9 DE AGOSTO: DÍA INTERNACIONAL DE LOS PUEBLOS INDÍGENAS
La Asamblea General de las Naciones Unidas, el 17 de febrero de 1995 mediante su resolución A/RES/49/214 decide que el 9 de agosto de cada año se celebre el Día Internacional de las Poblaciones Indígenas, en conmemoración a la primera reunión del grupo de trabajo, sobre poblaciones indígenas en la promoción y protección de los Derechos Humanos, que tuvo lugar en 1992.
Cada 9 de agosto es una oportunidad de reflexión histórica y de reafirmación de los pueblos indígenas del mundo que, a pesar de las grandes pérdidas, siguen de pie en la búsqueda de justicia y reivindicación de sus creencias, modos de vida y su lengua.
Noam Chomsky, investigador estadounidense, manifiesta que la llegada de los europeos al continente americano y el inicio de la colonización de las culturas originarias que habitaban por ese entonces, marcó el inicio de una transición de estilo de vida y sistema productivo en el continente.
En el siglo XV se calcula que había una población de 60 millones de indígenas distribuidos en por lo menos 5 mil culturas o grupos humanos diferentes. En cada uno se estos pueblos, existe un denominador común: la madre tierra. Para ellos la madre tierra atraviesa la vida cotidiana y está profundamente relacionado a lo natural, físico y espiritual. Esto se manifiesta en el simple y efectivo comportamiento que adoptan de tomar de la naturaleza lo que necesitaban para vivir y esto les permitía mantener el equilibrio natural y cultural en el territorio.
A partir de la llegada de la colonización de los pueblos originarios sufrieron un cambio radical en la manera de su relación con la madre tierra, se implementaron políticas y la culturización de las propiedades privadas, derechos civiles y comerciales, donde se instauró el interés por lo económico y el crecimiento personal individual y se fue perdiendo el derecho colectivo de los pueblos.
El siglo XIX fue un siglo que marcó un antes y un después en las culturas del Gran Chaco argentino. Desde el Estado se llevó adelante una política de sometimiento de los indígenas y expulsión de sus tierras. Aquí comenzó a modificarse completamente los hábitos de vida caracterizada por la caza y la recolección.
En el país existieron dos grandes campañas militares que tenían como fin aniquilar y quitar las tierras de los indígenas. Una fue en el sur conocida como “Campaña del Desierto” y la otra en el norte también conocida, aunque menos que la del sur, como “Campaña del desierto verde”. En nuestra zona, el jefe de la frontera norte, fue el Coronel Manuel Obligado, quien tenía a su cargo el corrimiento de la frontera norte y disponía de un gran ejército para lograr tal fin.
En poco tiempo la campaña militar fue derrotando, desplazando y dominando a las culturas originarias. En las tierras que se iban incorporando al Estado nacional se fueron fundando fortines, colonias agrícolas y en muchos casos repartidas entre militares y hacendados. Recurriendo a un fragmento de la Revista Añamembui se puede sintetizar que: “La expansión de la frontera del Chaco se produjo por medio de una triple avanzada integrada por militares, misioneros y colonos”.
En la provincia de Santa Fe, se puede destacar dos hechos trágicos que marcaron la persecución y matanza de los indígenas. Una en la reducción de San Antonio de Obligado en 1887, donde fusilaron a 16 indígenas y persiguieron durante semanas en los montes a los que habían escapado. Luego a comienzo del siglo XX, precisamente, en 1904, en la localidad de San Javier (también histórica reducción indígena primero de los jesuitas, luego los mercedarios y finalmente los franciscanos) se produjo otro hecho violento conocido como la última rebelión Mocoví, pero lo que realmente existió fue una masacre de indígenas que reclamaban mejoras.
Estos hechos provocaron inmediatamente la dispersión de las culturas originarias que se trasladaron hacia el norte y además sembraron el terror entre los pueblos por las muertes y el nivel de violencia.
En esta etapa se modifica el paisaje de la región por medio de las nuevas poblaciones que se fueron creando y, principalmente, por las actividades económicas como la industria del tanino, ingenios azucareros y prácticas agrícolas. Los indígenas desplazados de sus tierras y sin la posibilidad de continuar con las actividades de subsistencias por la ocupación de sus territorios, conformaron un gran ejército de mano de obra económica para los obrajes, la zafra azucarera y el campo.
En la actualidad, los pueblos originarios de la provincia de Santa Fe, se reorganizaron y conformaron comunidades en distintos lugares del territorio. Hoy, apostar a la Educación Intercultural Bilingüe como un camino que permite reforzar sus raíces al mismo tiempo que interactuar con otras culturas de manera armónica y democrática, sin olvidar la historia y las deudas pendientes que la sociedad en su conjunto tiene con las poblaciones originarias. Una de estas, sin duda, representa, la recuperación de parte de los territorios para poder desarrollarse y construir futuro para las siguientes generaciones. En ese sentido, las palabras de Augusto Paniagua, docente indígena de La Lola, muestra con claridad y firmeza dicha convicción: “Siempre es la tierra porque no podemos sostenernos mucho, si no tenemos tierra no podemos hacer nada, la tierra nos sirve para vivir, un montón de cosas no se pueden hacer, si nosotros no tenemos tierra no podemos estar”…continua diciendo Javier Cabrera “En las comunidades originarias, vivimos en estrecho contacto con la naturaleza, sabemos muchas cosas acerca de la madre tierra, el monte, los ríos, las estaciones del año, el tiempo, la cosmovisión, conocemos y la cuidamos. Somos cuidadosos con las plantas y árboles, porque de las raíces, hojas y trocitos se extrae la medicina para curar a las personas cuando están enfermas, también sabemos las épocas de los frutos de cada planta y árbol, para comer porque de esta manera se alimenta nuestro pueblo. Podemos conocer el canto de los pájaros y que mensaje están transmitiendo. Llevamos en nosotros la sabiduría ancestral.
Para nosotros, esta fecha, significa un momento de reflexión de respeto y transmisión de nuestra cultura. Es todo un desafío intentar que este día haga despertar miradas que protejan contribuyendo a que las nuevas generaciones produzcan críticamente su futuro. Aiem qom le’ec.”
Autor/es: | CIAN, URIEL LEANDRO |