¿Alguna vez se imaginaron trabajar la convivencia escolar desde actitudes de comportamiento?
Pensemos juntos: la actitud es una forma de comportamiento, una disposición que tomamos frente a determinadas situaciones. ¿Y si diseñamos un proyecto educativo que nos ayude a fortalecer la convivencia? Imaginemos que, con el tiempo, ciertas prácticas pueden convertirse en hábitos y, eventualmente, en valores que sostengan nuestras relaciones.
En un mundo donde la inmediatez parece marcar el ritmo de nuestras interacciones, detenernos a reflexionar sobre las actitudes que favorecen la convivencia nos abre nuevas posibilidades. Es un camino distinto, una oportunidad para innovar y transformar nuestras comunidades de aprendizaje.
Ahora bien, ¿qué herramientas tenemos a nuestro alcance? Existen diferentes dispositivos que facilitan la convivencia, como la filosofía con niños, los consejos escolares de convivencia o las ruedas de convivencia. Estos espacios nos permiten detenernos, compartir experiencias y aprender juntos. ¿Han participado en alguno de ellos?
Cada uno de estos dispositivos tiene una función estratégica y se basa en metodologías participativas: técnicas de presentación, análisis, expresión, planificación… Todo pensado para fomentar la creatividad, el juego, la afectividad y, por supuesto, la participación democrática.
Si están pensando en diseñar un proyecto en este sentido, les proponemos un punto de partida: enfocarse en cuatro actitudes clave que pueden convertirse en los pilares de la convivencia. Estas actitudes no solo guiarán el diseño del proyecto, sino que actuarán como el entramado que sostiene una comunidad basada en el respeto y la cooperación.
¿Qué les parece? ¿Se animan a construir juntos nuevas formas de convivir?