Aportes para trabajar dispositivos de enseñanzas en contextos no presenciales
Aportes para trabajar dispositivos de enseñanza en contextos de no presencialidad
La etimología de la palabra aula nos remite a la idea de círculo ceremonial. Tiene algo de refugio, de lugar separado y protegido, en el que nos reunimos en torno de un objeto común, de una materia de estudio… Los discursos en educación cambian vertiginosamente, sin embargo, lo que un profesor hace concretamente con sus estudiantes en el aula, por lo menos hasta cierto punto, parece no haber cambiado tanto. Hace siglos que los profesores continúan mostrando cosas, proponiendo ejercicios y trabajando para que sus alumnos presten atención y hagan las cosas con cuidado. El aula es también un lugar primordial en el sentido de ser el lugar donde todo comienza o, mejor dicho, donde todo recomienza, una y otra vez; el lugar donde el mundo es cotidianamente transmitido, renovado y puesto en común
Jorge Larrosa
Estamos convocados en este momento particular que estamos viviendo a generar otros ámbitos de enseñanza, a pensar la formación en clave virtual/ no presencial. Aunque esto impone ciertas particularidades, está muy bueno hacer presente que de igual manera de lo que se trata en ese nuevo entorno es generar eso que llamamos un ‘aula’. Y ello supone construir un dispositivo que sea capaz de producirla.
¿Por qué hablamos de dispositivo ?
Desde los Institutos Superiores, estamos trabajando en desplegar dispositivos virtuales de acompañamiento a las trayectorias que se inscriban en acciones de gobierno concretas. Hoy, estamos abocados, al diseño de nuevas estrategias con nuestros ingresantes y estudiantes en general. Sabemos que muchos están sumando esfuerzos en la aperturas de aulas virtuales en donde se comienza a inaugurar un vínculo de compromiso con el conocimiento y afecto con su grupo clase, como hacemos todos los años, pero esta vez mediados por las tecnologías.
Hace ya tiempo que transitamos diferentes modelos y trayectos de formación, destinados a favorecer la apropiación de estas herramientas potentes. Sin pretender ser exhaustivos, recordemos que hemos equipado y habitamos las salas de informática, aulas virtuales, el modelo 1a1 con la llegada de las netbooks, carros tecnológicos, pantallas digitales. Muchos colegas han participado de especializaciones y cursos sobre la enseñanza y las tecnologías de la información y comunicación.
Poder mirarnos, reconocernos en estos múltiples recorridos, recuperar voces seguramente nos instala en un lugar de posibilidad, de continuidades que nos posibilitará sostener el andamiaje de la tarea actual en un trabajo colaborativo y conjunto.
Sabemos que generar un dispositivo nuevo no siempre supone la creación de algo totalmente nuevo, implica disponer de otro modo, espacios, tiempos, formatos y saberes en situacion. Sabemos que un dispositivo de trabajo no viene dado, sino que es un artificio creado para hacer o facilitar un trabajo y supone un conjunto de tiempos, espacios, tareas, posiciones, relaciones y reglas que aseguran y garantizan el funcionamiento. Se trata de disponer para que algo ocurra. (Ferry 2007)
Ahora bien, pensar en la producción de eso que llamamos aula a través de dispositivos virtuales, nos conduce a recuperar la noción de experiencia y, en nuestro nivel superior, particularmente, de experiencia formativa.
La experiencia se “arma” con espacios, tiempos, actividades que se proponen, palabras dichas y escuchadas en una y en otra materia.
Para que una experiencia tenga lugar, tienen que producirse dos cosas: en primer lugar, y como el prefijo –‘ex’- del vocablo lo indica, requiere de una disposición, implica que el sujeto pueda ‘salirse de sí para ir al encuentro de algo’ y, en segundo lugar, que ese encuentro lo transforme. Que algo pase en él como producto de lo vivido.
Por esto, Beatriz Greco nos recuerda que experiencia no es lo mismo que acumulación, no se mide ni por el lapso de tiempo ni por la cantidad de actividades que se realicen.
La experiencia
● provoca un desplazamiento, un movimiento en el pensamiento nos deja pensando algo que creíamos ya sabido o nos hace ver algo nuevo, nos conmueve, genera una duda, una nueva hipótesis acerca de nuestro objeto de trabajo y de nosotros mismos
● genera lo que Ferry llama una vuelta sobre sí, esa vuelta reflexiva
● se traduce en una construcción de posición y una decisión nuevas.
● implica una posibilidad de enlazar algo que aparecía desenlazado, reuniendo por ejemplo, de otra manera, a las personas involucradas en el trabajo de formar o a los espacios formativos e institucionales.
Por otra parte, la idea de formación remite a una dinámica de desarrollo personal, un trabajo sobre uno mismo a través del cual un sujeto se prepara, se “pone en forma”, como señala Ferry, para una determinada práctica profesional. “Sólo hay formación cuando uno puede tener un tiempo y un espacio para el trabajo sobre sí mismo” (Ferry, 1997: 56)
Ahora bien, sería riesgoso, como a veces se sugiere, dar esto por garantizado y dejar librada su emergencia a las circunstancias y posibilidades individuales de los estudiantes.
En el nivel superior, a los profesores nos toca contribuir en la producción de condiciones que hagan posible este proceso de apropiación de las herramientas teóricas necesarias para formarse en esa práctica. Ya ser docentes, en algunos casos, como para ser técnicos en otros. Esto supone, en la elaboración de nuestras propuestas didácticas pensar mucho para decidir los recursos a utilizar, las actividades, así como también y quizá, fundamentalmente los modos de pautar las presentaciones y las maneras de comunicarnos con los estudiantes.
En este tiempo singular, en que los encuentros se producirán en entornos virtuales, resulta crucial hacer foco en estas cuestiones.
En el nivel superior aspiramos a que las propuestas de enseñanza –de cualquier tipo- se caractericen por su valor formativo, con sus particularidades en términos de docencia o tecnicaturas.
Así como nos vino sucediendo hasta ahora, en este tiempo de planificación de las propias propuestas en cada cátedra, revisamos, volvemos sobre nuestras intencionalidades, sobre los ejes de las materias, sobre la bibliografía a incluir, sobre las actividades y prácticos a pautar. Nos imaginamos el primer encuentro con el grupo de estudiantes, que esta vez será en un entorno distinto. Pero allí estarán…
Por eso es importante pensar modos de presentación mutua, a nivel grupal, como de la materia y sus encuadres, que ayude a generar esa disposición necesaria, que contribuya a crear ese tiempo diferente, ese encuentro singular al que se refería Larrosa al definir el ‘aula’.
Así como a nivel social se está poniendo énfasis en sostener rutinas diarias, también es importante cuando pensemos en las próximas clases virtuales, incluir indicaciones que contribuyan al aspecto organizativo de la tarea.
Para los estudiantes, esta experiencia virtual también es novedosa. A algunos de ellos les resultará más sencillo abordarla, pero sabemos que a otros les resultará peculiarmente dificultoso y seguramente requerirán un mayor acompañamiento.
Igualmente insoslayable se vuelve el tomar decisiones sobre la selección y construcción de recursos así como de trabajos a pautar, evitando abrumar con múltiples consignas. Para priorizar aquéllas actividades desde el punto de vista de su potencia para generar pensamiento.
Además del enorme desafío que ello implica, también es importante generar modos de comunicación, tanto para consultas como para intercambios también a nivel grupal, haciendo uso de las posibilidades que ofrecen las plataformas como también quizá apelando a otros recursos tecnológicos que contribuyan a ello.
Una comunicación que también nos involucra, en términos de equipos docentes. Este tiempo particular de planificación de las cátedras y de las primeras clases, genera enriquecedores intercambios entre colegas que se consultan, comparten materiales, lecturas; que se ponen a trabajar de manera conjunta entre cátedras comunes, conservando las propias singularidades personales. Y esto resulta igualmente de valor para el caso de esta modalidad virtual. Sabemos que cuando enseñamos, no sólo ni tanto es que enseñamos algún tipo de contenido, sino más bien transferimos nuestra modalidad de vincularnos con estos. Y, cuando trabajamos indagando y cooperando, de manera entusiasta, en equipo, entre-ayudándonos como diría el maestro Simón Rodríguez, es esta modalidad la que instalamos en el aula y, por tanto, la disposición que contribuimos a generar en los estudiantes.
El nuevo desafío ante el que nos encontramos en este tiempo, reafirma el carácter de inventiva propio de la tarea docente. Como sostiene Jorge Larrosa: un profesor…no aplica una metodología (o una serie de metodologías), sino que a lo largo del ejercicio de su oficio va configurando maneras propias de hacer las cosas… (Y) No hay mejor modo de elaborar las maneras propias de ser profesor que acompañar las maneras de otro, pero no para copiarlas sino para pensarlas y conversarlas. No hay nada más útil para un profesor que ama enseñar que otro profesor que también ama enseñar con el que poder hablar de sus respectivos modos de ejercer el oficio.
Para finalizar, y con la certeza de que se generarán experiencias enriquecedoras a lo largo y ancho del territorio provincial, compartimos expresiones de un grupo de estudiantes al finalizar el primer año en uno de los institutos de la provincia cuando fueron consultados acerca de sus experiencias formativas. Transcribimos, en sus palabras, las manifestaciones que más se han reiterado.
En lo relativo al trabajo con el conocimiento, resaltan:
✔ Me permitió aprender nuevos temas, cosas interesantes que nunca imaginé, aunque algunos me cuestan. Compartir horas de estudio, charlas, preocupaciones enriqueció mi visión acerca de la realidad.
✔ Aprendí a estudiar, aunque todavía no lo domino como quisiera. A hacer mejores análisis, a establecer relaciones. A utilizar diferentes tácticas y estrategias, nuevos modos de estudiar. A hacer cuadros, resúmenes, síntesis.
✔ Siento que estudio para comprender, no para zafar. Que es importante entender.
✔ A ser más responsable. Lo importante que es llevar la materia al día. A estudiar por uno mismo y no porque alguien te está exigiendo.
✔ A organizarme en cuanto a los tiempos.
En lo vincular, dicen que la experiencia formativa vivida les permitió:
⮚ Hacer compañeros de estudio, que a diferencia de la secundaria eran más por salidas, para jugar.
⮚ A trabajar en grupo. Los compañeros ayudan Es importante contar con el otro y compartir actividades.
⮚ Escuchar diferentes opiniones sobre un mismo tema y respetarnos aunque sean contrarias a lo que yo pienso.
⮚ Participar en las clases, expresar mis ideas, debatir
⮚ Me siento cómodo, es un lugar agradable para el estudio y las clases, hay relación ‘humana’ entre docentes y alumnos. A veces en la universidad esto no sucede. Veo más acompañamiento de los docentes.
¿Con qué expectativas iniciarán sus trayectorias formativas nuestros estudiantes en cada una de las materias a cargo? ¿Qué dirán al finalizar este año lectivo tan singular? Aunque los efectos de nuestra tarea son impredecibles, sí sabemos de nuestra responsabilidad para generar buenas experiencias.
Bibliografía
Ferry, G (1997) Pedagogías de la Formación. Novedades Educativas. Facultad de Filosofía y Letra. UBA. Buenos Aires
Greco, M (2013) La enseñanza como experiencia. Curso para Equipos Directivos de los Institutos de Formación Docente. INFD.
Autor/es: | MOSCATO, PATRICIA CAROLINA |