Retroalimentación, naturaleza del vínculo pedagógico
Este tiempo, en que se estima que millones de estudiantes en todo el mundo están siendo aislados de sus centros educativos por esta pandemia del COVID-19, genera en los docentes un estado de profunda incertidumbre pero al mismo tiempo la búsqueda de soluciones.
Ya se sabe cómo los efectos y consecuencias de este acontecimiento impactan en las esferas de la vida en sociedad, en la economía y el trabajo, en el empleo, en la alimentación, en la vida familiar y el autosustento. Y también se sabe que la educación tendrá consecuencias que nadie puede prever, ya que cada estudiante experimenta cargas emocionales relevantes al estar atravesado por el cierre de las aulas por un lado y por cualquiera de los otros efectos mencionados.
En este contexto urge que quienes constituimos la Escuela trabajemos juntos para implementar interacciones y medidas de contención y formación, que atiendan a nuestros estudiantes, en un marco de retroalimentación permanente. Que esta interacción tenga que ver con el vínculo, con el cuidado del otro y sus trayectos pedagógicos. Por ello, nos preguntamos en este acontecer: ¿qué hacer ahora? ¿cómo avanzar? y ¿qué falta para lograr los aprendizajes deseados?
Pensar estas preguntas es una invitación y sería fundamental hacerlo desde lo que sabemos y funciona. Pensar en aquello que mejoraría la colaboración en un acto educativo, en la mejor manera de enseñar y aprender, todo esto, desde un sitio de convivencia que nos permite la retroalimentación.
Dar algunas respuestas a los interrogantes planteados tal vez nos invite, también, a experimentar posicionamientos que impliquen alejarnos del error como lo no deseado, lo aleatorio o lo evitable, y así, aprovechar el rol constructivo que tiene el error desde una visión positiva. Y , al fin, comprender que lo que no está, falta, o lo no apropiado, podría ser un punto de partida y gradiente para el aprendizaje.
En el frg. del video de apertura, Anijovich nos posiciona en este tiempo de aislamiento, en el que la retroalimentación, a la que aspiramos, se afecta, pero aún así, no deja de ser una pequeña ventana que nos puede ayudar para lograr el mejor reencuentro en las aulas. Afianzar los vínculos a pesar de la distancia debe ser una motivación pedagógica para abordar esta realidad en un cómo nos vamos a conectar con los estudiantes, y hasta con los propios pares, abordar la brecha que ocasiona el aislamiento propositivamente. Pensar que el mejor camino es una dinámica de relación con el otro, con profundas raíces de colaboración entre sí.
La retroalimentación tiene que ver con el vínculo, con el cuidado del otro
Revisando la bibliografía disponible, encontramos que en el marco de la evaluación formativa existe consenso entre los autores (Perrenoud, 2008; Camilloni y otros, 1998, 2004) sobre el lugar relevante de la retroalimentación, concepto que si bien proviene del campo de la ingeniería, nos proponemos compartir su función en el proceso de evaluación, que se centra en involucrar al estudiante en el proceso de su aprendizaje, con el propósito de favorecer el desarrollo de habilidades metacognitivas y la autorregulación.
Por ejemplo Anijovich (2010), en relación con este propósito, plantea el lugar del docente en la retroalimentación y destaca los distintos aspectos sobre los que impacta este proceso en los estudiantes: la autoestima y la tarea, la distribución en la cantidad y calidad, la retroalimentación en el tiempo: es decir trabaja sobre el pasado o el futuro, las decisiones que toma el estudiante con respecto a la información que recibe del docente, si se ofrece retroalimentación individual o grupal, los modos en los que la ofrece, y por último los términos de comunicación con las que ofrece la retroalimentación.
En este punto ponemos en valor la comunicación en la retroalimentación, por lo efectos que puede tener, tanto favorecedor como obstaculizador del proceso de aprendizaje de los estudiantes.
La comunicación que privilegia la escritura, y que es frecuente en las pruebas escritas, o en los trabajos prácticos, informes de laboratorio, intensificado por el diálogo que proporciona un contexto para el aprendizaje reflexivo y posibilita el descubrimiento y una comprensión nueva que mejora el conocimiento, la inteligencia o la sensibilidad de los que toman parte de él (Burbules, 1999).
En este contexto de pandemia nosotros los docentes podemos ser agentes de la ética del cuidado de muchas formas, y una de ellas es el cuidado de las palabras que usamos en el intercambio cuando favorecemos la retroalimentación a los estudiantes. Por la palabra nombramos, identificamos la realidad y reconocemos al otro, y también acumulamos estereotipos y prejuicios. Cuidar la palabra es no permitirnos juzgar al otro, o en una valoración devolver un desprecio o un comentario irónico.
La Palabra y el otro
Cuidar la palabra es practicar una escucha realmente constructiva que no prejuzgue al otro, sino que me deje sorprender por ese otro tan distinto a mí en la parte de verdad que también le asiste. Cuidar la palabra es tratar bien al otro en contextos donde eso nunca hay que darlo por supuesto. Cuando acompañamos, cuidamos.
Anijovich y Cappelletti (2017) plantean las prácticas de interacciones dialogadas formativas como un modo particular de conversación entre docentes y estudiantes cuyo propósito es articular las evidencias de aprendizaje con los objetivos y con los criterios de evaluación. Estas interacciones promueven la revisión de lo hecho con una mirada hacia el futuro, hacia la próxima tarea o desempeño del estudiante, y también la reflexión sobre qué y cómo aprendió, y en este sentido son prácticas valiosas para ofrecer retroalimentación a los estudiantes.
Un posible sitio de convivencia para conocernos mejor
El recorrido
En este protocolo se trata de ofrecer a los estudiantes preguntas que les permitan analizar el recorrido de una secuencia de aprendizaje, de un desempeño, de un producto.
-¿Cuál es la tarea que tengo que realizar?
-¿Cuál es su propósito?
-¿Qué tengo que lograr?
-¿Cómo lo estoy haciendo?
-¿Qué dificultades encuentro?
-¿Qué herramientas estoy usando?
-¿Qué recorrido estoy haciendo?
-¿Cuál es el próximo paso?
-¿Qué tendría que hacer de manera diferente la próxima vez?
-¿Dónde o con quién puedo encontrar ayuda?
Consideramos que la o el estudiante es autónomo cuando comprende el sentido de aquello que tiene que aprender, toma decisiones acerca de cómo va a llevar adelante ese aprendizaje y reflexiona sobre su proceso y su recorrido.
En un próximo Post se irán desarrollando diferentes protocolos que favorecen la retroalimentación y la autorregulación del aprendizaje y fortalecen el vínculo pedagógico.
Bibliografia
-Anijovich, R. (2010). La retroalimentación en la evaluación. En R. Anijovich (comp.), La evaluación significativa (pp. 129-146). Buenos Aires: Paidós.
-Anijovich, R. y Cappelletti, G. (2017). La evaluación como oportunidad. Buenos Aires: Paidós.
-Anijovich, R. (2019). Orientaciones para la Formación Docente y el Trabajo en el aula: Retroalimentación Formativa. Chile: SUMA.
-Anijovich, R. y Cappelletti, G. (2020). El sentido de la escuela secundaria. Nuevas prácticas, nuevos caminos. Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Paidós.
-Burbules, N. (1999). El diálogo en la enseñanza. Buenos Aires: Amorrortu.
Recuperado en canal youtube:
https://www.youtube.com/watch?v=NoSqJpSi3G4 (Webinar Retroalimentación formativa en entornos presenciales y a distancia – Rebeca Anijovich)
Autor/es: | CASTRICONE, LUCAS |