Uso de material audiovisual en el aula.
“Es un hecho indiscutible que la utilización de las tecnologías de la imagen y el espíritu científico contemporáneo —con su énfasis en la observación y en el análisis de la realidad— se han aliado para promover un nuevo estatuto de la imagen en la ciencia y en la educación. Por tanto, puede decirse que hoy en día no hay auténtico conocimiento ni conocimiento científico que pueda prescindir del lenguaje de la imagen y de sus tecnologías. De aquí la necesidad de incorporar el lenguaje de la imagen y el audiovisual en la educación.”
El lenguaje audiovisual representa un nuevo lenguaje para la educación. De ahí que la alfabetización audiovisual no pueda entenderse como un simple complemento optativo de la alfabetización clásica. Es uno de los múltiples lenguajes, pero implica también un cambio de sistema y de metodología educativos. Al incorporar la imagen y el audiovisual a la enseñanza, cambia no sólo el modo de ver y analizar el mundo, sino de estudiarlo, de transmitirlo, de aprender sobre él y de interactuar con la realidad y con los demás. De ahí la importancia del uso de contenidos audiovisuales en nuestras aulas, y de conocer cómo se enfoca el audiovisual en el currículo y en el contexto escolar.
“Del dominio adecuado del audiovisual dependen muchos factores claves: el desarrollo de las tecnologías de la información y la comunicación; la renovación de los métodos de aproximación al conocimiento, tanto en sus procedimientos de investigación como en su diseminación y comunicación; la consideración del lenguaje cotidiano de los estudiantes que involucra, cada vez más, aspectos relacionados con la nueva cultura audiovisual; la innovación educativa en métodos, lenguajes y sistemas; la comunicación entre las instituciones educativas y la comunidad que las rodea; y hasta la participación de los individuos y ciudadanos en una cultura global dominada, cada vez más, por la imagen.”
En palabras de Inés Dussel “es importante proponer formas de trabajo con la imagen y con los productos de la cultura audiovisual que enriquezcan el trabajo escolar. La imagen es uno de los modos de representación más extendidos hoy, mucho más probablemente que las palabras. Vivimos en una sociedad dominada por las imágenes, desde la televisión y la publicidad; aprender a leer esas imágenes y analizar la carga que contienen, “abriéndolas” hacia contextos más amplios y poniéndolas en relación con otros relatos y discursos que interpretan esa realidad, es una tarea educativa de primer orden.”
No debe suponerse que sólo es suficiente ver para saber, ya que no podemos ver lo que no sabemos. Didi-Huberman plantea la necesidad de preparar y trabajar la “lectura”. La imagen no es un artefacto puramente visual o icónico sino una construcción que involucra a creadores y receptores en diálogo con otros saberes y lenguajes creando sentido.
Es necesario enseñar otras formas de ser usuarios espectadores estimulando y desarrollando habilidades que permitan a nuestros alumnos posicionarse críticamente y también asumir roles de productores a partir de la pluralidad de sus voces y de los modos de representación, interacción y uso de los medios de comunicación con los que conviven cotidianamente.
Ocuparnos en esta instancia de cómo utilizar material audiovisual en las aulas es un tema parcial pero crucial al mismo tiempo.
¿Por qué es crucial considerar su uso en el aula?
Tanto alumnos como docentes tienen la posibilidad no sólo de convertirse en consumidores críticos de producciones audiovisuales sino también en generadores de recursos propios y colectivos.
Al fomentar el uso del audiovisual en las clases, todos los contenidos y servicios educativos digitales se potencian al mismo tiempo.
El rol del docente se transforma al apropiarse de los usos y técnicas respecto de materiales audiovisuales, de la interactividad y de los nuevos lenguajes.
El material audiovisual comúnmente llamado video está infrautilizado en el aula. O, lo que es peor, mal utilizado. Probablemente por falta de formación y posicionamiento respecto de la necesidad de alfabetizar en múltiples lenguajes o porque la formación es parcial: se limita con frecuencia a la dimensión tecnológica; falta formación en lo audiovisual como forma diferenciada de procesamiento de las informaciones y, en consecuencia, como posibilidad didáctica específica.
Con frecuencia la incorporación del video se hace con improvisación, sin un plan previamente establecido. La presentación del material audiovisual no debe verse como una forma de entretener a los alumnos o desde una mera concepción conductista en la que ante el estímulo “ver” la respuesta obtenida es “saber”. Sabemos que hay emociones, lenguajes, focos en la atención que construyen sentidos, apreciaciones, mensajes particulares. El video debe tener un objetivo didáctico previamente formulado. Siguiendo a Castaño y Romero, “el aprendizaje no se encuentra en función del medio, sino fundamentalmente sobre la base de las estrategias y técnicas didácticas que apliquemos sobre él.”
El uso del video en clase facilita la construcción de un conocimiento significativo dado que se aprovecha el potencial comunicativo de las imágenes, los sonidos y las palabras para transmitir una serie de experiencias que estimulen los sentidos y los distintos estilos de aprendizaje en los alumnos. Esto permite concebir una imagen más real de un concepto.
La imaginación vuela, los conceptos se reagrupan y se redefinen, y es entonces cuando la presencia del docente se reafirma, ya que es él quien determina cómo, cuándo y para qué se debe utilizar, dándole sentido y valor educativo.
Es en este punto importante diferenciar el concepto de video del de video didáctico. Llamamos video a cualquier pieza de material audiovisual no diseñado especialmente para fines didácticos: programas televisivos de diversos géneros, spots publicitarios, largometrajes o cortos comerciales, entre otros. Es material no didáctico que puede ser usado con fines didácticos. Bastará solo saber utilizarlo de acuerdo a propósitos específicos adecuando su uso.
En algunos casos bastará seleccionar los fragmentos pertinentes e integrarlos en una dinámica de aprendizaje. En otros casos convendrá rehacer el material; por ejemplo, haciendo una nueva edición, descartando algunos fragmentos, modificando el ritmo, alterando el orden, cambiando la banda sonora, suprimiendo el texto hablado, aligerándolo o adaptándolo al nivel de comprensión de los alumnos.
El uso de material no didáctico tiene diversas ventajas: suele ser motivador; suele proceder de entidades que tienen muchas posibilidades técnicas, económicas y profesionales; y, sobre todo, permite tender un puente entre la escuela y la sociedad. Integrar este material en un contexto reflexivo y crítico, brinda la posibilidad a los alumnos para que puedan adoptar estas actitudes cuando lo consuman fuera del aula.
Por video didáctico entendemos aquel que “ha sido diseñado y producido para transmitir unos contenidos, habilidades o actividades y que, en función de sus sistemas simbólicos, forma de estructurarlos y utilización, propicie el aprendizaje en los alumnos” (Cabero, 1989, citado por Cabero 2007, p.130).
El aprendizaje no se encuentra en función del tipo de video en sí mismo, sino fundamentalmente sobre la base de las estrategias y técnicas didácticas que apliquemos sobre él.
Como recurso didáctico puede ser utilizado en cualquier momento de la clase y para muy diversos propósitos. Una vez decididos a utilizar el video como recurso educativo, debemos planificar su desarrollo en el aula.
Planteamos a modo de sugerencias, algunas posibilidades de abordaje marcando tres momentos estructurantes: antes de la proyección, durante la misma y después de la misma.
1) Antes de la proyección audiovisual
Este momento brinda la posibilidad de motivar, crear expectativas respecto de lo que vamos a ver, trabajar en inferencias e hipótesis, activar conocimientos previos, direccionar el foco de atención.
Como recurso podría utilizarse el nombre del material si lo tuviese o una imagen fija y trabajar con la técnica lluvia de ideas otorgando un propósito, un objetivo, el deseo de afirmar o no suposiciones realizadas, al mismo tiempo que trabajamos sobre la oralidad, la escucha, los turnos de habla, el uso del lenguaje, etc.
Tomemos como ejemplo el material titulado “Un mar de sandía” https://www.youtube.com/watch?v=RXrGw1mou6w ; podríamos indagar sobre:
¿A qué se referirá el título?
¿Qué significa “un mar” de sandía?
¿Puede ser agua? ¿Cómo lo imaginan? ¿Tendrá color y sabor? ¿Será pegajosa?
¿Podría “un mar” significar cantidad? ¿Por qué si o por qué no?
¿Qué sentimientos creen experimentarán los personajes?
Entre otras preguntas posibles. Explicitamos aquí una técnica, pero sólo a manera de ejemplo.
Motivar, trabajar en inferencias y expectativas, activar conocimiento, establecer conexiones es el objetivo. La forma de lograrlo está abierta a otras múltiples y variadas técnicas y estrategias.
2) Durante la proyección audiovisual
De acuerdo a los objetivos pedagógicos que tengamos para la utilización del material audiovisual podemos elegir proyectarlo de manera completa o ir pausándolo en momentos específicos para focalizar en aspectos relevantes o concretos. Puede trabajarse con actividades escritas sencillas introducidas previamente a la proyección y para cuya resolución puede pausarse algunas veces. Mucho dependerá de la duración del material, de la edad de los alumnos, del tema y/o los objetivos pedagógicos.
Por ejemplo, si el objetivo fuera trabajar la estructura narrativa de una determinada pieza podríamos pausar la proyección inmediatamente luego de la introducción y focalizar en los personajes, en el tiempo y lugar de la acción y anticipar posibles conflictos. Podría procederse de igual manera con el desarrollo y desenlace para luego volver sobre aquello que se cuenta y cómo se cuenta.
Si el objetivo fuera trabajar en lo que aportan las imágenes y el sonido, podríamos elegir realizar primero sólo la escucha o sólo la proyección de las imágenes sin sonido y reflexionar sobre aquello que cada una aporta a esa pieza en particular, qué sentido distinto adquiere, cómo se transmite mejor el mensaje, cuáles son los elementos del lenguaje audiovisual, etc.
Una vez más, son los objetivos planteados los que determinan el accionar. No hay técnicas prescriptas sino sólo ejemplos y razones para trabajar en cada momento.
3) Después de la proyección audiovisual
Las características de este último momento están definidas por el tipo de material audiovisual y los objetivos de su utilización. Puede ser éste el momento de la reflexión, del debate, de la experimentación, de la reconstrucción, de la renarración, de la expresión plástica, musical o teatral. Las posibilidades de hacer o comunicar a partir de una determinada pieza audiovisual son innumerables y dan lugar tanto a trabajos grupales como individuales. Lo central radica en aquello que esta pieza brinda y en cómo lo interpreto y utilizo, tomo o transformo.
Autor/es: | MOSCHINI, ANALIA M |