I. Introducción y Contexto
El proyecto nació en el área de Educación Física pero rápidamente se expandió a toda la institución como una respuesta estratégica a la necesidad de fortalecer la convivencia escolar. Bajo el desafío de unificar todos los proyectos vinculares en uno solo, surgió la propuesta de «Intertribus»: un sistema de cinco grandes eventos desarrollados entre junio y noviembre.
La pregunta impulsora que guio esta experiencia fue: “¿Cómo podemos, a través de la creación y colaboración de nuestras ‘tribus’, diseñar acciones innovadoras que fortalezcan la empatía, el respeto y aseguren un ambiente de bienestar sostenible para todos?”. El objetivo central no fue la competencia, sino la co-construcción de un espacio escolar seguro y solidario. A través de la conformación de equipos heterogéneos, los estudiantes mantuvieron redes de comunicación activas (WhatsApp, encuentros extraescolares y asambleas) para gestionar desde torneos deportivos hasta complejas representaciones artísticas, demostrando que la identidad grupal es un motor potente para el aprendizaje.
II. Desarrollo de la Experiencia
El proyecto se desplegó en cinco fases estratégicas, cada una con docentes responsables y objetivos curriculares específicos:
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Identidad y Derecho (Junio): Se establecieron cuatro tribus lideradas por estudiantes de 5° año («Caciques y Hechiceras»), quienes asumieron el rol de integrar a los ingresantes de 1° año. Cada tribu trabajó sobre la Ley N° 26.061, representando situaciones de vulnerabilidad y diseñando campañas publicitarias para concientizar sobre los derechos de las infancias.
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Creatividad y Lógica (Julio): La competencia se trasladó al pensamiento formal con el diseño de «Stands Matemáticos» y una «Búsqueda del Tesoro» basada en mapas y enigmas lógicos que pusieron a prueba la organización grupal.
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Vinculación Territorial (Agosto): Las tribus recorrieron la localidad recolectando «ingredientes» a través de pistas que los vincularon con diversas organizaciones civiles de la comunidad, rompiendo los muros del aula.
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Arte y Filosofía (Septiembre): En el marco del Día del Estudiante, se crearon himnos, estandartes y coreografías («hakas»). Este momento incluyó una reflexión desde la filosofía aristotélica sobre la amistad y la unidad, culminando con el diseño de juegos inclusivos para alumnos de escuelas primarias invitadas.
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Cierre Anual: «Lo Nuestro y el Mundo» (Noviembre): El proyecto culminó con una velada artística masiva. Cada tribu presentó cuadros culturales —desde el Carnaval de Jujuy hasta ritmos de Brasil y el mundo árabe—, integrando a familias y grupos folclóricos locales.
La participación fue masiva y comprometida. El mayor logro fue observar cómo la comunicación y los acuerdos constantes entre los estudiantes permitieron resolver conflictos y celebrar la diversidad de talentos.
III. Aprendizajes y Conclusiones
Para el equipo docente, la Intertribu confirmó la eficacia de la transversalidad. Se superó la fragmentación curricular al involucrar todas las áreas en desafíos que requerían desde cálculos matemáticos hasta análisis éticos. Un aprendizaje clave fue el poder del liderazgo estudiantil: delegar la integración en los alumnos mayores resultó ser más efectivo que la intervención directa de los adultos.
Los estudiantes, por su parte, comprendieron que la colaboración es una herramienta estratégica. Aprendieron que los derechos (Ley 26.061) son el marco ético de la convivencia y que la identidad colectiva potencia la individualidad en lugar de anularla. El respeto intergeneracional floreció, ganando confianza los más pequeños y responsabilidad los más grandes.
Hacia el futuro, planeamos formalizar estos roles de liderazgo y profundizar el mapeo de soluciones comunitarias. En definitiva, el proyecto demostró que cuando el proceso se valora por encima del resultado competitivo, la escuela se convierte en un agente catalizador de vínculos sociales fuertes y duraderos.