12 DE JUNIO: DÍA MUNDIAL CONTRA EL TRABAJO INFANTIL. LEY N° 26064.
“No se logrará la erradicación del trabajo infantil hasta que se consiga que todos los niños tengan acceso a la
educación. Son dos lados de la misma moneda […] Es una problema triangular, el trabajo infantil, el analfabetismo
y la pobreza están absolutamente interrelacionados, y no se puede resolver uno sin resolver el otro”
Kailash Satyarthi (Nobel de la paz 2014)
La Organización Internacional del Trabajo en el año 2002 instala como día mundial contra el trabajo infantil el 12 de junio ya que entiende que el trabajo en la niñez vulnera los derechos fundamentales como la educación, la salud, el juego y la recreación entre otros. La idea es sensibilizar, concientizar y llamar la atención sobre un problema que está presente en gran parte de las sociedades actuales para que, a través de esa sensibilización, los gobiernos y los estados actúen y tomen medidas, como así también para que los ciudadanos exijan a sus representantes cumplir con la prohibición -en todos los ámbitos- del trabajo infantil.
En el mundo, más de 1,5 millones de personas viven en países afectados por conflictos, guerras o catástrofes naturales por lo que se encuentran en situación de extrema vulnerabilidad. Un tercio de esa población son niños; siendo la cifra de 168 millones de niños aproximadamente las que son víctimas del trabajo infantil, donde los servicios básicos no existen, las escuelas son destruidas, siendo muchos niños desplazados y refugiados los que los convierte en víctimas, muchas veces, de la trata de personas. En este sentido las Naciones Unidas han resuelto que el Día mundial contra el trabajo infantil en este año se centrará en el impacto de los conflictos y catástrofes en la niñez.
EL TRABAJO INFANTIL EN ARGENTINA
En nuestro país en junio del 2008 se sancionó la Ley 26.390 que prohíbe el trabajo infantil, elevando a 16 años la edad mínima de admisión al empleo. El Estado argentino, como parte de la Convención sobre los Derechos del Niño (ONU), se compromete a proteger al niño contra la explotación económica y contra el desempeño de cualquier trabajo peligroso o que obstaculice su educación, o sea nocivo para su salud y/o su desarrollo físico, moral, espiritual y social. La nueva ley se refiere al trabajo como “cualquier tipo de actividad, persiga o no fines de lucro”. Queda claro así que el trabajo infantil es, en este punto, un concepto más amplio que el de contrato de trabajo en términos de nuestra ley laboral, por cuanto puede tratarse de actividades remuneradas o no. Cabe destacar, también, que la sanción de esta ley permite finalmente dar cumplimiento a las obligaciones asumidas por nuestro país al ratificar el Convenio Nº 138 de la OIT, en torno a la elevación progresiva de la edad mínima de admisión al empleo o trabajo. Al elevar la edad la nueva norma admite el empleo a partir de los 16 años, de esta manera Argentina se pone al mismo nivel de protección de derechos del niño y los adolescentes que Brasil en la región MERCOSUR (Uruguay y Paraguay tienen 15 años de edad mínima). Esto implica el impacto regional de reducción de asimetrías laborales, asimilando los estándares de protección legal.
A ley 26.390, se sumó en abril del 2013 la ley 26.847, que penaliza con prisión de uno a cuatro años la utilización de mano de obra infantil. Con esta nueva norma, por primera vez el trabajo infantil quedó tipificado como delito y puede ser castigado con la cárcel. Pero a pesar de ser un delito el trabajo infantil hay más de 1 millón de chicos que trabajan en la Argentina. Según los resultados de la encuesta sobre «Actividades de niños, niñas y adolescentes» (EANNA dependiente de OIT) realizada recientemente, niños entre 5 y 14 años trabajan en actividades agropecuarias como cultivos de cítricos, yerba mate, tabaco, té, arroz, algodón, hortalizas, soja, caña de azúcar, olivo y vid. Estos niños y adolescentes son forzados a convertirse en adultos, y están más expuestos a quedar fuera del sistema ya que tienen tres veces más probabilidades de abandonar la escuela que un niño que no trabaja, lo que implica perjuicios actuales o futuros para su salud y desarrollo psicofísico.
Más de un millón de chicos en el país realizan actividades económicas o domésticas intensivas, lo que se traduce en ausentismo y deserción escolar. El rol de la escuela es fundamental, por lo que los Estados deben garantizar el acceso a una educación de calidad, gratuita y obligatoria.
Autor/es: | EKKERT, ELIZABET GERTRUDIS |