25 de mayo: Revolución y después….
“[…] ¿qué nos faltó para que la utopía venciera a la realidad…? […]”
Andrés Rivera “La Revolución es un sueño eterno”
Mayo nos convoca a pensarnos como ciudadanos de un país desde una perspectiva que sostiene la construcción de una nación, de una auténtica democracia representativa y el respeto a los Derechos Humanos. La celebración del 25 de Mayo se plantea como un hito en la memoria colectiva, instalándose como la puerta de entrada para reunirnos, pensar críticamente el proceso histórico revolucionario, como lo común que nos vincula con la nación, y la memoria histórica.
El proceso revolucionario iniciado el 25 de mayo, se configura en un contexto de cambios dados en el escenario mundial, como la crisis de dominación imperial española y con el posicionamiento de Inglaterra como nueva potencia. A nivel regional, serán las transformaciones de una sociedad colonial tardía, las crecientes autonomías de las elites locales y las experiencias de movilización social y de resistencia a la invasión de Gran Bretaña (1806-1807) los elementos que ayuden a explicar el proceso revolucionario en el Río de la Plata.
En 1806, en medio de la crisis del orden colonial, las invasiones inglesas a Buenos Aires, provocaron la participación política de algunos sectores que no lo hacían. Tras la expulsión de los ingleses se produjo una movilización para evitar que el virrey español regresara a la ciudad. Así, el origen de buena parte de los que serán luego los nuevos Estados latinoamericanos se encuentra una revolución, más exactamente, una revolución política y de independencia o, si se prefìere, anticolonial.
La invasión francesa a la Península Ibérica en 1808, cuyo correlato fue la prisión del rey Fernando VII y la entronización en su lugar del hermano del emperador Napoleón Bonaparte, provocó un verdadero cataclismo en el mundo hispano. Fue el corolario de una crisis de larga duración, que la monarquía como forma de gobierno atravesaba. En 1808, mientras las ciudades peninsulares formaban juntas para conservar la soberanía hasta que volviera el monarca al que consideraban legítimo e iniciaban la resistencia armada, las autoridades coloniales en América lograron mantener el statu quo, pese a lo cual se hubo un clima de agitación social y política. Hay un proceso de revolución y no es del todo claro en sus comienzos qué es lo que va a ser, como no lo es en ninguna revolución.
En el proceso histórico concreto, ambos componentes se dieron simultánea e imbricadamente, los procesos emancipadores hispanoamericanos fueron revoluciones políticas, conforme la conceptualización de éstas como aquellas que transforman las estructuras de Estado sin realizarse necesariamente por medio de un conflicto de clases. En cuanto revolución política, la cuestión clave es la del poder, esto es, quiénes detentaban el poder y quiénes aspiraban a desplazarlos y se empeñaron en tal tarea. Dicho de otra manera, se trata de precisar cuáles fueron los grupos sociales involucrados en la lucha por el control de los medios de coacción jurídica, política, militar, impositiva y de dominio y/o dirección ideológico-cultural.
A partir del triunfo de la Revolución de Mayo se organizan sucesivos intentos de reemplazar el poder colonial por un Estado propio dirigido por la elite porteña, y en la medida en que los sectores plebeyos no entran en esos ámbitos ni escriben ellos mismos, quedan casi excluidos del análisis. La modernidad afecta, entonces, a las elites culturales y pasa por el surgimiento de nuevos espacios de sociabilidad, de un vocabulario político también nuevo o por la resignificación del lenguaje antiguo. Sin embargo, estos no consiguieron el consenso necesario entre los habitantes del antiguo Virreinato y fue imposible sostenerlos en el tiempo. Por eso, entre 1810 y 1820, se ensayan diversas modalidades de gobierno; entre ellas, las Juntas, los Triunviratos y los Directorios.
Antes de 1810 había algunos grupos que aspiraban a modificar ese orden, a reformarlo; pero, en general, compartían la idea de que eso debía ser gradual y pausado; la crisis de la monarquía suscitó una situación completamente inédita. No había experiencias previas de qué se podía hacer frente a una crisis de esa magnitud. Y menos lo había frente al gran desafío que planteó una guerra por la independencia que fue mucho más violenta y prolongada de lo que deben haber pensado los que la iniciaron. Tenemos arraigada una idea muy fuerte y de algún modo reconfortante: solemos imaginar la guerra de independencia como la guerra que llevó adelante una nación contra un ejército extranjero de ocupación. Pero la mayor parte de la guerra no fue la guerra de un ejército nativo contra un ejército extranjero, salvo en algunos momentos y lugares muy especiales de América. Cuando se analiza la composición de los jefes y del conjunto de los ejércitos, lo que se visualiza es que la mayor parte de las guerras de la independencia fueron una verdadera guerra civil.
Las revoluciones, en consecuencia, no pueden leerse como procesos anticoloniales, y. la retroversión de la soberanía (las juntas locales representan a «los pueblos») hecha en las colonias en nombre del rey preso, resulta un fenómeno de delegación casi «natural». La verdadera ruptura llegará junto con la demanda de igualdad de representación.
Somos conscientes que un Estado que se pretende republicano, representativo y democrático nos demanda cotidianamente que luchemos por la vigencia de los derechos individuales, sociales, políticos, económicos, los derechos de las minorías, y de los pueblos en su conjunto; porque esa es una responsabilidad individual y social. Y la escuela junto a cada uno de nosotros, como docentes, como estudiantes, pero fundamentalmente como ciudadanos, tenemos el enorme privilegio de llevar adelante la tarea. Que es también un desafío, porque implica reflexionar históricamente, buscando nuevos horizontes de sentidos, con proyección de futuro. Entendemos que la conmemoración de esta efeméride, nos permite tener una representación de escuela como institución social en tanto nos vincula con la comunidad toda, promoviendo aprendizajes activos sobre la vigencia de la Revolución como proyecto de liberación colectivo y aún inconcluso …que invita a las nuevas generaciones, de estudiantes, maestros, y profesores, a prepararse para transformar la sociedad en la que vivimos renovando cada día la apuesta por una sociedad más inclusiva y justa.
Autor/es: | MONTENEGRO, LILIANA MAURICIA |