INTRODUCCIÓN Y CONTEXTO
El Proyecto se desarrolló como una propuesta de Aprendizaje Basado en Proyectos (ABP) destinada este año a estudiantes de sala de 4 años, 4°, 5° y 6º Grado de la Escuela Rural N°466 “D. F. Sarmiento” de Colonia Hansen, durante los meses de mayo, junio, septiembre, octubre, noviembre y diciembre del ciclo lectivo 2025, con proyección a 2026 (El mismo se había iniciado en 2024).
El eje central consistió en diseñar, implementar y sostener una huerta ecológica escolar y, a partir de sus cultivos, elaborar un dulce de calabaza saludable para compartir con la comunidad.
La pregunta impulsora que guió todo el proceso fue: “¿Cómo podemos aprovechar los recursos de nuestra huerta escolar para crear un dulce de calabaza saludable y sabroso que podamos compartir con nuestra comunidad?”
A partir de esta pregunta se abordaron contenidos interdisciplinarios de Ciencias Naturales, Sociales, Matemática, Lengua, Arte, Tecnología y Formación Ética y Ciudadana, articulados para comprender la producción agrícola, la sostenibilidad ambiental, la nutrición y la elaboración responsable de alimentos.
El producto final consistió en preparaciones derivadas de la huerta como la elaboración de dulce casero de calabaza como actividad central, vinculando saberes científicos, matemáticos, tecnológicos y artísticos, además galletitas, jabones y velas, y un folleto (en papel y versión digital) que reúne recetas saludables, junto con registros y reflexiones del proceso productivo.
La propuesta fortaleció la autonomía, la responsabilidad, el trabajo colaborativo, la comunicación y la conciencia ambiental, promoviendo el consumo responsable y el vínculo escuela–comunidad.
El Proyecto comenzó a partir del interés institucional por fortalecer la educación ambiental y aprovechar el espacio disponible en la Escuela para desarrollar una huerta ecológica que pudiera convertirse en un recurso pedagógico transversal. Las primeras conversaciones surgieron entre los alumnos y la docente, quienes visualizaron la huerta como una oportunidad para integrar áreas, promover el trabajo colaborativo y acercarse a experiencias concretas de producción y sostenibilidad.
La docente: esperaba que los estudiantes adquirieran hábitos de cuidado ambiental, desarrollaran responsabilidad en el mantenimiento de la huerta y lograran integrar saberes disciplinares de forma significativa. También se esperaba fortalecer la autonomía, la observación científica y el pensamiento crítico.
Los estudiantes: mostraron entusiasmo por trabajar al aire libre, manipular herramientas, sembrar y ver crecer sus plantas. Se sintieron motivados por la idea de producir alimentos y transformarlos en preparaciones caseras, especialmente el dulce de calabaza y compartirlos con sus familias.
Desafíos iniciales:
Organización del espacio: Se debió delimitar áreas de siembra, preparar la tierra, reutilizar cubiertas y por ser niños muy pequeños se dificultó la preparación del suelo.
Recursos: La disponibilidad de herramientas, semillas y plantines fue limitada al inicio, por lo que se recurrió a materiales reciclados y a solicitar donaciones para la compra.
Tiempos: Ajustar las tareas de la huerta al horario escolar planteó desafíos, especialmente en días de lluvia o frío.
Por ser niños de muy corta edad se dificultó la preparación del terreno, desmalezamiento, rotación de tierra, puntear.
La pregunta impulsora orientó las actividades desde la siembra y el cuidado del cultivo, hasta la investigación nutricional, la elaboración del dulce y la reflexión sobre el consumo responsable. Cada decisión se relacionó con el propósito de producir un alimento saludable a partir de lo que la huerta ofrecía.
Los objetivos vinculados a la educación ambiental, la producción orgánica, la nutrición, la matemática aplicada y el trabajo colaborativo se integraron naturalmente en las prácticas cotidianas: preparar el terreno, registrar datos de crecimiento, calcular proporciones para las recetas, investigar propiedades de la calabaza y crear materiales de difusión.
El folleto con recetas, registros, productos derivados y la elaboración del dulce final evidenció el recorrido completo desde la siembra hasta la transformación del alimento. El producto permitió mostrar a la comunidad cómo la huerta puede ser un recurso concreto para producir alimentos saludables y promover la sostenibilidad.
La pregunta fue accesible, realista y cercana a la vida cotidiana de los estudiantes. Permitió movilizar saberes de distintas áreas y dio sentido a cada etapa del proyecto, desde la producción agrícola hasta la cocina y la comunicación con la comunidad.
Se podría ampliar la pregunta para incluir otras preparaciones o para investigar también la conservación de los alimentos, por ejemplo: “¿Cómo podemos transformar los cultivos de la huerta en distintos alimentos saludables para compartir con la comunidad?”
Hubo pequeñas dificultades por las cortas edades de los estudiantes, y por ser personal único, pero se pudo lograr.
Del proceso de diseño y desarrollo del Proyecto se valora: El trabajo interdisciplinario y la integración de contenidos, la motivación sostenida de los estudiantes, la huerta como espacio de aprendizaje activo y significativo, la participación creativa en la elaboración del dulce y el diseño de materiales y etiquetas.
Posibles mejoras organizativas: Gestionar con anticipación semillas, plantines, materiales para envasado y herramientas.
DESARROLLO DE LA EXPERIENCIA
El Proyecto se desarrolló a lo largo de los meses de mayo, junio, septiembre, octubre, noviembre y diciembre, involucrando a estudiantes de sala de 4 años, 4°, 5° y 6° Grado.
Se inició con una exploración guiada sobre las huertas escolares sostenibles, técnicas de cultivo orgánico y los beneficios de la agricultura ecológica. Los estudiantes indagaron sobre los ciclos de siembra, las características de las hortalizas y el impacto ambiental del consumo responsable.
Se formularon las preguntas impulsoras que orientaron la investigación, se incorporaron nuevas preguntas para profundizar el trabajo en 2025, vinculadas a la calidad del cultivo, los beneficios nutricionales de la calabaza y los métodos de conservación, lo que amplió el enfoque del proyecto hacia un circuito productivo completo: desde la siembra hasta la elaboración del dulce.
Con apoyo del docente se seleccionó el espacio, se planificaron los canteros y se identificaron sectores para cultivos en cubiertas recicladas.
Se preparó el terreno, la siembra y riego manual. También se elaboró una compostera, se controló plagas y se fabricaron carteles con materiales reciclados para organizar la huerta. Durante esta fase se trabajó con registro escrito y fotográfico, fortaleciendo la observación, la redacción y la expresión oral.
Cuando la huerta produjo calabazas, se inició la etapa tecnológica-gastronómica: investigación sobre valor nutricional, análisis de recetas tradicionales, técnicas de conservación y envasado, prácticas de higiene y manipulación segura de alimentos.
Los estudiantes prepararon el dulce de calabaza.
Con TIC, etiquetas, folletos y recetario digital “Sabores a dulce hansenense”. Además, prepararon otros productos como panes saborizados, galletitas, jabones naturales y velas con elementos reciclados, integrando arte, matemática, ciencias y tecnología.
La socialización del Proyecto fue a través de publicación de registros y fotos en plataformas digitales institucionales y entrega de frascos con etiquetas diseñadas por los estudiantes a las familias, fortaleciendo el vínculo entre la escuela y la comunidad.
https://www.instagram.com/accounts/login/?next=%2Fescuela466coloniahansen%2F&source=omni_redirect
La participación de los estudiantes fue activa en todas las etapas: planificación, siembra, cuidado, elaboración del dulce y difusión, repercutiendo favorablemente en las familias y conocidos.
En esta oportunidad no hubo participación de agentes externos.
Algunos obstáculos: Factores climáticos, plagas, insectos y enfermedades, que requirieron buscar alternativas de control orgánico, desnivel especialmente entre sala de 4 y los grados superiores, lo que demandó estrategias diferenciadas.
El diseño de la huerta y la germinación de los primeros cultivos generó entusiasmo, motivación y sentido de pertenencia, como la cosecha de las calabazas y la elaboración del dulce y de los productos se vivió como un logro significativo.
APRENDIZAJES Y CONCLUSIONES
Comprendieron el valor de una huerta ecológica como recurso para la educación ambiental, desarrollaron habilidades de cultivo, siembra, cuidado del suelo, riego y manejo responsable del ambiente, reconocieron la importancia del agua, la biodiversidad y el uso razonable de los recursos naturales, aprendieron a investigar, plantear hipótesis, registrar procesos y sacar conclusiones, participaron en actividades de trabajo colaborativo, aplicaron conocimientos de Matemática (mediciones, proporciones, porcentajes), Lengua (textos instructivos, noticias, recetas) y Ciencias Naturales (ciclo de vida de las plantas, plagas, compost), desarrollaron habilidades al elaborar el dulce de calabaza.
Se fortaleció el diseño e implementación de experiencias desde el Aprendizaje Basado en Proyectos (ABP), se consolidó una mirada interdisciplinaria en las prácticas de enseñanza, se promovió el uso sistemático del registro escrito, la observación y la retroalimentación.
Implicaciones Futuras
Ampliar el uso de TIC incorporando videos tutoriales.
Profundizar registros comparativos entre temporadas: producción, rendimiento, crecimiento por cultivo.
Incluir nuevas especies en la huerta.
Organizar talleres participativos con familias para fortalecer la sostenibilidad del proyecto.
Ideas para futuros ciclos
Elaboración de nuevos productos: mermeladas, conservas, panes saborizados, velas, jabones naturales, aromatizadores.
Producir plantines.
El Proyecto permitió que los estudiantes vivieran experiencias reales de producción, investigación, cocina y difusión. También contribuyó significativamente a impulsar el aprendizaje activo donde los niños aprendieron haciendo, observando, plantando, cocinando y experimentando, transformando a la huerta en un espacio de cuidado, responsabilidad y sostenibilidad. Se desarrollaron valores como la colaboración, respeto, compromiso, esfuerzo y conciencia ecológica.