer a un estudiante, después de haber compartido un año en antiguas épocas de presencialidad, es ya un gesto por el cual quien educa se puede sentir homenajeade, ¿verdad? No sólo conocerlo a él, sino también parte de su historia, de sus vivencias y recorridos hasta arribar a Rosario al Profesorado “Dr. Bernardo Houssay” y llegar a rendir estas materias.
¿Podemos decir que este escenario de espacios distantes y en tiempos fuera del horario escolar (para mesas de examen en presencialidad) es una característica que nos impone/ofrece el educar en contexto de pandemia?
La intención no es arribar a una respuesta de corte dualista, si consideramos oportunidades o dificultades, ventajas o desventajas, modos de profundizar desigualdades o intentos por subsanarlas, es mucho más complejo, discutible y requiere un análisis social, político y pedagógico más detenido y considerando no sólo particularidades.
Aquí queremos socializar una experiencia singular que produjo movimientos, que nos “sedujo pedagógicamente”, y de algún modo se le pudo “sacar ventaja” a este momento que transitamos. Igualmente fue posible porque hubo horas de estudio, voluntad política y pedagógica de la institución, del estudiante y de les profes y disponibilidad de recursos (tiempo, conectividad, herramientas tecnológicas).
Algunos de estos aspectos fueron, son y serán necesarios más allá de pandemias y otros que resultan imprescindibles para llevar adelante situaciones como ésta. Entonces aquí también es necesario poner en palabras el reclamo para que se garantice el derecho social a la educación y a los recursos y medios para todas las personas que formamos la comunidad educativa. Reclamo que tampoco es novedad en esta realidad sanitaria y social, pero que se pone de relieve y se refuerza hoy aún más.
La mesa de examen comenzó con la amable presentación y el permiso para grabar dicha instancia (gracias a la cual hoy podemos volver a escuchar y disfrutar esa experiencia de aprendizaje para todes, pero más que nada para nosotres docentes). Luego siguió la “entrada en calor” con las menciones correspondientes de autores y lecturas que figuran en las respectivas planificaciones de los espacios curriculares, lo que podemos decir, un “buen examen”: Saviani, Bourdieu, Gramsci, Althusser, Nidelcoff, Freire, marxismo. Sin embargo, esa era justamente la antesala de lo que vendría y sería deleite para las emociones de quienes creemos que ser educador, educadora es una acción del orden del amor, de la ternura, del placer, y por lo mismo una acción política, insurgente y revolucionaria.
Ante el gesto mínimo de la pregunta a él y a nosotres mismes sobre algunas ideas y conceptos ya mencionados, se fue macerando esta aventura pedagógica que se tradujo en aluvión de esperanza y optimismo, y a su vez en develamiento de (nuestras) propias ignorancias, denuncia de vanidades y violencias simbólicas.
Sentado frente a su pantalla comenzó resignificando la esperanza freiriana: “La esperanza como forma de luchar o querer algo más allá del contexto social, cómo podemos cambiar el mundo de diferentes maneras (…) Aprender a leer la vida”.
Más o menos así:
– De Paulo Freire, ¿qué aportes te resultan interesantes?
– “Yo creo que todo. Paulo Freire fue quien me llevó a seguir la carrera. Yo arranqué en el 2016, vengo de familia numerosa, de gente trabajadora y de siete hijos, soy el único que sigue en el terciario. Me dio la esperanza de seguir. Freire habla de la esperanza de aprender a leer la vida y yo creo que eso es lo que necesita uno como maestro motivador…que te enseñen a leer la vida más allá de las diferentes opresiones que uno recibe.
Aunque a veces somos los mismos oprimidos que nos seguimos oprimiendo. Yo hablo como descendiente de pueblos originarios, ya que muchas veces mi vida escolar, ir a otro pueblo vecino a la escuela, decir de dónde sos ya nos causaba vergüenza, nos sentíamos incapaces por esa transmisión recibida. Se naturalizan palabras y mocoví era decir en mi época malas palabras. Después de la lectura de Freire, de Maestro Pueblo (de Nidelcoff) entiendo que sin esperanza no hay posibilidad de cambiar, de cambiar el mundo. Hacer como un maestro pueblo, salir de la opresión, no para ahora oprimir, sino para que no siga pasando como mi historia, como me pasó a mí.”
Sólo compartir este breve pasaje que es parte de los más de 70 minutos compartidos entre les cuatro involucrades en esta experiencia. Análisis que se escuchó, se vio, se sintió como un parto. Entonces claro que dar a luz este acontecimiento lo vivimos y sentipensamos como homenaje y sacudón, desborde de alegría y tristeza a la vez, esperanza de la construcción de un mundo un poco más justo y denuncia de dolorosas injusticias.
Transitar un examen como un homenaje, no en términos tradicionales de escuchar la repetición de la palabra propia, sino en el sentido de experimentar el asombro, la emoción y el vértigo. Poder escuchar la palabra del otro, la gratitud por ser parte de ese relato y esa experiencia de conocimiento, descubrir cómo se han ido enraizando y floreciendo las categorías teóricas en el análisis reflexivo y de la propia vida cotidiana, es un modo de sacar belleza de este caos.
Podríamos incorporar entre las líneas del análisis protagonista del examen y de este mismo escrito, categorías y conceptos de diversos autores/as para darle cierto “estatus académico”, pero este escrito tiene el aval más significativo posible, que es la coautoría del propio estudiante del examen, ¡gracias Jorge por este inmenso homenaje! Homenaje a la educación pública, homenaje a la esperanza como acto político y pedagógico, homenaje a los vínculos amorosos y respetuosos en la formación docente, homenaje al trabajo colectivo para construir un mundo en el que quepan muchos mundos y en el que sea menos difícil amar, incluso y sobretodo en “tiempos de pandemia”.
Autores:
Jorge Catori – Estudiante del Profesorado de Educación Primaria del ISP N°16
Laura Bravi – Profesora del ISP N° 16
Referencias bibliográficas:
– Dussel, Inés (2020): “La clase en pantuflas”. Conversatorio virtual con Inés Dussel. ISEP (Instituto Superior de Estudios Pedagógicos). Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=6xKvCtBC3Vs&feature=youtu.be
– Freire, Paulo. (2002). Pedagogía de la Esperanza. Buenos Aires, Argentina: Siglo Veintiuno Editores.
– Nidelcoff, Ma. Teresa (1974) ¿Maestro pueblo o maestro gendarme? Rosario, Argentina: Editorial Biblioteca.
Autor/es: | LEONETTI, GISELLE EDIT |